Disclaimer: Nada de esto me pertenece, la saga crepúsculo es propiedad de Stephenie Meyer y la trama es del libro "Desaparición para expertos" de Holly Jackson, yo solo busco entretener y que más personas conozcan este libro.


Capítulo 37

Harry los miró a los dos, con los ojos entornados, la mirada sombría, arrugando la piel pecosa de la nariz. Había ido directamente hasta allí en cuanto recibió el mensaje de Bella en el que le decía que tenía nueva información bastante importante; salió del instituto en mitad de la clase de Biología.

—¿Qué estás diciendo? —preguntó girando nervioso en la silla del escritorio.

Bella bajó un poco la voz.

—Digo que, quienquiera que sea Layla Mead en realidad, creemos que anda buscando al Niño Brunswick. Y no solo porque Jamie se lo dijera a Luke. El Niño Brunswick tenía diez años cuando se produjo el último asesinato, en marzo de 1999, y trece en septiembre de 2001, cuando comenzó el juicio. Eso quiere decir que ahora mismo tendría veintinueve o treinta recién cumplidos. Todas las personas con las que habló Layla, incluido Jamie al principio, porque mintió sobre su edad, tenían treinta años o los cumplirían pronto. Y les hacía muchas preguntas. Está intentando averiguar quién es el Niño Brunswick, estoy segura. Y, por algún motivo, piensa que esa persona está en nuestro pueblo.

—Pero ¿qué tiene todo esto que ver con Jamie? —preguntó Harry.

—Todo —aseguró Bella—. Creo que está involucrado en esto por culpa de Layla. Fue a ver a Luke Eaton, una cita que había preparado ella, y le dijo «Niño Brunswick», esperando algún tipo de reacción. Una reacción que Luke no le dio.

—¿Porque él no es el Niño Brunswick? —dijo Harry.

—No, no creo que lo sea —contestó Bella.

—Pero entonces —intervino Edward— sabemos que después de encontrarse con Luke, Jamie fue directamente a la granja abandonada y ahí ocurrió… lo que sea que ocurrió. Así que hemos estado teorizando y puede que… —Edward miró a Bella—. Puede que fuera a encontrarse con otra persona. Alguien más que Layla pensara que podría ser el Niño Brunswick. Y esta persona… sí que reaccionó.

—¿Quién? ¿Quién más estuvo ahí? —dijo Harry—. ¿Daniel Parkinson o el señor Cheney?

—No. —Bella negó con la cabeza—. O sea, sí, Layla también habló con ellos dos. Pero uno es policía y el otro, profesor. El Niño Brunswick no podría ser ninguna de esas dos cosas, y creo que Layla lo averiguó cuando habló con ellos. En cuanto Ben Cheney le dijo que era profesor, ella dejó de hablar con él, lo eliminó. Es otra persona.

—Entonces ¿qué significa todo esto?

—Creo que significa que si encontramos al Niño Brunswick —Bella se colocó el pelo detrás de las orejas—, encontraremos a Jamie.

—Esto es una locura. ¿Cómo narices vamos a hacer eso? —dijo Harry.

—Investigando —respondió Bella arrastrando su ordenador por encima de la cama hasta sus piernas—. Averiguando todo lo que podamos sobre el Niño Brunswick. Y por qué Layla Mead cree que está aquí.

—Cosa que no es nada fácil con una medida cautelar que prohíbe que se publique nada sobre él —apuntó Edward.

Ellos ya habían empezado a investigar y estaban leyendo la primera página de resultados de la búsqueda, apuntando cualquier detalle que pudieran encontrar, que, de momento, no iba más allá de su rango de edad. Bella imprimió la fotografía de la ficha policial de Scott Brunswick, pero no se le parecía a nadie que ella conociera. Tenía la piel pálida, barba de varios días, pecas, ojos marrones y pelo castaño: era un hombre. No había ni rastro del monstruo que había sido en realidad.

Bella volvió a su búsqueda y Edward, a la suya, Harry se les unió usando su teléfono. Pasaron otros diez minutos hasta que uno de ellos volvió a hablar.

—He encontrado algo —dijo Edward—. Entre los comentarios anónimos de uno de estos artículos viejos. Rumores sin confirmar de que en diciembre de 2009, el Niño Brunswick vivía en Devon y le reveló su identidad real a una amiga anónima. Ella se lo dijo a varias personas y él tuvo que mudarse a la otra punta del país y recibir otra identidad nueva. Hay mucha gente que se queja de que es malgastar el dinero de sus impuestos.

—Apúntalo —dijo Bella leyendo otro artículo que era básicamente la misma información, pero con distintas palabras.

Fue ella la siguiente en encontrar algo interesante y leyó de la pantalla:

—«En diciembre de 2014 se dictó una sentencia de nueve meses de prisión contra un hombre de Liverpool que admitió desacato judicial al publicar fotos de quien afirmaba que era el Niño Brunswick de adulto». —Respiró—. «La afirmación resultó ser falsa y el fiscal general expresó su preocupación, aclarando que la orden en vigor no era solamente para proteger al Niño Brunswick, sino también para proteger a los civiles que pueden haber sido identificados erróneamente como él y, como consecuencia, puestos en peligro».

Poco después, Edward se levantó de la cama y beso la mejilla de Bella antes de bajar a preparar unos sándwiches.

—¿Alguna novedad? —preguntó a la vuelta ofreciéndole un plato a Bella y otro a Harry. A su propio sándwich le faltaban ya dos bocados.

—Harry ha encontrado algo —dijo Bella examinando otra página de resultados tras buscar «Niño Brunswick Little Kilton». Las primeras páginas de resultados fueron de artículos sobre ella del año pasado: «La niña detective de Little Kilton que resolvió el caso de Sid Prescott».

—Sí —dijo Harry parando de masticar para hablar—. En un Subreddit de un pódcast sobre el caso, en los comentarios, alguien dice que ha oído rumores de que el Niño Brunswick vive en Dartford. Se publicó hace varios años.

—¿Dartford? —dijo Edward volviendo a colocarse detrás de su ordenador—. Estaba justo leyendo un artículo sobre un hombre de allí que se suicidó después de que un montón de gente en internet publicara rumores sobre que él era el Niño Brunswick.

—Ah, pues entonces seguramente los rumores hablaran de él —dijo Bella escribiendo eso en sus notas y volviendo a su búsqueda.

Ya iba por la página nueve de los resultados de Google, e hizo clic en el tercer enlace empezando desde arriba, una publicación de 4Chan en la que un OP resumió brevemente el caso y terminó con la frase: «El Niño Brunswick está ahí fuera, puede que se lo hayan cruzado y no lo sepan nunca».

Los comentarios eran variopintos. La mayoría contenía amenazas violentas sobre lo que le harían si lo encontraran. Algunas personas publicaron enlaces a artículos que ya habían leído. Una dijo en una respuesta a una amenaza de muerte concreta: «Solo era un niño cuando ocurrieron los asesinatos, su padre lo obligó a ayudarlo». A lo que otra había respondido: «Aun así, deberían encerrarlo de por vida, seguramente sea igual de cruel que su padre, la semilla del mal… va en la sangre».

Bella estaba a punto de pasar a su oscura esquina particular de internet cuando un comentario casi al final de la página llamó su atención. De hace cuatro meses:

Anónimo Sáb 29 dic 11.26.53

Sé dónde está el Niño Brunswick. Está en Little Kliton. Ya

saben, ese pueblo del que tanto se ha hablado últimamente en las

noticias, donde una chica resolvió el caso de Sid Prescott.

A Bella se aceleró el corazón nada más leerlo, haciendo eco en su pecho conforme sus ojos volvían a repasar la referencia que hacían de ella. La errata en Little Kilton: por eso no había aparecido antes en los resultados.

Bajó para leer más comentarios del hilo.

Anónimo Sáb 29 dic 11.32.21

¿De dónde sacas eso?

Anónimo Sáb 29 dic 11.37.35

El primo de mi colega está en la cárcel, en Grendon. Por lo

visto su nuevo compañero de celda es de ese pueblo y dice que

sabe quién es el Niño Brunswick. Le contó que había sido su

amigo y que le reveló su secreto hace un par de años.

Anónimo Sáb 29 dic 11.39.43

¿En serio? :)

A Bella le costaba respirar, el aire apenas le llegaba hasta la garganta. Se pusotensa y Edward lo notó, mirándola con sus ojos verdes. Harry empezó a hablar desde el otro lado de la habitación y Bella lo hizo callar para que le dejara pensar.

La cárcel de Grendon.

Bella conocía a alguien allí. Era donde habían enviado a Howie Bowers tras declararse culpable de tráfico de drogas. Empezó la condena a principios de diciembre. Este comentario tenía que hablar de él sí o sí.

Lo que quería decir que Howie Bowers sabía quién era el Niño Brunswick. Y eso significaba… Un momento… Se le paralizó la mente, empezó a despegar los meses, a diseminarlos en busca de un recuerdo escondido.

Cerró los ojos. Concentrada.

Y lo encontró.

—Mierda.

Dejó que el ordenador se le deslizara de las piernas mientras se levantaba, se dirigía hacia el escritorio para coger su teléfono, que estaba encima.

—¿Qué? —preguntó Harry.

—Mierda, mierda, mierda —murmuró mientras desbloqueaba su móvil y revisaba las fotos.

Deslizó el dedo hacia abajo para pasar hacia atrás. Más atrás. Abril, mayo, el cumpleaños de Jake, los cortes de pelo para los que Tori necesitaba consejo, y más atrás, hasta enero y la fiesta de Nochevieja de los Potter, y Navidad y La ciudad de invierno con sus amigas, y su primera cena con Edward, y noviembre y las capturas de pantalla de los primeros artículos sobre ella, y las fotos de cuando estuvo tres días ingresada en el hospital, y las fotos que había hecho de la agenda de Sid Prescott cuando ella y Edward se habían colado en casa de los Prescott y, anda, no se había dado cuenta del dibujito con el nombre de Jamie rodeado de estrellas. Más atrás. Y se detuvo.

El 4 de octubre. La colección de fotos que había utilizado para chantajear a Howie Bowers para que hablara con ella el año pasado. Las que él le obligó a borrar pero que recuperó después, por si acaso. Un Robin Caine más joven que le daba dinero a Howie a cambio de una bolsa de papel. Pero no era eso. Eran las fotos que había hecho justo unos minutos antes de eso.

Howie Bowers de pie contra la valla. Alguien aparece de entre las sombras y se reúne con él. Ese alguien le entrega un sobre con dinero, pero no se lleva nada. Con un abrigo beige y el pelo castaño más corto que ahora. Las mejillas sonrojadas.

Stanley Forbes.

Y aunque las figuras en las fotos no se movían, tenían las bocas abiertas y Bella casi podía recordar la conversación que había escuchado hacía siete meses.

«Esta es la última vez, ¿te queda claro? —había mascullado Stanley—. No puedes seguir pidiéndome más. No tengo».

La respuesta de Howie había sido casi demasiado baja como para poder oírla, pero juraría que había dicho algo como: «Pero si no me pagas, lo contaré».

Stanley lo había mirado y le había respondido: «No creo que te atrevas».

Bella había guardado aquel momento. Stanley con desesperación y rabia en los ojos, mirando fijamente a Howie.

Y ahora sabía por qué

Edward y Harry la contemplaban en silencio cuando ella levantó la mirada.

—¿Y? —preguntó Edward.

—Sé quién es el Niño Brunswick —afirmó—. Es Stanley Forbes.