Apoye mi mejilla en mi mano mientras miraba por la ventana, al igual que todos los días Sasuke pasaba por mi a casa para irnos al instituto en su auto, Hanabi iba en el asiento trasero ignorándonos con sus audífonos puestos, no le agradaba Sasuke.
Esperaba que este año pasara algo interesante. Tengo dieciséis años y siento que mi vida nunca tendrá algún giro.
– ¿Qué pasa? Estas extraña —Sasuke llevo su mano a mi pierna para llamar mi atención, sin quitar su vista del trafico.
–Solo pensaba.
Freno con fuerza, asustándome.
–TEN MAS CUIDADO, IMBECIL —gritó, agitado.
–Tu eres el imbécil —un chico rubio en bicicleta estaba a unos metros- la calle no es tuya.
–Piérdete, maldito idiota.
–Sasuke —golpee su brazo, odiaba cuando era engreído.
– ¿Cómo me dijiste, pedazo de mierda? —el chico dejo caer su bicicleta al suelo y comenzó a acercarse furioso, Sasuke estaba dispuesto a bajar del auto pero lo agarre de su chaqueta para evitar que se metiera en problemas.
–Solo ignóralo _hable con nervios y mirándolo suplicante— por favor.
–Me las vas a pagar cuando te vuelva a ver —cerro la puerta con fuerza— espero que sea pronto para romperle esa cara de imbécil.
Lo miré negando con la cabeza y el solo chasqueo la lengua irritado.
Cuando llegamos al instituto, no pude evitar encogerme de hombros cuando noté que todos nos miraban, aunque la gran mayoría de los estudiantes de este instituto son de las familias mas importantes de la ciudad, no evitaba que nos siguieran mirando como si fuéramos una exhibición.
– ¡Hinata! —Sakura no tardo en aparecer para llevarme por el pasillo, ignorando a Sasuke— fiesta en casa de Ino este viernes, ¿vendrás, cierto?
–N–No lo se, tengo que cuidar de Hanabi.
– ¡Oh, vamos! Ya es grande, que se quede donde una amiga.
–Lo p-pensare.
– ¡Genial! Podrías quedarte a dormir, para que tú y Sasuke tengan privacidad —me codeo y yo inmediatamente sentí mi cara ardiendo— Eres tan inocente, Hinata —dijo en voz baja, molestándome.
–Será mejor que vaya a ver que clases tendré, nos vemos más tarde — me alejé lo más rápido que pude sin hacer caso a los llamados de la pelirosa y me dirigí al segundo piso donde estaba mi salón.
Sabía lo que hacía Sakura con Sasuke, aun así, ignoraba ese hecho por el amor que le tenía al moreno y la amistad de años que tenía con ella.
–D–Disculpa, no t–te vi —nuevamente volví bruscamente a la realidad cuando tropecé.
– ¡Hinata! Llegas tarde —dijo cerrando el pequeño espejo en su mano.
–H–Hola Ino —me regañe mentalmente, me había prometido a mi misma que dejaría de tartamudear... No estaba resultando muy bien.
–¡Tengo algo que contarte! Pero antes, tienes que venir a mi fiesta, sin excusas, te quedaras en mi casa —me ordenó sonriente.
–P–Pero I–
– ¡No! Vas a ir, es tu obligación como mi mejor amiga, ahora lo que te iba a contar —siguió hablando en lo que llegábamos al salón, tomé asiento y no preste mucha atención a lo que decía, algo sobre un chico, veo entrar a Sasuke y se ve más tranquilo, me sonríe discreto como siempre lo hace— Entonces yo le dije que iba a hacer una fiesta y obviamente lo invité, Hinata, ¿me estás escuchando?
–Si, ¿Cómo fue que lo conociste?
–Amiga, estas perdida hoy, ¿pasa algo?
–No. Y-Ya quiero que sea viernes —fingí emoción.
– ¡Yo también! Shikamaru se ofreció para llevar las cervezas.
–Yo no me ofrecí. me obligaste.
– ¿Ahora espías conversaciones? —reclamo para después golpearlo en la cabeza, y no te obligue, solo fui un poco insistente.
–Eres tu la que habla demasiado fuerte, mujer problemática.
–Como te decía, Hinata. Sai, el chico que conocí el otro día me invito a salir...— vi de reojo a Skihamaru fruncir su ceño y bajar la mirada, no importa cuántas veces Ino diga que con Shikamaru solo son amigos desde la infancia, sé que esos dos quieren algo, pero no quieren arruinar la amistad— ¡Hinata!
–Perdón. Sigue.
–Bueno, en fin, ¡el vendrá a mi fiesta!
La campana sonó anunciando el comienzo de las clases.
– ¿Qué clase toca ahora?
–Historia, con Kakashi... Shikamaru, ¡no te duermas!
.
.
.
Gruñí sintiendo mi cabeza a punto de explotar y el teléfono no dejaba de sonar. Mierda.
– ¿Que? —conteste.
–Oh, estas de humor —era Naruto.
– ¿Qué quieres? Son las siete de la mañana.
–El viejo pervertido nos consiguió una entrevista en un instituto en la ciudad, a las ocho.
– ¿Estas bromeando? ¿Cómo consiguió eso?
–Ya sabes que tiene muchos contactos.
–Nunca para de sorprenderme —y lo decía en serio. Habíamos estado buscando en todos los institutos de Konoha, ninguna quería aceptarnos.
– ¡Pasare por tu casa en cinco minutos! —y corto la llamada.
Me estire con pereza y camine hacia la puerta, al salir quede frente a frente con mi hermano, nos miramos por unos segundos antes de comenzar a correr en dirección al baño. Lo agarre con fuerza del cuello de su camiseta y tire haciendo que cayera sobre su trasero, estaba por cruzar la puerta cuando me sujeto el pie haciéndome caer.
– ¡DEJENME DORMIR, MALDICION! —ambos nos miramos, normalmente papá no estaba en casa tan temprano.
En cuanto vi a Temari salir del baño golpeé a Kankuro por última vez y entré, me bañe rápido para poder irme y baje a la cocina donde estaba Temari desayunando.
– ¿A donde vas tan temprano? —me miro de reojo— no te metas en problemas, nos mudamos aquí para-
–Lo se, empezar de nuevo. Al parecer hay un instituto que esta dispuesto a aceptarnos, así que iré.
– ¡¿En serio?! Espera, aun no desayunas.
Escuche a Naruto llamando en la puerta, tome mi mochila y mi chaqueta.
–Comeré algo en el camino.
– ¡Buena suerte! —la escuche gritar.
– ¿Podrías decirme donde es? —pregunte en cuanto alcance a Naruto en mi bicicleta.
–Es una sorpresa.
Cuando llegamos al centro de Konoha me detuve para comprar cigarros y Naruto siguió, no me tardaría. Unos minutos mas tarde, cuando logre alcanzarlo estaba muy agitado discutiendo con un chico desde su auto. Cuando llegue a su lado el chico ya se había marchado.
– ¿Qué paso? —pregunte mientras el tomaba su bicicleta.
–Ese imbécil casi me atropella. Ya vámonos.
Seguimos nuestro camino al dichoso instituto y cuando estuvimos frente a el no pude evitar sorprenderme.
–Tienes que estar bromeando —frente a nosotros estaba el instituto mas prestigioso de la ciudad. Solo chicos de familias adineradas asistían a este lugar— probablemente no podremos siquiera costear el uniforme.
–El viejo me aseguro que nos darían una oportunidad. Vamos —se puso detrás mío y comenzó a empujarme. El lugar era enorme comparado con los institutos públicos a los que había asistido antes. Habían pocos estudiantes en los pasillos, que nos miraban como si fuéramos fenómenos.
–Creo que nos perdimos, Gaara.
–Pregúntale a alguien.
Cada vez que encontrábamos a alguien para preguntarle sobre dicha oficina, fingían no escucharnos y apresuraban el paso.
Me senté en el suelo mientras Naruto pensaba que hacer, o al menos eso parecía que hacía, en eso una chica pasó y Naruto inmediatamente le pregunto dónde estaba la oficina, no sin antes pedirle a la chica que no lo ignorara, ella respondió con prisa y se largó.
– ¿Ves? No era tan difícil —dijo con las manos detrás de su cabeza, sonriendo.
Al llegar la secretaria nos llevó a la oficina de la directora, luego de eso me di cuenta que la mujer llevaba un pequeño cerdo en los brazos, que lugar más extraño. Nos hizo pasar a la oficina, era espaciosa e iluminada, muy elegante.
–Llegan tarde.
– ¡Lo siento! Nos perdimos —se excusó Naruto.
-Tomen asiento. Soy Tsunade, como supuse Jiraiya los habrá enviado aquí así que me tome la libertad de pedir sus antecedentes escolares -acerco dos carpetas y las puso frente a nosotros- esta son sus infracciones... del año anterior.
Naruto se hundió en su asiento.
–Peleas con otros alumnos, huir del instituto, sospecha de narcotráfico, fumar dentro del establecimiento, peleas con profesores, gritar improperios en el salón, etc.
–No nos admitirán —dije a Naruto.
–El punto aquí —hablo en voz alta— es que me gustan los retos. Tu padrino me ha dicho muchas cosas de ustedes, pero también han cometido muchos... errores, que son difíciles para mi como directora. Pero quiero darles una oportunidad porque se lo prometí a Jiraiya, entones, ¿Qué dicen?
– ¡Claro que aceptamos, abuela! Pero sobre el dinero...
–Por lo del dinero no se preocupen, sus calificaciones son suficientes para una beca.
Nos entregó unos documentos que tenían que firmar nuestros tutores legales sobre el reglamento y otras cosas para asistir a clases, luego hubo una larga charla sobre la política escolar, mas reglas y lo que se esperaba de nosotros como becados. Cuando salimos de ese lugar fuimos directo en busca de un parque para fumar.
– ¿Qué crees que hizo Jiraiya para que nos aceptaran en ese lugar? —pregunte a un Naruto medio dormido en el césped.
–Conociéndolo, probablemente gano una apuesta.
.
.
.
–Hinata, ¿vas a almorzar con nosotras?
–Iré con Sasuke, mañana almorzaré con ustedes, lo prometo —dije para luego salir del salón e irme con el pelinegro.
Momentos así con Sasuke eran formidables, el silencio no era incómodo, abrazados disfrutando la brisa fresca.
–Sasuke.
– ¿Hm?
– ¿Iras a la fiesta de Ino?
– ¿Tu si?
–Logro convencerme, ya sabes como es.
–Pasare por ti a las nueve, entonces.
–Está bien... será divertido —dije, casi como pidiendo un deseo.
–Hm —seguí acariciándolo, lo besé y el me correspondió de inmediato.
Cuando terminó la clase Sasuke tomó mi mano con los dedos entrelazados y me llevó a su auto, el camino a casa fue silencioso como siempre.
–Esta vez no frenaré cuando se cruce — rompió el silencio, sabía que se refería al chico rubio con el que nos topamos esa mañana.
–Idiota —golpeé su brazo y nos reímos- ¿por qué no te quedas a cenar?
–Tenía planeado que tú fueras a cenar a mi casa —dijo, con la mirada en el camino.
– ¿Por qué?
–Itachi volvió y mi madre organizo una cena.
-Me encantaría ir —la madre de Sasuke era una mujer muy amable y cariñosa, seguramente estaba emocionada de que su hijo mayor volviera del extranjero.
La cena fue tranquila, la madre de Sasuke me recibió muy animada e Itachi me levanto entre sus brazos, lo conocía desde que era pequeña. Al parecer su padre no pudo asistir, era un hombre ocupado como el mío.
Cuando hubo terminado la cena, Sasuke me llevo a casa, me sorprendió ver a Hanabi en la sala de estar con su amigo.
Otro día no tan interesante.
.
.
.
– ¡Corran, corran! —Naruto reía como un maniático, nos perseguía la policía por estar envueltos en una pelea con otros chicos.
Nos metimos a un callejón y saltamos la muralla, seguimos corriendo hasta que estábamos seguros de que los habíamos perdido.
–Necesitaba eso —decía Naruto estirándose— ¿Qué tal si vamos a casa de Sai?
– ¡Claro que si! —exclamo Kiba, uno de los amigos de Naruto, retrocedí intentando no llamar la atención hasta que un brazo rodeo mi cuello con fuerza.
–No te escaparas de mi, Gaara.
Compramos unas cervezas y nos acomodamos en la sala de estar.
– ¿Qué haremos mañana? —pregunto Naruto con emoción— ¡vamos! den ideas.
–Mañana hay clases —respondió Kiba.
– ¡Cierto! A Gaara y a mi nos aceptaron en un instituto —anuncio.
– ¿En serio? ¿Como? Ustedes son la pesadilla de cualquier educador.
Naruto fingió reírse y lo golpeo en el hombro.
–Iremos a ese instituto que esta saliendo de la ciudad. Muy grande.
– ¿Que? ¿Como? Yo voy ahí y fue casi imposible entrar.
–Tenemos nuestros contactos —dijo burlesco— ¡esto será genial, Kiba! Estaremos juntos como en los viejos tiempos. Bebimos el resto de las cervezas mientras Sai nos contaba sobre una chica con la que recientemente estaba saliendo, lo había invitado a su fiesta y nos sugirió acompañarlo.
Cuando volví a casa Temari me invadió con preguntas sobre este instituto al que asistiría desde ahora, ella y Kankuro estaban felices. Preparo una cena especial para celebrar que por fin habíamos encontrado un instituto que nos aceptara y todo estaba bien hasta que escuchamos a nuestro padre entrar tambaleándose y peleando solo, cada uno se fue a su habitación, ignorándolo.
Mi teléfono vibro por un mensaje de Naruto, en resumen, Obito estaba molesto.
Sin ganas de pensar en eso, me prepare para dormir y luego de dos horas sin poder conciliar el sueño, salí al patio a fumarme un cigarro.
– ¿Insomnio de nuevo? —pregunto Temari desde la puerta.
–Si.
– ¿Quieres acompañarme a tomar una taza de te, entonces?
Asentí y ambos entramos a la casa.
.
.
.
Llevaba mas de una hora mirando el techo. Luego de que el amigo de Hanabi se fuera, llego Neji y vimos una pelicula, pasaría la noche con nosotras. Nos cuidábamos entre nosotros, con nuestros padres siempre trabajando lejos de la ciudad y sin una madre de la que depender, no teníamos de otra.
– ¿Hinata?
– ¿No puedes dormir? —como era costumbre desde que era pequeña, Hanabi aparecía por la noche en mi habitación. Le sonreí y me moví para dejarle un espacio, salto a la cama y la arrope.
– ¿Crees que papá vuelva esta semana como prometió?
–No lo se, ya sabes como es su trabajo.
–Si —murmuro— desearía que pasara mas tiempo en casa.
–Sera mejor que durmamos —cambie el tema, no había mucho que pudiéramos hacer, bese su cabeza de manera maternal y cerro los ojos— Buenas noches.
Volví a mirar el techo y desee que algo cambiara, algo... cualquier cosa.
