Estaba sudando frío con el teléfono entre mis manos.

¿Como no me había dado cuenta?

Estaba tan inmersa en mi tristeza desde que dejé el departamento de Naruto que no había notado que mi periodo no había llegado. Habían pasado semanas.

Me vestí rápidamente y salí de la habitación.

– ¿A donde vas? —Gaara estaba en el sofá con un libro entre sus manos. Tenía exámenes en unas semanas así que estaba la mayoría de los dias en casa.

–Voy a casa de Sakura.

– ¿Por qué?

Lamí mis labios pensando en una excusa.

–Tuvo una pelea con Sasuke.

Bufó y volvió a su lectura.

Mi estómago dolía y mis manos sudaban por el miedo. Todo el camino a casa de Sakura fui imaginando los posibles escenarios si mis sospechas resultaban ser verdad.

Y me aterraban.

–Hinata —Sakura me recibió con una sonrisa.

– ¿Puedo entrar? —dije asustada.

–Pues... claro. ¿Que pasó? —pregunto preocupada— ¿Gaara te hizo algo?

–No. Es que...—las lágrimas amenazaban con salir.

–Entra. Te prepararé un té.

Sakura me miraba expectante mientras daba pequeño sorbos a la taza. No sabía cómo decirlo sin volver a sentir pánico.

Saqué mi teléfono del bolsillo y abrí la aplicación que usaba para monitorear mi período. La dejé sobre la mesa apuntando a Sakura.

Frunció el ceño confundida y se acercó a la pantalla.

–Mierda —exclamó— no me digas que...

–Espero que no.

Tomó la taza de mis manos y la dejó sobre la mesa.

–Vamos a buscar una prueba, ahora.

Tomó una sudadera y salimos en busca de una farmacia.

– ¿De quién crees que sea?

–Por favor, Sakura. No quiero pensar en eso.

–Sabes que te apoyaré en cualquier decisión que tomes, ¿cierto? Y debería haber dicho esto hace mucho, pero lo siento por ser una perra contigo en la escuela.

–No fuiste una perra.

–Si que lo fui.

Desde que volví a reunirme con ellos, mi relación con Sakura había mejorado. Ambas habíamos cambiado y eso nos unió.

Cuando divisamos una farmacia un par de calles adelante, vimos a Ino salir de un karaoke. Esperaba que no nos viera, pero volteó a nuestra dirección y dio un salto antes de acercarse a nosotras.

–Creí que no habían recibido mi mensaje.

– ¿Que mensaje? —nos miramos confundidas.

–Es tarde de karaoke, solo faltaban ustedes.

Sakura balbuceó sin saber que hacer.

–Vamos, vamos —dijo Ino llevándonos de la mano dentro del lugar.

Dentro de la pequeña habitación se encontraba todo el grupo, incluido Naruto. Bajé la mirada cuando noté como su rostro cambió al verme, había estado evitando reunirme con ellos para no verlo.

Me senté lo mas lejos posible de el y observaba con nervios a los chicos divertirse.

–Quedemonos un rato y luego iremos a la farmacia, ¿está bien? —murmuró Sakura a mi lado— tal ve podrías aprovechar de distraerte un poco.

Asentí y levanté la mirara cuando vi alguien frente a nosotras, era Sasuke.

– ¿Podemos hablar? —preguntó a Sakura.

–No es buen momento —respondió enredando su brazo con el mío.

Sasuke apretó los labios y llevó sus manos a sus bolsillos.

–Por favor.

Sakura me miró esperando una respuesta. Le di un suave empujón en el hombro y suspiró.

–Que sea rápido.

Salieron de la habitación y sentí alguien sentarse a mi lado, era Naruto.

–Hola —forcé una sonrisa.

–Hola... ¿cómo has estado?

–He estado mejor —confesé.

Sonrió con una expresión triste y me ofreció una de las sodas que estaba sobre la mesa. Todos se divertían y yo estaba en la esquina mordiendo mis uñas por los nervios, mirando de reojo a Naruto.

Si la prueba revelaba un embarazo, esperaba que fuera de el.

No lo soportaba, salí en busca de Sakura para ir por esa prueba y acabar con la incertidumbre.

–Lo siento chicos, pero tengo una emergencia.

Me despedí con la mano y salí en busca de Sakura, pero no pude encontrarla por ningún lado.

–Hinata —reconocí su voz de inmediato.

Me volteé con vergüenza.

–Estoy buscando a Sakura —dije, apenas mirándolo a la cara.

–Sasuke debió llevarla a algún lugar más privado, estoy seguro de que volverá.

Suspiré abrumada, necesitaba sacarme de la duda.

– ¿Estás bien? Te ves muy preocupada.

–Si, yo... he estado muy estresada con la academia últimamente.

–Divertirse es una buena opcion para olvidarse de eso, ¿no crees?

–Si —intenté sonreír— pero ya tengo que irme. ¿Sabes dónde está Sakura?

–Sigue con Sasuke. Deben estar discutiendo, tardarán un buen rato. Podrías volver con los demás y la esperas.

–No tengo ganas —dije, subiendo los hombros— le diré que la espero afuera.

–Te acompaño —dio un paso hacía mi, mirandome con insistencia.

–No tienes que hacerlo...

–No, pero quiero.

Bajé la mirada y asentí. Le envié un mensaje a Sakura y buscamos un lugar para sentarnos.

Nos quedamos en silencio y lo miraba de reojo. Su rostro parecía triste y tenía la mirada baja.

–Te he echado de menos —dijo.

Suspiré.

–No hagas eso.

– ¿Hacer que?

–Tu sabes qué.

Sonrió y se puso de pie de un salto.

–No me rendiré. Lo que siento es real.

–Naruto...

–Puedo hacerte feliz.

–Naruto, por favor —miré de vuelta al karaoke si lograba ver a Sakura— ya te dije que no es tan simple.

Se acercó hasta quedar a centímetros de mi.

– Di que no me quieres y no volveré a acercarme —murmuró.

– ¡Hinata! —Sakura se acercó corriendo y con la respiración agitada— ¡lo siento mucho! Podemos ir ahora. ¡Nos vemos luego, Naruto!

Tomó mi brazo y nos alejamos, pude ver el rostro confundido de Naruto antes de doblar hacía la calle donde estaba la farmacia.

– ¿De que estaban hablando? No suelo ver a Naruto con tanta seriedad.

–El... sigue intentándolo.

Frunció el ceño y asintió. Sabia que prefería no hablar del tema.

–Primero lo primero, hay que conseguir esa prueba.

Los nervios que sentí mientras ibamos en busca de la prueba no fueron nada comparados a los nervios que sentí mientras esperábamos que las líneas en la prueba aparecieran

– ¿Cuánto falta? —volví a preguntar.

–Solo unos minutos

– ¿Que pasó con Sasuke? —pregunté intentando pensar en otra cosa.

–Es un idiota. Una semana es genial y a la siguiente me ignora, no responde a mis mensajes por horas y actua como si no fueramos nada. Es muy molesto.

–Parecía querer arreglar las cosas.

–Si, cada vez que me alejo por sus actitudes, vuelve a buscarme. Le dije que no quiero estar con alguien que no sabe lo que quiere, me pidió otra oportunidad.

– ¿Se la darás?

–Le respondí que lo pensaría. A veces quiero dejarlo para bien, ¿sabes? Sasuke es complicado.

–Tal vez sea lo mejor —dije, sabiendo que su situación no era tan diferente a la mia con Gaara— llevan años en lo mismo.

–Miranos —rió con tristeza— ambas sin poder dejar a un hombre que nos lastima.

Mire el mueble donde estaba el test, sentía miedo de levantarme a mirar.

– ¿Quieres que vaya a ver?

–Por favor.

Mi estómago se agitó cuando miró y suspiró.

–Es negativo.

Cerré mis ojos y me dejé caer en el sofá.

–Gracias a dios.

–Que lástima, me hubiera gustado ser la madrina.

–Sakura —dije en un tono de regaño.

– ¿Qué? Un bebe tuyo y de Naruto sería adorable.

Humedeci mis labios y sonreí, no sonaba tan mal si no tuviera dudas de quien era el padre. Se sentó a mi lado y suspiró con alegría.

– ¿Sabías que tu fuiste la razon por la que terminamos?

– ¿Qué?

–Bueno, yo no lo podía ver como mas que un amigo y esa fue una de las razones. Pero la otra razón por la que terminamos fue por que estaba enamorado de ti.

Sentí un calor en mi pecho.

– ¿Por qué me dices esto?

–Tienes que saberlo, Naruto está enamorado de ti.

–Yo... yo también lo quiero.

–Lo sé... ¿Quieres quedarte a pasar la noche? Podemos ver películas y hacernos la skincare, como solíamos hacer antes.

–Me encantaría.

Envié un mensaje a Gaara para decirle que no llegaría a casa hasta mañana por la mañana y la respuesta no fue positiva. Lo ignoré y dejé mi teléfono a un lado para ayudar a Sakura con los snack para ver la película.

Nos acomodamos en el sofá con unas mantas y nos concentramos en la película romántica que Sakura habia elegido.

–Ojalá los hombres fueran asi en la vida real —dijo llevando papas a su boca.

–Lo sé. ¿Es tan difícil encontrar un hombre decente?

–No digas eso —exclamó dandome un suave empujón— tienes a Naruto a tus pies y el es bastante decente. Tal vez nosotras somos el problema por preferir a idiotas.

–Definitivamente somos el problema.

Cuando la película terminó, nos aplicamos unas mascarillas en el rostro y nos reímos recordando las bobadas que hacían los chicos en el instituto.

– ¿Alguna vez te conté de cuando me besé con Kiba?

–No —respondí sorprendida y emocionada— ¿cuando?

–Fue en el cumpleaños de Ino, con unos tragos encima se veía muy apuesto. Besaba horrible.

Nos reímos hasta que nuestro estómago dolió. Habíamos tomado unas cervezas que pertenencian al padre de Sakura y todo era divertido.

– ¿Recuerdas esa pijamada —comencé sin poder parar de reírme— donde Ten Ten fue la primera en dormirse y estuvo todo el día sin darse cuenta que le habíamos pintado el rostro?

Nos tiramos al suelo por la risa.

– ¿Recuerdas cuando—

Sakura fue interrumpida por el sonido de mi teléfono. Paré de reir y lo tomé en mi mano, suspiré cuando vi el nombre de Gaara en la pantalla.

– ¿Gaara?

–Si.

–No le contestes.

Apreté el botón verde y me dirigí al baño.

– ¿Dónde mierda estás?

–Te dije que estaría en casa de Sakura.

–Iré por ti.

– ¿Qué? No, llegaré mañana temprano, por favor no—

La llamada se cortó. Bajé los hombros con resignación.

– ¿Que pasó? —Sakura preguntó en cuanto llegué a su lado.

–Tengo que irme.

– ¿Es una broma? No puede hacerte esto, nos estábamos divirtiendo.

–En serio lo siento.

Me siguió hasta la calle fuera de su casa donde esperaría a Gaara.

–Por favor, Hinata, no te vayas. No dejes que te controle de esta manera.

Vi su auto doblando en la esquina y mi respiración se detuvo, sentí ganas de llorar. No quería irme pero sentía que no tenía opción, no quería más problemas.

Se bajó enfadado y abrió la puerta del copiloto para que entrara.

–Eres un miserable hijo de puta —la pelirosa escupió con odio contra Gaara

–Sakura, no —insistí.

–Solo nos estábamos divirtiendo y tenías que arruinarlo —continuó.

– ¡Cierra la puta boca! —le gritó acercándose y pude ver el miedo en su rostro, pero no se movió. Salí del auto y lo tomé del brazo.

–No te acerques a ella —dije desafiante pero aun con temor en mi voz, me puse frente a Sakura para protegerla y lo empujé de vuelta al auto— sólo vámonos, por favor.

Abroché mi cinturón por miedo a la velocidad con la que manejaba. Cuando llegamos al edificio tomó mi mano con fuerza y me arrastró hasta el departamento.

En cuánto cerró la puerta tras el, me tomó del cabello para llevarme hasta la habitación donde me dio una bofetada que me hizo caer a la cama.

– ¡Gaara! —grité sollozando, se subió sobre mi y comenzó a quitarme la ropa con brusquedad— por favor, para.

Tomándome de la cintura me volteó sobre mi estómago y con su mano en mi cabeza me obligó a permanecer recostada.

–Gaara —sollocé, sentía que mi intimidad estaba en llamas por el dolor de la fricción— por favor.

Me tiró del cabello para acercarme y enterró sus dientes en mi hombro, tan fuerte que pensé que me arrancaría la carne

Gruñó contra mi mejilla y me soltó haciéndome caer con fuerza en la cama, mi cuerpo se sentía entumecido y mi cabeza dolía por lo fuerte que tiraba de mi cabello. Cubrí mi cuerpo intentando pensar en calmar mi agitada respiración.

Cerré los ojos cuando volvió a acercarse.

–Mirame —enterró sus dedos en mi mejilla para que solo lo mirara a el— la próxima vez que te diga que vuelvas a casa, vuelves. O será peor.

Mi labio tembló, todo mi cuerpo dolía al igual que mi alma humillada y rota.

– ¿Por qué estás tan enfadado? —murmuré, mi labio dolía cada vez que hablaba— no solía importarte...

– ¡Eres una zorra! —gritó tirando su teléfono contra el mueble, tirando todas las cosas que estaban sobre el— ¡¿Crees que no lo sé?!

– ¿De que estás hablando? —pregunté asustada.

– ¡Te acostaste con Naruto!

Mi estómago se agito con violencia y me sentí enferma.

– ¿Qué

Volvió a abofetearme y llevó sus manos a su cabeza, tirando de su cabello. Gritó y le dio un golpe al ropero haciendo un agujero en la puerta.

– ¡Maldita puta! —cogió los bordes del mueble donde había lanzado su teléfono y lo tiró al suelo— ¡Después de todo lo que hice por ti!

– ¡Vete al diablo! —grité llorando, estaba muy asustada pero no podía seguir soportandolo— ¡Sé que te acuestas con otras chicas!

Se detuvo sorprendido.

– ¡Te ví, así que no te atrevas a mentirme!

Se acercó para cogerme de los brazos e intenté hacer fuerza pero no era suficiente para hacerle frente, me lanzó contra el ropero y grité por el dolor.

– ¡¿Entonces vas y te acuestas con ese imbécil?!

– ¡Si! —me puse de pie y lo empujé— ¡el es mil veces mejor que tú!

Antes de que pudiera volver a golpearme, apreté mi puño y lo inserté en su rostro con todas mis fuerzas, aprovechando que habia bajado la guardia lo empujé al suelo.

Me subí sobre el y seguí golpeándolo, se intentó cubrir con los brazos pero no fue suficiente. Estaba cansada de todo esto, lo golpeé liberando todas mis frustraciones acumuladas en estos años , sus mentiras, su manipulación.

Logró tomar mis manos para detenerme y me tiró al suelo. Patalee y grité completamente maniática, estaba segura de que seguiría golpeandome y no podia evitar sentir que me mataría.

Lo golpeé con la rodilla en su entrepierna y se hizo a un lado quejándose de dolor, corrí a la cocina y busqué entre los utensilios hasta dar con un cuchillo.

En cuanto me volteé con cuchillo en mano, Gaara había llegado frente a mi.

–Baja eso —exclamó demandante.

Negué con la cabeza y apreté los labios, estaba desesperada. Todo mi cuerpo estaba en estado de alerta.

Se acercó con velocidad y tomó mis muñecas, me empujó a la pared y golpeó mi mano contra ella hasta que el cuchillo cayó. Llevó mis muñecas a cada lado de mi cabeza y apoyó su frente en la mía, su respiración estaba muy agitada y había una oscuridad aterradora en su mirada.

– ¡Todo esto es tu culpa! —grité llorando— lo arruinaste todo.

– ¡Cállate! —aumentó su fuerza en el agarre y llevó mis manos a su pecho— te ofrecí este lugar, dinero a tu disposición y libertad para salir cuando quisieras, ¿acaso no es eso suficiente?

Mi llanto cesó y fue como si algo se apagara en mi.

– ¿Así que sólo deberia callarme mientra te acuestas con otras chicas? —pregunté fríamente.

Un golpe nos hizo mirar a la puerta.

– ¡Policía! Recibimos un llamado por una pelea. ¿Podría abrir la puerta?

Soltó mis manos y me miró de pies a cabeza, ninguno de los dos lucia bien. Nada de esto lucia bien.

Tranquilamente, tomó el cuchillo y lo devolvió al mueble. Se quitó la sudadera, la llevó sobre mi cabeza y pasé mis brazos por las mangas. Era lo suficientemente larga para cubrir mis glúteos, había olvidado que solo tenía una camiseta cubriéndome.

Esta sería una larga noche.