Casa de Kurosaki Ichigo, Karakura.

2:45 a.m.

Renji está tendido boca abajo en el sillón de su casa, abrazando cómodamente una de sus almohadas y tiene la mejilla tan aplastada sobre ella que, no duda de lo cómodo y profundamente dormido que él se encuentra, además, el rastro de baba que sale de su boca, simplemente se lo confirma aún más. Tiene su cabello rojizo hecho un desastre, como si un par de mapaches hubieran tenido una pelea sobre él. Está sin camisa, pues al solo llegar, Ichigo se encargó de quitársela y lo limpió un poco como pudo, pues no tenía el corazón de dejar a su amigo sucio por los residuos de su magnífica idea de "combinar cualquier bebida" que se le cruzara en el camino. Sus pantalones, un poco polvosos por todas las veces que fue terco e insistía en regresar a la fiesta y continuar "siendo feliz", se cayó e intentó arrastrar un par de veces para lograr su cometido, hasta que, pues Ichigo no es un santo colmado de paciencia; así que le brindo un K.O. a Renji para que llevarlo a casa y ponerlo seguro fuera más fácil.

Ichigo lo quería matar en ese instante, sí, pero al fin y al cabo era su amigo. Luego le daría su merecido.

Se queda absorto mirando a Renji, pensando en las mil formas de torturarlo por arruinar la oportunidad de su vida. Es decir, él, a pesar de lo que piense Ulquiorra, no es un chico fácil. Sí habla y coquetea un poco con algunas chicas que se acercan a ellos, como cualquier soltero lo haría, pero al final de la noche, solo quiere descansar. Espera que sus amigos se vayan, toma un trago más y se va a casa, no sin antes pasar por una farmacia comprando lo necesario por si amanece con un poco de resaca.

Es un poco cruel cuando ignora a las chicas que tienen un notorio interés, pero es lo mejor para él. No es capaz, ni quiere lidiar con los problemas de las relaciones de una noche, lo sabe por experiencia, lo hizo un par de veces, pero luego se volvió incomodo y es algo que no deseaba repetir.

Pero esa noche, había sentido su alma bailar y un fuego que quemaba su piel de manera inexplicable, estaba dispuesto a hacer todo lo que ella le ordenara sin renegar, sin poner resistencia. Por su mente no pasó una noche con ella, sino una vida.

-La soledad me está golpeando duro esta noche- comenta para él en tono burlón, poniendo su mano sobre su cara, pues le dio un poco de vergüenza pensar así sobre alguien que acababa de conocer, pero era su "empedernido romántico" hablando y traspasando los muros de su inmutable ser.

-Parecías molesto, pero realmente estabas preocupado por él.

La voz femenina lo sacó de sus pensamientos y rápidamente volteo a ver en su dirección.

-No puedo preocuparme por alguien que ahora está plácidamente durmiendo, como si no hubiera estado a punto de morir ahogado en su propio vómito. – Ichigo pasa su mano por su nuca y avanza a la cocina. – ¿Quieres agua?

Rukia no oculta que encuentra divertida la situación y sobre todo, las acciones del chico pelinaranja. Realmente es un buen amigo, pero no es alguien que presumiría de ello.

-Por favor. – la chica avanza a pasos suaves hasta estar frente a Ichigo, separados por la mesa de vidrio en donde ya se encuentra un vaso de agua con hielo servido para ella. – Gracias por dejarme venir a tu casa y prestarme tu baño. – Menciona una vez sentada en la mesa.

-Era lo mínimo que podía hacer. Lamento hacerte pasar por esto – dice Ichigo mientras toma asiento frente a Rukia. Se encuentra tan apenado que cierra sus ojos y pone su barbilla en su mano de manera pensativa –He puesto ya tu ropa en la lavadora, no tardará mucho, pero… puedes quedarte el tiempo que necesites, podemos ir a dormir sí así lo quieres.

- ¿Dormiremos juntos? - pregunta Rukia sabiendo que Ichigo está avergonzado y realmente no lo dijo con mala intención.

-No, no, no, ¡no quise decir eso! - Ichigo salta rojo de la vergüenza – Yo no…

-Calma, sé que no lo dijiste en ese contexto, no te preocupes, solo quise molestarte un poco. - Rukia está encantada. Este tipo sexy y peligroso del antro, no es más que una coraza, pues debajo de eso hay un chico encantador y tierno.

Ichigo sonríe un poco, aún sintiendo vergüenza, pero está seguro que es por como ha sucedido todo. – Eso fue cruel.

Rukia ríe un poco - ¿Sabes? Cuando te acercaste a mi no pude evitar pensar "Oh no, el chico malo del lugar se ha fijado en mi" lo sé, muy cliché, -ambos ríen- pero estando aquí contigo, veo que eres un pequeño peluche.

-Bueno, si he de ser uno, te aseguro que no soy un osito, definitivamente sería algo más temible. - Ichigo está divertido y en parte aliviado. La chica ha sido demasiado comprensiva y es demasiado buena manejando este tipo de situaciones al punto de encaminar una conversación amena.

Ichigo siente algo de paz al saber que al menos, puede verla un poco más, pero, siendo honesto, él solo cree que ella es así por educación, pero una vez que se marche no volverá a saber más de ella y es una lástima. Piensa un momento en pedir su teléfono, pero por la situación que la hizo pasar… no está seguro que sea una buena idea.

- Ah, el chico diferente, ¿no? – Rukia se burla un poco más -Tienes razón, no eres como el resto, eres algo así como un león de peluche.

Ichigo ríe por la ocurrencia de la chica - ¿No lo dirás por mi cabello, ¿o sí?

-En parte tiene algo que ver.

-Cuando te vi en el antro, solo pude pensar en que jamás había visto en mi vida a alguien como tú. - Dice Ichigo sin más, evitando verla y dejando que su rostro forme una expresión de felicidad al recordar ese preciso momento.

A Rukia la toma por sorpresa y se sonroja un poco - ¿Alguien como yo?

-Sí, tan pequeña.

- ¡Oye! – Ichigo la ignora completamente.

-Si tuvieras que ser un peluche, definitivamente serías un conejo, iba a decir una hormiga, pero eso es hasta demasiado para ti. - Rukia pone su expresión de indignación.

-No es mi culpa que tú seas tan alto.

-Pero ¿es culpa mía que seas baja? – Rukia le da un golpe en el brazo que tiene apoyado en la mesa. – Solo bromeo. Gracias por no maldecirme en público después de lo que pasó.

-Fue… bueno, no tuve tiempo de reaccionar realmente. – Rukia voltea hacia la ventana que da a la ciudad – Tú y yo estábamos en una especie de… burbuja, al menos eso fue lo que sentí. Y... De un momento a otro, estábamos ayudando a tú amigo.

- Sí…- Ichigo sintió exactamente lo mismo, y por eso odia en ese momento a Renji con el alma. – Sobre eso… yo… estaba tan hipnotizado que no he preguntado tú nombre…

-Soy Kuchiki Rukia, estaba esperando que preguntaras por mi nombre.

Ichigo tuvo la sensación de haber oído su apellido en otro lugar, pero en el momento en el que los ojos perfectos de Rukia chocaron con los suyos, su mente quedó en blanco. – Kurosaki Ichigo, que gusto conocerte, Rukia.

Que delicia escuchar su nombre salir de los labios de un hombre tan guapo como Ichigo. No mentiría sobre que pensó que su noche era un caos y habría preferido no acompañar a sus amigas, y que, quedarse en casa viendo Netflix y comiendo helado hubiera sido el mejor plan para esta noche.

Pero en definitiva Ichigo la hizo cambiar de opinión. Quizás, habría valido la pena todo el espectáculo del antro para estar un poco a solas, sin necesidad de un ambiente sensual, pues sabe que las posibilidades hubieran sido diferentes y no estuvieran hablando de la manera que lo hacían. Era fácil hablar con él, era cómodo hablar con él.

Ambos escucharon latir su corazón; el choque de miradas era cautivador, era tan íntimo y sin llegar a tocarse. Rukia comenzó a ruborizarse un poco y su respiración hacía ruido en sus oídos. Ichigo por otro lado no sabía porque actuaba como adolescente.

El sonido de la lavadora al fondo terminando de lavar, los hizo salir de su burbuja, ambos se pararon como resorte sin entender bien porque y que harían a continuación.

-Iré yo – Ambos hablaron al mismo tiempo y sin esperar respuesta del otro, comenzaron a caminar. Rukia se adelantó un poco, pero Ichigo también llevaba prisa.

Ichigo no tenía problema alguno en que Rukia paseara por su casa en toalla, pero, él es un caballero, ante todo, y además no quería que la situación fuera más incómoda para ella, además, no tenía intenciones de hacer algo, por lo que le prestó una de sus camisas y uno de sus shorts deportivos, además las pantuflas para andar en casa, que le quedaban un poco (muy) grandes a la chica.

Y es un dato importante porque, Ichigo torpemente se paró en la pantufla que llevaba Rukia, haciendo que se tropezara en el pasillo, e Ichigo también cayó. Las pantuflas de él y las de Rukia volaron por los aires, aterrizando con puntuación perfecta en la cara de Ichigo.

Los daños fueron menores a nivel físico, Rukia tenía un pequeño rasguño en su rodilla derecha e Ichigo empezaba a deducir que en la mañana tendría un moretón en su cadera. A nivel mental, ninguno podía con la vergüenza.

Caminaron civilizadamente esta vez hacia la lavadora, Ichigo se encargó de poner el tiempo correcto la ropa de Rukia a secar. Y seguidamente, en un acto de valentía para tapar la torpeza de minutos antes que manejaba su cuerpo, tomó la muñeca de Rukia y la dirigió con delicadeza la baño.

-Creo que el alcohol esta noche me ha hecho muy torpe. - Dijo mientras sentaba a Rukia en la taza de baño y buscaba alcohol, algodón y curitas para la chica.

-No es la gran cosa, es un pequeño rasguño. - Dijo Rukia.

- Entonces no tomará mucho tiempo, déjame curarte. – y así lo hizo.

-No eres un buen bebedor ¿cierto? – respondió Rukia tiempo después a lo que Ichigo había dicho primero.

-Lo soy, pero prefiero pensar que es eso lo que me hace torpe esta noche. - Siguió concentrado en su tarea.

-Entonces ¿Qué otra cosa podría ser? – pregunto sonriendo agradecida hacia Ichigo cuándo él terminó poniendo una curita de animalitos.

-Tú.


Yo sé, me tardo un mundo.

Pero soy muy mala organizándome y pues estas semanas han sido un infierno y no divertido jaja. Gracias por leer esta locura romántica empedernida que nace de mi a las 3 de la mañana.


Disfruten de la lectura y de la vida.

Nos leemos pronto!