Rápidamente, Matsuri se ganó un lugar en nuestras vidas. Hino la adoraba y ella lo adoraba a el, pasábamos tiempo juntos en la universidad y de vez en cuando se quedaba con nosotros a cenar.

Fue fácil formar un vínculo cuando tenemos tanto en común.

Crecimos en la misma ciudad, sabíamos lo que era tener dificultades para llegar a fin de mes y nuestros padres son unos idiotas alcohólicos.

Sin contar que, teníamos historia.

-Suri, mira -dijo el pequeño mostrándole su dibujo a Matsuri. "Suri" le llamaba, al no poder pronunciar bien su nombre.

-Esta hermoso tu dibujo, cariño -respondio cariñosamente. Hino movió sus manos con emoción al recibir una respuesta positiva.

-Recuerda que tenemos que hacer silencio -susurré en su oído, el pequeño llevó sus manos a su boca con una sonrisa traviesa y asintió.

Cuando la clase terminó, corrió por los pasillos con todas sus fuerzas y volvía junto a nosotros.

-Siempre se anima cuando te ve -dije.

Matsuri sonrió mirándolo correr.

-Es adorable. Por cierto, hay una fiesta mañana y me preguntaba si... querías ir.

-No lo sé, las fiestas ya no son lo mío.

-Oh, vamos. No me dejes plantada.

-Lo pensaré. ¿Quieres estudiar para el exámen?

-Claro.

Se subió al auto mientras yo arreglaba a Hino en su silla, no pude evitar notar que algunas personas nos miraban. No era secreto para nadie que solíamos pasar tiempo juntos.

No voy a negarlo, Matsuri me atrae y sé que es recíproco, pero dar el primer paso parecía demasiado.

Desde Hinata, sentía miedo de volver a sufrir.

Estudiamos hasta que Temari llegó del trabajo y preparó la cena, Hino se durmió luego de comer y nos sentamos fuera de casa a fumar un cigarro mientras charlabamos.

- ¿Hino alguna vez ha preguntado por su mamá? -preguntó mientras acariciaba a Kurama.

-Aún es muy pequeño, pero sé que lo nota. En la guardería siempre se queda mirando a los demás niños con sus madres.

-... ¿Qué pasó con ella?

Humedeci mis labios y fruncí el ceño, nunca me sentía preparado para hablar de ella.

-Es una larga historia. Probablemente fue lo mejor que pudo hacer -dije, culpandome.

- ¿De qué hablas?

Suspiré.

- ¿Recuerdas a Akatsuki?

Parpadeó sorprendida.

-Claro que los recuerdo. Me dejaste por ellos.

Mordí mi labio.

-Fue lo mejor para ti, créeme. Me fui de Suna para alejarme de ellos, pero los problemas me siguieron hasta aquí. Estuvimos juntos todo el tiempo y eso la arruinó, intenté alejarme pero... no funcionó.

Bajó la mirada pensativa.

- ¿A que te refieres con que la arruinaste?

Empuñe mis manos, dudando si debía contarle o no.

-Me metí en las drogas -dije avergonzado, incapaz de mirarla a la cara- ella tenía una buena vida y yo la arruiné. Su familia era adinerada y yo, bueno... terminé metiéndola en las drogas también.

-Rayos.

-Era un imbécil -acaricié mi frente con mis dedos antes de seguir- hice muchas cosas mal.

- ¿Es por eso que se fue?

-... No lo sé, tal vez. Fuimos a rehabilitación, cuando su padre se enteró del embarazo la echó de casa y comenzamos a vivir juntos. Todo iba bien hasta que... los problemas seguían volviendo.

- ¿Akatsuki?

-Si. Ellos... la lastimaron y casi pierde a Hino. Su padre volvió a aceptarla y no quiso volver a esta casa, así que me fuí con ella. Supongo que me sentía inferior, no lo sé, pero odiaba estar bajo el cuidado de su padre. Sabía que nunca podría ofrecerle nada de lo que estaba acostumbrada a tener.

-Eso no es tu culpa.

-Pero si es mi culpa que se fuera.

-No creo que eso sea verdad...

-La dejé.

Hubo un silencio.

-Tuvimos una pelea y fue una estupidez. Volvi aquí sin ella y nunca le dije que volvería.

- ¿Por qué?

-Era un idiota orgulloso -tapé mi rostro con ambas manos y suspiré- me arrepiento cada día de haberme ido.

- ¿La extrañas?

Cuando estaba por responderle, el sonido de pies tropezandose y una botella rodando por el suelo nos interrumpió.

-Hijo -exclamó Rasa con una sonrisa y estirando los brazos- mi querido hijo. ¿Puedo llevarme el auto?

-No.

- ¿Y quién es esta muchacha?

-Buenas noches, Sr. Sabaku No -saludó amablemente.

-Me gusta -dijo apuntándola- mi nieto ya necesita una madre.

-Dios, Rasa, ya cállate.

Alzó los brazos con desinteres y entró a la casa.

-Lo siento por eso.

-Está bien, mi papá también es imprudente cuando bebe -respondió con una sonrisa tímida.

-...Vamos, te llevaré a tu casa -me puse de pie y le ofrecí mi mano para ayudarla. Quedamos frente a frente, tan cerca que provocó un sonrojo en sus mejillas. Me alejé incómodo.

Cuando volví, Naruto estaba en la entrada de la casa esperándome, apoyado en su reluciente motocicleta.

- ¿Llegué en mal momento? -preguntó.

-Para nada.

-Temari dijo que fuiste a dejar a tu novia a su casa -dijo con una sonrisa burlona.

-No es mi novia.

-Oh, vamos. En el barrio ya están comentando sobre la chica que te visita.

-Solo es una amiga.

Frunció los ojos con sospecha.

-Esta bien -dije, derrotado- tal vez me guste un poco.

Sonrió y se acercó para palmear mi espalda.

-Lo sabía.

-...Le conté sobre Hinata. Y Akatsuki.

-Mierda. ¿Y como reaccionó?

-Bien. Creo.

Los días pasaron y llego el día de la fiesta, Temari había aceptado ver a Hino así que podría asistir. No era la fiesta la que me importa, sino la persona con la que iría.

Pasé por ella luego de que anocheciera, llevaba un atuendo mas atrevido de lo usual por lo que me costó disimular mi asombro.

-Es tu primera fiesta en años, ¿estas emocionado? -pregunto con alegria.

-Si -mentí, no queria arruinar su felicidad- será genial. Te ves linda, por cierto.

Miró al lado contrario para que no viera su sonrojo, pero lo noté de todas maneras. Vi muchos rostros conocidos de la universidad, quienes me miraban con sorpresa de verme aqui.

- ¿Quieres una cerveza? -exclamo en mi oído, la música estaba a todo dar.

-Estoy conduciendo -respondí.

Buscamos un lugar tranquilo para sentarnos y charlar.

- ¿Por qué me miran así? -pregunté viendo al grupo de chicos que no dejaban de mirarnos y murmurar.

-Supongo que es extraño verte por aquí. ¿Quieres bailar?

-Claro.

Cuando nos mezclamos entre la gente, su mano rozó la mia y nos miramos sorprendidos. Ella sonrió con ternura y entrelazó nuestros dedos, se sentía...bien.

Noté que no acostumbraba beber, llevaba dos cervezas y ya estaba agitada.

-Esta fiesta es aburrida -dijo, volviendo a tomar mi mano- ¿quieres ir a otro lugar?

Nos subimos al auto y conduje hasta el mirador de la ciudad. La noche estaba helada y su atuendo no era apropiado, por suerte siempre llevaba una manta para Hino en el auto.

-Gracias -dijo cuando la cubrí con la manta- es hermoso, ¿no crees?

-Si -la ciudad de noche si era deslumbrante.

- ¿Extrañas Suna? -preguntó.

Lo pensé por unos segundos.

-No hay nada para mi en ese lugar.

Asintió poco convencida, nos quedamos en silencio solo mirando el paisaje.

Se acercó y extendió los brazos para que me cubriera con la manta. Nos acurrucamos apoyados en el auto y de pronto mi corazón comenzó a latir con mas fuerza, sentí vergüenza de que lo notara.

Nos miramos y sonrió, se apegó a mi y acercó su rostro hasta depositar un beso en mis labios, se quedó quieta a unos centímetros de mi rostro, mirándome como si estuviera poniéndome a prueba.

Le devolví el beso y la manta cayó cuando enredo sus brazos en mi cuello. Había pasado tanto tiempo en soledad que había olvidado como que se sentía el cuerpo de otra persona en la intimidad.

Nos recostamos sobre el capó del auto, aún besándonos. Mis manos que estaban en su cintura comenzaron a aventurarse bajo su camiseta, la sentí temblar mientras subía lentamente mis manos hacia su pecho.

- ¿Quieres entrar al auto? -saqué mis manos de su camiseta y creí escuchar un pequeño quejido- hace frío aqui afuera.

Encendí la calefacción y luego de volver a cubrirla con la manta, llevé mis manos a su rostro para besarla.

- ¿Quieres hacerlo? -pregunté directamente.

-No -dijo dándome besos cortos- en otra ocasión.

-Está bien -profundicé el beso y volvió a abrazarme. Me gustaba su aroma y la forma en que sonreía cada vez que nos besábamos.

Cuando volvimos a encontrarnos en la universidad, ambos nos miramos incómodos sin saber como actuar desde ahora. Me armé de valor y me acerqué para saludarla con un beso.

Sonrió emocionada.

-Ok -dijo asintiendo- me gusta esto.

Al principio, sentía miedo de volver a tener una relación, pero a poco ese miedo fue desapareciendo. Cuando no teníamos exámenes en la universidad, pasábamos las tardes en mi casa o la suya, Hino la adoraba y ella lo adoraba a él.

- ¿Que tienes aquí? -preguntó tocando mi pecho, me alejé incómodo. Hino estaba dormido y estábamos aprovechando el tiempo a solas.

-Una cicatriz.

- ¿Por eso nunca te quitas la camiseta? -preguntó, asentí frunciendo el ceño, no me gustaba recordar como la obtuve- ¿puedo verla?

Bajé la mirada y lo pensé por un momento, no podía estar toda mi vida ocultandola, ¿cierto?

Removi la camiseta y la dejé enrollada en mis brazos, sin mirarla a la cara. Sabía que tendría la misma expresión que Temari la primera vez que la vio.

- ¿Fue un accidente? -preguntó pasando sus dedos temblorosos por los bordes.

-Traicioné a Akatsuki y este fue el castigo.

Tomé su mano y la bajé con delicadeza, sentía escalofríos por mi espalda cuando la tocaba.

-Son unos salvajes.

-Al menos sigo vivo -dije.

Ninguno tuvo ganas de seguir luego de eso.

El fin de semana llegó y vestí a Hino con su mejor ropa para ir a casa de Ino. Cuando coincidíamos, yo y los chicos íbamos a su casa a pasar la tarde, bebiendo y poniéndonos al dia sobre nuestras vidas.

-Estoy nerviosa -habló Matsuri en el asiento de copiloto. Era primera vez que iba con alguien mas y prácticamente la estaba presentando como mi pareja ante los demás.

-No te preocupes, los chicos son geniales -exclamó Naruto- y están esperando conocerte. En cuanto Ino supo sobre ustedes se encargó de contarle a todos.

-No la ayudas, Naruto.

Matsuri exclamó sorprendida al ver la casa de Ino.

- ¿Gaara nunca te dijo que fuimos a un instituto de ricos?

-No -respondió un poco ofendida mirándome.

Una sirviente abrió la puerta y Hino corrió dentro de inmediato, seguido por Kurama que fue recibido por un alegre Akamaru, ambos corrieron al jardín correteandose.

- ¡Bebé! -Ino lo levantó en sus brazos y besó su rostro- ¡te extrañé mucho!

Los demás se acercaron y lo llenaron de mimos que Hino recibió con gusto.

- ¿Creciste? Estás muy alto -habló Kiba acariciando su cabeza.

-Voy a cumplir tres -dijo alzando sus dedos- yo ayer jugué con mi papá y me caí.

Levantó su brazo exponiendo una raspadura.

-No lloré -sonrió orgulloso antes de correr a la mesa donde estaban los aperitivos.

-Tu debes ser Matsuri -la rubia se acercó extendiendo su mano- estaba esperando conocerte, soy Ino.

Matsuri sonrió con timidez.

- ¿Que tal el viaje a Europa? -pregunté.

-Maravilloso -exclamó- hice muchos contactos, pronto seré conocida fuera de Japón.

Luego de graduarnos, Ino comenzó su propia marca de maquillaje y actualmente era una de las mas conocidas en el país.

-Tienes que ver todo lo que le traje a Hino -dijo emocionada.

-Sabes que no es necesario.

-Ya hablamos sobre esto, Gaara. Es mi ahijado.

Todo seguía igual que siempre. Kiba, Naruto y Lee armaban escándalo e intentaban emborrachar a Choji.

Ino y Matsuri habían congeniado bien y mantenían una animada conversación.

En cuanto a mi, estaba junto a Shikamaru y Shino, en silencio, solo estar junto a los demás era suficiente.

-Agua -Hino llegó junto a mi, con el rostro rojo y la respiración agitada.

-Creo que ya jugaste suficiente -dije extendiéndole un jugo que bebió tan rápido que casi se ahoga.

- ¡Hino! -Kiba lo tomó entre sus brazos- ¿quieres jugar con tus tíos?

- ¡Si!

Naruto y Kiba comenzaron a lanzarlo de un lado a otro, haciéndolo volar y agarrándolo en el aire. Hino no paraba de reir.

- ¡No es un juguete! -gritó Ino, quitándolo de los brazos de Naruto, pero el estaba fascinado- ¿que te están haciendo estos imbéciles, mi dulce Hino?

Cuando llegó la noche, ya estaba dormido. Lo cubrí con una manta y lo llevé al auto para volver a casa junto con todos los regalos de Ino.

-Ya vuelvo, olvidé su peluche en la habitación.

Volví a la casa, subí hasta la habitación de Ino y golpeé la puerta con los nudillos.

- ¿Que pasó?

-Olvidé su gato de peluche. Debe estar en la cama.

-Oh, tienes razón -fue a buscarlo y lo entregó en mi mano- estoy feliz por ti, por cierto.

- ¿Por qué?

-Tener una relación es un avance grande.

Apoyé mi peso en un pie y miré al suelo.

-Supongo.

-Y es muy agradable. Naruto me dijo que fueron novios cuando estabas en Suna.

-Si, algo asi. Fue hace mucho tiempo, teniamos catorce.

-No está relacionada con esos tipos que los atacaron, ¿cierto?

-No -me apresuré a decir- la conocía porque ibamos al mismo salón.

-Espera -dijo con una sonrisa pícara- ¿fue tu primer amor?

Fruncí los labios pensativo.

-No lo sé, eramos unos niños.

- Creo que si lo fue -dijo asintiendo, como si hubiera ganado una apuesta.

Pero dentro de mi sabía que mi único primer amor habia sido la mujer que dio a luz a mi hijo.

-Sabes que intenté buscarla también, ¿no? A Hinata.

-Lo sé.

-Su padre sigue diciendo que cuando esté lista, me buscará. ¿Que mierda significa eso? -preguntó con una risa irónica- desaparece sin decirle a nadie...

-Yo... no quiero hablar de eso -fruncí el ceño y apreté el peluche en mis manos.

-Por supuesto, lo siento.

Me despedí y volví al auto. Conduje hasta la casa de Matsuri y la fui a dejar a su puerta.

-Lo pasé bien, tus amigos son muy divertidos -sonrió tímidamente.

-Me alegro -llevé mis manos a mis bolsillos y me acerqué para besarla. Entró a su casa con un sonrojo en sus mejillas y una pequeña sonrisa de felicidad.

Cuando volví al auto, Naruto se había cambiado al asiento de copiloto y se dedicó a molestarme diciendo que me estaba enamorando.

Tal vez no fuera tan mala idea hacerlo de nuevo.

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Caminé hasta el jardín con los pies descalzos para meterlos en la piscina mientras tomaba el sol. Era uno de los dias mas calurosos del año

Sentí un pequeño empujón en mi espalda y sin mirar sabía de que se trataba. Me volteé para tomar en mis brazos al peludo gato que buscaba mi cariño.

-Me sorprende que no estés con tu madre -dije acariciando su espalda. Se arqueó con los ojos cerrados y se dejó caer en mis piernas, deseoso por mas atención.

Miré al cielo y disfruté del sol en mi rostro por unos minutos.

-Hanabi -sentí la voz de mi padre y me volteé exaltada- dile a tu hermana que ya vamos a comer.

-Está bien -respondí, intentando no sonar desanimada. Volví a acariciar al gato y besé su rostro- vamos por tu madre, obeso.