¡Hola, amigos! ¡Muchas bendiciones! Comprendo su preocupación por la pecosa, y la comparto también. Veamos cómo continúa desarrollándose la situación. Aquí les dejo un nuevo capítulo. ¡Un abrazo!

"UNA DECISIÓN DE VIDA"

CAPÍTULO XII

Las últimas semanas habían sido extrañas. Al llegar a Londres, Anthony y Archie habían acompañado a los abogados y a George a asistir a diferentes reuniones. Los habían presentado a ambos como miembros de la familia y habían puesto una que otra firma en algún documento, que Anthony pensó pudo realizarse en América sin tener que viajar hasta Inglaterra.

Un mes había pasado, y para salvar apariencias, Anthony no había escrito a Candy en América. Se moría de ganas por contarle cómo había estado el viaje y lo mucho que la extrañaba, pero no quería dar pie a que la carta se extraviara. Se moría de ganas por traerla a Londres para que conociera la mansión Andley. Tenía hermosos terrenos, no tan extensos como los de Lakewood, pero se imaginaba cabalgando con su pecosa allí, en medio de la magia de la campiña inglesa, donde tan feliz había sido con sus padres, en varias épocas de su niñez.

"Stear te manda saludos." dijo Archie, de pie en medio de la habitación. "Dice que ha estado muy ocupado y que apenas si ha podido visitar una vez a la tía abuela. Pero nos cuenta que Candy está muy bien, y que le dijo que estaba muy contenta en Lakewood." La carta había sido enviada tres semanas después de la partida de ambos de la Mansión de las Rosas. "Y dice que nada le agradó más que confirmar que Neil llegó a La Florida y que la tía abuela le ordenó que se quedara allí hasta que el tío abuelo dijera lo contrario. Envió a unos asesores de nuestro consorcio para que junto a los directivos de las empresas Legan lo obliguen a trabajar a tiempo completo y que aprenda a hacerse cargo de múltiples tareas, con un sueldo fijo, que es el único dinero que podrá usar ya que, con la aprobación de Sarah, el 75% de las ganancias de las empresas se puso en un fondo fijo a 5 años. El resto será manejado por Sarah y la administración Legan, todo hecho con un poder que tiene la tía abuela y que le dejara el tío Robert antes de fallecer para que apoyara a su familia, y del cual Neil no sabía nada. También le advirtieron que, si se niega a trabajar o no cumple con los horarios y tareas asignadas, le avisarán a la tía abuela, y ella tramitará de inmediato su ingreso a una escuela militar."

"¡Cielos!" dijo Anthony sorprendido, "Creo que acabamos de mermar las filas de los mantenidos entre los Legan!" Ambos primos rieron divertidos por el comentario.

"Pues si le sirve de algo a Neil, y no lo vemos más, mejor." Dijo Archie guardando la carta de su hermano Stear, nuevamente en el sobre y dejándola en el escritorio de su habitación en la Mansión Andley, en las afueras de Londres.

"¿Tú no le has escrito a nadie en casa?" preguntó diplomático a Anthony.

Anthony se puso cómodo en uno de los sillones de su primo, con vistas al ventanal y a los terrenos de la propiedad ahora cubiertos por las sombras de la noche. Aún así se distinguían los bellos jardines iluminados por las farolas. "Pues, no en realidad", suspiró el rubio. "Pensé en escribirle a la tía abuela de que habíamos llegado bien, pero creo que George ya cubrió esa parte. Sabes, Archie, hablando de George," Le dijo el rubio, haciéndose el quite, mientras se inclinaba apoyando sus antebrazos en sus rodillas y entrelazando sus manos frente a sí. "¿No te parece extraño que, entre tantas reuniones, él y los abogados no nos hayan necesitado casi para nada? Tú que ya estás empapado en los temas del consorcio, ¿qué piensas? ¿Siempre es así en el consorcio de Chicago?"

Archie exhaló con cansancio y se sentó frente a él, con expresión taciturna. "Si quieres mi opinión sincera, Anthony, también tengo mis dudas. Yo pensaría que con unas firmas de autorización nuestra hubiesen podido realizarse las ventas y transferencias que hemos visto… a menos que…"

"¿A menos que qué?" preguntó preocupado el rubio con interés.

"Bueno, hasta la fecha ya hemos asistido al menos a cuatro compromisos sociales con las familias más importantes de la ciudad. Y no tengo que recordarte el éxito que has tenido con cuatro de las señoritas londinenses anfitrionas, sin olvidar a la jovencita francesa que te acorraló en la escalinata del jardín durante aquella fiesta en Kensington."

"¡No me acorraló, Archie!", protestó Anthony divertido. "Solo se tropezó."

"Sí, claro. Solo tú puedes creértelo." Le dijo escéptico su primo. "Sin embargo, me trajo recuerdos de cuando te andabas escapando de Elisa en los bailes de Lakewood y ella solo buscaba colgarse de tu brazo," sonrió. "Pero perspectivas aparte, a mí no me sorprendería que cualquiera de sus padres, ya estuviesen teniendo ideas respecto a ti y a un futuro compromiso con alguna de ellas."

"Déjate de tonterías, Archie." Dijo molesto el rubio poniéndose de pie. "Esa no es la razón por la que venimos hasta acá. Además, debo aclarar que en esas fiestas que mencionas, tú, mi elegante primo, tuviste tanto éxito con las damas como yo. De hecho, creo que el señor Thomas Britter casi que se puso a espantarte a todas las posibles interesadas en la última recepción a la que asistimos en Chelsea. No se separaba de ti ni un momento. Incluso uno de los anfitriones hasta me preguntó si tú y Annie ya estaban comprometidos." Sonrió cruzándose de brazos, con una sonrisa burlona.

"¿En serio?" se sorprendió el castaño, poniéndose de pie también. "Pero si con Annie Britter casi ni hablamos." Comentó Archie extrañado. "Siempre que llega a la mansión de Lakewood es muy tímida conmigo. Recuerda que cuando nos invitaron a tomar el té nuestros primos de pesadilla en la casa Legan, casi que salió huyendo de Lakewood, excusándose de tener que volver temprano para no acompañarnos."

"En eso tienes razón." Admitió el muchacho rubio. Recordando lo que le había contado su pecosa, respecto a la infancia de ella y de Annie creciendo juntas en el Hogar de Pony, y la posterior adopción de la pelinegra por parte de la familia Britter. Incluso le había comentado del desagradable incidente con un caballo y una espuela por parte de Neil en la monta de la jovencita en una visita, teniendo Candy que rescatarla montando otro caballo para alcanzarla. Pero manteniendo en secreto que se conocían, a petición de la señora Britter.

"Pero, de cualquier manera," continuó Anthony, "entre todo, se ve que Annie es una buena muchacha. Y que está, por cierto, muy enamorada de ti." Le aseguró.

"¿Eso piensas?" Archie frunció el ceño mirándolo con extrañeza, y lo reflexionó un momento. Pero luego sonrió también pícaro, "¿Y tú, primo, no estás interesado en nadie?" Insistió curioso.

Anthony lo vio a los ojos y sonrió, "Talvez." Le dijo nada más.

Silencio.

"¡Anthony…!" reclamó el elegante joven, esperando su confidencia. "Dime." Insistió.

"¡Buenas noches, Archie!" Le dijo el rubio con una sonrisa, yendo directo hacia la puerta, ignorando su súplica.

"¡Anthony!" volvió a protestar su primo.

"¡Te veré mañana, Archie!" Le dijo el rubio, saludándolo de espaldas con su mano, cerrando la puerta tras de sí divertido.

"¡Hey!", Archie hizo un mohín.

El joven Brower salió al pasillo aún sonriente, su primo no dejaba de insistir, pero aún no era tiempo de compartirlo. Ya era bastante tarde así que se dirigió con corazón liviano hacia su habitación, pero a medio camino recordó que había dejado el libro que estaba leyendo en la biblioteca, sobre la mesa de descanso. Tomando una respiración profunda de resignación bajó al primer nivel y se dirigió hacia la biblioteca, al otro lado de la mansión. Y fue así que, caminando en medio del silencio de la mansión, casi a oscuras, el joven Brower encontró la puerta entreabierta de la biblioteca y su luz ya encendida. Algunas voces se escuchaban discutiendo dentro del recinto.

Su primer impulso fue marcharse y no interrumpir, pero al escuchar la voz de George en un tono que jamás le había escuchado antes, extrañado, el muchacho decidió finalmente aproximarse y saber el por qué de la discusión.

"¡No pienso hacerlo!"

"¡Por enésima vez, George!" le decía otra voz desconocida. "Tus instrucciones fueron claras. Deberás inventar otra excusa para mantenerlos aquí, al menos hasta principios de noviembre."

"¡¿Se dan cuenta de lo que están haciendo?! ¡Me están pidiendo que engañe al futuro Patriarca de esta familia! Ya fue suficiente con haberlos hecho venir hasta acá por nada, como para ahora llevar la mentira a otras proporciones. Al principio lo creí algo plausible, la señora Elroy insistía en que los muchachos necesitaban un cambio de escenario. ¡Pero esto! No sé cómo lo tomará el joven Andley cuando se entere. El Concejo no puede asumir cuáles serán las decisiones del Patriarca u obrar a sus espaldas. Comprendo su preocupación por la muchacha, pero yo creo que esa decisión de vida atañe únicamente al Patriarca mismo." Les dijo decidido.

"¿De qué decisión de vida hablas, George?" se oyó una voz masculina y joven detrás de los tres hombres reunidos en aquel lugar.

Al volverse, vieron al alto joven Anthony Brower Andley de pie, con su mano aún en la manija de la puerta ahora abierta, viéndolos con seriedad.

"¡Joven Anthony!"

"¡Anthony!", dijeron los dos ancianos reunidos con George Johnson, viendo sorprendidos al apuesto joven.

Anthony al notar el silencio que siguió a su pregunta, sin dudarlo, caminó hacia ellos a paso calmo y se les quedó viendo a cada uno de los ancianos. Reconocía a los primos en segundo grado de su tía abuela, ambos miembros antiguos del Concejo Andley de Inglaterra y Escocia. Sus ojos azul cielo se volvieron afilados contemplándolos, y al dirigir finalmente su mirada hacia su, hasta entonces, consejero y amigo, insistió "¿George?" preguntó otra vez.

El silencio continuó por parte del caballero que bajó su mirada, culpable.

"¡QUE ¿QUÉ DECISIÓN DE VIDA?!, DIJE!" le gritó Anthony entonces.

El administrador hasta brincó de la sorpresa por el tono de voz de su joven protegido, y los ancianos retrocedieron inconscientemente un paso.

"Joven Anthony…" dijo George Jonhson un tanto destanteado por su actitud. "Me refería a… a su prerrogativa de… de elección de esposa, como Patriarca.", explicó.

Anthony afiló la mirada. "¿Y de qué muchacha hablaban? - Y quiero la verdad. -" Le dijo, hablando con voz más normal, pero con igual autoridad.

George comenzó a sudar frío. "De la señorita Candis White, joven Andley."

"¿Qué pasa con ella?" preguntó Anthony sin inmutarse.

El administrador Johnson volteó a ver a los otros dos miembros del Consejo que apartaron inmediatamente su vista, indicándole que le dejarían la infame tarea de explicárselo todo a él, solo.

"A que… la señora Elroy informó al Concejo Andley que su persona podría estar manifestando cierto interés sentimental en su amiga, la señorita Candis White, miembro del personal de servicio de la mansión de Lakewood, y… tras una amplia discusión, el Concejo Andley estuvo de acuerdo en que dicha relación era altamente reprensible para alguien de su alcurnia y futura posición dentro del Clan, por lo que la misma debía ser… evitada. Sin embargo, parece que la joven White… ya no está."

Anthony ni siquiera se movió, solo su respiración se alteró visiblemente. "¿Cómo que no está?", dijo entonces.

Otro de sus tíos le respondió. "Nadie lo sabe, Anthony. Se fue de la mansión de Lakewood hace semanas y nadie la ha vuelto a ver." Le dijo con definitividad. "No creo que se le pueda ubicar más. Así de impredecible es esa gente. Al final, como ves, ya no fue necesario que hiciéramos nada al respecto. Te íbamos a contar sobre su desaparición la próxima semana. Pensamos que querrías quedarte más tiempo acá para alejarte de ese lugar y poner tu mente en otras cosas. Por eso… le pedíamos a George que encontrara una justificación para que permanecieras más tiempo aquí en Londres."

La expresión de Anthony se descompuso instantáneamente. ¡No podía creerlo…! ¡Simplemente no podía!... ¡Ella ya no estaba…! Y luego de unos segundos de desasosiego, centró su mirada en los tres extraños frente a él… porque eso eran para él, solo unos extraños.

"¿Y tienen la desfachatez de aceptar que querían intervenir en mi vida personal, y me lo dicen así, sin la más mínima vergüenza?!" les dijo Anthony furioso. "Deciden por mí, a mis espaldas, ¡¿y ahora pretenden que finja que les creo todo y siga con sus planes para no interferir con sus normas ancestrales, cuidando su falsa tradición?!"

"¡Anthony! Hasta tú debes aceptar que fue lo mejor, hijo." Dijo el anciano de bigote gris y cabello entrecano - el menor de los primos de su tía, recordaba Anthony -. "Fue lo mejor que pudo hacer esa joven. La gente que no es de nuestra clase no es gente confiable, Anthony, y un futuro líder, como tú, tiene que tener a la mejor dama a su lado. No alguien que desaparezca cuando le dé la gana."

"¡¿Y por gente como ustedes iba yo a sacrificar mi vida y mi libertad?!" dijo el muchacho con decepción en su mirada, y negando con su cabeza, se volvió y salió corriendo de la biblioteca.

"¡Joven Anthony!", gritó George, siguiéndolo.

"¡Anthony!" gritó otro de sus otros interlocutores consternado.

"Déjenlo. Es mejor así." Dijo el más serio de los dos caballeros, de barba blanca y cabeza casi calva.

George se detuvo en la puerta de la biblioteca, con su vista aún puesta hacia el pasillo. "Déjalo, George." Estuvo de acuerdo el otro caballero. "Como Patriarca de la familia, Anthony deberá comprender desde ahora que su posición no permite ciertos deslices que para otros son - si no permitidos -, al menos no trascendentales. Si le gustan las muchachas del servicio, cuando se case y tenga sus hijos, eso ya no importará. Nadie se meterá con eso."

"¡Mejor cállate, Joseph!" le dijo contrariado el otro anciano de barba blanca por su comentario inapropiado. "George, nosotros mejor nos retiramos. No te preocupes tanto. Déjalo que reflexione un par de días. Lo hecho, hecho está. Por más difícil que le parezca, Anthony tendrá que comprender que es para lo mejor, tanto para él, como para su futuro. Y el futuro de esta familia."

"Así es, no te preocupes, buen George," le dijo el hombre de bigote gris y cabello entrecano, palmeando su hombro al llegar junto a él a la puerta. "Anthony es muy maduro e inteligente para su edad, pero solo es un muchacho, pronto entrará en razón y dejará atrás este desliz de juventud. Descuida. Buenas noches, y avísanos cualquier cosa."

"Buenas noches, señores Andley." dijo George resignado y los vio marcharse con escepticismo.

La puerta de la habitación se abrió y se somató de vuelta. Anthony caminó hasta el centro de la lujosa habitación, la principal de la residencia Andley, la que había sido antes de sus abuelos en Londres, y volviéndose, colocó sus manos en su cabeza y estrujó su dorado cabello con desesperación. "¡Soy un imbécil!" exclamó con furia, explayando sus manos. Y con su respiración agitada, mirándolo todo a su alrededor y no mirando nada a la vez. Luego de unos momentos, el joven rubio cerró sus ojos con dolor, pensando en su pecosa. "¡Es mi culpa, Candy…!" dijo desesperado, "¡Candy!, ¡Mi pecosa…! ¡Lo siento tanto!" se lamentó… "¡Nunca debí aceptar venir hasta Londres…! ¡Nunca!" gritó para sí. Luego, angustiado, volviéndose, colocó sus manos como en oración, una mano empuñada sobre la otra, sobre su frente, y en el silencio de la noche trató de hacer a un lado su desesperación y tratar de pensar con claridad. Su respiración se fue regulando poco a poco, conforme pasaban los minutos. Luego de unos momentos más abrió sus bellos ojos azul cielo con un brillo de decisión y serenidad, y su vista se centró en el retrato al óleo de sus abuelos sobre la chimenea, sabiendo que los miraba por última vez, y con renovado control, el joven Brower se dirigió a su gran ropero y sacando dos de sus maletas de cuero, las abrió y comenzó a guardar ropa en ellas. Luego, tras colocarse uno de sus abrigos, y asegurarse de que llevaba toda su documentación con él, fue a su escritorio y se obligó a darse el tiempo para escribir tres cartas, quizás las más importantes de su vida.

La primera para su primo Archie, donde le pedía que lo disculpara por marcharse sin haberle avisado o esperado, pero que se lo explicaría más tarde, la cual dejó sobre su propio escritorio; la segunda, para el licenciado Maxwell Mayer, explicándole el faltante de dinero en caja fuerte y dándole ciertas instrucciones específicas, la cual dejó debajo de su puerta, ya que él se hospedaba junto con ellos en la mansión; y la tercera, la más importante de éstas, es la que llevaría consigo en su viaje a América, y que entregaría personalmente a su destinatario.

A su salida, mientras todos dormían, Anthony pasó unos minutos al despacho de la mansión para tomar el dinero de la última transacción de la fortuna Brower, y hacer una llamada rápida a puerto. Luego, el alto joven fue directo al garaje, y tomó uno de los autos más veloces. Y saliendo a baja velocidad para no despertar a nadie, él mismo se bajó a abrir los portones del ingreso a la mansión y luego, dejándolos abiertos, salió, y ya lejos de la propiedad, aceleró a toda velocidad rumbo a la Estación de trenes Waterloo, de Londres, para buscar tomar el primer tren disponible hacia el puerto de Southampton.

Continuará…

¡Ay! ¡Cielos! ¡La cosa se complica!

Quiero agradecer el que estén pendientes de la historia, y ¡muchas gracias por sus comentarios al capítulo anterior! - aunque tres aparecen como al capítulo 1, por el comentario sé que es al capítulo 11 también. - ji, ji, ji!

Gracias Anguie, Sharick, Guest 1, Guest 2, Guest 3 (¡Grazie per il tuo commento! Stavo ridendo di quello che hai detto sulla parolaccia! ¡Hee hee hee hee! La prozia ama i suoi nipoti, ma come Anthony una volta disse a Candy nella storia originale, - ... Non ti conoscono, altrimenti non ti amerebbero. - ¡Un abbraccio, carino! ¡E grazie per il commento!) En español: ¡Gracias por tu comentario! ¡Me mataba de la risa con lo que dijiste de la mala palabra! ¡Ji, ji, ji! La tía abuela sí quiere a sus nietos, pero como dijo Anthony una vez a Candy en la historia original, - …no te conocen, si no te querrían. - ¡Un abrazo, linda! ¡Y gracias por comentar!; gracias Guest 4, Guest 5, Guest 6, Julie-Andley-00, Mayely león y Mitsuki (Igual me pasó a mí, tenía esa duda, y de allí surgió esta historia. ¡Bienvenida a la lectura!). Y ¡un abrazo, Georgy!

¡Muchas gracias por leer a todos! Les envío un gran abrazo,

lemh2001

2 de septiembre de 2023

P.D. Se actualizará este lunes. ¡Bendiciones!