Capítulo 27: LA MAGIA EXISTE
"No es ninguna locura querer vivir y oír en el fondo del abismo un leve soplo que murmura que nos espera, como un sol impensable, la felicidad".
EL MURMULLO DE LOS FANTASMAS.- Boris Cyrulnik
No llevaba nada puesto, aparte de una toalla alrededor de sus caderas, mientras apoyaba parte de su cuerpo contra el marco de la puerta. Su rubio cabello estaba húmedo y descuidadamente peinado hacia atrás de su rostro, aunque un mechón le había caído sobre la frente, obstruyendo parcialmente la visión de sus ojos grises. Su piel estaba enrojecida por el vapor de la ducha, y Hermione pensó que su belleza era simplemente abrumadora, al punto de paralizarla y enmudecerla.
Le tomó varios segundos armarse de valor para avanzar hasta él, con dedos temblorosos, hasta tocarlo. Pero apenas el contacto se produjo, el sueño terminó.
Eran las seis de la mañana cuando Hermione se encontró lamentando la falta de compañía humana, mientras preparaba un solitario té en la cocina. Crookshanks dormitaba sobre el sofá, sin que hubiera nadie con quien hablar.
No se trata de que no haya nadie, aclaró una voz en su cabeza, se trata de que falta Él.
Aún recordaba el mutismo de Draco cuando, en los minutos posteriores a la muerte de Hemlock, Ginny y ella rearmaron la historia de lo ocurrido, prometiendo que ninguna versión lo incluiría a él. No había necesidad de ello.
Pudo advertir la confusión en su rostro antes de desaparecer, aunque no estaba segura de a qué se debía.
En los días posteriores, se topó con las revistas que hablaban de la ruptura de su compromiso con Pansy Parkinson, lo que podría haber alegrado el semblante de Hermione, de no ser por las fotos que lo mostraban sonriendo junto a Daphne Greengrass, a quien se presentaba como su nuevo interés amoroso.
"Daphne fue mi consuelo… porque realmente la quería…", recordaba su confesión, y aunque en el fondo doliera, una parte de ella se alegraba por él, y se había prometido a sí misma hacer todo lo que estuviera en sus manos para lograr que fuera feliz. Mantenerse alejada, era parte de su empeño, porque en el fondo de su corazón sabía que por mucho que ella lo quisiera, su historia de amor estaba entretejida a una trama que él quería dejar atrás.
Por lo mismo, desistió de buscarlo, volcando su atención en Harry, quien se recuperaba en San Mungo de una seguidilla de Cruciatus que lo pusieron al borde de perder la cordura. Su amigo no era un Oclumante avezado como Draco, por lo que su mente había estado más expuesta que la de él al tormento.
"Necesitará unos días, pero ningún daño permanente fue hecho", había dicho el medimago, tranquilizando a Ginny. "Harry Potter tuvo suerte de que el perpetrador no era precisamente talentoso con las maldiciones."
"Sus hechizos no eran nada comparado con lo que había soportado", recordaba haber oído a Draco en otro tiempo. Una época que parecía cada vez más lejana.
¿Acabaré por olvidarlo todo?, se preguntaba a veces. Y entonces lo recordaba a él. El dolor reflejado en su rostro a medida que los atisbos de lo ocurrido iban regresando. La rabia apoderándose de su expresión, y el odio infinito de sus ojos.
No. No hay forma de olvidarlo todo.
Mientras caminaba hasta el Ministerio, decidida a cambiar el rumbo de su vida, pensaba en la facilidad con que todos parecían haber aceptado la desaparición de Hemlock, sin levantar mayores investigaciones en busca del supuesto prófugo.
Tampoco se habían hecho grandes esfuerzos por descubrir quién había perpetrado la maldición IMPERIO en Harry, aunque Hermione no necesitaba una aclaración para ello. No realmente.
No es de extrañar que todos en el Ministerio estén tan prontos a dejar este tema en el olvido.
De pie en el ascensor, alcanzó a divisar el rubio cabello de Cormac McLaggen, que por una vez, no hizo ningún empeño en alcanzarla mientras las puertas se cerraban. A sus espaldas, dos hombres hacían sonar el papel del periódico, mientras pasaban las páginas.
- Dicen que la condena de Robards no será menor a cinco años.- dijo uno de ellos, en dirección al otro.
- Es lo menos que se merecen él y Tiberius por la mala imagen que han dejado del Ministerio.
- Al parecer los otros guardias que apresaron no la han pasado nada bien ahí dentro.- Hermione sintió el ruido del periódico al doblarse, resistiendo el deseo de voltear a indagar en detalles.- No creo que ellos la vayan a pasar mejor.
- Considerando a cuántos de los que están ahí ayudaron a poner tras las rejas, tienen mal pronóstico.
"Es un chico guapo… Tiene mal pronóstico", llegaron las voces de otro tiempo a su cabeza, y Hermione resopló al comprender que ciertas cosas no cambiarían nunca.
Pero esta vez, descendió del ascensor sin girarse a imprecar a los murmuradores. Porque esta vez, los protagonistas de sus chismes, sí merecían el castigo.
- Señorita Granger.- la saludó la secretaria, con una sonrisa cordial, mientras alzaba el citófono para anunciar su llegada a Shacklebolt.- El Ministro espera por usted.
Una sensación muy distinta a la que había sentido en otro tiempo embargó a Hermione al atravesar la puerta. Una suerte de serenidad que no había sentido antes en sus interacciones con el hombre, y que no podía atribuir a otra cosa que su convicción de que el paso que estaba pronta a dar, era la decisión correcta.
- Hermione. - la saludó Kingsley. Estaba de pie junto a la ventana de su escritorio, y con un gesto de su mano le indicó que tomara asiento. - Me alegra oír que Harry se reintegrará hoy con nosotros.- sonrió el hombre, con aquella habilidad que tenía para hacerlo.- Fue en verdad terrible lo ocurrido con ese guardia y quiero que sepas que he dado instrucción de que no frenen su búsqueda hasta dar con él.
Ambos sabemos que no quieres encontrarlo, Kingsley, dijo mentalmente.
Lo bueno para ti, es que yo tampoco quiero que lo encuentren.
- Harry dice que quien conjuró la Maldición IMPERIO, lo hizo a sus espaldas.
- Eso oí. - su moreno rostro se mantuvo impávido.- Lamentablemente, no pudo identificarlo, por lo que podría ser cualquiera.- tensó sus labios en una sonrisa triste, fingiendo.- ¿Un café?
Hermione negó con la cabeza.
- Es cierto. - expuso en dirección al hombre. - Pudo ser cualquiera. - Hermione inspiró profundamente, sin despegar sus ojos de él.- Pero tú y yo sabemos que no fue cualquiera, ¿verdad?
- ¿Sospechas de alguien, Hermione?
- Del único interesado en hacer desaparecer a quien podría testificar su implicación en todo esto.
Los oscuros ojos del hombre se entrecerraron por un breve instante, antes de soltar una risa burlona.
- No se que te dijo Malfoy, Hermione, pero…
- No fue Draco.
No solo él, se dijo, advirtiendo cómo el hombre pasaba la lengua por los labios, inspeccionando su rostro. Poco a poco, la inocente careta comenzaba a caer.
- Jamás te creerán.
- ¿Estás seguro? - sonrió ella. - Todos saben que tuve una linda conversación con Hemlock antes de que me golpeara la cabeza y se diera a la fuga. - Bueno… Algo así.
Kingsley tomó asiento en el escritorio frente a ella, con una expresión ya no tan sonriente en su rostro.
- ¿Qué es lo que quieres?
- Arriesgaste la vida de Harry.- Le reclamó.
El hombre pareció apenarse ante el comentario, pero eso estaba lejos de conmoverla.
- Nunca pensé que…
- Ese es el problema, Kingsley.- siguió ella, colocando sus antebrazos sobre el escritorio, e inclinando su cuerpo, para acercar sus ojos a él.- Estás tan cegado en tu deseo de hacer lo que crees correcto, que ya no piensas en las consecuencias. Tu miedo al escándalo te hizo actuar como encubridor de algo horrendo, justificándolo con un bien mayor. Y terminaste colocando en peligro no solo la vida de Harry, sino la de Ginny y la mía. Y todo, ¿para qué? ¿Para conservar tu puesto?
- No lo entiendes, Hermione.- expuso el hombre, negando con su cabeza.- No es por conservar mi puesto, sino por lo que soy capaz de hacer desde aquí. Como Ministro, puedo hacer que las cosas mejoren para todos. ¿No es eso lo que tú también querías? ¿Hacer algo bueno por el mundo?
- ¿Cuántas vidas estás dispuesto a sacrificar por hacer algo bueno por el mundo, Kingsley?- El hombre contuvo la respiración, incapaz de responder.- Estoy segura de que tus intenciones son buenas, mejores que las de muchos que han estado en tu lugar, pero tu visión del mundo permite el sacrificio de unos pocos en función de un bien mayor.- El hombre alzó sus ojos a ella, expectante.- Y el día en que validamos ese sacrificio, es el día en que nos convertimos en monstruos.
- Hermione…- titubeó Shacklebolt.- Si tú crees que con que yo renuncie, las cosas van a mejorar…
- No creo eso.- dijo tajante.- No es mi intención hacerte renunciar. Tampoco exponerte.
- Y ¿entonces?- en lugar de relajarse, el hombre parecía aún más incómodo.
- Confío en que esto sirva de advertencia para hacer mejor las cosas, Kingsley.
- Y ¿qué es para ti hacer mejor las cosas?
- Puedes comenzar por dejar a Draco en paz.
Tras la sorpresa inicial, una sonrisa se posó en el rostro del hombre.
- Ya veo. Supongo que fue mi error pensar que la bruja más inteligente de su generación sería inmune a los encantos de Malfoy.- se burló.
- Dejarás de utilizarlo como si fuera un peón más en tu juego, Kingsley.
- ¿O le dirás a todos de esta supuesta conversación con Hemlock? ¿A eso has llegado, Hermione? ¿Al chantaje? Yo siempre te he defendido de todos y te he considerado…
- Me has considerado un peón sacrificable. Igual que a Harry.
- Hermione…
- Y es hora de cambiar eso.- siguió con determinación.- Debes liberar a Draco de sus obligaciones con el Ministerio, no por miedo a que te exponga, sino porque es lo correcto.
- ¿Esa es tu petición?
- Eso y que dejes de mantener a raya a Harry. Él no es una amenaza para tu cargo, simplemente porque no quiere ser Ministro y sería un gran apoyo para que tomes el camino correcto, si le permites ayudarte.
Tras un largo instante de observarla, pareció considerar sus palabras, pues terminó por asentir.
- Puede que sepa como hacer algo al respecto.- y tras reclinarse contra el respaldo, agregó.- ¿Y para ti? ¿No me sugerirás nada para ti?
Hermione inspiró profundamente, antes de hacer aparecer un sobre entre sus dedos, y luego inclinarse sobre el escritorio, para extenderlo a Kingsley.
- ¿Qué es eso?
- Mi renuncia.
Los ojos de Kingsley se abrieron con una sorpresa que generó en ella una macabra satisfacción.
- Pero, Hermione…- tomó aire, negando con la cabeza. - No sabes lo que estás haciendo. - le dijo, aparentando decepción. - Yo esperaba que fueras tú quien continuara mi trabajo aquí. - Mentiroso.- Siempre he pensado que serías una gran Ministra de Magia…
Curioso. Hace no mucho tiempo, con tal de salvarte, enviaste a los aurores por mí.
- Si te vas…- siguió Kingsley, pero ella lo interrumpió.
- Por tentadora que sea la oferta, prefiero ser lo que siempre quise ser. - sonrió hacia el hombre. - Y eso es precisamente lo que haré.
Aunque no significa que no estaré vigilándote, agregó mentalmente.
Y Shacklebolt pareció comprender su muda advertencia.
-HP-
- ¿Estás segura de que es lo que quieres? - preguntó Harry, ajustando los anteojos a su rostro, mientras observaba inquisitivamente a Hermione. - ¿Estudiar Derecho Mágico?
Nunca había estado tan segura de algo, pensó para sí, mientras terminaba de colocar sus pertenencias en un bolso mágicamente extendido.
- Lo estoy, Harry.- Respondió, sonriendo tranquilamente.- Pasé tanto tiempo queriendo hacer algo increíble con mi vida, algo que impresionara a todos, que olvidé lo verdaderamente importante.
- ¿Y qué es lo importante?
- Hacer algo bueno por el mundo. Y para lograr eso, basta impactar en la vida de una persona o criatura a la vez. - Sonrió.- Como Defensora, puedo ser mucho más efectiva en hacer un cambio, que con protocolos grandilocuentes que no cambian nada para nadie.
- ¡Rayos, Hermione! Te voy a extrañar por aquí.
- Tendrás a Hestia para hacerte compañía.- sonrió Hermione, recordando como Kingsley había cedido a su último deseo de asignar a la rubia como apoyo para su amigo. Harry necesitaría toda la ayuda en su nuevo cargo, como Jefe de Departamento de Aurores.- ¿Cuidarás de ella por mí? Es una gran asistente, solo necesita que le des algo que la mantenga motivada.
- Lo noté.- Harry sonrió de lado, rascando su cabeza con incomodidad.- Lleva toda la mañana revisando las carpetas de los casos relacionados a Hombres Lobos en busca de patrones comunes. Parece tener más aptitudes de detective que muchos de los que estamos ahí.
- Te aseguro que es así. - sonrió.
- Hermione, - la duda era clara en la voz de su amigo cuando volvió a hablar.- ¿Tuviste algo que ver con que Kingsley…?
- ¿Conque te nombrara Jefe de Aurores?- Puede que sí…- Pienso que ha sido mérito de él darse cuenta de que no hay un mejor candidato, Harry.- Sonrió, colocando una de sus manos sobre su hombro.- Solo te pido que tengas cuidado.- agregó, con una sonrisa significativa.- Kingsley no es de fiar.
- Lo sé.
- Pero supongo que en el mundo real rara vez tenemos el lujo de trabajar solo con aquellos que son de fiar. ¿No es verdad?
Harry alzó las cejas, con una curiosa expresión en su rostro.
- Has madurado, Hermione.
- Ambos lo hemos hecho. - sonrieron con complicidad, antes de que ella diera una última mirada alrededor de la que había sido su oficina.
- Me tomará tiempo acostumbrarme a la idea de no toparte en los pasillos.- lamentó Harry, pero al instante siguiente, una idea pareció iluminar su rostro.- ¿Un café de despedida antes de irte?
-HP-
La cafetería solía estar desierta en ese horario, por lo que Hermione pudo contemplar tranquilamente a la dependienta mientras preparaba su bebida, sin dejar de asombrarse ante la felicidad que mostraba en todo momento, o la sonrisa con que extendió el café hacia ella. Una expresión muy distinta de la que recordaba de antes.
¿Será que en este tiempo no intenté que la despidieran?
- ¿Lo mismo para ti? - preguntó la chica, girándose a Harry, mientras Hermione llevaba el vaso de cartón a sus labios y comprobaba lo que unos días antes había sospechado: el café era infinitamente mejor que el que servía en otro tiempo.
Tal vez por eso nunca pedí que la reemplazaran.
- Disculpa. - llamó a la chica, incapaz de contener su curiosidad. Ésta se giró a mirarla atenta. - ¿Siempre has preparado el café así de bien? - Una retocada ceja se alzó sorprendida en el rostro de la joven, pero al instante siguiente, agachó la vista y sonrió en dirección a ella, como si entendiera el cuestionamiento.
- ¡Oh, no! Al principio preparaba un café horripilante. - confesó, encogiéndose de hombros. - No es como que te hagan un curso para prepararlo cuando te contratan, ¿sabes? Y tampoco es como que a muchos les importe a qué sabe el café realmente. Eres de las pocas personas que han notado el cambio.
- Yo también lo noté. - aclaró Harry, con actitud ofendida.
- Y el auror Potter, claro.- la chica se encogió de hombros, terminando de prensar el café en la máquina.
- ¿Y entonces? ¿Cómo aprendiste?
- Draco Malfoy.- Hermione sintió sus cejas alzarse ante la sorpresa, lo que pareció hacer gracia a la joven, que sonrió de lado, mientras el vapor comenzaba a liberarse en la máquina.- Inesperado, ¿verdad?- expuso, como si comprendiera su turbación. - Un día me dijo, de una manera no muy amable,- aclaró, frunciendo las cejas.- que si iba a estar condenado a tomar este café cada vez que viniera, tendría que enseñarme a prepararlo correctamente. Y se pasó a este lado del mesón para enseñarme.- Se encogió de hombros, como si la anécdota le causara gracia.
- Definitivamente suena a él.
- Sí, lo sé. Creo que a cualquier otro no se lo habría tolerado.- torció su labio, estrecerrando los ojos al instante siguiente.- Pero él es tan guapo.
Harry escupió accidentalmente parte de su café ante el comentario, ganándose una expresión de asco por parte de la chica.
- Si. Lo es.- sonrió Hermione, compartiendo su opinión.
- Supongo que tienes suerte.- dijo la muchacha, suspirando.
- ¿Suerte?
La chica asintió mordiéndose los labios.
- Cuando te pasas el día sirviendo café, tienes oportunidad de observar a los demás. Y desde que llegaste, cada vez que se topa contigo, se te queda mirando. Con todo y lo desagradable que has sido con él, llama la atención que lo siga haciendo, pero a mí me encantaría que me mirara así solo una vez.
- ¿Así como?
- Cómo te está mirando ahora. - respondió, con la vista perdida por detrás de la cabeza de Hermione, quien se giró por reflejo, confirmando que la joven tenía razón.
Draco sí la miraba fijamente, mientras caminaba hacia ella, con una determinación que la puso en alerta. Pero al llegar junto a ellos, su expresión se suavizó.
"Cómo te está mirando ahora", había dicho la chica.
¿Será posible que…?
No seas tonta… Está con Greengrass.
Hermione giró sus ojos al café que sostenía entre sus manos, a la espera de que Draco dijera lo que fuera que había motivado que la abordara así. Se sentía incapaz de hablar, por no saber qué decir.
- ¿El café de siempre? - preguntó la dependienta en su dirección, torciendo el labio con cierta decepción cuando él negó con un gesto y se dirigió directamente hacia Hermione.
- ¿Podemos hablar? .- Sus palabras resonaron en el aire. Era una pregunta simple, pero saliendo de los labios de él, hizo que el corazón de Hermione latiera a mil por hora en su pecho.- A solas.- agregó el rubio, mirando de reojo a Harry, que los contemplaba en una mezcla de asombro y expectación, pasando sus ojos de uno a otro.
- ¡Oh, si! Claro.- respondió su amigo, ajustando los anteojos a su nariz y girándose todo lo rápido que pudo hacia el ascensor.- Nos hablamos luego, Hermione.- Agregó, antes de seguir caminando.
Draco mantuvo su seriedad, extendiendo su mano en dirección a la puerta, en lo que parecía un gesto que invitaba a caminar junto a él, y, tras despedirse de la dependienta, Hermione lo siguió en silencio, bebiendo intermitentemente de su café.
Durante un largo trecho, ya fuera del Ministerio, caminaron en silencio, con ella observando su perfil perfecto, mientras recordaba aquellos momentos a los que había renunciado. Y a cada paso, sentía que se sumergía en un mar de emociones encontradas entre lo que sentía, y lo que consideraba correcto.
Theo tenía razón, se dijo a sí misma, será más feliz sin mí.
"A veces el amor no es suficiente…"
No fue hasta que llegaron al borde del puente que surcaba una estrecha laguna, dispuesta en la plaza donde Hermione recordaba haber tomado el sol muchas veces, que él se detuvo, colocando ambas manos sobre la baranda de piedra, respirando lentamente y sin mirarla.
Hermione apoyó el vaso de cartón sobre la piedra y con un suspiró, se dispuso a romper el silencio, con lo primero que vino a su mente.
- Así que, ¿ya no estás con Pansy?
Draco se giró a mirarla con sus ojos grises luciendo clarísimos a la luz del medio día y una expresión confusa en su rostro.
- No. Ya no.- dijo con indiferencia, como si no fuera algo importante de aclarar.
- ¿Puedo preguntar por qué estabas con ella?- indagó Hermione. Draco dejó caer la cabeza de lado y torció sus labios en una mueca burlona.- Lo siento, es solo que ella... no es muy agradable.
- Lo mismo podrías decir de mí.- sonrió Draco.- Contigo no fui precisamente agradable.
Hermione negó con la cabeza.
- Pero has madurado. Y tienes tu lado bueno... Ella, en cambio, no sé, simplemente no me hacía sentido que estuvieras con ella.- se sintió ridícula en sus explicaciones, mientras los ojos de él se entrecerraban, pero no quería dejar de preguntar.- ¿Por qué estabas con ella?.
- La conocía de antes.- Hermione alzó una ceja poco convencida, a sabiendas de que sus razones nunca eran tan simples. Él la miró de reojo y resopló antes de comenzar a hablar, con cierta renuencia. - Pansy solía decir que era la única que podría quererme con toda mi mierda.- confesó, mordiendo sus labios, antes de perder la mirada en la contemplación de la laguna frente a ellos.- Supongo que por mucho tiempo creí que era así.
Hermione sintió un nudo en la garganta ante la revelación. Incluso sin Azkaban, Draco seguía teniendo un lado vulnerable.
- Y, ¿qué cambió?
El rubio atrapó su labio inferior entre los dientes, soltándolo lentamente, antes de responder.
- Comencé a tener esta idea loca de que alguien sí me había querido con toda mi mierda…- Daphne Greengrass, recordó Hermione. Él dijo que la había amado.- Y no podía dejar de anhelar eso.- Los ojos de Draco, perdidos en la contemplación de la laguna, parecían sumidos en el recuerdo.- El día que le dije que no pensaba llevarla al matrimonio de Theo, Pansy terminó de darse cuenta que no me importaba quedarme solo con mi mierda y me mandó al infierno.- sonrió de lado.- Pero creo que fue lo mejor, considerando lo molesta que era la sensación de estar siempre escogiendo entre mi novia y uno de mis mejores amigos.- Giró a mirar a Hermione.- Ella y Theo…
- No se llevan.- asintió.- Lo sé.- Draco pareció confundido por un instante, pero se limitó a sonreír, como si aceptara que ella sabía más de lo que él podía recordar.- ¿Y Daphne?
- ¿Daphne?
- Es difícil no enterarse cuando es el chisme del momento.- reclamó fingiendo molestia, casi como si se tratara de un juego. Como antes. Hasta que recordó que no era necesariamente como antes.- Pero supongo que tiene sentido. Tú dijiste que la querías.- Hermione intentó perder su mirada en el lago frente a ella, a fin de que él no viera el efecto de aquella conversación tenía, pero podía sentir sus ojos observándola intensamente.
- No creí que leyeras "Corazón de Bruja"- mordió sus labios divertido, pero su expresión se suavizó al instante siguiente.- Hace poco fue mi cumpleaños.- explicó, haciendo que el estómago de Hermione se revolviera ante el recuerdo de cómo había deseado estar con él esos días posteriores a lo de Hemlock.- Daphne me invitó un café para aprovechar de agradecer mi apoyo con Astoria. Eso es todo.
¿Solo eso?, preguntó una vocecita en la cabeza de Hermione. Pero…
"Esta idea loca de que alguien sí me había querido...", había dicho él.
- Tuve mi historia con Daphne,- siguió Draco.- y no puedo negar que en ese tiempo realmente pensaba que podría... Digamos que imaginé un futuro con ella. Como probablemente tú lo imaginaste con Weasley. Pero eso fue hace años, y las cosas cambian...
Hermione sintió que volvía a respirar más tranquila.
- O sea que, ¿renunciaste a tu deseo de tener herederos rubios como generaciones de Malfoys?- sonrió en dirección a él. Draco pareció entender la broma, pues sonrió de vuelta.
- Serán rubios de ojos grises de todos modos.- respondió con una ceja alzada, mirándola fijamente.- Mis antepasados invirtieron gran parte de sus fortunas en encantamientos que les permitieran mantener eso.
- ¿Invirtieron también en algún hechizo para evitar la unión con hijas de muggles?- se atrevió a preguntar, haciendo que la expresión de Draco cambiara, a una extraña seriedad.
Estúpida pregunta, Hermione, se reprendió mentalmente. Él solo ha venido a hablar. Nunca dijo que su intención fuera retomar nada entre tú y él. Él no es tu Draco…
- No. No lo hay.- aclaró, con un extraño brillo en sus ojos.- Una unión entre un Malfoy y una hija de muggles, era impensable.- Hermione apretó los labios, sintiéndose extrañamente vulnerable, ocultando la mirada en la contemplación del lago, mientras sentía los ojos de Draco quemando en su rostro.- Yo sería el primer Malfoy en desafiar lo impensable…- ¿Qué? Hermione giró el rostro de golpe, expectante. ¿Acaba de decir que…?- Si estás interesada, claro.-agregó.
De lo primero que Hermione se percató, cuando pudo pensar en algo más que en la implicancia de sus palabras, fue en que tenía la boca ridículamente abierta, por lo que apretó sus labios, ganándose una tierna sonrisa de parte de él, mientras ella buscaba las palabras adecuadas para responder a una declaración tan inesperada como esperanzadora.
- Es extraño, ¿no?- siguió Draco, bajando sus ojos en dirección a la baranda, donde los dedos de él se acercaron hasta rozar los de ella.- Saber que tuvimos una historia juntos y tener solo parte de ella en estos sueños. Se siente como si te conociera tan bien, pero en realidad…- Hizo un puño con los dedos sobre la baranda, dejando de tocar los de ella, y alzó su mirada a Hermione otra vez.- ni siquiera estoy seguro de saber algo de ti.
- ¿Interesado en conocerme?- preguntó ella, con una sonrisa nerviosa, intentando ocultar su emoción. Y esta vez fue ella quien acercó su mano a la de él, lentamente, cuidando de envolver sus dedos con los suyos.
Por un largo momento los ojos de ambos se mantuvieron fijos en aquel contacto entre sus manos, hasta que Draco la miró de lado, sonriendo levemente.
- Dime algo que no sepa de ti.- la retó.
- Me gusta leer…- Las palabras salieron por entre sus labios, recordando la sorpresa que había generado en otro tiempo una confesión similar en él, mientras Draco entrecerraba los ojos y alzaba una ceja, escéptico, desconociendo aún el resto de su respuesta.- novelas eróticas.- terminó ella, alzando la cabeza en un claro desafío.
Draco la miró sin expresión por un momento, pero luego esbozó una lenta sonrisa y Hermione sintió que su mano apretaba con fuerza la de ella.
- Creo que esto sí podría resultar…- La mirada que le lanzó aceleró su pulso en un modo que recordaba otro tiempo, haciendo sus mejillas tornarse granate, lo que pareció divertirlo, pues alzando una ceja, agregó con tono juguetón.- Tengo acceso a una habitación de hotel cerca de aquí, con un jacuzzi impresionante.- su dedo pulgar acarició levemente la piel de su mano, por encima de sus dedos entrelazados.- Sería una lástima no poner en práctica tus conocimientos.
Hermione retiró su mano de él por reflejo, arrepintiéndose al instante siguiente de dejarse afectar en un modo que claramente lo divertía.
Él no es tu Draco, se recordó. Podría ser solo un juego para él, mientras que para ti…
- Haré de cuenta que no acabas de hacerme una invitación bastante indecente.- respondió nerviosa, llevando un mechón de cabello por detrás de su oreja, lo que pareció llamar la atención de él, pues dirigió su mirada a ese punto, luego a sus labios, y otra vez a sus ojos.
- ¿Por qué no?- había cierta picardía en su tono.- Si estuviste dispuesta a viajar en el tiempo solo para salvarme, es porque el sexo fue increíble.- Hermione no pudo evitar sonrojarse, mientras miraba a todos lados, comprobando que los demás estuvieran suficiente lejos como para no haberlo escuchado.- Lo fue, ¿verdad?
- No voy a engrandecer tu ego, Draco Malfoy.- intentó sonar seria.
- O sea que lo fue.- bromeó él.
- No dije eso.
- Estaba implícito en tu respuesta.- dijo, con una sonrisa traviesa que dejó a Hermione sin saber cómo responder.- Y me alegra saber que, pese a tu irritante costumbre de ser mejor que todos en todo, hay un par de cosas en las que sigo siendo mejor que tú.
Se inclinó de lado, apoyando su codo en la baranda del puente.
- ¿Un par?- preguntó ella con interés.
- Con la escoba, y… otras cosas.- sonrió sugestivo.
- ¡Ja! Para tú información, puede que ahora tenga más práctica.- Al instante de decirlo, se arrepintió, pero por el modo en que él entrecerró sus ojos, supo que ya era demasiado tarde.
- ¿Con la escoba?
No respondas, Hermione. No respondas, le pedía la voz de la razón.
Pero ella no quería oír la voz de la razón. No cuando comenzaba a disfrutar la creciente sensualidad de su conversación con el rubio. Como en otro tiempo… Como si fuera él.
Y Hermione negó con la cabeza, alzando una ceja sugestiva, lo que hizo escapar una risa entrecortada por los labios del rubio.
- ¿Estás coqueteando conmigo, Hermione Granger?.- preguntó al fin, mordiendo los labios, con un mechón de rubios cabellos cubriendo parcialmente su ojo derecho.
- ¿Y si fuera así?
Draco rascó su cuello y lanzó una mirada al lago, antes de regresar sus ojos a ella.
- ¿Cuánta más práctica, exactamente?
- ¿Interesado en comprobarlo?
Por un breve instante, sus ojos grises transmitieron su deseo, pero luego su sonrisa regresó y Hermione sonrió con él. Durante esos breves segundos, era el Draco que ella conocía, su Draco.
Pero poco a poco su rostro fue dando paso a una expresión seria, desprovista de toda risa.
- Los recuerdos siguen regresando.- expuso sin dejar de mirarla, y Hermione sintió que su estómago se revolvía, sin saber qué decir para borrar el dolor que parecía transmitir su expresión.- No todos son malos, pero hay algunos que…- inspiró hondo, mordiendo sus labios con fuerza, mientras se giraba otra vez hacia el lago, apoyando sus brazos en la baranda del puente.
- Puedo borrarlos de tu memoria.- dijo ella al fin.- Soy buena en eso.
- Lo sé.- susurró, sin agregar nada más.
Hermione se preguntó si él recordaría su confesión de haber tomado los recuerdos de sus padres durante la guerra.
- ¿Quieres que lo haga?- su voz temblaba al preguntar, inmersa en la contemplación de su perfil, en la tristeza que reflejaba su rostro, mientras se recordaba su promesa de hacer lo que fuera por verlo feliz. Aunque eso signifique que no recuerde nada de lo nuestro nunca más.
- No.- la respuesta salió por sus labios sin titubeos, en lo que parecía producto de una firme determinación.- No quiero olvidar.- Y giró sus ojos a ella.- Theo está trabajando en un pensadero que me permita guardar ahí lo que no quiero en mi cabeza. Uno que no de acceso a nadie más. - expuso.- Si resulta, probablemente cree uno para él mismo- sonrió triste y Hermione comprendió que intentaba reír de las desgracias de ambos. Theo seguro tiene mucho que guardar ahí también, se dijo. - Supongo que puestos ahí molestarán menos, pero… no quiero olvidar.
- ¿Por qué?- la pregunta salió por sus labios por reflejo, sin que ella hubiera querido hacerla realmente. Pero él no parecía sorprendido.
- Porque presiento que toda esa mierda forma parte de un puzzle que no tendrá sentido sin esas piezas.- entrecerró los ojos, observándola con una intensidad que traspasaba cualquier apariencia de ella.- Y algo me dice que valdrá la pena completar el puzzle.- Hermione sintió las lágrimas agolparse en sus ojos y mordió sus labios.- Lo valió, ¿verdad?
- Si. Lo valió.- respondió en un susurro entrecortado.
- ¿Pese a lo malo?- la duda estaba clara en su rostro, pero también el anhelo de encontrar esperanzas en su respuesta.
- Pese a todo.- sonrió ella, aguantando el llanto.- Lo valió. Por supuesto que lo valió.
Habría querido que él agregara una frase final que le permitiera arrojarse a sus brazos. Algo que le hiciera ver que no solo quería recordar, sino que quería recuperar lo que había existido entre ambos, retomar un romance al que la muerte había puesto fin. Pero en lugar de eso, Draco giró sus ojos lejos de ella, y cuando volvió a hablar, fue para cambiar el tema de la conversación.
- Hay algo recurrente en mis sueños.- Hermione pasó las palmas de sus manos por el rostro, para quitar las lagrimas que amenazaban con salir de sus ojos.- Un anhelo constante de ir a Venecia.- mordió sus labios y la miró de reojo, contemplando el atónito rostro de Hermione.- ¿Por qué?- Preguntó como si fuera un enigma que no lograba resolver, como si supiera que ella tenía la clave para entenderlo.- No conozco a nadie en Venecia.
Precisamente por eso, se dijo Hermione mentalmente.
"Nadie me conoce en Venecia. Podríamos caminar tranquilos, y hasta beber café…" había sugerido su Draco, con la cabeza hundida en la almohada de florecillas rosas, sus ojos grises mirándome con la intensidad que solo él podía.
- Habíamos programado un viaje juntos.- respondió Hermione, sin poder ocultar la nostalgia en su voz.- Estaba preparando mi maleta el día que…- se detuvo, arrepentida de traer a la conversación un recuerdo triste que él probablemente no necesitaba, aunque por el modo en que Draco entrecerró los ojos, supo que había sido suficiente para que él comprendiera la implicancia de lo dicho.
- Entiendo.-susurró, girando su mirada en dirección a ella, pero sin mirarla realmente, mordiendo su labio con un claro nerviosismo que ella no sabía cómo interpretar.- ¿Interesada en retomarlo?- dijo al fin, alzando sus ojos hasta encontrar los de ella.
Por un momento, Hermione pensó que aquello bien podía ser una broma de su parte. Un intento de seguir con el coqueteo previo. Una forma de probar sus reacciones para reforzar su ego o encontrar sentido a lo que había sentido por ella. Pero el miedo a su respuesta era palpable en sus ojos grises.
Si era el miedo a una negativa o a una afirmación, ella no tenía cómo saberlo, pero si había miedo, era que su respuesta le importaba.
Hermione tomó aire, antes de asentir, notando como una espontánea sonrisa se iba colando entre sus labios. Y él lo notó también, por el modo en que sus ojos grises viajaron a su boca, mientras sus dientes atrapaban su labio inferior, para irlo soltando lentamente, en aquella forma endemoniadamente sexy que tenía de hacerlo.
- No deberías hacer eso- le advirtió, envalentonada con la idea de que él también tenía miedo.- Ese gesto con la boca es… Era algo que me gustaba mucho.- confesó.- Y cada vez que lo haces me muero de ganas de…- podía sentir el color subiendo a sus mejillas, mientras la sonrisa en los labios de él se intensificaba.- Es molesto verte hacerlo y no poder tocarte en el modo en que lo hacía antes.- se mordió los labios al fin, colocando sus manos en la baranda del puente, y fijando sus ojos en la contemplación del lago, lejos de él.
¿Estás loca, Hermione?, le reclamó una voz en su cabeza. ¿Por qué diablos dijiste eso?
Porque es verdad.
Notó como él se acercaba a ella lo suficiente para que su aroma a cedro y vetiver invadiera el aire que ingresaba por sus pulmones, empeorando las cosas para ella, hasta que sintió sus dedos enredándose en uno de sus rizos, y giró su rostro a él por reflejo. Pero no detuvo su acción, sino que él siguió hasta acomodar el castaño rizo por detrás de su oreja, con una devoción que recordaba la de otro tiempo.
- Si me acompañas a casa…- susurró, muy cerca de su oído.- te dejaré tocarme todo lo que quieras, - sonrió, mordiendo sus labios.- siempre que me dejes a mí tocarte como quiero hacerlo.- Hermione contuvo la respiración, sin saber qué responder, lo que lamentó al instante siguiente, cuando la expresión de Draco volvió a ensombrecerse.- Hermione…- la llamó, mordiendo el borde izquierdo de sus propios labios, con el miedo claro en su expresión.- ¿Crees que podría resultar?
¡SI, SI, SI…!, gritaba todo en ella, pero la vulnerabilidad en sus ojos grises le hizo comprender que no era una respuesta pasional la que Draco buscaba en ese momento, sino una sincera, por lo que refrenó su emoción y tomó aire antes de hablar.
- No lo sé…- Draco entrecerró los ojos, en un modo apenas perceptible, mientras Hermione humedecía sus labios.- Pero pienso que vale la pena intentarlo. ¿No lo crees?
Por un largo instante él no dijo nada, pero sus ojos transparentaban de algún modo la lucha interna que debía tener lugar en su cabeza, antes de que volviera a hablar.
- No será fácil.- dijo al fin. Y ella no lo contradijo. Sabía que era cierto.- Llevo días intentando recordarte…- entrecerró los ojos, mordiendo sus labios.- Pero cada vez que logro concentrarme en un recuerdo contigo, por bueno que sea, siento que lo demás está ahí, como una sombra esperando su turno para atormentarme…- sus manos envolvieron las mejillas de ella, alzando su rostro hacia él. Draco la observaba con una mezcla de anhelo y tristeza que eran abrumadores, y que traspasaba cualquier sentimiento.- Y aún así, si intento sacarte de mi cabeza para no recordar, siento que pierdo… Todo.- Ella pudo sentir la frente de él dejándose caer contra su frente, y su nariz rozando la suya.- Hermione…- susurró, antes de que sus labios rozaran suavemente la comisura de su boca.
Ella alzó sus propias manos hasta acomodarlas por detrás de su cuello, navegando en su aroma, en el firme agarre de sus manos y en la calidez de su aliento. Y embriagada en esa sensación, atrajo sus labios a los suyos hasta fundirse en un beso.
Y él respondió a sus labios y al contacto con su lengua. Y enredó sus propios dedos en los cabellos de ella, como en otro tiempo.Y Hermione llevó sus manos a acunar su rostro y separó sus labios de los suyos, obligándolo a mirarla.
- Puede que no sea fácil, Draco.- susurró sobre su boca, apretando sus mejillas.- Siempre quedará una huella de lo horrible, tanto para ti como para mí.- acarició su piel con el pulgar de su mano.- Pero ¿quién dijo que tiene que ser fácil?
Notó como los ojos de Draco se entrecerraron un instante, antes de que una sonrisa se posara en sus labios.
- Eso sí lo recuerdo.- susurró él sobre su boca, al parecer rememorando alguna frase de otro tiempo.- Realmente te atrae lo complicado, ¿no?.- agregó, ampliando su sonrisa.
- ¡Qué suerte para ti!- expuso, siendo ella quien sonreía esta vez.
Draco tomó una de sus manos, besando su palma, sin quitar sus ojos de ella, para luego inclinar su rostro hasta su oído.
- ¿Sabes qué otra cosa recuerdo?- le susurró, haciendo que algo en su estómago se revolviera en un modo que conocía bien.- Esto…- agregó, llevando un mechón del cabello de ella por detrás de su oreja.- Y esto.- Su pulgar comenzó a dibujar los labios de ella, mientras sus ojos la miraban con una intensidad que emulaba la de antes.- Y sobre todo, esto…- susurró, acercando nuevamente sus labios a su boca.
Y Hermione sintió el tiempo detenerse mientras se entregaba a una sensación que iba más allá de los recuerdos, porque la comunión de sus labios hablaba no de un romance pasado, sino de un sentimiento real y presente, en que el amor y el anhelo se fundían con el horror, solo para dar origen algo mágico y luminoso, destinado a sobreponerse a la oscuridad.
"La magia existe, Hermione", había dicho su padre mucho antes de que su hija recibiera su carta. Mucho antes de saber que era una bruja. Y solo ahora, ella comprendía que su padre no hablaba de conjuros ni de hechizos, sino de una magia mucho más poderosa que cualquiera.
Porque mientras Draco y ella se besaban, en una declaración silenciosa que hablaba de horrores y victorias, de sueños y recuerdos, y por sobre todo del deseo de sobreponerse a lo que había de oscuridad en su pasado y construir juntos un futuro, ella comprendió que había magia en ese beso.
Era un beso que desafiaba al horror y marcaba el inicio de una historia que comenzaba a escribirse. La unión de dos mundos íntimos que se habían transformado mutuamente y que seguirían avanzando, dispuestos a crear algo extraordinario.
A crear Magia.
- EL FIN -
PROXIMAMENTE… EL EPÍLOGO.
Infinitas gracias a todos aquellos que, con sus mensajes, sus votaciones y sus comentarios, me han acompañado hasta aquí… Espero saber si el final cumplió las expectativas esperadas, pues todo comentario, bueno o malo, me ayuda a mejorar!
Un abrazo a todos!
Alex.
