1812 a mayo 1812

Rápidamente el rumor corrió en los salones de la alta sociedad londinense que ese año, el Sr. Darcy estaba buscando esposa. Varias damas solteras, y viudas menores de 35 años estaban muy entusiasmadas, y deseaban una oportunidad para 'enamorar' al Sr. Darcy. Dentro de ellas, una de las que estaba más entusiasmada era la hija de Lord Jersey, Lady Victoria.

Lady Victoria era una mujer hermosa de 23 años, de cabello rubio y ojos celeste claro. Había estado comprometida hacia un par de años con el hijo de un marques, pero su prometido había muerto en una carrera de caballos unos pocos días antes del casamiento. En los últimos meses había logrado atraer la atención del Sr. Darcy, ya que por azares del destino la hacienda de su padre era lindera a la del esposo de su difunta hermana.

Dos días antes, el Sr. Darcy la había invitado a pasear por Hyde Park a la hora más frecuentada por la alta sociedad. Estaba segura que iba a pedirle permiso para cortejarla o incluso proponerle matrimonio… pero nada de eso pasó. No sabía exactamente si había dicho, o hecho algo que lo desmotivará, porque en mitad del paseo drásticamente cambio el humor del Sr. Darcy; de ser un pretendiente muy atento en unos instantes se transformó en un hombre distante e incluso sombrío. En tres días lo iba a volver a ver en la cena en casa de los Matlock, e iba a aprovechar lo más posible esa oportunidad. No estaba enamorada del Sr. Darcy, pero reunía todas las condiciones que ella anhelaba en su futuro esposo y además Pemberley esta a menos de 50 millas de la hacienda de sus padres.

Por tercer día consecutivo Darcy estaba solo recorriendo los senderos de Hyde Park. Se había dicho a sí mismo cientos de veces, que era una tontería tratar de ver nuevamente a la mujer que por tantos años había amado. Lo último que sabía de ella, era que se había casado y que tenía una hija. Quizás necesitaba verla con su esposo, y así poder definitivamente olvidarla, quizás tenía la esperanza que había abandonado a su esposo en América... No sabía exactamente que iba a hacer y a decirle cuando la viera; lo único que sabía era que ansiaba verla.

Sus esfuerzos al fin fueron recompensados, a escasa distancia estaba Elizabeth con un niño y niña pequeña dándole de comer a los cisnes. Además, vio que, a poca distancia de ella, estaba el matrimonio Gardiner.

Esa mañana, Elizabeth había prometido llevar a Isabella nuevamente a ver a los cisnes. En la tarde, tuvo una reunión con un conocido del Sr. Thompson que estaba en el negocio inmobiliario, dado que había decidido comprar una pequeña hacienda a la brevedad.

Los Gardiner y el pequeño Edward acompañaron a madre e hija a Hyde Park. Maddy tenía que practicar su lección de piano, y por ello, no los pudo acompañar en esa ocasión; y Sophia era muy pequeña para hacer ir con ellos.

Llegaron un par de horas antes del mediodía; Elizabeth les dio a los niños unas semillitas y migas de pan para alimentar a los cisnes. Isabella estaba encantada con los hermosos animalitos, le preguntó ingenuamente a su mamá. "Mami, ¿podemos llevarnos este hermoso y amigable cisne a casa de la tía Jane? Maddy y Sophia también quieren ver los cisnes. Mañana lo traemos de vuelta."

"No, no podemos llevarlo, Bella. Pero te prometo que vamos a volver pronto, con Maddy y Sophia."

"¡Yo también quiero volver con ustedes!", Edward afirmó.

En ese momento, los Gardiner escucharon un leve sonido y vieron que el Sr. Darcy se estaba acercando a ellos con intención de saludarlos.

"¡Sr y Sra. Gardiner, que gusto encontrarlos en Hyde Park! Hace varios años que no tenía el placer de verlos." Darcy amablemente los saludó.

Elizabeth al escuchar la voz del Sr. Darcy se sobresaltó, mientras tanto los Gardiner que estaban sorprendidos de verlo, contestaban el saludo cortésmente. "El gusto es nuestro, Sr. Darcy. Efectivamente han pasado varios años desde la última vez que nos vimos. Estuvimos viviendo en América, y por los conflictos diplomáticos, acabamos de regresar a Inglaterra."

Al verlo, Elizabeth reflexionó que, en los siete años que habían pasado desde la última vez que se vieron en Lambton, hacía seis que no pensaba en él. Sin duda el Sr. Darcy formaba parte de un pasado lejano, no le guardaba rencor, pero tampoco cariño. Elizabeth, después de titubear unos segundos, tomó de la mano a los niños, y se acercó a saludarlo cortésmente.

"Buen día Sr. Darcy. Espero se encuentre bien."

Darcy la miró detenidamente. Los años habían sido muy buenos con ella, se veía aún más hermosa que antes, seguía teniendo ese aire de seguridad en sí misma que tanto admiraba. "Buen día, perdón no se si aún sigue siendo Srta. Bennet, o se ha casado. Hace mucho tiempo que no tengo el placer de verla."

"Soy la Sra. Harrison. Ella es mi hija, la Srta. Isabella Harrison, y él es mi sobrino, el hijo de Jane, Edward Thompson. Niños, saluden al Sr. Darcy."

"Buen día Sr. Darcy." Los niños saludaron a coro.

Darcy miró por primera vez a la niña, y vio que salvo por el color de cabella, era una réplica de su madre. Se agachó, para quedar a la misma altura de los niños y saludó cordialmente. "Buen día, yo también traje semillas para alimentar a los cisnes. ¿Puedo quedarme a alimentarlos con ustedes?"

Los niños asintieron con la cabeza, y Darcy se paró al lado de ellos. Mientras los niños estaban entretenidos, aprovechó para conversar con los Gardiner y Elizabeth.

"Tiene una hija muy hermosa, Sra. Harrison. Salvo por el color del cabello, se parece mucho a usted. ¿Cuántos años tiene?"

"Muchas gracias. Cumple cuatro años en setiembre. ¿Usted tiene hijos?"

El rostro de Darcy se ensombreció momentáneamente y respondió, "Aún no tengo hijos."

Curiosa la Sra. Gardiner le preguntó, "¿Está usted casado, Sr. Darcy?"

"Soy viudo." dirigiéndose a Elizabeth agregó, "Me casé con mi prima Anne De Bourgh cuando mi tía Lady Catherine murió. Anne estaba muy enferma y vivió solo dos años más."

Los Gardiner y Elizabeth le dieron su pésame y posteriormente la Sra. Gardiner le preguntó. "Sr. Darcy ¿Cómo está su hermana?"

Mas triste aún contestó. "Lamentablemente, murió hace unos años al dar a luz, y mi sobrino murió pocas horas después."

A coro los tres adultos dieron genuinamente su pésame, y Darcy armándose de valor le preguntó a Elizabeth. "Usted Sra. Harrison, ¿va a quedar en Inglaterra o vuelve a América?"

El rostro de Elizabeth se entristeció, "Nos vamos a quedar en Inglaterra, desafortunadamente mi esposo falleció y por los conflictos diplomáticos no es seguro para nosotras estar allá."

"Lo siento mucho por su pérdida."

Antes que Elizabeth respondiera, Isabella llamó su atención, "Mami, nos quedamos sin semillas, y el Sr. Darcy tampoco tiene más. ¿Podemos ir a comer 'helados', como prometiste ayer?"

"Bella, no debes interrumpir la conversación de los adultos, es de mala educación." Dirigiéndose al Sr. Darcy agregó, "Lo siento Sr. Darcy, pero tenemos que irnos. Fue un gusto verlo nuevamente."

Saludaron a Darcy con cortesía y los cinco se fueron a Gunter's. Ninguno de ellos se dio vuelta a mirar al estanque, donde el Sr. Darcy miraba con nostalgia alejarse a Elizabeth. Los dos eran viudos, y en la media hora que estuvo con ella se dio cuenta que ella todavía tenía el poder de embrujarlo en cuerpo y alma. El gran problema era que a raíz de todo el tiempo que había pasado ya no eran los mismos.