2. Vivir como un humano normal


Manga: Makai Ouji: Devils and Realist

Resumen: Uriel pierde su única ala tras la derrota de los cuatro jinetes del Apocalipsis, y extrañamente se vuelve humano. Ahora con ayuda de su joven amo, deberá acoplarse a la vida terrenal.

Género: What if / Friendship

Advertencia: De preferencia haber leído hasta el capítulo final del manga.


"Por favor, que él pueda vivir una vida plena como un humano normal" pensó el ángel de la venganza después de entender que William era ya una persona especial para su existencia, no quería que corriera con el mismo triste destino que Salomón, por lo que en un intento desesperado, se llevó a Dantalion y Gilgamesh hasta el limbo para salvarlos, a costa de su única ala.

Cuando visualizó el limbo, arrojó a sus acompañantes, mientras pluma por pluma, su única ala se convertía en cenizas.

—Por el supremo nombre del Señor, por el poder del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, que se disipen todos los poderes del mal y sus semillas, átalos completamente como si estuvieran encadenados, aleja la oscuridad para que los siervos de Dios no sufran. Por el supremo nombre del Señor y por mi nombre, el nombre de Uriel...

Extendió sus brazos y sonrió satisfecho, esta vez había obrado de acuerdo a su corazón. Mientras su joven amo estuviera bien, él aceptaría cualquier destino.


Escuchó su nombre proveniente de aquella voz mandona que tanto estimaba. De seguro era un buen sueño, eso creyó, hasta que recordó todo lo ocurrido en el infierno. Abrió los ojos y lo primero que notó fue al joven rubio a su lado.

—¡¿Qué?! —fue lo primero que pronunció al despertar, estaba postrado en la cama de su habitación perteneciente a la mansión Twining

—Vaya, por un momento me asustaste —dijo William con su tono seguro, pero que en el fondo escondía cierto temor —pensé que de verdad habías muerto

—¡¿Joven Amo?! ¡¿Pero qué?! —se cuestionó Uriel, sentándose en la cama y tocándose la espalda, su ala se había esfumado, entonces... —¡¿cómo?, ¿por qué?, ¿quién?!

—No lo sé —William se encogió de hombros, había algunas cosas que no podía explicar —pensé que habías desaparecido, sin embargo, solo perdiste tu ala

—Entonces... ¿soy un ángel sin alas?

—Yo no diría eso —la voz cantarina de Sytry se hizo presente, ahora era el legitimo jefe de los ángeles

—¿Qué haces aquí? —el realista saludó al ángel

—Escuché del estado de Uriel y vine a verlo —Sytry tomó una actitud seria —pensé que podría ser como lo que me sucedió, pero...

—¿Pero? —preguntó Uriel ante el silencio del ángel

—Yo pude recuperar mis alas, en cambio, tú... pareces diferente —el de cabellos celestes entrecerró los ojos —como si no tuvieses poder

—¡Eso es imposible! —se alteró el moreno e intento invocar su poder —¡¿Quéeeee?! —exclamó al no tener éxito

—¿Qué significa eso? —el rubio se mostró confundido

—Es solo una teoría, pero puede que se haya humanizado —de pronto Camio se hizo presente en la habitación junto a John Dee

—¿Humanizado? —Twining arqueó una ceja de incredulidad, ya ni le sorprendía que esos demonios aparecieran de pronto en su casa

—Así como los humanos pueden convertirse en ángeles o demonios —comenzó a explicar Dee —podría darse el caso de un proceso inverso

—Sospechamos que eso sucedió con Jeanne d'Arc y Gilles de Rais —comentó el ahora rey infernal —aunque ellos eran originalmente humanos, pero el caso de Uriel es diferente

—¿Podemos hacer una prueba? —propuso John tomando un cuchillo de aspecto siniestro

—¿Qué piensas hacer con eso? —William se levantó de su asiento, bloqueándole a John el paso hacia Uriel

—Solo es una pequeña prueba, no pienses cosas desagradables —comentó el que en vida sirvió a Elizabeth I

John se acercó a Uriel y le tomó de la mano, entonces con un rápido movimiento hizo un corte en la palma de la mano, de la cual brotó sangre carmesí; no obstante, la herida no cerró y Uriel sintió ardor.

—¿Por qué no se regenera? —preguntó Twining, una pequeña cortada no era nada para un ángel

—¿Puedes exaltarlo? —Camio le cuestionó a Sytry

—Lo intentaré —así lo hizo Sytry, pero tampoco funcionó

Todos se mostraron confundidos, incluido el mismo ángel de la venganza quien observaba atento su herida, su sangre comenzaba a coagularse, justo como sucede con los humanos.

—Antes de perder tu ala ¿Qué sucedió? —interrogó John —¿le diste tu poder a Dantalion?

—No. Creí que iba a morir, así que... —Uriel vio de reojo William y se mostró tímido —pedí que el joven amo... estuviera a salvo

—Con que así fue —Camio al fin comprendió aquel embrollo —cambiaste tu naturaleza angelical por el bien de William

El rubio miró sorprendido a su mayordomo.

—Así lo aceptó el Jefe —argumentó Sytry con resignación, perder a Uriel sería una baja importante en el Cielo

—P-pero yo... ahora soy... —el moreno estaba anonadado con esa situación —¿Humano?

—Solo queda acostumbrarse —Camio le palmeó la espalda reconfortándole —el mundo humano no es tan malo

—Te extrañaremos —comentó el ángel de cabellos celestes

Y así como llegaron, tanto Sytry, como Camio y compañía desaparecieron, dejando a solas a Amo y Mayordomo, el primero aún sintiéndose culpable de la nueva condición de Uriel, y éste, aún estaba en shock por la noticia. Pasaron algunos minutos en incomodo silencio, hasta que William decidió hablar.

—No te preocupes —se aclaró la voz queriendo parecer imperturbable —seguirás siendo mi mayordomo, ya te dije que no me importa si tienes alas, siempre y cuando hagas el té

—Pero no puedo seguir siendo Kevin Cecil

—Eso lo sé —William torció la boca en un gesto de molestia —le pediremos a Sytry que nos ayude a cambiar las memorias de la gente y a los sirvientes les diremos que tuviste un accidente reciente —el moreno arqueó una ceja, no estaba tan convencido de esa excusa

—Entonces ¿Cuál será mi nombre?

—No es obvio —William sonrió confiado —Es Uriel


Después de un par de días de reposo, el ahora humano Uriel, volvía al servicio de la casa Twining. Si bien, recordaba las tareas y deberes, sentía diferente realizarlos sin la misma rapidez, fuerza y agilidad. Ahora conocía el dolor, el esfuerzo, la paciencia y el cansancio que se requería para mantener en orden la mansión. Ninguno de los demás sirvientes se percataron de algo diferente en el mayordomo, a lo mucho, asumían que aún no se reponía completamente de su accidente.

Al comenzar el día y al finalizarlo, oraba, con la misma devoción que lo había hecho desde su creación, aunque ahora, sus ruegos eran para soportar con la carga de ser un humano, y una que otra vez, el deseo de regresar a los cielos.

—¿Cómo te sientes? —le preguntó William cuando lo visitó en su habitación

—Podría decirse que bien —respondió Uriel con la mejor sonrisa que tenía, no quería preocupar a su joven amo —es algo diferente, pasar de ser espectador a ser un actor

El rubio emitió una sonrisa burlona —Tal vez es tu castigo

—Tal vez —contestó Uriel pensativo, el ex-ángel de la venganza que tantos castigos había dado, ahora sentía el suyo en carne propia

—Bromeaba —dijo el rubio —aunque ya tenías vicios muy humanos, como apostar

—Todos tenemos errores —se excusó el moreno

—Mientras no te gastes todo tu salario, esta bien

—Gracias por preocuparse por mi, joven amo —mencionó Uriel con sinceridad, lo que abochornó a William

—No es nada —contestó Twining dándose la media vuelta para irse —puedes contar con mi ayuda cuando la necesites, y recuerda, la vida de un humano no es tan mala

Uriel sonrió, esta vez enternecido del amable gesto de su amo, aunque no estaba muy seguro de su última frase.


En una de las lluviosas noches de verano sobre Inglaterra, el carro de los Twining regresaba después de una velada en la casa de los Swallow debido a la celebración de la despedida de soltero de Mycroft, quien estaba a días de casarse. De pronto un relámpago cayó cerca y asustó a los caballos, por lo que el transporte se detuvo.

―¿Sucedió algo? ―cuestionó William a su chofer, debido al paro abrupto

—C-creo que el relámpago asustó a los caballos —contestó el hombre —aunque es extraño que estén tan ansiosos

En efecto, los equinos se mantenían relinchado y por nada querían retomar el paso, como si temieran el camino frente a ellos. Uriel de pronto presintió una fuerza oscura, a pesar de su cambio, aún conservaba cierta facilidad para detectar energía demoníaca y angelical; así que bajó del coche para calmar a los animales, que ante su larga experiencia, por fin se tranquilizaron.

—Muchas gracias Uriel —mencionó aliviado el chofer —nunca habían respondido así

—Es solo cuestión de practica —contestó el moreno, aún acariciando la testuz de uno de los caballos

En eso, se escuchó un grito agudo que hizo sobresaltar a ambos hombres, por la cercanía, provenía de uno de los callejones más adelante. El chofer se puso pálido al pensar que se trataba de alguno de esos fantasmas de épocas pasadas que vagaban en pena, mientras Uriel más perspicaz, notó que era un grito de auxilio de una mujer, por lo que sin vacilar corrió en esa dirección.

—O-oye e-espera —intentó detenerlo el chofer, pero el moreno ni siquiera volteó

Ante esa demora, William no tardó en salir del coche y enterarse del asunto, maldijo a Uriel por irse sin cuidado, y también se regaño a si mismo por seguirlo.

—Joven amo ¿a donde va? —el chofer veía incrédulo al rubio

—Voy por ese tonto —respondió el joven sin importarle que se estaba mojando por la lluvia —¡Espéranos aquí!

Luego de dar esa orden, corrió hacia uno de los callejones, gracias a todo el asunto del anillo, sus habilidades se potenciaron al grado de percibir que había un demonio descontrolado causando alboroto. En efecto se trataba de un perro gigante alado con un par de cuernos en su cabeza, había acorralado a una joven que sollozaba y temblaba del miedo, mientras Uriel llamaba su atención para permitirle la huida a la chica.

—¡Oye bestia estúpida! —le llamó el moreno con frialdad, tal y como ejecutaba los castigos en su oficio pasado —te hace falta un collar de obediencia

La bestia desvió su mirada rojiza a él, Uriel chasqueó la lengua al saberse débil, si aún fuese un ángel lo hubiese exterminado en un parpadeo. Cuando el demonio se abalanzó contra él, el mayordomo lo esquivo con agilidad y se acercó a la joven que se mantenía estática, la tomó de la muñeca y la levantó de golpe.

—¿Estas bien? —le cuestionó, la llorosa joven solo emitió un suspiro de alivio, aunque de repente cambio su gesto a uno de terror

El can demoníaco nuevamente los acechaba y estaba por dirigir sus fauces a ambos, cuando una llamarada de fuego le hizo estamparse contra la pared.

—¿Qué... —se cuestionó el moreno, al voltear hacia adelante, vio al joven rubio con un rostro serio y apuntando su dedo índice al demonio —Joven amo...

—¡¿Qué esperas? sal de ahí! —le gritó William

Uriel asintió y dándole una mirada a la muchacha le ordenó: —Corre —la chica no supo como, pero sus pies le respondieron

Estaban por salir del callejón cuando el perro demonio se levantó, y frustrado, lanzó un ataque con sus garras. Entonces, ya sea por costumbre o porque realmente le nació, Uriel se lanzó para proteger a su amo, recibiendo algunos cortes que le hicieron brotar sangre. Sintió desvanecerse con los gritos de William pidiéndole que no se durmiera, aunque esa orden, no pudo cumplirla.


Abrió los ojos y se encontró nuevamente en su habitación, sentía entumida la espalda y sintió que era a causa de unos vendajes, se cuestionó si eso era un déjà vu. Se encontró con su joven amo con los ojos cerrados, meditando, aunque al percatarse que había despertado, abrió los ojos y le miró con molestia. Uriel se sentó en la cama y le miró como cachorrito, sabía que le vendría un buen regaño.

—Fue valiente de tu parte ayudar a la chica —William comenzó a hablar con seriedad —pero ¡¿Por qué rayos te interpusiste en el ataque si ya no eres un ángel?!

—No sé, fue inconscientemente —se excusó el moreno

—Como sea, estas a salvo —el rubio se resignó

—¿Y como salimos de ese problema? —preguntó el mayordomo con curiosidad

A Twining se le marcó una vena en la frente, pero le explicó: —Yo noqueé al demonio y luego le exigí a Camio que no lo dejará salir de nuevo

—¿Usted se hizo cargo solo? —Uriel se sorprendió ante el poder de su amo, pero ya no dijo nada más al ver la mirada amenazante del rubio

—¡Esta vez no te salvaras de tu castigo! —sentenció William

—¡No más naranja con café! —chilló el mayordomo

—No, será algo más interesante —el chico sonrió con malicia, algo que le hizo sentir escalofríos al moreno —por ahora, recupérate


Pasados los días de reposo, Uriel se reincorporó a sus actividades, y a recibir el castigo del joven amo. Sin embargo, esta vez, la orden de William fue algo que realmente lo sorprendió. La chica que habían salvado del demonio perro estaba ahí en la mansión, ahora portaba el clásico uniforme bicolor de las sirvientas, su cabello marrón estaba peinado en dos trenzas y su cara antes cubierta por el mal recortado fleco, ahora esta descubierta y se podían apreciar sus ojos miel y las pecas en sus mejillas. Era una joven que desprendía inocencia y a la vez inquietud. Antes de que le pudiese decir algo, la joven se encorvó hacia adelante y con torpeza soltó:

—M-muchas g-gracias por salvarme, n-no tengo c-como pagarle, p-pero haré mi m-mejor trabajo

El mayordomo se sintió extraño, no es que nadie le hubiese agradecido antes, solo que como ángel, era algo a lo que no le tomaba mucha importancia.

—Agradécele al amo William, yo solo me dedico a servirle

—A-aún así... —musitó la joven

—¿Y que hacías en ese lugar tan peligroso? Si no hubiésemos pasado por allí, ahora serías noticia en el diario —esa pregunta sonó más a un regaño de parte de Uriel

—P-pues yo vine a la ciudad en busca de trabajo —la chica se encogió nerviosa —p-pero solo requerían de... e-esas "mujeres indecentes" y me negué —la joven terminó de explicar con la cara roja de vergüenza

Uriel bufó, esa época estaba llena de doble moralidad, por un lado se pedía virtud y pureza, por otro lado y a escondidas, placer y desenfreno.

—Entiendo, no te preocupes, aquí te ocuparas de los deberes propios de la casa, por cierto ¿Cuál es tu nombre? —indicó el mayordomo

—S-soy Esther Campbell

—También quiero saber si padeces de alguna enfermedad o inconveniente que dificulte tus labores, por ejemplo, ¿eres tartamuda?

—N-no —respondió la muchacha, aunque viendo su error, se aclaró la garganta y explicó lo más tranquila que pudo: —Es que nunca he trabajado en una mansión, estoy nerviosa

—Solo haz lo que te indico

Esther asintió y Uriel comenzó a explicarle sus quehaceres con paciencia, la chica prestaba atención a cada detalle y miraba con atención su entorno, tratando de ubicar todas las habitaciones. Cuando el mayordomo le explicaba su horario escrito, la joven se tensó, lo que no pasó desapercibido para el moreno.

—¿Sucede algo? —cuestionó extrañado

Esther sonrió nerviosamente, pero tuvo que confesar —Es que... no sé leer

Uriel rodó discretamente los ojos, ahora comprendía porque ese era su castigo.


Así pasaron varios días donde el mayordomo se dedicó tanto a administrar la casa, como a enseñarle a la nueva sirvienta a leer y escribir. Si bien, en un principio Esther era un desastre para diferenciar letras, aunado a su impaciencia y carácter sádico que asustaba a la pobre chica. Con un poco de más de serenidad, Esther logró recitar un párrafo y escribir algunas oraciones, eso hizo que el mayordomo reconociera a los humanos, aquellos seres que tanto apreciaba el Señor, que a veces pecaban de orgullosos y crueles, también tenían habilidades y talentos benéficos.

Cuando menos se dio cuenta, la joven ya había adquirido la costumbre de leer los diarios y cualquier cosa que pudiese llegar a sus manos. Aunque a veces, esos hábitos de lectura le distraían de sus actividades.

—¡Esther, aún te... ―llamó a la joven, abriendo de imprevisto la puerta de la habitación de servicio, pues la había buscado por toda la mansión ―¿Qué haces?

La sirvienta respingó y rápidamente escondió algo entre su falda ―¡Nada! ―volteó a ver al mayordomo con una cara de fingida inocencia

Uriel sabía que mentía, así que le miró de forma amenazante, cosa que surtió efecto y la chica resignada, colocó en sus manos un libro. El mayordomo arqueó una ceja.

―¿Jane Eyre? ¿Por que tienes este libro?

—Le juró que lo e-encontré entre el desperdicio, y p-pensé que alguien lo había depositado ahí por descuido —la joven no mentía, aunque tampoco convencía al moreno

—¿Por que no lo devolviste?

—¡Eso pensaba hacer! —se defendió la muchacha —es solo q-que... —Esther se mostró algo tímida, lo que impacientó al mayordomo

—¿Solo qué?

La sirvienta cabizbaja confesó su motivo. —¡Solo quiero saber si el señor Rochester corresponde al amor de Jane! —sus ojos se habían cristalizado y juntó sus manos pidiendo misericordia, de una forma dramática

—P-pero...

—¡Le prometo que no perderé más tiempo! ¡Y lo devolveré en cuanto termine de leerlo! ¡Por favor! —rogó Esther casi arrodillándose, pero Uriel le detuvo y aceptó su oferta

—Bien —suspiró cansado —dejaras el libro en tu habitación y solo ahí podrás leerlo hasta que termines con todas tus tareas

—¡Así lo haré! —la joven asintió varias veces con la cabeza

—Ahora ve a preparar la vajilla para la merienda

—¡Si señor! —los ojos de la sirvienta brillaron de emoción al ver que el mayordomo le extendía el libro de regreso

Antes de que Esther se llevará el libro, puso sus manos sobre las del moreno y con la sonrisa agradable, le dijo: —¡Muchísimas gracias señor Uriel! —luego tomó el libro para guardarlo en su delantal y salió de ahí con prisa

El mayordomo se quedó inmóvil por unos segundos, y es que nunca se había sentido así, si lo único que hizo la joven fue agradecerle con una radiante sonrisa y con el roce cálido de sus manos. A partir de ese momento, Uriel quedaría hipnotizado por la joven de ojos de miel.


Era extraño y bastante desconcertante lo que le sucedía actualmente, se había resistido a ese sentimiento, pero era inevitable. Había sido bastante discreto, puesto que los demás sirvientes no lo notaban. A excepción del amo William, quien lo confrontó.

—¿Qué te sucede? —le cuestionó el joven, viendo que el mayordomo evitaba a toda costa a la sirvienta castaña —¿Qué hizo Campbell?

—No lo sé —admitió el mayordomo con un suspiro —realiza bien sus deberes, no tengo quejas, pero...

Twining arqueó una ceja intrigado.

—Estar cerca de ella... me resulta tan... —Uriel mostraba un gesto de confusión —¿torturante?

—Lo dice el experto en tortura —mencionó el realista en tono burlón

—Es extraño —el moreno se sobó su brazo derecho, avergonzándose de las acciones de su pasado —pero es como si atravesará mi corazón con un rayo, y a la vez como si aliviara mis penas con solo sonreírme

—Aghhh —William por fin entendió lo que le pasaba al ex-ángel y no pudo soportar tanta melosidad —Eres un tonto, solo estas enamorado —explicó

A Uriel se le subieron los colores a la cara y negó con las manos. —¡Imposible! ¡Yo soy un án...

—Ahora eres un humano, y es algo normal

El mayordomo entró en shock, los ángeles, demonios y humanos eran incompatibles, bueno, tal vez sin contar a los Grigori, a la "pura" Gabriel (solo porque comió del fruto prohibido), a Camio y al mismo Lucifer. Pero él ya no pertenecía al cielo, así que...

—Solo envíale una carta —sugirió William con serenidad —si no eres correspondido, ya no tendrás de que preocuparte

Uriel admiraba la calma en la que su joven amo se tomaba las cosas, no por nada Salomón había soportado todos sus castigos. En ese caso, tal vez debía confiar en él.


Lo que comenzó como un tímido intercambio de cartas, se convirtió en pequeños momentos a solas y luego, en paseos formales. William observaba como su mayordomo mostraba una faceta nunca antes vista, y se alegró de verlo tan animado, pues había encontrado una razón más para disfrutar su vida humana. Así que, cuando paso el tiempo adecuado, él fue el primero en sugerirle en dar el siguiente paso en la relación.

—¡¿Cómo dice?! —Uriel exclamó incrédulo y sonrojándose hasta las orejas

—De esa manera ya pueden vivir juntos —dijo calmadamente William mientras bebía su té

—No estoy seguro...

—¿Acaso no te gustaría pasar tus días con ella? —cuestionó el rubio

—¡Por supuesto! —contestó el mayordomo bastante seguro —es solo que... mi misión es... servirle a usted

Twining reflexionó en esas palabras, el orgulloso Uriel aún sentía que debía pagarle por lo que hizo con Salomón, y eso le impedía llevar su vida normal. Suspiró y dejando su té en la mesa, le miró directo a los ojos.

—Administras mi casa, ese es tu único deber conmigo —le explicó el rubio tajantemente —y eso no te prohíbe hacer tu vida con quien decidas

—Joven amo...

—También mereces tener una vida normal —dijo William en tono sereno, con un semblante de madurez que impacto al ex-ángel —ya tuviste suficiente

El mayordomo sintió como sus ojos se humedecían, pasó saliva con dificultad mientras su corazón se agitaba en su pecho. Estaba agradecido y conmovido, porque él que había causado la soledad de Salomón, estaba recibiendo una oportunidad de redención. En un principio pensó que ser humano era el peor de los destinos, pero se motivo un poco al saber que estaría al lado de su joven amo, sin embargo, fue aprendiendo de los sentimientos y vivencias humanas, tanto agradables como desagradables. Y aún así, debía de aceptar que su nueva vida era incluso más interesante que ir a castigar herejes.

—Muchas gracias joven amo —Uriel se arrodilló ante William, refrendando la promesa que le hizo en su cumpleaños —Por favor, déjame permanecer a tu lado, de ahora en adelante

Twining sonrió ligeramente —Nunca lo imagine de ti, pero realmente deseo que vivas feliz como humano

—Lo intentaré —por primera vez Uriel no renegó de su nueva naturaleza


Todo fue tan rápido, que incluso William sintió tan irreal que Uriel estuviese haciendo sus votos matrimoniales. Al igual que los demás presentes, felicitó a los nuevos esposos y celebró con ellos, si bien, habían planeado una fiesta sencilla, llegaron unos invitados "imprevistos" que hicieron que la mansión Twining se llenará de bullicio.

Sytry no se apartaba de la mesa de postres, Raguel felicito una y otra vez a su antiguo superior, mientras Rafael —el único de los demás ángeles que asistió —bendijo a la pareja y se lamentó que de los 4 ángeles superiores, solo él quedará activo. También hizo acto de presencia Camio junto a una embarazada María y al inseparable John, el rey dio un hermoso regalo de bodas, mientras María logró ganarse la confianza de Esther al darle consejos. Isaac también llegó, aunque William le advirtió que no abriese la boca sobre temas de magia, especialmente del origen de aquellos invitados. Incluso Lamia se autoinvitó, con la excusa de buscar a Dantalion, aunque obviamente no lo encontró, si disfrutó de la comida.

...

Y así paso el tiempo, el mundo seguía su curso, y en el siguiente otoño, la casa Twining vivía otro acontecimiento relevante. William estaba en silencio, mientras el mayordomo caminaba ansioso en círculos para después acercarse a la puerta de la habitación y murmurar alguna oración.

—Calma —el rubio se acercó y le confortó —todo estará bien

Uriel solo asintió aún nervioso, cuando se abrió la puerta, se asomó una mujer bajita y rechoncha, se limpiaba algo de sangre de las manos, lo que asustó a ambos hombres. La mujer cambió su gesto duro en una sonrisa:

—Felicidades, es un varoncito sano

Tanto Twining como Uriel suspiraron aliviados, pero el segundo aún no procesaba la noticia, por lo que necesito un empujoncito de su amo.

—Ve —le indicó William con una sonrisa

Así que Uriel se adentro a la habitación donde Esther reposaba, se podía percibir su voz con un tono cansado aunque dulce, entonces notó aquel pequeño bulto envuelto en sabanas al lado de la mujer. Casi con sigilo se acercó a la cama, cuando Esther lo vio, le sonrió como la primera vez y le mostró orgullosa el rostro del bebe. El mayordomo experimento un nuevo sentimiento al conocer a su primogénito, estaba orgulloso, feliz, ansioso, agradecido y hasta melancólico.

Cuando tomó en sus brazos al bebe, por fin comprendió lo maravilloso de la raza humana, lo que contadísimas veces sucedió en el cielo o en el infierno, y que era visto con vergüenza y repudio, en la tierra era un milagro, el milagro de la vida. Lloró de alegría mientras se prometía cuidar del pequeño a toda costa y formarlo como una persona valiente al igual que el joven amo. Ahí fue cuando por fin su corazón encontró la paz que tanto anhelaba.

En tanto, afuera, William les gritaba a los recién llegados que guardaran silencio y compostura, aunque era él el primero en llamar la atención.

...

Cuando por fin les permitieron a los "invitados" conocer al pequeño, todos se agruparon alrededor del bebe, por lo que padre y padrino —aunque éste todavía no lo sabía— fueron desplazados hasta fuera de la habitación, por lo que no tuvieron más remedio que quedarse en el pasillo que daba a un amplio ventanal, observando como el sol se resguardaba en el horizonte.

—¿Y bien? —le cuestionó el joven de cabellos dorados, conocía lo suficiente a su mayordomo como para saber que quería decir algo

—Lo aceptaré si usted lo acepta —el ex-ángel le retó

—¿Qué debo aceptar? —cuestionó William con curiosidad

—Que se ha convertido en un excelente mago, aún cuando no creía en la magia

—No creo en la magia, solo son átomos y ciencia —mascullo orgulloso el joven

—¿Entonces toda esta travesía fue ciencia? —le preguntó el moreno

William Twining rememoró como empezó esa bizarra aventura cuando ese demonio idiota apareció ante él. Seguido de Sytry, Camio y otros tantos, incluso había bajado al mismísimo infierno y se había reunido con los reyes. Accedió a las memorias de Salomón y a su poder, conoció a Miguel y a otros ángeles, también conoció a Mathers y su habilidad con la magia. Por fin descubrió los motivos de su tío, la verdadera identidad de su mayordomo, y la meta de Lucifer, y todo eso fue por un anillo. Debía admitir que gracias a eso, había madurado, aceptando la muerte de sus queridos padres, hasta entender que el equilibrio entre las fuerzas del cielo y del infierno estaba en manos de un andrógino ángel goloso, y de un demonio enamorado cuyo hobbie era preparar pizzas.

Al menos su vida no se había estropeado ni el mundo se había destruido, solo no había conseguido la posición de alumno destacado, pero aún podía seguir con su sueño de ser primer ministro, además, ahora tenía a esos bichos raros... a esos amigos.

Sonrió ligeramente, Uriel carraspeó, sacando de sus pensamientos al rubio.

—Aún así soy un realista que llegará a convertirse en el primer ministro más joven de Inglaterra —Twining mencionó con seguridad, con la mirada firme hacia al frente —ahora es tu turno —le reclamó a su mayordomo

—P-pues... tengo que aceptarlo... —bufó y luego sonrió genuinamente —la vida de un humano normal... no es tan mala como lo pensaba... es realmente agradable

William rio divertido y satisfecho, Uriel también rio alegremente, aunque por dentro, una pequeña parte de su ser se lamentaba de haber apostado con su joven amo.


***Notas***

*Esto es un what if que me fumé mientras veía el capitulo 93, y quise escribirlo porque si, jaja. Obviamente no ocurrió, pero se me hubiese hecho irónico que Uriel acabase siendo aquello que juro destruir, digo, aquello que castigaba.

*También escribí esto porque me frustró mucho que teniendo potencial el manga, lo desaprovecharon jodidamente, así que muy pocos lo conocen.

*El demonio perro con alas es un tal Glasya Labolas.

*La sirvienta es un OC que me inventé, igual y si se quieren autoinsertar sirve. La llamé Esther porque es un nombre persa o hebreo que significa estrella, siendo Uriel el regente del sol y el sol es una estrella.

*Si, la época victoriana no era tan bonita como la pintan. Por cierto, no recuerdo si el manga maneja un año en especifico, pero viendo que pusieron al famoso Jack the Ripper me ambiente a partir del año 1889.

*Si, al chile, mi personaje favorito era Uriel, todo sádico el tipo.