—¡Hikaru espera!

Rex llegó corriendo junto al VF-1S en el mismo instante en que su compañero iniciaba la secuencia de encendido de ambos motores. La cabina estaba abierta y desde la plataforma pudo ver a la joven doctora sentada sobre el regazo del piloto, todavía algo shockeada por la experiencia.

—¡Es una locura! ¡No puedes llevarte a la Doctora Mao contigo!

Hikaru levantó la visera de su casco y se dirigió hacia el hombre que lo increpaba desde el suelo. —Tu la oiste. —dijo con voz tensa. —No hay tiempo que perder; esos hombres están muriendo mientras hablamos.

—¡Ya lo sé, pero tenemos que avisarle a la Comandante primero! ¡No puedes salir por tu cuenta persiguiendo fantasmas…!

—Estabas conmigo allí dentro. —respondió el piloto señalando las puertas abiertas del hangar. —Viste lo mismo que yo.

—Sí y casi me tengo que cambiar los pantalones. —respondió Rex. —Pero sea lo que sea que fué eso no podemos actuar con imprudencia… el Comando Central.

—Encargate tu de eso. —ordenó Hikaru mientras activaba el cierre de la cabina y se bajaba el visor del casco. —Y trae el dron contigo.

—Tu mujer te va a matar. —advirtió Rex pero no pudo saber si su compañero lo había escuchado o no; el VF-1 aceleró los motores y comenzó a moverse en dirección hacia la pista, pero no para despegar por ella.

Hikaru tenía prisa. Activó los propulsores auxiliares y la aeronave se elevó de su sitio en forma vertical, lo que le permitió desplegar las piernas en Modo Gerwalk y despegar a toda velocidad usando toda la potencia de los enormes propulsores principales en medio de un huracán de arena que hizo que Rex cayera sentado en la plataforma de concreto. Toda esa conmoción no pasó desapercibida para el personal de la «Rocinante».

—Despegue no autorizado desde la base aérea. —informó el técnico de radar en el puente de mando de la fragata mientras una alerta sonaba en los parlantes. —Skull Uno ha despegado en dirección sur-oeste; velocidad Mach 1.1.

Se hizo un silencio de muerte entre todos los oficiales. Fué la propia comandante Hayase la primera en reaccionar. —Contacte de inmediato a Skull-Uno. —ordenó.

El operador de radio activó el canal de datos y tras reintentar varias veces sacudió la cabeza. —Skull-Uno tiene el transponder y el datalink apagado, no es posible concretar una comunicación directa.

—¿Pero qué rayos está haciendo ese irresponsable?. —exclamó la mujer volviéndose hacia el operador de radar. —¿Dónde está Skull-Dos? ¿Aún en la base? ¡Necesito contactarlo de forma urgente!

Antes que nadie pudiera reaccionar a la orden, el operador de comunicaciones llamó la atención de todos. —Skull-Dos solicita comunicarse con el Comandante Hayase. —informó.

—En pantalla. —ordenó el Capitán Gale.

La imagen de Rex con su traje de piloto ya puesto apareció en la pantalla y su rostro preocupado reflejaba a la perfección lo que todos los oficiales en el puente sentían en aquel momento.

—Rex ¿Qué demonios está pasando? ¿Por qué Hikaru despegó sin autorización? —preguntó Misa.

—Definitivamente los Demonios están involucrados. —respondió el hombre rascándose la parte de atrás del cuello. —Hikaru se llevó a la Doctora Nome en la cabina. —dijo.

—¿QUE Hikaru se llevó a QUIEN? —casi gritó Misa provocando que todos a su alrededor se sobresaltaran de inmediato.

—Esa mujer… la Doctora Nome… —dijo Rex sin saber como explicarlo. —Hubo una especie de fenómeno paranormal… o algo así en el hangar. —dijo.

—¿Un que?

—Como… un Poltergeist o como se llame… volaron papeles, se puso todo oscuro… había como un vendaval puertas adentro. —dijo. —La Doctora Nome dijo que el viento le trajo las voces de los pilotos desaparecidos… y que estaban con vida, pero casi al límite de sus fuerzas.

Misa no respondió. Su rostro estaba completamente serio y solo la forma en que apretaba sus puños sobre la mesa de operaciones indicaban la extrema presión que estaba soportando en esos momentos.

—Yo… yo no pude evitar que se fueran. —se disculpó Rex. —La programadora que nos ayudó con el dron dijo que Mao… dijo que ella escuchaba cosas en el viento, que era algo real.

—Ponla en la pantalla. —ordenó la Comandante.

La cámara que enfocaba a Rex se movió y un rostro extraño apareció en la misma; el de una joven con ojeras y piel extremadamente pálida.

—¿Tu eres la colega de la Doctora Nome? —preguntó Misa.

—Soy… Eowyn. —respondió la joven.

—¿A dónde han ido esos dos? —preguntó la Comandante.

—Al Sur-Oeste. —respondió la joven programadora. —Mao… Mao puede escuchar cosas en el viento. —dijo.

Misa la miró detenidamente. —Mao Nome es descendiente de las Sacerdotisas de las Islas Mayan… ¿Verdad?

La joven asintió en silencio.

—Lo suponía. —respondió Misa volviéndose hacia el Capitán Gale. —Esa joven tiene la sangre de los primeros Seres Humanos que interactuaron con la sonda de la Protocultura durante el primer contacto.

—Usted… ¿Usted realmente va a creer eso? —preguntó atónito el hombre. —¿Fenómenos paranormales? ¿Voces en el viento?

—Toda tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia. —respondió la mujer citando a un gran escritor del siglo veinte. —La Humanidad apenas se ha asomado al abismo de la tecnología de la Protocultura; hay muchas cosas que aún no entendemos de ellos, pero de algo estoy segura; no voy a dejar solo a mi esposo ante un peligro desconocido.

Tras decir ello se volvió hacia el Segundo Oficial de la fragata. —Necesitamos refuerzos. ¿Qué naves hay en órbita que puedan realizar un ingreso directo de emergencia?

El hombre se acercó a la mesa de operaciones y tras ingresar varios comandos desplegó un globo holográfico que representaba al planeta Tierra y las flotas de defensa estacionadas a su alrededor. —El escuadrón 71 con base en TS-691 pasará sobre el océano Pacífico en dos horas.

Misa asintió mirando los datos en la pantalla. Ese era un acorazado Thuverl-Salan con un destacamento de Zentradis abordo. —Comuníquese con el Comando Central, prioridad absoluta; quiero a esa nave en curso de reingreso a nuestra posición lo antes posible.

—Entendido. —respondió el oficial tomando el auricular para pasar las órdenes.

El Capitán Gale sonrió y se puso de pié. —Prepárense a zarpar de inmediato. —ordenó a viva voz. —La Rocinante dará soporte a la operación de rescate.

El puente de mando comenzó a bullir de actividad mientras los hombres iban de un lado a otro cumpliendo las órdenes del Capitán. Los motores de la fragata cobraron vida y la pasarela fué levantada del muelle mientras las amarras eran soltadas desde la nave.

—Rex. —dijo Misa volviéndose hacia el piloto quien aún permanecía en la base a la espera de órdenes. —Tú también despega de inmediato y trata de alcanzar a mi esposo; puedes llevarte el drone para que les de soporte.

—A la orden. —respondió el piloto. —Ah y… Comandante.

—¿Qué sucede? —preguntó Misa.

—Avisen a las chicas del laboratorio que pasen a buscar a Eowyn. —recordó.

—Entendido… ¡Ahora despegue de una vez! —exclamó la mujer.

La ágil fragata dió una vuelta en U en el puerto y sin perder un minuto aceleró al máximo sus motores haciendo que su proa prácticamente saltara entre las olas por la velocidad con la que avanzaban. Pronto dejaron atrás los arrecifes de coral que rodeaban a la isla y pudieron virar en dirección Suroeste. Desde la plataforma ubicada en la popa de la nave una compuerta se abrió y el helicóptero de la fragata despegó a toda velocidad para explorar la zona por delante. En ese momento el VF-1 de Rex pasó sobre ellos haciendo una maniobra de tonel seguido de cerca por el Global Hawk a unos mil metros por encima.

—Aprisa. —pidió la Comandante mirando el radar. —Antes que mi esposo cometa alguna estupidez.

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A unos cuatrocientos kilómetros de allí en dirección Suroeste, el VF-1S con Hikaru y la Doctora Nome a bordo volaba a toda velocidad a unos diez mil pies de altura entre las esponjosas nubes blancas que habían comenzado a aparecer en el horizonte respondiendo a un frente frío que avanzaba en su dirección.

Mao había permanecido en silencio durante todo el vuelo, aferrada al casco del piloto desaparecido.

—Siento haberte traído así. —dijo el piloto al cabo de varios minutos de silencio. —Actué de forma impulsiva allá atrás.

Mao sacudió la cabeza. —Tu solo quieres salvar a esos hombres; no haz hecho nada malo… y si está en mi poder ayudarte, con gusto lo haré. —respondió la joven.

—Este… este poder. —dijo Hikaru nervioso. —¿Hace mucho que lo tienes?

La muchacha asintió. —Mi pueblo habitó las islas Mayan desde hace miles de años. —dijo. —Todos los que compartimos la sangre de las sacerdotisas del viento podemos escucharlo y traducir sus secretos… pero el vínculo es más fuerte en las mujeres que en los hombres. —aseguró.

—Si no lo hubiera visto con mis propios ojos jamás lo hubiera creído. —dijo.

—Es una habilidad relacionada con la sonda de la Protocultura. —explicó Mao. —Mi hermana poseía un poder aún mayor; ella podía incluso hacer verdaderos milagros.

—¿Milagros? —preguntó Hikaru.

Mao se rió. —Llamarlos así ahora me resulta… no sé, un poco "cliché" —dijo sacudiendo la cabeza. —El Tori no Hito… es decir, la sonda de la Protocultura poseía la tecnología de la manipulación gravitacional y de los campos de energía dimensionales… esa habilidad de manipular el espacio causaba desplazamientos de la atmósfera terrestres… ¿Conoces lo que son las Ondas de Gravedad?

Hikaru pensó un momento. —¿No son esas cosas que salen de los agujeros negros cuando chocan? —preguntó.

—No, esas son Ondas Gravitacionales… es algo diferente. —explicó Mao como si estuviera dando una clase. —Las Ondas de Gravedad son un movimiento ondulatorio de un fluido en respuesta a la influencia gravitacional de un cuerpo.

—¿Como cuando arrojamos una piedra a un estanque? —preguntó confundido el joven piloto.

—Algo así, pero con la atmósfera… seguro alguna vez viste un tipo de nubes que se asemeja a las olas del mar pero en el cielo. —observó.

—¡Ah! —comprendió de pronto el piloto. —¿Esas nubes?

—Exacto; esas nubes se forman por el efecto gravitacional que ejerce el planeta en la atmósfera… pero también reaccionan a la tecnología que la propia Sonda de la Protocultura utilizaba como fuente de energía. Desde la antigüedad nuestras Sacerdotisas aprendieron a leer esas ondas y a comprender su significado… pero también aprendieron a que ciertas personas podían no sólo interpretar aquella energía, sinó también redirigirla y manipularla.

—¿Manipularla? —preguntó Hikaru.

—Cambiar el viento, ayudar a que las barcas de pesca se alejen de la orilla con viento a favor y regresen con el viento en la espalda, calmar las tempestades, hacer llover durante periodos de sequía… manipular el clima, en resumen. —explicó.

—Un verdadero milagro. —dijo Hikaru.

La joven apretó el casco entre sus brazos. —Mi hermana era quien tenía esos poderes, yo solamente podía apenas escuchar algunas palabras en el viento, pero durante la Guerra de Unificación fuí herida y científicos de la armada usaron tecnología de la Protocultura para curarme.

—¿Para curarte? —preguntó asombrado el joven piloto.

—Es… complicado. —dijo Mao sacudiendo la cabeza. —El punto es que obtuve cierta habilidad de "resonar" con las personas… al menos las personas queridas o con las que tenía un vínculo de sangre o sentimental. —explicó la doctora mirando el casco de vuelo. —No conozco al dueño de este casco, pero a través de él siento una tenue conexión y puedo escuchar apenas su voz… y viene de aquella dirección. —dijo señalando hacia el frente de la aeronave.

—¿Qué tan lejos estamos? —preguntó Hikaru.

—Estamos más cerca; la voz ya no se escucha, pero siento la presencia… debes descender un poco.

El joven asintió y movió la palanca hacia delante, haciendo que el VF-1 comenzara a descender entre las nubes. Pronto el océano apareció frente a ellos en toda su inmensidad.

—No hay ninguna isla cercana. —dijo Hikaru consultando el mapa. —¿Estarán bajo el agua? Voy a encender el radar dimensional.

Usando los controles de los paneles multifunción activó el radar dimensional y dirigió el área de búsqueda hacia abajo, concentrando la emisión del aparato en ver lo que estaba delante y hacia abajo de ellos.

—Hemos patrullado esta área muchas veces. —dijo el joven sin perder las esperanzas. —Si hay algo ahí abajo debería aparecer en-

La explosión de luz fué tan repentina que ninguno de los dos tuvo tiempo de gritar; de pronto el silencio volvió a reinar sobre el cielo por encima de las olas.

Skull-Uno había desaparecido.