Declaración: Personajes, lugares e historia previa pertenecen a la maravillosa JK Rowling. Yo solo me entretengo con ellos.
Capítulo 1: AZKABAN
"Tengamos en cuenta que la virtud,
el saber y el amor a la libertad, son las cualidades
que desencadenan la fatal venganza de los inquisidores"
-DAVID HUME
Hermione cogió el vaso de cartón con café quemado de las manos de la joven dependienta con exceso de maquillaje. La mujer le dirigió la asesina mirada que solo reservaba para ella, desde que Hermione propusiera cambiar la poco hospitalaria cafetería del Ministerio, por máquinas expendedoras. En su opinión era menos costoso, más rápido, y con mejor café del que preparaba esa chica. Pero la afectada no parecía de acuerdo con que la eficiencia y calidad eran un bien superior al lado de perder su empleo.
Desafortunadamente, su propuesta no encontró buena acogida, lo que Hermione resolvió reduciendo su compra de café. Pero ese día necesitaba la cafeína extra.
- Gracias.- dijo, estirando los labios cuanto pudo, en algo que emulaba a una sonrisa. La muchacha le respondió con un gruñido inentendible, haciéndole señas de que se quitara del medio para dejar pasar al siguiente.
Mientras buscaba en el aparador de al lado una cuchara para revolver la amarga mezcla que esperaba le quitara el sueño, Hermione pensaba que era poco el aprecio popular que le había ganado su heroísmo en la guerra. No es que ella esperara que nadie le pidiera autógrafos o que le facilitaran las cosas para obtener su puesto en el Departamento de Defensoría de Derechos Mágicos, pero una sonrisa de vuelta tras pagar un café habría sido, en su opinión, una mínima retribución por poner en riesgo su vida, y ostentar una horrenda cicatriz en su antebrazo.
Terminaba de colocar un hechizo antiderrame en su café para iniciar el regreso a su oficina, cuando su mirada se detuvo en la primera plana de "El Profeta" que había sido expuesto en la vitrina del aparador, donde el titular de "Seis Meses en Azkaban para Hijo de Mortífago", llamó su atención, no tanto porque titulares como este fueran inusuales- a tres años del final de la guerra, seguían resolviendose condenas largamente postergadas por temas de la más diversa índole, que en opinión de ella, poco tenían que ver con la justicia- sino porque el subtítulo, en letras pequeñas, clarificaba que Theodore Nott recibía esos seis meses por portar un giratiempo no autorizado, algo que, en opinión de Hermione, nada tenía que ver con el titular.
Hasta donde ella sabía, Nott nunca tomó la marca, ni participó a favor o en contra en la guerra. No merecía un titular así.
Pero si algo había aprendido ella en sus seis meses en el Ministerio de Magia, es que poco importaba, ante los ojos del Wizengamot, de la prensa, e incluso de la opinión pública, si aquellos involucrados en la guerra merecían o no los castigos que se les había impuesto.
Si bien desde la llegada de Kingsley Shacklebolt a la cabeza de la organización, algunas ineficiencias y prejuicios parecían superados, lo cierto es que la tendencia de los impartidores de justicia seguía siendo hacia resultados rápidos, con una clara falta de interés en la evidencia a favor o en contra de un sospechoso, con condenas cuestionables desde varios puntos de vista en algunos casos.
Uno de los logros de Shacklebolt había sido el de sacar a los Dementores de Azkaban, y lograr, dentro del establecimiento, un sistema carcelario más parecido al muggle, a cargo de aurores asistidos por guardias y personal que ofreciera una estancia más humana a quienes cumplían condena. Pero de cuando en cuando, seguían surgiendo alarmas sobre tratos inadecuados, violaciones a derechos fundamentales y prácticas cuestionables entre los dirigentes del lugar.
Habían reemplazado así un sistema donde te succionaban la felicidad, por uno en que te ponían a merced de intereses humanos. Hermione no estaba segura de cuál era peor.
- Dicen que Nott no sobrevivirá ahí ni una semana.- oyó decir a alguien en el ascensor. Hermione evitó girar para no mostrar interés.
- Borgin dijo que es un chico guapo, con pinta de cerebrito.- el hombre dejó escapar una sonrisa burlona- Tiene mal pronóstico.
- Es lo que se merece la escoria mortífaga como él.- respondió el otro. El agarre de Hermione sobre el vaso de café amenazaba con romperlo.- Malditos privilegiados…
- Hasta donde sé, no se le acusa por ser mortífago- intervino ella, sin girarse. No había interactuado mucho con Nott en sus años de Hogwarts, pero no podía soportar el prejuicio.- Y es preocupante que miembros del Ministerio celebren la existencia de abusos en Azkaban, cuando deberían velar por evitarlos.- tomó un sorbo de café y retuvo la arcada que el amargo sabor le produjo.
Por suerte las puertas del ascensor se abrieron en su piso en ese mismo instante y aprovechó de bajar, para evitar mantener una conversación nada agradable con los honorables funcionarios que dejaba atrás.
- ¡WOHOO!, ¿Estás bien?- preguntó McLaggen tras chocar contra ella. En el impacto, Hermione dejó caer el vaso de café contra el piso, que de no haber sido por el hechizo antiderrame, habría generado un horrible espectáculo.- Pareces inusualmente enfadada, Granger.
Hermione lanzó un bufido y se inclinó a recoger el café del piso, negando con la cabeza en respuesta, antes de retomar su camino. De todas las personas con las que podía tocarle trabajar en el Ministerio, Cormac McLaggen era la más inutil, en su opinión. Pero ahí estaba, con su petulante expresión y ricitos dorados, sonriendo estúpidamente en las ocasiones más inoportunas.
Cuando Hermione logró surcar los diez metros de pasillo que la separaban de su oficina, sin nuevas interrupciones, se quedó por varios segundos de pie, apoyando la espalda en la puerta que acababa de cerrar, pensando.
- ¿Ocurre algo?- preguntó Hestia Oleander, desde su escritorio frente a Hermione.
Era una mujer alta, rubia y delgada, no mucho mayor que Hermione, pero más maquillada y con el cabello mejor cuidado, pese a ser madre de dos hijos y alegar constantemente no tener tiempo para nada.
Ni para trabajar, pensó Hermione, mordiéndose la lengua.
Desde hacía unos meses, Hestia había sido trasladada al Departamento de Hermione como segunda y última integrante. Defender los derechos fundamentales de magos y criaturas mágicas no era un programa muy popular ante el escrutinio público, por lo que no había presupuesto para más personas.
- Una conversación desagradable en el ascensor.- se limitó a decir. Hestia ajustó sus gafas color rosa metalizado sobre el puente de su nariz y retomó su interesante labor de limarse las uñas, mientras fingía revisar un documento en la carpeta que Hermione le había pedido archivara esa mañana.
- ¿Alguna respuesta del Departamento de Regulación?- preguntó, tomando asiento en su propio escritorio y haciendo una nueva mueca de asco tras beber el segundo sorbo de su horrendo café.
Hestia pestañeó un par de veces.
- ¡Ah! Si, si… el Departamento de Regulación y Control de las Criaturas Mágicas…- dijo, al parecer contenta de comprender finalmente qué había querido decir Hermione.- No… No ha habido respuesta aún.
Esta vez fue Hermione quien pestañeó, sopesando la idea de volver a ser un departamento de una sola persona, pero la calva y oscura cabeza del Ministro de Magia asomando por la puerta, frenaron sus cavilaciones.
- Hermione,- los ojos cafés del hombre inspeccionaron el rostro de Hestia con una mirada de indiferente cordialidad, y luego se posaron en ella - ¿podemos hablar?
-HP-
Contrario a lo que se podría esperar, la oficina del Primer Ministro no era un lugar imponente ni lujoso. Era más bien un espacio práctico, con un amplio escritorio, un estante repleto de libros, cuatro sillas y un sillón. La entrada estaba custodiada por una secretaria mucho más eficiente que la que ella tenía por compañera, y que preparaba un café excelente.
Hermione, sentada frente al escritorio del hombre, apretó la taza de café entre las manos, llevándola a la altura de su rostro para apreciar el aroma. No extrañaba en absoluto el asqueroso café que debía estarse enfriando en su oficina.
Kingsley terminó de colocar leche en el suyo y se apoyó en el escritorio, con las piernas relajadas y el cuerpo parcialmente inclinado hacia ella. Sus ojos transmitían respeto, algo que Hermione creía no se debía a algún logro particularmente destacable de su corta carrera en el Ministerio, sino al reconocimiento que parecía hacer Kingsley en ella, de una naturaleza muy parecida a él mismo. Ambos eran apasionados en la defensa de lo que consideraban correcto, y capaces de trabajar sin descanso por ello.
- ¿Cómo va el programa de liberación voluntaria de Elfos Domésticos?- preguntó de pronto, y aunque Hermione sabía que no la había traído a su oficina para hablar de los elfos, respondió cordialmente de los limitados avances que había obtenido a la fecha, y de cómo esperaba que la campaña que habían iniciado a través de "El Sofista" rindiera mejores frutos.
Kingsley asintió, bebió un nuevo sorbo de café, y se aclaró la garganta, como lo hacía cuando quería hablar de algo serio.
- Quiero que sepas que siempre he tenido de ti el mejor de los conceptos…- comenzó. Hermione dejó el café sobre el escritorio para evitar distracciones.- Y por lo mismo, jamás pensaría menos de ti si rechazaras tomar un desafío por motivos… personales.
- Puedes estar seguro de que soy lo suficientemente profesional como para dejar los temas personales de lado.- Se apresuró a decir ella, algo intrigada respecto al rumbo que tomaba la conversación.
- No lo dudo. Sin embargo, si rechazas lo que te voy a proponer, lo entendería, buscaría a otro, y jamás mencionaría a nadie que te lo pedí a ti primero.
- Está bien…- Hermione respiró hondo, esperando a que él hablara, pero los segundos pasaban sin que el hombre dijera nada más.- ¿De qué se trata?
- Tu sabes que mi empeño ha estado siempre en no repetir los errores del pasado y buscar la unidad entre magos y brujas, sin importar de quienes son hijos, o el lado que tomaron en la guerra.
- Lo sé. Parte de ello fue tu política de reducir las penas para los que participaron del lado equivocado y mejorar las condiciones de Azkaban. Haber recurrido a castigos ejemplares, nos tendría generando nuevos rencores y manteniendo la separación.- Tomó aire, intentando que él comprendiera que lo entendía plenamente.- Puede que no sea una medida popular, pero comparto contigo que es lo mejor a largo plazo.
- Esa es la intención…- sonrió él, aunque sus ojos transmitían tristeza- pero, ¿han mejorado realmente las condiciones en Azkaban?
Hermione mantuvo silencio, preguntándose si estaría al tanto de su acalorada conversación en el ascensor esa mañana y sería ese el motivo de hablar con ella.
- Constantemente llegan reclamos y cartas de familias y amigos de quienes hoy cumplen condena, denunciando irregularidades y maltratos que no teníamos con los Dementores.- el hombre sonrió triste.- Algunos incluso piden que vuelvan esos monstruos.
Hermione estaba al tanto de las denuncias, que llegaban no solo al Ministerio, sino también a "El Profeta", donde eran usados como noticias para desacreditar las medidas de Shacklebolt. Se hablaba de torturas, uso inadecuado de castigos y extorsiones.
- Desde hace un tiempo decidimos investigar,- siguió Kingsley.- y no encontramos evidencias que permitan exponer estas irregularidades. Pero si encontramos movimientos inusuales de dinero en cuentas de guardias y aurores en Gringotts, y testimonios anónimos del tipo de maltrato que están ocurriendo justo bajo nuestras narices.- el hombre juntó ambas manos y entrelazó los dedos, apoyando los antebrazos en sus rodillas.- El único funcionario dispuesto a declarar y darnos nombres, desapareció misteriosamente antes de hacerlo.
Hermione lo escuchaba atentamente, casi sin respirar, recordando las palabras del hombre en el elevador. "No durará ni una semana", había dicho. Era de público conocimiento lo que ocurría, y nadie podía demostrar nada.
- ¿Qué es lo que necesitas de mí?- preguntó ella, sin ocultar su duda. Investigar lo que ocurría le parecía más un trabajo para aurores que para ella.
- En el tiempo que pasé como secretario del Ministro muggle, aprendí de su sistema carcelario, e intenté imitarlo. Pienso que olvidé que ellos tienen también mecanismos para controlar el uso de poder.
- Defensa de derechos…
- El Departamento que mejor se adecúa a ese rol es el tuyo, Hermione.- sonrió el hombre, esperando su comprensión.- Y también pienso que puedes ser la persona más adecuada para lograr que la privación de libertad sea el único castigo que se deba asumir en Azkaban.
"Un chico guapo…", resonaba en su cabeza, recordando las palabras del auror. "Tiene mal pronóstico".
- Pero puedo entender si tienes tus motivos para…
- Lo haré.- dijo Hermione, antes de que él terminara.
La sonrisa de Kingsley dejó traslucir su aprobación.
-HP-
- ¿No te sentirás incómoda defendiendo mortífagos?- preguntó Ron. Harry, a su lado, acomodó los lentes sobre el puente de su nariz, con la mirada perdida en la mesa.
- No estoy defendiendo mortífagos, Ron. No soy Defensora.- intentó explicar.- El rol de mi departamento será asegurar que no existan situaciones por fuera de la ley en el trato que se les da en Azkaban.
- Pero estarás defendiendo mortífagos…- siguió Ron, sin reducir en nada su incredulidad.
Hermione recordó entonces por qué su romance con el pelirrojo había acabado poco después de empezar. Eran buenos amigos, y sabía que siempre podría contar con él. Pero en una relación de pareja, se necesita más que apoyo y afecto. Ella buscaba comprensión mutua, metas comunes, y un compañero con quien discutir sobre algo distinto del Quidditch o de los postres disponibles esa mañana en la cafetería.
- ¡Imagina si te toca defender a Malfoy!- siguió Ron, con algunos restos de la hamburguesa que comía escapando por su boca.
Tierno, pensó Hermione, pero definitivamente no muy sexy.
- Malfoy ya no está en Azkaban.- Declaró Harry.- Terminó de cumplir su condena hace más de un año.
Hermione había sido puesta al tanto por Parvati en alguna de las reuniones de chicas a las que la invitaban a veces, mientras discutían junto a Lavander y las demás, si el rubio debía aparecer o no como soltero codiciado en "Corazón de Bruja". En opinión de Lavander, podía ser un ex mortífago, pero uno con mucho dinero en Gringotts. Hanna Abbott mencionó que además era guapo, y a Hermione le extrañó que nadie la desmintiera.
- No Malfoy entonces… - siguió Ron.- pero hay otros, iguales o peores ahí dentro.
- Theodore Nott no está ahí por mortífago, sino por portar un giratiempo no registrado.- explicó Hermione, pero Ron no pareció entender el punto y cambió el tema de conversación.
Harry la acompañó a casa esa noche. Ginny se encontraba fuera de Londres, en temporada de entrenamientos, esperando clasificar para las Avispas de Wimbourne y, según su novio, tenía altas probabilidades de lograrlo.
- ¿Cómo va la academia de Aurores?- preguntó Hermione de pronto. Harry caminaba a su lado, con las manos en los bolsillos y en silencio. Si bien ya había terminado el entrenamiento tradicional como auror, el niño que vivió decidió alargarlo para mejorar sus conocimientos en artes oscuras. Su amigo nunca dejaría de lado su necesidad de prepararse para defender al mundo.
- Nada mal.- respondió tranquilo, justo cuando llegaban a la puerta del edificio donde Hermione tenía su piso. Ella lo invitó a pasar, pero Harry rechazó amablemente, para luego asegurar sus lentes sobre el puente de su nariz y lanzar un largo suspiro. Estaba pronto a decir algo que sin duda le había tomado mucho tiempo transformar en un discurso- Respecto a la defensoría que vas a tomar.- comenzó.- Hace tiempo hay reportes de irregularidades en Azkaban. Todos saben que las hay, y me parece que ya era tiempo que el Ministerio hiciera algo al respecto.- tomó aire nuevamente.- Y me alegra que seas tú, Hermione, porque eso da esperanzas de que las cosas cambien.- y sonrió.
Hermione no pudo evitar envolverlo en un abrazo.
-HP-
En el listado de prisioneros de Azkaban que le entregó Hestia, figuraban tres nombres de antiguos compañeros de Hogwarts. Hermione decidió comenzar entrevistando a Theodore Nott. Era el que menos tiempo tenía en el lugar- apenas una semana- pero el único de los tres que no estaba ahí por su participación en la guerra, lo que podría facilitar la entrevista. Además, secretamente, le interesaba asegurarse del estado de Nott.
No sobrevivirá ni una semana…- las palabras del hombre seguían haciendo eco en su cabeza.
Mientras uno de los guardias la acompañaba a través de los pasillos, Hermione podía sentir el frío del lúgubre lugar apoderándose de sus miembros y pensó que Azkaban no necesitaba a los Dementores para succionarte la felicidad… y el calor.
Estaba pronta a consultar al guardia que hacía de guía, porqué no utilizaban algún hechizo que permitiera mejorar la temperatura, cuando un rostro conocido apareció del otro lado del pasillo, caminando en dirección contraria.
Sus morenos y atractivos rasgos no habían cambiado mucho desde sexto año, cuando formaban parte del club de las eminencias, y todo lo que Hermione supo de Blaise Zabini después de eso, fue que se libró de una condena en Azkaban no por no haber participado activamente del lado equivocado en la guerra, sino por las poderosas conexiones de su madre con el Wizengamot.
- ¿Granger?- si bien había una expresión de reconocimiento en su rostro moreno, parecía sorprendido de encontrarla ahí. Ella dedujo que el motivo debía ser el mismo de ella, pues Zabini y Nott eran buenos amigos en Slytherin.
Draco Malfoy solía estar con ellos también.- recordó.
- Zabini.- respondió sin dejar traslucir mucho. El moreno se detuvo frente a ella, y Hermione se sintió obligada a enfrentar lo que fuera que quería preguntar.
- ¿Algún amigo tuyo por aquí?- preguntó, como si eso fuera inverosímil.
- No… De hecho vengo a ver a un amigo tuyo.- Blaise alzó una ceja, expectante.- Theodore Nott.- Zabini alzaba ambas cejas ahora, más extrañado que antes.- Tengo a cargo el Departamento de Defensoría de Derechos Mágicos, y estamos…
- Theo ya tiene un Defensor.- expuso Zabini con arrogancia.- Uno bastante caro, por cierto. Aunque inútil,- agregó.- o no estaríamos aquí.
- No soy defensora, - aclaró Hermione tomando aire.- Lo que hacemos no es probar su inocencia o conseguir un buen trato, sino asegurar que su estadía en Azkaban respete los derechos que siguen teniendo las personas privadas de libertad, por el solo hecho de ser humanos.
Zabini pestañeó un par de veces, antes de ponerse a reír.
- Muy bien.- dijo el moreno, mirándola como si fuera estúpida, o ingenua.- ¡Suerte con eso!- y siguió su camino.
Hermione ni aún esperó a que se perdiera por el pasillo cuando se giró otra vez hacia el guardia, que la observaba con una extraña expresión en el rostro. Una mezcla entre seriedad y aprensión, muy distinta de la apatía con que la había tratado antes.
En silencio, ambos retomaron el camino hasta llegar al pasillo indicado, donde el guardia golpeó suavemente los barrotes y éstos se abrieron, permitiendo la entrada.
Era una sala semicircular, de techos mohosos y paredes grises, con mesones largos en el fondo que tenían un par de sillas a cada lado. Theodore Nott no tardó en aparecer por la única puerta, que se ubicaba detrás de los mesones.
Seguía siendo notoriamente alto y delgado, con el cabello castaño ensortijado y los ojos negros en un rostro blanco de facciones simétricas.
Un chico guapo…No durará una semana.
- Nott.- le saludó Hermione una vez que el guardia lo hizo tomar asiento frente a ella. El muchacho llevaba las manos atrapadas en esposas mágicas por delante de él, y las ubicó sobre la mesa. La ropa estaba limpia, y si bien no parecía suficientemente abrigada para la temperatura del lugar, era el uniforme oficial de todos los prisioneros de Azkaban, de un amarillo forforecente imposible de pasar por alto. A Nott le quedaba bien.
- ¿Granger?- preguntó tras unos segundos de reconocimiento, con la misma expresión de sorpresa que Zabini.
- La misma.- sonrió aparentando una familiaridad que no sentía. Hermione dudaba haber intercambiado palabras con Nott en Hogwarts. Lo que sí recordaba bien es que pasaba mucho tiempo en la biblioteca, y que compartió una sonrisa burlona junto a Malfoy cuando ella se presentó como hija de muggles en una clase. Hacía mucho ya de ello.- No quiero que perdamos tiempo fingiendo que nos interesa colocarnos al día en lo que sea que hayamos hecho en el último tiempo, por lo que prefiero ir directo al grano.- La expresión de Nott no cambió en lo absoluto.- Estoy aquí, de parte del Ministerio de Magia, como representante del Departamento de Defensoría de Derechos Mágicos.
- Pero…- Nott entrecerró los ojos sin comprender- ya tengo un Defensor.
- No soy un Defensor.- respondió Hermione algo molesta con la frecuencia con que se daba la confusión.- No estoy aquí para buscar reducir tu condena, Nott. Estoy aquí para que tu estancia en Azkaban se ajuste a la normativa, y no se pasen a llevar tus derechos.
Nott la observó por un largo instante en silencio, con los labios entreabiertos.
- Ya veo…- respondió al fin.- ¿Haces esto por cada prisionero de Azkaban?
- No… no es así como funciona. Pedí una cita contigo para saber si has tenido un trato justo durante tu estadía o si tienes algún motivo para pensar que se ha violado algún derecho fundamental.
Nott la siguió contemplando por largos segundos con una expresión que no decía mucho. El guardia que estaba tras de él, resguardando la entrevista, se removió en su sitio.
- No.- dijo Nott finalmente.- Ningún derecho fundamental. Todo en regla por acá.- Sonrió. Pero la curvatura de sus labios no alcanzó sus ojos.
- ¿No tienes ningún reclamo por las instalaciones?- siguió ella.- ¿Hay suficiente abrigo o agua caliente en las duchas…?- los ojos de Nott se entrecerraron ante el comentario, en forma tan imperceptible, que podría haber pasado desapercibido. ¿Lo había imaginado?- O tal vez la comida… ¿Es suficiente?
- Es… deliciosa.- esta vez sus negros ojos miraron en dirección al guardia, sin que ningún músculo de su rostro se moviera, y se quedaron ahí por tres largos segundos antes de volver a ella. Hermione comprendió que la presencia del hombre pudiera no generar el lugar propicio para hablar.
- Y los baños, ¿todo bien con ellos?
- Impecables.- siguió Nott, y repitió el movimiento de sus ojos.
- Entiendo.- murmuró Hermione. Estando de frente al guardia, no era seguro hacer una señal que indicara a Nott que realmente había entendido su aprehensión.- Supongo entonces que todo se está cumpliendo adecuadamente en tu caso.- y se puso de pie.- De todos modos vendré nuevamente en una semana, para que me puedas describir el tipo de rutina que tiene por acá.
- ¿Rutina?
- Ya sabes… horas de paseo, exposición al sol, horas de comida…
- Claro… paseos.- Nott apretó notoriamente los labios, hasta transformarlos en una línea, antes que ella se despidiera y llamara de regreso al guardia que la acompañaría a la salida.
- Adiós, Theodore… nos vemos en una semana.- sonrió.
- Granger.- la llamó este, mientras el guardia lo hacía alzarse del asiento.- ¿Has hablado últimamente con el "hurón"?- Hermione estuvo a punto de preguntar quién era el hurón, hasta que recordó.- Hace poco me dijo que tenía muchas ganas de hablar contigo.- El guardia agarró a Nott del brazo con una notoria brusquedad y lo introdujo por la puerta antes de que Hermione pudiera decir gran cosa.
El "hurón" no podía ser otro que Malfoy, pero por qué Nott había utilizado un apodo que no era del agrado del rubio. Y que Malfoy quisiera hablar con ella era aún menos creíble, a menos que… Fuera Nott, y no Malfoy, el que quería que ella hablara con el rubio, sin que los guardias supieran.
-HP-
- ¿Malfoy?- preguntó Hestia, con ambas cejas alzadas.- ¿Como "Draco Malfoy"?- repitió.
- Si… Draco Malfoy.- aseguró Hermione.- Necesito que arregles una cita con él.
- Cómo digas, pero no puedo asegurar buenos resultados con eso.
- ¿Por qué?
- Draco Malfoy no recibe a nadie.
- Di que voy de parte del Ministerio.
- Ni del Ministerio, ni de ningún lugar.- bufó Hestia, acomodando sus anteojos, que ese día eran de un celeste brillante.- Mientras estuve en el Departamento de Cooperación Mágica Internacional, intentamos conseguir una entrevista con él para que nos apoyara con unos contactos en Francia. Incluso amenazamos con citarlo judicialmente si no respondía al llamado del Ministerio. Y nada… Una firma de Defensoría Mágica nos hizo una acusación por hostigamiento, y nos dejaron claro que Draco Malfoy no da entrevistas. A nadie.
- Muy bien… entonces consígueme una cita con Blaise Zabini.
- ¿Algún motivo para darle?- preguntó Hestia, levantando ya el auricular para llamar a su contacto.
- Hablar sobre su visita a Theodore Nott.
- Su inexistente visita, querrás decir.
- ¿Por qué inexistente?
- Porque Theodore Nott está con restricción de visitas. Nadie que ingresa a Azkaban puede tener visitas antes de un mes de cumplir condena. Me tomó bastante tiempo conseguir que te dejarán pasar a ti, y eso fue alegando que ibas de parte del Ministerio.
- Imposible… Zabini estaba ahí. Si no estaba con Nott, entonces a quién…
- Eso es algo que sí puedo averiguar.- sonrió Hestia, tomando su impermeable del perchero.- Esto puede tardar un tiempo, pero esta tarde tendrás en tu escritorio el movimiento de visitas dentro de Azkaban durante la última semana.- sonrió la mujer, mientras terminaba de acomodarse el sobretodo y tomada una carpeta desde la mesa.
Hermione no dijo nada, pero debía admitir que Hestia llevaba una semana siendo bastante más útil que en los meses previos, aunque no habría podido adivinar el motivo.
- Por cierto, - dijo la rubia, caminando hacia el escritorio de Hermione - de la carpeta que el Ministro te dejó, llama la atención los traspasos de dinero que se hicieron desde varias cuentas de prisioneros, incluido Draco Malfoy, a las cuentas de algunos de los guardias y aurores de Azkaban, y ya que quieres hablar con Blaise Zabini, debes saber que hay una suma particularmente importante que figura transferida desde la cuenta de Zabini.- Hestia extendió la carpeta a Hermione, sin soltarla, hasta que ella la tomó del otro extremo.
- ¿Cuán importante?- Hestia colocó ambas manos sobre el escritorio de ella y abrió sus azules ojos muy grandes, como para clarificar el punto.
- ¡MUY importante!
La rubia hizo aparecer un lápiz labial con el que retocó su boca, y moduló con los labios hacia Hermione un "MUY", antes de salir.
-HP-
El almuerzo de Hermione transcurrió en la tibia soledad de su oficina, mientras tragaba un sandwich de pollo y revisaba el expediente de la estadía de Draco Malfoy en Azkaban.
Por supuesto, no había solicitado solo el expediente del rubio, sino varios más, en búsqueda de evidencias de algún patrón que hiciera sospechar irregularidades.
Pero el de Malfoy fue el que llamó mayormente su atención, porque iniciaba dando cuenta de peleas frecuentes con otros condenados, la mayoría ex mortífagos como él, con visitas prácticamente diarias a la enfermería, fotografía de lesiones en espalda y rostro, reporte de fracturas, hematomas, labios rotos, y luego… Nada. Como si al sexto mes de estadía en el lugar, toda la odiosidad que podían sentir hacia él, se hubiese terminado de golpe y hubiese podido cumplir el resto del año, casi como un monje tibetano, aislado de todos.
Había cumplido el segundo año fuera de Azkaban, en arresto domiciliario y luego su carpeta daba cuenta de una denuncia interpuesta hacía cuatro meses por Astoria Greengrass, alegando amenazas de muerte realizadas por terceros en contra del rubio. Hermione recordaba haber visto fotos de la rubia del brazo de Malfoy plagando las revistas en más de una ocasión, como una buena novia sangre pura.
Al buscar más detalles respecto a lo que había hecho Malfoy con su vida, se hacía mención a grandes sumas donadas a distintas organizaciones, empresas y propiedades en Francia y algunas firmas donde figuraba como principal inversor en Inglaterra. En el espacio destinado a "Ocupación", se leía: Lord Malfoy.
Hermione cayó en cuenta que, con la muerte de Lucius a manos de mortífagos, en un horrible episodio en los instantes posteriores a la batalla de Hogwarts, Draco Malfoy había dejado de ser el heredero, para convertirse en el nuevo señor de una de las fortunas más importantes de todo el mundo mágico.
Y aquí estoy yo… gran heroína de la segunda guerra mágica, trabajando todo un mes por lo que Malfoy seguro se gasta en un almuerzo.- bufó mentalmente, mientras daba la última mordida a su sándwich de pollo y se limpiaba los dedos cubiertos de una salsa de dudoso origen.
- ¿Ese fue tu almuerzo?- preguntó Cormac McLaggen, con su rostro altanero y un rizo dorado surcando su frente.- Y yo que venía a ofrecerte comer juntos en algún lugar con algo más contundente.
Hermione tragó un trozo particularmente duro de pollo y negó con la cabeza.
- Muchas gracias, pero ya estoy satisfecha.- se obligó a sonreír. Cormac la observó con tal intensidad que acabó por incomodarla.- ¿Hay algo más que necesites?
- Tu nuevo proyecto…- murmuró.- la defensa de los prisioneros de Azkaban.
- ¿Qué hay con eso?
- Ni siquiera estudiaste derecho mágico…- dijo con desprecio- ¿como se supone que puedas hacer de Defensora de…?
- No soy Defensora, McLaggen- bufó.- no estoy intentando demostrar su inocencia, sino asegurar que las condiciones…- Se detuvo en su explicación. Si Cormac, que trabajaba en el Ministerio, no entendía el rol que tenía uno de sus departamentos, no sería ella quien se lo explicara.- La verdad, es que no veo por qué te importa.- dijo cansada. En general intentaba mantener el tono cordial con McLaggen, pero a veces era difícil.
- Pues la verdad es que sí me importa, porque esto podría acarrearte una pésima reputación como Defensora de mortífagos.- la expresión de su rostro aparentaba preocupación.- Puede que no te des cuenta, pero si sigues con esto, podrías arruinar tu capital político.
- ¿Mi capital político?- Hermione debía lucir realmente perdida por cómo la miró Cormac, antes de seguir.
- Ya sabes… como amiga de Potter, eres una especie de heroína. Y además eres inteligente y trabajas para el Ministerio. Cualquiera que termine involucrándose contigo, puede beneficiarse de eso.- Hermione despegó los labios, sin saber muy bien qué responder frente a la lógica del muchacho.- Pero si te involucras con mortífagos, puede que ya no sea tan fácil encontrar a alguien interesado en salir contigo.
- Un novio, ¿quieres decir?
- Claro…
- Lo cierto, McLaggen,- Hermione intentó hablar con lentitud, para dejar traslucir su indignación.- Es que me importa bien poco quedarme sin novio.
- Como quieras… Yo solo te advierto, porque me importas.
- ¿Te importo?
- Claro…
Hermione no estaba segura de poder responder a eso sin reír o llorar, por lo que devolvió la mirada a la carpeta frente a ella, y no dijo nada. Unos segundos después, el rubio había desaparecido, y ella siguió hurgueteando el expediente de otro rubio.
-HP-
- Tenía razón cuando te dije que Nott no tuvo visitas aparte de ti.- sonrió Hestia, extendiendo hacia ella un sobre.- Ese es el registro completo de esta semana.
- ¿Y Zabini?
- Tampoco figura en el registro… pero,- la rubia caminó hasta la puerta para cerrarla bien, antes de regresar junto a Hermione- Un informante confiable me dijo que un hombre de tez oscura, elegantemente vestido, llegó esa mañana preguntando por Emet Hemlock, y que lo escoltaron hasta la habitación de visitas, sin generar ningún registro.
- ¿Y quién es Emet Hemlock?
- ¡Ah!- exclamó Hestia, acercando su cuerpo hacia Hermione como para contarle un secreto.- Esta es la parte donde todo se hace entretenido.- se mordió el labio, parecía extrañamente emocionada.- ¿Recuerdas que te dije que una Muy importante suma de dinero fue movida a la cuenta de uno de los guardias?- Hermione asintió.- Ese guardia era Hemlock.
- O sea que Zabini…
- Pero espera, no para ahí…- siguió Hestia.- Al entrar al lugar, el hombre llevaba un bolso de cuero negro tan elegante, que llamó la atención de mi informante, por lo que le pareció muy extraño que al salir, poco después de tu visita, el bolso ya no estaba en sus manos.
Hermione recordaba bien que Zabini llevaba las manos vacías.
- Entonces, Zabini está pagando a un guardia grandes sumas de dinero, pero ¿para qué?
- Hay un último tercer detalle que no es menos importante…- siguió Hestia, volviendo a su escritorio y ojeando ahí una serie de documentos, hasta encontrar lo que buscaba y girarse nuevamente a Hermione.- El registro de las cuentas en Gringotts que te dio el Ministro, está hechizado, para irse actualizando diariamente, y hace seguimiento a las cuentas de todos los guardias y todos los prisioneros en los últimos tres años.- Hermione la observaba expectante.- Hace unos días, Draco Malfoy hizo el traspaso de una importante suma de dinero que fue retirada por Blaize Zabini.
- ¿Muy importante?
- Mmm.. nop. Pero suficientemente importante para asegurar que entre ambos están cediendo una pequeña fortuna a Hemlock.
- Pero, ¿por qué?
- Esa es la pregunta que tienes que resolver con Blaise Zabini…- sonrió Hestia.- Tienes cita con él mañana a las ocho.
Mientras Hestia la observaba mordiéndose los labios de emoción, Hermione se preguntó si no sería que alguien con poción multijugos había tomado el lugar de la mujer.
-HP-
Blaise Zabini no la recibió en su casa, sino en un gran edificio de construcción minimalista, demasiado cercano al Ministerio en opinión de Hermione, que tenía en la entrada una pequeña placa a nombre de "RyM Asociados".
Debió subir diez pisos en un elevador hasta llegar a una gran recepción, donde la hicieron esperar media hora, antes de anunciarle que el señor Zabini la recibiría.
El café que le sirvieron al tomar asiento en la amplia sala donde la esperaba el moreno, era incluso mejor que el de Shacklebolt, y mientras Blaise parecía esperar a que la secretaria terminara de salir por la puerta para hablar, Hermione apreciaba la belleza del escritorio, la simpleza de las sillas, y las grandes dimensiones de la Chimenea que se encontraba al fondo del lugar.
- Y entonces, - sonrió Blaise.- ¿A qué debo el honor de tu visita? ¿O vienes a nombre del Ministerio?
- Fue mi secretaria quien hizo la cita, por lo que si, Zabini… claramente vengo en representación del Ministerio.- El moreno no pareció inmutarse. Siguió con su expresión anodina analizando el rostro de ella.
- Y, ¿en qué podemos ayudar al Ministerio?
Hermione se apresuró en beber todo el café, solo en caso de que lo que iba a decir no fuera bien recibido por el moreno y la terminaran corriendo a patadas.
- Verás, necesitamos que nos expliques por qué Malfoy y tú están depositando dinero en la cuenta de un guardia de Azkaban llamado Emet Hemlock.
Zabini la observó por un largo minuto en silencio. Dio un sorbo a su taza de café y sonrió.
- Lo cierto, Granger, es que no veo por qué tenga que importante un comino, a tí o al puto Ministerio, lo que hacemos con nuestro dinero.
- Pero sí me importa, Zabini, porque es cuando esos depósitos comenzaron que las visitas de Draco Malfoy a la enfermería pararon, y una nueva entrega de dinero coincide con la llegada a Azkaban de Theodore Nott, a quien vi bastante bien cuidado en mi última visita.
Blaise Zabini tenía sus ojos negros fijos en ella, y aunque parecía estarse mordiendo la mejilla por dentro de la boca, el resto de su expresión no transmitía gran cosa.
- Si están sobornando a un guardia para que deje de agredir a los prisioneros, es algo que el Ministerio debe saber, y necesitamos su colaboración para poder poner fin a ello.
- Muy bien.- sonrió Zabini, aunque no parecía contento.- En seis meses más te daré todos los detalles que quieras saber, Granger. Pero por ahora, no tendrás de mí ni una sola palabra más.
- Seis meses… Cuando Nott termine su condena- dedujo Hermione, pero el moreno hizo caso omiso a su comentario.- Es curioso, porque fue precisamente él quien me pidió que hablara con Malfoy.
Zabini la miró incrédulo.
- Theo no habría…
- Lo hizo.
- Granger, no te tenía por mentirosa. Theo jamás habría mencionado el nombre de Draco frente a uno de esos guardias.
- Lo llamó hurón…- la sonrisa se borró de los labios de Zabini.- Disfrazó nuestra conversación frente al guardia, de modo de hacer parecer que me hablaba de un antiguo amigo común, y me dijo que el hurón tenía algo que decirme.
- ¿No notaste nada extraño en él?- preguntó aparentando apatía, pero su preocupación era patente en el modo en que mordía su labio.
- No lo conozco lo suficiente como para responder eso, pero no parecía maltratado, si esa es la pregunta.
Blaise curvó los labios con desprecio. No era esa la pregunta.
- Zabini…- siguió ella.- Si Malfoy y Nott han tenido que pagar para que dejen de golpearlos, claramente las cosas no están bien en Azkaban, e incluso si el dinero le permite a Nott algo de paz, hay otros ahí adentro que no cuentan con grandes fortunas, y puede que…
- Si esas pobres almas te importan tanto, ayúdame a sacar a Theo. Que modifiquen la condena a arresto domiciliario. El Ministerio debería tener el poder para hacer eso. ¿No se supone que eres una jodida defensora?
- No soy una defensora…- dijo, mordiéndose los labios. ¿No había aclarado eso ya?
- Entonces no veo cómo nos puedas ayudar.
- O sea que necesitan la ayuda.- Zabini se mordió los labios. Si fue por arrepentimiento de lo ya dicho, o para evitar decir nada más, Hermione no alcanzó a saberlo, pues la chimenea se iluminó con humo verde, emergiendo al instante siguiente, una alta figura que caminaba rápidamente hacia el centro de la habitación.
- Blaise, ¿dónde diablos dejaste mi…?- al momento en que sus ojos grises chocaron con los de ella, Hermione dejó de esperar cualquier introducción por parte del moreno.
Frente a ella estaba Draco Malfoy.
-FIN DEL CAPÍTULO I-
Porque 10 años sin postear son suficientes, aquí vamos otra vez... Espero me coloquen al tanto de sus opiniones, aunque solo sea para maldecirme :-)
Alex.
Ps: OBLIVION se encuentra en Edición/Actualización, pero lo estoy haciendo rápidamente. Pronto estarán todos los capítulos de regreso y con menos errores de edición.
