V. Un libro

Musa cepilló su largo cabello y sonrió al notar en el espejo, que, por primera vez en días, el rastro de pintura de las esferas mágicas había desaparecido.

—Que magia tan extraña —dijo Flora, de pie junto al marco de la puerta—, realmente fue difícil de quitar.

Musa sonrió al espejo mirando a Flora—. Cosas de magos —respondió y tomó el pequeño frasco junto al cepillo—, sin el aceite que me hiciste mi cabello seguiría verde —agregó sonriendo.

Pero Flora no le devolvió la sonrisa—. ¿Estás segura de que quieres ir? —suspiró—. No suena seguro en lo absoluto.

Musa ensanchó la sonrisa—. Quiero ir. Necesito saber cosas de Riven, para poder volver a confiar en él.

Flora se encogió de hombros—. Si no queda de otra —Musa era obstinada y Flora sabía que seguir insistiendo solo le provocaría una innecesaria pelea, así que optó por una salida mucho más pacifica y la invitó por un helado.

La cafetería estaba más vacía que nunca, albergaba en ese momento solo a unas 8 hadas que habían decidido pasar las vacaciones en Alfea.

—¿A dónde iras mientras no este? —preguntó Musa.

—Helio y yo iremos de campamento a la aldea de las Pixies —dijo Flora—, creo que le dio un poco de envidia ver a Riven entrenar —rio—, dice que quiere conectarse más con las criaturas del bosque.

Musa sonrió—. Riven ha estado entrenando de verdad, además nunca lo había visto leer tanto.

—Helio dice que no sabe nada, pero creo que lo envidia —sonrió—, ¿sabías que hace dos días logro conjurar un escudo de protección?

Musa detuvo la cuchara con helado a pocos centímetros de su boca —¿Riven? —preguntó y flora asintió para confirmar—, no tenía idea, llevamos algunos días sin hablar.

—¿Pelearon?

Musa negó fuertemente y comió su helado antes de responder—. No, no, solo estamos muy ocupados, decidimos que lo mejor sería concentrarnos por separado hasta la audiencia en La Corte.

Flora asintió—. Ya veo ¿El jueves?

Musa asintió—. El jueves —dijo, consciente de que aquel día era martes.

Las amigas continuaron saboreando el helado en silencio cuando Musa, de pronto retomó interés en las palabras de flora.

—Flora, ¿dijiste que Helio quiere ir a la aldea de las Pixies para reconectarse con el bosque?

Flora asintió

—¿Crees que busca el rastro de una criatura mágica?

Flora negó—. No lo creo, los dotes de Helio son muy tenues para desarrollar un vínculo.

—¿Conoces bien el bosque de Magix, no? —preguntó Musa

Flora asintió—. Por supuesto

—¿Y podrías identificar el rastro de una gran criatura mágica, algo como un dragón antiguo? —quiso saber el hada de la música.

Flora medito su respuesta—. No estoy segura, puedo pedirle al bosque una guía, pero mi poder no se extiende a las criaturas en sí.

Musa arqueo una ceja—. No comprendo.

Flora medito un poco más—. Imagina que, un día Kiko se pierden en el bosque, podría utilizar a las plantas del bosque para seguir el rastro Kiko, pero si estuviéramos en un desierto de arena no podría encontrarlo porque no tengo vegetación para guiarme.

—Nunca lo había pensado —susurró Musa sintiéndose un poco tonta por su pregunta—Siempre eres la que encuentra el camino.

Flora sonrió—. Eso es porque solemos perdernos en el bosque.

Musa rio, pero analizo las palabras de su amiga—. Creo que es la primera vez que realmente estoy pensando la magia —susurró Musa.

—¿Pensando la magia? —Flora levantó una ceja mientras terminaba la última cucharada de helado.

—Me refiero a entender como funciona, la magia solo venía de mi… era natural, nunca pensé demasiado en sus debilidades ni fortalezas —sonrió a Flora—¿Sueno como una loca?

Flora negó—. No, no, es interesante — respondió mientras se levantaba de la mesa—. Iré al invernado, ¿vienes?

Musa negó—. Iré a la biblioteca.

Flora sonrió—. Nos veremos para cenar.

Musa sonrió y se despidieron antes de tomar caminos diferentes.

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Riven levantó la espada y volvió a atacar al profesor Codatorta.

—¡Excelente Riven! —gritó el hombre—¡Mantén la postura, tu pie derecho es un punto débil!

Riven asintió y giró para esquivar el golpe del profesor.

Desde la esquina de la habitación de entrenamiento el profesor Saladino observaba el progreso de uno de sus alumnos más rebeldes.

—Un golpe más —gritó Codatorta.

—Riven, comienza a acumular energía —pidió Saladino desde su posición.

Riven asintió sin pronunciar palabra, pelear contra el profesor al mismo tiempo que acumulaba energía para un hechizo era ya demasiado complicado.

—Un golpe más —repitió Codatorta—, ¡Riven levanta más el brazo derecho! —ordenó el profesor al darle un golpe en las costillas.

—¡Riven, no te desconcentres! —gritó Saladino.

Riven gruño, esquivar golpes, mantener la postura y acumular energía. Estaba poniendo tanto esfuerzo en tantas actividades que comenzaba a marearse.

—¡Ahora! —gritó Saladino

—¡Calaphus! —gritó Riven y desde la palma de su mano proyectó una luz morada e intensa que dio de lleno en el pecho de Codatorta y lo lanzó varios metros hacia atrás.

Riven cayó de rodillas mientras Saladino asentía suavemente, el profesor Codatorta se levantó del suelo y se sacudió el polvo.

—Bastante bien —dijo el robusto hombre—, si lograste tirarme a mí, a cualquiera más delgado lo mandarás por los aires.

Riven sonrió, aún demasiado cansado para levantarse, pero satisfecho.

—Recuerda Riven, que esto es solo en caso de emergencia —dijo el director—. No puedes usar más de un golpe y un escudo.

Riven asintió—. Lo sé profesor

Y vaya que River lo entendía, había conjurado un solo golpe y un escudo esa tarde y el proceso lo había debilitado tanto que tuvo que aceptar la ayuda de Helio para volver a su dormitorio.

—Parece agotador —dijo Helio mientras ayudaba a Riven a tumbarse en el sofá.

—Es horrible —susurró, más vulnerable de lo que jamás había sonado—. Pero si gbincremento mi energía mágica al menos un mínimo será más difícil para ellos identificar la de Musa —explicó.

Helio asintió— ¿No le dirás que no, cierto?

Riven le devolvió una media sonrisa— ¿Cuándo le has dicho "no" a Flora?

Helio rio y se retiró a su habitación para dejar a Riven reponerse con tranquilidad.

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Musa abrió la puerta de la biblioteca secreta y de inmediato la recibió una pequeña Pixie un tanto gruñona.

—Hola Musa —saludo con tranquilidad la Pixie—, la directora Faragonda me dijo que vendrías ¿Hay algo en lo que pueda ayudarte?

—Buenos días Concorda —saludo Musa—, sí. La directora Faragonda mencionó que quizá podrías ayudarme con una información que no encuentro.

La pixie llamó una tacita de té diminuta y bebió un sorbo—. Dime que necesitas.

Musa torció la boca un momento, pensando en como comunicar de la mejor forma posible lo que necesitaba.

—Busco la historia de las hadas guardianas, las hadas guardianas de la música —pidió.

—¿No encontraste esa información en la biblioteca normal? —preguntó Concorda.

Musa negó—. No hay registro ¿podrías ayudarme?

Concorda asintió—. Por supuesto, pero me llevará algo de tiempo.

Musa asintió—. Esperare, es solo una curiosidad —respondió sonriendo.

Concorda sonrió—. Te avisaré en cuanto haya encontrado la información.

Musa agradeció antes de retirarse de aquella pequeña pero valiosa información.

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Riven estiró el brazo, después de una necesaria noche de sueño y un refrescante baño había recuperado gran parte de su energía, tomó su celular y lo meditó un rato ¿debía llamarle? Habían pasado casi dos semanas desde la última vez que se vieron y su única comunicación habían sido pequeños mensajes insípidos.

Riven estaba por dejar el teléfono sobre la mesa cuando este sonó, de inmediato contestó y la luz del teléfono proyectó la imagen de Musa.

—Te ves fatal —dijo Musa burlonamente.

Riven se pasó la mano por el mojado cabello—. Me veo perfecto.

Musa sonrió y Riven sintió como la energía se revitalizaba, se sentó al borde la cama para continuar hablando con la chica.

—Logre cruzar el laberinto sin ser identificada —informó Musa.

Riven sonrió—. Es una gran noticia.

—Flora me dijo, que Helio le dijo que conjuraste un escudo —dijo Musa levantando una ceja— ¿Es verdad?

Riven asintió con suavidad—. Es difícil.

—No te exijas demasiado —pidió Musa

—No podría no hacerlo —respondió Riven —¿Encontraste la información que buscabas?

Musa negó fuertemente—. No, revisé todo, pero le pedí ayuda a Concorda, la pixie encargada de los archivos secretos.

Riven asintió—. Espero encuentre lo que buscas.

Musa asintió suavemente, ambos escucharon el ruido de alguien llamando a la puerta—. Debo irme Riven, te veré mañana —dijo la chica antes de colgar.

Entonces Riven escucho solo el silencio de su habitación, fue hasta ese momento en el que notó lo mucho que la extrañaba, se había acostumbrado a compartir su habitación, su escuela y su vida con ella.

De a poco y sin notarlo Musa se había vuelto una constante en su vida y tras varios días sin verla se dio cuenta que le era imposible no desearla.

Suspiró, dejó la toalla en la cama y se volvió a poner el uniforme—. Hay que seguir —susurró antes de salir de la habitación para continuar el entrenamiento.

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—Profesor Palladium —dijo Musa extrañada.

—Buenos días Musa, sé que es muy temprano —dijo mirando la hora en su reloj, marcaba las 7:30 de la mañana—, pero mañana me iré de vacaciones y quería darte esto antes —dijo señalando el libro que cargaba.

Musa recibió el libro—. Gracias, profesor, pero… ¿Qué es?

El profesor Palladium sonrió ante la confusión de su exalumna—. La directora Faragonda me comentó algo curioso sobre tus poderes —dijo meditabundamente—, dijiste que la magia de Darcy no tiene tanta influencia sobre ti.

Musa asintió—. Es lo que creo, su magia no me afecta tanto como a las demás.

—Es curioso, pero creo que este libro podría ayudarte a comprender —dijo—, lo investigaría yo mismo, pero realmente quiero disfrutar mis vacaciones.

—¡Oh! Yo entiendo, muchas gracias —respondió Musa mirando el libro—. "Ondas y magia" —leyó el título.

—Verás Musa, creo que la clave es la frecuencia a la que trabaja tu magia y la de Darcy —explicó el profesor.

—¿Tendré que leerlo todo, cierto? —sonrió Musa.

—Por supuesto —dijo el profesor riendo—, te haré un examen al volver de las vacaciones —agregó antes de retirarse.

Musa le agredió una vez más y cuando el profesor se perdió de vista por el pasillo corrió a dejar el libro sobre su cama y salió rumbo al laberinto. Aquel era su último día de entrenamiento, no podía desperdiciarlo, encontraría otro momento para leer.

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La directora Faragonda abrió el portal y Musa y ella cruzaron sin dirigirse la palabra. El lugar al que llegaron era un bosque tupido de árboles de tronco grueso.

—Vamos Musa, hay que hacer el resto del camino a pie —anunció, Musa la siguió por un camino desconocido hasta un árbol exageradamente grande.

Pero Musa no se detuvo ante aquel árbol—. ¡Riven! —gritó con emoción y llamó la atención del chico.

Riven detuvo la conversación que mantenía con el directo y miró a Musa con una enorme sonrisa. La chica caminó hacia él y Riven la tomó por la cintura con fuerza.

—¿Llevan mucho aquí? —preguntó la directora.

—Solo unos minutos Faragonda —informó el director Saladino.

Faragonda tocó el árbol gentilmente y este reveló un enorme agujero, que Riven y Musa supieron debía ser la entrada a la Corte de las Hadas.

Riven tomó el mentón de Musa gentilmente— ¿En verdad quieres hacerlo?

Musa lo miró unos segundos y meditó su respuesta—. Sí, quiero hacerlo.

Riven soltó un suspiró de resignación, pero finalmente le regaló a Musa una tenue sonrisa y depositó un suave beso en la frente de la chica.

—Bueno, entonces entremos. Si alguien puede convencer a las hadas más antiguas del mundo, eres tú —dijo Riven.

Musa rio y así, ambos siguieron a los directores de sus respectivas escuelas y se adentraron en las profundidades del árbol más antiguo de Magix.