Capítulo 40: Pasado parte 1.

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Al llegar a casa tras haber compartido una cálida cena en casa de Shisui, lo primero que vio fue el rostro impávido de su padre que le observaba con cierto reproche, algo muy atípico- ¿en donde estabas?, ¿por qué llegas a esta hora?- Hinata despegó un poco sus labios para dar respuesta a sus demandas, pero no la dejó continuar- Hoy es un día muy especial, tenemos visitas, te hemos estado esperando por horas- confundida hizo una mueca en la cual su padre pudo notar sorpresa- bien, supongo que lo olvidé, con todos los problemas que hemos tenido últimamente- luego suspiró y relajó su rostro- ven Hinata- le indicó llevándola hacia la sala de estar, lugar en donde vio a dos hombres sentados sorbiendo una taza de te junto a su hermana- ¡Vaya, como has crecido pequeña- pronuncio un hombre de cabello blanco igual o quizá un poco menos arrugado que su padre. ella solo se inclinó mostrando respeto, sin saber todavía de quien se trataba- ¿no me digas que no te acuerdas de mí?- ella apenada negó con la cabeza y el hombre rascó su sien- vaya, seguro tu padre nos ha mantenido a mi y a mi hijo dentro de un baúl lleno de tierra y olvidado- Hiashi no dijo nada, simplemente cruzó sus brazos y lo miro- Soy yo, el viejo Kohinata- en ese instante las cejas de Hinata se alzaron de la sorpresa y de reojo vio al otro hombre que permanecía detrás, quien la miraba detenidamente- entonces usted debe de ser…

-Si- la interrumpió acercándose un poco más- Mukai,- y ese ya crecido rostro la trasladó mas de diecinueve años atrás, cuando ella tenía apenas cuatro y preocupada por los gritos de dolor de su madre comenzó a llorar, fue ahí cuando en llanto descontrolado y flujo nasal abundante fueron controlados por el papel periódico que le proporcionó un niño casi de la misma edad que él- toma- le dijo y ella lentamente subió la cabeza para ver que se trataba de un niño que ya había visto desde lejos en las reuniones del clan- no temas- todo estará bien, o al menos eso dicen todos- ahora comprendía que solo se trataban de buenas intenciones- no llores, solo vas a tener una hermana menor, eso duele o eso dicen- otra victima más de las mentiras piadosas.

-Pero mi madre llora muy feo- dijo entre sollozos.

- Si, es parte de la vida, a veces sucede. Te llamas Hinata, ¿verdad?

-¿Cómo lo sabe?- preguntó tímidamente.

-Todo mundo te conoce, eres la hija de Hiashi sama, del líder- sonrió- además tu padre y el mío son viejos amigos, se conocieron desde que eran niños, como tú y yo- ella llevó ambas manos a su boca y lentamente volteó hacia él- ¿ y usted?- susurró.

-Yo me llamo Mukai- respondió sonriendo ampliamente para luego golpear la punta de la nariz de Hinata con un dedo. La cabeza de Hinata se hizo para atrás, cerró los ojos solo por impulso y escucho las risas del otro niño sin entender que era lo gracioso-lo siento, no pude evitarlo, es lo que hago con mi hermano menor cuando llora, golpeo un poco su nariz y comienza a reírse, es todavía un bebé, pero sé que le gusta que lo haga, pensé que te alegraría un poco- ella sin dejar de mirarlo atenta comenzó a formar una leve sonrisa- ¡genial!, ya estas riendo – la miró para ver como detrás de ella salía un hombre en bata blanca junto a Hiashi- todavía no es el momento, esperemos unos días más- escucharon ambos y Hinata volteo hacia ese lugar. Por la cara que ambos tenían Mukai supo que las cosas no iban del todo bien y que la plática se tornaría más seria- ¡ven! - la haló de pronto haciendo que su pequeño cuerpo se levantara de una- te invito un helado- por supuesto que ella siendo amante de los dulces, aceptó encantada y la llevó lejos. Antes de doblar la esquina vio como Hiashi colocó una mano sobre su frente y a su padre poner una mano en su hombro- hay que esperar- leyó en sus labios.

Y desde entonces, todos los días el chico visitaba a Hinata, quería que se distrajera, que olvidara lo que estaba viviendo y conforme pasaban los días, notaba que la niña siempre estaba contenta. Mukai no supo exactamente que era, pero le gustaba verla feliz, sentía poco a poco la necesidad de estar con aquella frágil creatura, además amaba sus enormes ojos blancos, la ternura de sus mejillas y su encantadora vocecita- eres muy bonita, muñequita - le dijo un día, a lo que Hinata solo se encogió de hombros y sonrió- quiero que un día vivamos juntos.

-Así podremos jugar en la noche- respondió sin dejar de pensar cuan divertido sería eso- mi hermana va a jugar con tu hermanito- el chico sonrió y despeinó un poco su cabello- claro que sí, jugaremos, pero me refiero a que un día quiero que nos casemos.

-¿Casemos?- interrogó al instante, en su vida había escuchado la palabra y el asintió- sí, seriamos muy felices, más que ahora- la sonrisa de Hinata se extendió mas dejando ver mucho sus pequeños dientes- comeremos dulces, nieve y pastel.

-Entonces si quiero- respondió sin dejar de verlo a los ojos- si quiero que nos pasemos- respondió y el comenzó a reír y ella de vuelta sin saber realmente el motivo.

Las cosas para los Hyuga mejoraban poco a poco, su madre después de tres semanas se había levantado de la cama, Mukai la llevaba casi a diario a pasear, su padre despeinaba el cabello de Hinata cada que la miraba escondiendo siempre el rostro ojeroso e hinchado de Hiashi.

El tiempo era un factor determinante, porque estaban ante una bomba de tiempo, un reloj biológico muy apresurado. Un día después, por azares del destino, Mukai no pudo sacar a Hinata a pasear, fue entonces que su madre se vistió y pidió a su esposo que las acompañara. Hiashi se negó debido al estado de salud que se encontraba- te recomendaron reposo- insistió sin dejar de ver su enorme vientre que estaba por cumplir los 9 meses- por favor, Hiashi, he estado encerrada por casi un mes, salgamos- el Hyuga suspiró viendo como Hinata brincaba de alegría y no le quedó más remedio que aceptar, sin saber que sería la última vez que saldrían juntos.

Después de una caminata por la aldea, cena y postre, los Hyuga regresaron a casa, Hinata se baño y se puso el pijama, le dio un beso a su madre quien ya estaba recostada- descansa mi niña- pronuncio con ternura aprisionando por un largo tiempo su rostro entre sus manos. Hinata no entendió porque su madre le sonreía de aquella forma, pero sentir sus manos le transmitieron tanta paz, que simplemente le devolvió el beso y se fue a dormir.

- ¿Crees que no me di cuenta como luchabas por mantenerte en pie? - cuestionó Hiashi cerrando sigilosamente la puerta.

-Tenía que… hacer…lo.

-Hubiera sido mejor que regresáramos, te ves muy pálida.

-Llama… al médico- le dijo comenzando a respirar agitadamente- Hanabi… ya quiere… nacer- dijo sofocada, Hiashi inmediatamente llamó al servicio y mando llamar a los mejores médicos de la aldea, quienes no tardaron mucho en llegar. Hinata, como así también se llamaba su esposa, comenzó a sentir cada vez mas fuerte las contracciones. El ir y venir de las personas generaban ruidos, llegó un momento en el que la madre de Hinata perdió el conocimiento y los médicos tuvieron que hacer todo. Preocupado Hiashi tomó mano y metió su una entre la misma y carne de ella, provocándole un fuerte dolor que la hizo reaccionar de nuevo. El sudor corría por la frente de la mujer quien extremadamente débil hizo un ultimo esfuerzo para darle la vida a su hija- si no nace ahora, morirá- dijo Tsunade y aquello le dio la fuerza suficiente para hacerlo. En el acto un grito sonoro de dolor despertó a Hinata, quien asustada corrió hacia el cuarto de su madre. Escuchó el llanto de una niña y como su madre la miraba con lagrimas en los ojos- perdóname- escuchó claramente a pesar del escándalo. Hinata corrió al ver como comenzaba a cerrar lentamente los ojos- hace…tanto…frio- susurró y su mano que hacia unos segundos apretaba la sabana comenzó a mermar- tan…cálido- fue lo ultimo que dijo al sentir como las pequeñas manos de Hinata la tomaban. La mujer sonrió, hizo un ultimo esfuerzo por acariciar por ultima vez a su hija mayor y justo cuando estaba a punto, su brazo ya inerte cayo estrepitosamente. Hinata lloró sin consuelo, pues comprendía lo que eso significaba. Tsunade la tomó por la cintura alejándola del lugar y la noqueo para impedir que siguiera presenciando aquello y del como Hiashi Hyuga se estaba derrumbando aquella noche- lleven al bebe al hospital- ordenó la rubia, al mismo tiempo que regresaba a la niña a su cama- Hiashi, es hora de llevarnos el cuerpo de Hinata, él, sumido en el silencio, asintió, no eran necesarias las palabras, a pesar de que aquella era una muerte anunciada meses antes, decir adiós siempre era difícil- nos vemos en el hospital- y se fue.

-Ya traje a alguien para que se quede con Hinata esta noche- dijo apareciendo un hombre por detrás del Hyuga- Gracias Kohinata.

-Lamento que todo sucediera este día- confesó con pesar.

-No te preocupes… te creo, sé que no eres así, sé que algún día todo este mal entendido se aclarará- el otro asintió- ¿Cómo están esos niños?

-¿Niños?- le cuestionó mostrándole su brazo roto y serias heridas en su cuerpo- uno está bien, el otro… esta siendo atendido en el hospital, no es nada grave, nos vemos- fue lo ultimo que le dijo y se marchó

Cuando Kohinata llegó a casa, por la cara de su padre supo que había llegado el día, Mukai intentó salir e ir con Hinata, pero no se lo permitió y esa misma noche partieron obligados de la aldea, a la cual no regresaron en 19 años.

La mente de Hinata daba muchas vueltas, jamás comprendió porque de un momento a otro dejó de visitarla. Quedó sumida en la soledad, con un padre ausente, un amigo que la abandonó y aferrada a cuidar de su hermana mejor. Una niña no comprendía porque las cosas pasaban de pronto. Pregunto muchas veces sin obtener respuesta hasta que poco a poco se resignó. Su hermana comenzaba a caminar y decir sus primeras palabras y eso la hacía feliz, además aquella mujer que comenzó a cuidarla desde la partida de su madre la cuidaba y mimaba como su fuera su abuela. Paso el tiempo, sus heridas habían sanado casi en su totalidad, pronto entraría en la escuela y su padre parecía haber salido de lo que ahora de grande entendía que se llamaba depresión: comenzó a entrenarlas y pasar tiempo con ellas. A sus siete años tenía atención y cariño de su padre, no era muy explícito, pero si lo suficiente como para mantenerse sonriente, solo deseaba llevar buenas calificaciones y llegar a casa para jugar con su hermana y así fue durante un tiempo, al menos hasta aquel día en que lo vio por primera vez; cabello negro y atado en una cola, dos mechones de cada lado de su frente, una sonrisa cálida y encantadora, un hermano menor al que amaba, con la única diferencia que Itachi tenia los ojos negros y Mukai blancos como ella. Nunca estuvo segura del porque Itachi le obsesionó tanto desde un principio, era una niña que era incapaz de entender lo que significaba el amor, hasta ahora caía en cuenta que veía en Itachi el recuerdo de aquel amigo que perdió, no había sido atracción física, si no melancolía, el deseo de una promesa inconclusa e Itachi era lo más cercano a Mukai que tenía en ese momento, porque al igual que él, mientras pudo hizo todo lo posible por hacerla sentir bien; comprarle dulces, pasear con ella, sonreírle, ser amable, todo eso era lo que significaba casarse.

Ver ahora el rostro de aquel niño convertido en hombre, no había sido muy diferente, fue testigo del desarrollo y cambio de Itachi. Mukai tomó la mano de Hinata y besó delicadamente- cuanto tiempo ha pasado ¿no?- ella no dejó de mirarlo, miles de preguntar vinieron a su cabeza, estaba feliz de verlo, pero al mismo tiempo molesta de que se hubiera ido de un día para otro- quiero que hablemos, quiero explicarte todo lo que pasó, muñequita- Hinata asintió y se encerró con él para poder hablar a solas. El corazón de Hinata latía muy fuerte, pero de forma diferente, casi angustiante.

CONTINUARÁ….

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Bien lo dejaré aquí por hoy, mañana edito y subo la segunda parte, son mas de las 3 am ahora y bueno muchas cosas por hacer, espero les guste, dejen su review y sorry por los meses de ausencia, estoy trabajando para poder actualizar todos y subirlos en la semana. Perdon por los dedazos, ando mas dormida que despierta