Disclaimer: Nada de esto me pertenece, la saga crepúsculo es propiedad de Stephenie Meyer y la trama es del libro "Desaparición para expertos" de Holly Jackson, yo solo busco entretener y que más personas conozcan este libro.


Capítulo 31

—¿Expulsada?

Bella se hundió en el taburete de la cocina, evitando la mirada de su padre.

—Sí. —Su madre estaba de pie al otro lado de la estancia. Bella en el medio. Hablaban por encima de ella, por encima de su cabeza—. Tres días. ¿Qué va a pasar con Cambridge, Isabella?

—¿Quién era el otro chico? —preguntó su padre con la voz suave, aunque la de su madre era cada vez más robusta y cortante.

—Sam Uley.

Bella levantó la mirada para ver la cara que había puesto su padre: el labio inferior sobre el superior, los ojos arrugados, como si no le sorprendiera.

—¿Y esa mirada? —preguntó su madre.

—Nada. —Él cambió de expresión y liberó el labio—. Simplemente es que nunca me cayó demasiado bien ese chico.

—¿Y en qué ayuda eso ahora mismo, Charlie? —soltó su madre.

—Lo siento, no ayuda —dijo él intercambiando una mirada con Bella. Fue rápido, pero suficiente para que ella se sintiera menos sola en medio de aquella conversación—. ¿Por qué lo has hecho, Bella?

—No lo sé.

—¿No lo sabes? —repitió su madre—. Lo empotraste contra una taquilla con el brazo apretándole la garganta. ¿Cómo puedes no saber cómo pasa algo así? Tienes suerte de que Tori, Theo y Harry estuvieran allí para defenderte ante la señora Morgan, le dijeron que Sam te provocó, si no, te habría expulsado definitivamente.

—¿Cómo te provocó, Florecita? —preguntó su padre.

—Me llamó mentirosa —respondió—. En internet todo el mundo piensa que soy una embustera. Un jurado piensa que mentí. Mis propios amigos creen que soy una mentirosa. Así que supongo que lo soy, y Mike Newton es el bueno de la película.

—Lamento mucho lo del veredicto —dijo él—. Me imagino que habrá sido muy duro para ti.

—Sí, es horrible e injusto —coincidió su madre con el ceño fruncido—. Pero no es una excusa para tu comportamiento violento.

—No estoy poniendo excusas. Tampoco estoy pidiendo perdón —aclaró Bella contundente—. Pasó y no me arrepiento. Se lo merece.

—¿Qué estás diciendo? —se escandalizó su madre—. No es típico de ti.

—¿Y si resulta que sí lo es? —Bella se levantó del taburete—. ¿Y si resulta que es precisamente lo más típico de mí?

—Bella, no le grites a tu madre —la avisó su padre colocándose al lado de su esposa y dejándola a ella sola en el medio.

—¿Gritar? ¡¿En serio?! —dijo Bella, esta vez gritando de verdad—. ¿Eso es en lo que se fijan? Hoy ha quedado en libertad un violador en serie. Jamie lleva seis días enteros desaparecido y podría estar muerto. Pero, eh, ¡el verdadero problema es que yo estoy gritando!

—Relájate, por favor —le pidió él.

—¡No puedo! ¡No puedo relajarme! ¿Por qué debería hacerlo?


Tenía el teléfono bocabajo en el suelo. Llevaba una hora sin mirarlo, sentada debajo de su escritorio con los dedos enganchados entre los pies. Tenía la cabeza apoyada contra la pata de la mesa y escondía los ojos de la luz.

No había bajado a cenar, dijo que no tenía hambre, aunque su padre había subido y le había dicho que no tenían por qué hablar del tema delante de Jake.

Pero ella no quería participar en una falsa tregua en mitad de la discusión. Una discusión que no podía acabar porque ella no estaba arrepentida. Y eso era lo que su madre quería.

Llamaron a la puerta de casa. Reconoció la forma de llamar: largo-cortolargo. La puerta se abrió y se cerró, y escuchó los pasos, que también reconoció: los zapatos de Edward golpeando el suelo antes de quitárselas y dejarlas junto al felpudo.

Lo siguiente que escuchó fue la voz de su madre junto a las escaleras.

—Está en su cuarto. A ver si consigues que entre en razón.

Edward no la vio al entrar en la habitación. Hasta que ella dijo, en voz baja:

—Estoy aquí.

Él se agachó, doblando las rodillas hasta que su cara se encontró con la de Bella.

—¿Por qué no contestas el teléfono? —preguntó.

Bella miró su móvil, bocabajo y fuera de su alcance.

—¿Estás bien? —preguntó él.

Y lo que ella quería decir, más que nada en el mundo, era que no. Salir de debajo del escritorio y caer sobre sus brazos. Quedarse allí, en su mirada, arropada en ella y no volver a salir nunca más. Dejar que él le dijera que todo iba a acabar bien, aunque ninguno de los dos lo supiera. Quería ser la Bella que era cuando estaba con Edward, aunque solo fuese durante un rato. Pero esa Bella no estaba. Y puede que se hubiera ido para siempre.

—No —respondió ella.

—Tus padres están preocupados.

—No necesito su preocupación. —Sorbió por la nariz.

—Yo estoy preocupado, princesa —dijo él.

Ella volvió a apoyar la cabeza contra el escritorio.

—Tampoco necesito la tuya.

—¿Puedes salir de aquí abajo y hablar conmigo? —pidió amablemente—. Por favor.

—¿Sonrió? —preguntó ella—. ¿Sonrió cuando lo declararon inocente?

—No le vi la cara.

Edward le ofreció una mano a Bella para ayudarla a salir de debajo del escritorio.

Ella no la tomo, salió sola y se levantó.

—Seguro que sonrió. —Pasó un dedo por el borde de la mesa, apretando hasta que le dolió.

—¿Qué más da?

—Sí que da —dijo ella.

—Lo siento. —Edward intentó mirarla a los ojos, pero su mirada no paraba de escabullirse—. Si pudiera hacer algo para cambiarlo, lo haría, princesa. Lo que fuera. Pero ya no podemos hacer nada. Y encima te expulsan por este enfado que tienes por lo de Mike… no se merece nada de eso.

—Entonces ¿él gana?

—No…

Edward abandonó la frase a la mitad y se acercó a Bella con los brazos extendidos para darle un abrazo. Y puede que fuera porque la cara angular de Mike se le apareció en la cabeza, o porque no quería que su novio se acercara demasiado a ese murmullo que seguía dentro de ella después del grito, pero se apartó de él.

—¿Qué…? —Dejó caer los brazos, se le oscureció la mirada, cada vez más profunda—. ¿Qué haces?

—No lo sé.

—¿Qué pasa? ¿Quieres odiar al mundo entero, incluso a mí?

—A lo mejor —dijo ella.

—Belly…

—¿Qué sentido tiene? —Se le enganchó la voz a la garganta seca—. ¿Qué sentido tiene todo lo que hicimos el año pasado? Pensaba que mi objetivo era conseguir la verdad. Pero ¿a que no sabes qué? La verdad no importa. ¡No importa! Mike Newton es inocente, yo soy una mentirosa y Jamie Potter no ha desaparecido. Ahora esa es la verdad. —Se le empaparon los ojos—. ¿Y si no puedo salvarlo? ¿Y si no soy lo suficientemente buena? No valgo, Edward, yo…

—Lo encontraremos —la cortó él.

—Necesito hacerlo.

—¿Y te crees que yo no? Puede que no lo conozca tan bien como tú, pero necesito que Jamie esté bien; es un sentimiento difícil de explicar. Conocía a mi hermano, era amigo suyo y de Sid en el instituto. Es como si estuviera pasando otra vez seis años después, y ahora tengo la ocasión, por mínima que sea, de ayudar a salvar al hermano de Harry, ya que no la tuve de salvar al mío. Sé que Jamie no es Billy, pero tengo la sensación de que todo esto es como una segunda oportunidad. No estás sola en esto, deja de apartar a la gente de tu lado. Deja de apartarme a mí.

Bella se agarró al escritorio, tan fuerte que los huesos casi le atraviesan la piel.

Edward tenía que apartarse de ella por si no era capaz de controlarlo. El grito.

—Quiero estar sola.

—Vale —dijo Edward rascándose la picadura fantasma de la nuca—. Me iré. Sé que solo estás desvariando porque estás enfadada. Yo también lo estoy. No lo haces a propósito. Y lo sabes —suspiró—. Avísame cuando te acuerdes de quién soy. Y de quién eres.

Edward se acercó a la puerta, con la mano paralizada en el aire encima del pomo y la cabeza ligeramente ladeada.

—Te amo —dijo enfadado, sin mirarla.

Agarró el pomo y salió cerrando la puerta tras él.


NOTA:

Pobre Bella, no sabe como manejar su ira y ha arremetido contra Edward que es el unico que la entiende.

Yo amo como el le dice que la ama aunque esta enojado.