Como ya saben nada de esto nos pertenece, la dueña de estos personajes es Stephenie Meyer, la autora de esta hermosa historia es la autora FyreByrd y la traducción es de AlePattz, Sullyfunes01 es nuestra prelectora.
Thank you Fyrebyrd for allowing us to share this beautiful story in Spanish.
[Traducido por EriCastelo en apoyo a AlePattz]
Capítulo 42: Zona de remolque
Recuerda, los días en negrita al principio de cada capítulo son días desde que ExB se reunieron, y los días en cursiva son días desde el trasplante.
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Día 160
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BPOV
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Día 75
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Hace dos semanas que he vuelto al trabajo a tiempo parcial y las cosas empiezan a volver a la normalidad. Claro, siempre estoy vigilando, esperando, a que aparezca algo malo con Jake, pero hasta ahora, lo está haciendo muy bien. Sus recuentos aumentan con cada visita a Carlisle y ya casi ni necesita la segunda siesta.
Mi bebé se va a poner bien.
Ese solo pensamiento es suficiente para llenarme el corazón, pero también tengo otras cosas por las que estar agradecida. Deslizo la mano hacia abajo para acariciarme el vientre aún plano y suspiro de satisfacción. Edward y yo hemos creado una vida. Una vida desde el amor que compartimos, no en un intento de salvar a nuestro hijo.
En aquel momento, no pensé en nada más que en Jacob y en lo que necesitaba para vivir. Por supuesto, me habría encantado cualquier bebé que hubiéramos hecho, pero saber que esta vida que ahora cultivo proviene completamente del amor, significa más de lo que puedo expresar. Estoy agradecida de que las cosas salieran así y sólo puedo describir mis pensamientos de entonces como desesperados.
Cualquier intento que pudiera hacer estaba sobre la mesa, en discusión, porque, como madre, haría lo que fuera necesario. Ahora ya lo he dejado atrás. Mi mente se ha asentado y me doy cuenta de que puede que no fuera la elección más sabia, pero al final, todo salió como tenía que salir.
Somos una familia.
"Bella", dice Tanya por el interfono, sacándome de mis pensamientos.
"Sí", respondo.
"Tengo a Mike Newton en la línea dos", me responde y puedo imaginarme su ceño fruncido.
"Gracias, Tanya". Me río ligeramente.
Me tomo un minuto para recordar la última vez que Mike y yo hablamos. Las emociones que me recorren van desde la tristeza al principio, cuando los ojos me arden automáticamente, hasta el día de hoy.
Y termino completamente satisfecha.
Ansioso por volver a hablar con él y oír hablar de su aventura, descuelgo el auricular. "Mike, me alegro de volver a saber de ti".
"Bella", dice, su voz casi suena aliviada. "Gracias a Dios que pude ponerme en contacto contigo".
"Mike, ¿qué pasa? ¿Por qué suenas tan alterado?". Pregunto, ya tensa por la idea de que le haya pasado algo horrible.
"Bella, ¿por qué me preguntas eso a mí?", pregunta incrédulo. "Anoche regresé y me encontré con al menos diez mensajes de mamá en el contestador. Cada uno es progresivamente peor que el anterior".
Me inclino hacia delante, apoyando los codos en mi escritorio. "¿La señora Newton? ¿Ha ocurrido algo? ¿Ella está bien?"
"¿Qué? No, no, Bella. Eran sobre ti", dice, un poco más excitado de lo necesario.
Me reclino en la silla y me relajo. "Ah, de acuerdo. Bueno, han pasado muchas cosas mientras estuviste fuera, pero resulta que todo vuelve a estar perfecto. Así que cálmate y tómate un tiempo para asimilarlo. Todo está perfectamente bien con Jacob y conmigo en este momento".
"¿Así que todo lo que dijo no era verdad?", pregunta confundido.
"Yo no he dicho que las cosas no fueran verdad, además no tengo ni idea de qué has oído, pero lo que te puedo decir es que si has oído la verdad, que ya es bastante mala, ahora todo está bien. Jacob está bien en el camino de la curación, y bueno, estoy casada con su padre", le explico lo más destacado de los últimos seis meses.
"¿Bella? A Jacob lo cambiaron al nacer. ¿No es el bebé del que estabas embarazada?". Por ahora se centra en este aspecto.
Asiento con la cabeza, aunque él no puede verme. "Sí, Mike. Jake no es el hijo que esperaba. En realidad, ahora tengo dos hijos. Seth; así se llama mi otro hijo".
"No, Bella, no. No lo entiendes", dice casi frenéticamente. "Necesito verte. Tenemos que hablar en persona en cuanto estés disponible".
"¿Me estoy perdiendo de algo, Mike?". Le pregunto sin entender su insistencia.
Suspira profundamente en la línea. "No lo sé con seguridad, pero tengo algo que decirte. Puede que no sea nada, pero también podría ser enorme. Por favor, ¿cuándo puedo verte?"
Enrosco el cable del teléfono en mis dedos mientras considero su petición. Mi vida es algo completamente diferente a lo que era cuando él se fue. Por supuesto, nunca lo sacaría de la vida de Jake mientras quiera seguir formando parte de ella, pero no puedo evitar pensar en Edward ahora mismo y en cómo se sentiría.
Eso me hace soltar una leve risita.
El pendejo celoso de mi esposo podría hacer acto de presencia. Y ese pensamiento me hace apretar los muslos, pero no tengo tiempo para entrar en eso ahora mismo.
Me aclaro la garganta. "Claro, Mike. Podemos quedar pronto".
"No", insiste. "Lo digo en serio, no pronto, Bella. Necesito hablar contigo lo antes posible".
Su tono me hace reflexionar. ¿Qué podría decir Mike Newton, que ha estado fuera del país durante los últimos seis meses, para sonar tan desesperado? "De acuerdo, Mike. ¿Cuándo quieres que nos veamos?" Pregunto, cediendo a su constante insistencia.
"¿Te parece bien cenar esta noche?", pregunta rápidamente.
Levanto las cejas. "Um, bueno, probablemente sea demasiado tarde para quedar en ir a cenar, pero podríamos almorzar mañana. Solo trabajo los lunes, miércoles y jueves".
Respira hondo. "Bien, de acuerdo, almorcemos mañana. Puedo trabajar con eso".
"No sé qué te pasa, pero ahora me tienes muy curiosa", le digo. "¿Estás seguro de que todo va bien?".
"Yo... sinceramente no lo sé. Supongo que lo sabremos mañana". Su tono es pensativo, como si llevara el peso del mundo sobre sus hombros.
"Te das cuenta de que mi esposo, Edward, probablemente se unirá a nosotros. ¿Te parece bien?", le pregunto cuando en realidad solo le estoy avisando.
"Sí... um, claro. ¿Y es el padre biológico de Jake?", pregunta, y luego continúa muy rápido en tono de broma. "Me voy del país una temporadita y mira lo que me encuentro al volver. Estás casada y tienes dos hijos en vez de uno".
Mi mano baja automáticamente para acariciar mi barriguita de diez semanas. Si él supiera. Pero ahora no es el momento, y nuestras familias aún no lo saben. "Sí, todo fue como un tornado, con tantas emociones que sería difícil expresarlas, pero donde estoy ahora", suelto un ridículo suspiro muy femenino, "es donde siempre debí estar. No me arrepentiría de nada, ni siquiera del sufrimiento de mi hijo. Sin él, nunca habríamos sabido de Seth... ni de Edward".
"Vaya", dice Mike. "Hablas como si fuera un cuento de hadas y no lo más duro a lo que podrías enfrentarte como madre".
Me lo pienso un momento antes de responder. "En este momento, ahora mismo, sí parece un cuento de hadas. No me malinterpretes, no ha sido un camino fácil, sobre todo para Jake, pero estaba enfermo tanto si nos enterábamos del cambio como si no. Ahora él y yo tenemos mucho más de lo que teníamos al principio y él está bien, o lo más cerca que ha estado desde que empezó la pesadilla. Así que sí, donde estamos ahora es el cuento de hadas. No podríamos haber soñado con un resultado mejor".
"Estoy deseando conocer a tu príncipe azul entonces", dice y puedo oír la sonrisa en su voz, pero también está teñida de un toque de melancolía.
"Gracias", le digo sinceramente. "Tendrás que ponerme al corriente de tu trabajo. Estoy deseando que me cuentes todo sobre África".
"Sí, claro. Si quieres oírlo, puedo hacerlo", responde nervioso.
Mis labios se fruncen ante sus palabras, pero decido ignorarlo y preocuparme por lo que necesita desahogarse cuando lo vea. "Ok, me parece perfecto. ¿Dónde te gustaría quedar?".
"¿Es posible que vaya a tu casa?", pregunta tímidamente.
"Claro, Mike. No debería ser un problema y estoy segura de que a Jake le encantaría volver a verte. Ah, y puedes conocer a Seth", le digo, intentando sonar emocionada.
"Ah, no creo que sea buena idea. No para esta reunión. ¿Podrías... podrías hacer que Renee los vigile un rato?", pregunta y ahora me estoy poniendo ansiosa.
"Estoy segura de que no habrá problema, pero Mike, me estás preocupando", le digo con toda la intención. Hay algo que necesita decir y sea lo que sea, le está suponiendo una carga.
"Lo sé y lo siento, pero necesito decírtelo cara a cara. Y quizá no signifique nada, pero podría significarlo todo", me dice misteriosamente.
"Bien, entonces nos vemos mañana, al mediodía. En mi casa", le confirmo los detalles.
"Por mí, perfecto. Nos vemos mañana, Bella". Se hace el silencio y no puedo evitar que se me forme una bola de terror en el estómago.
Mientras hago mi trabajo para el resto del día, mi mente vuelve a tropezar con la conversación entre Mike y yo. No puedo ni imaginar qué podría decirme para que esté tan nervioso e inseguro, para que le preocupe tanto mi reacción.
Decidiendo que pronto lo sabré, hago todo lo posible por apartarlo de mi mente y centrarme en mi trabajo.
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Cuando entro a mi casa, lo primero que oigo es el repiqueteo de unos pies que vienen corriendo de la cocina.
"Mamá", llama Seth. "Estás en casa". Corre a mis brazos abiertos y recibo sus besos de bienvenida.
"Estábamos ayudando a papá a preparar la tena", dice Jake tomando su turno justo después de que suelto a Seth.
Le doy besos por todas las mejillas. "Mmm, huele bien. ¿Qué prepararon?" le pregunto siguiéndole la corriente.
"Papá ha hecho pollo frito y Seth y yo hemos preparado la ensalada", responde, cogiéndome de la mano para llevarme a la cocina, donde Edward está junto a los fogones.
"Hola, nena", me dice sonriendo. "¿Por qué no vas a cambiarte y pongo esto en la mesa cuando vuelvas?"
Me acerco y le rodeo el cuello con los brazos. "Me parece bien. Le doy un beso en los labios y le dejo allí de pie, mirándome retirarme con un contoneo extra en las caderas.
Subo deprisa las escaleras para ponerme ropa cómoda y recogerme el pelo. Cuando vuelvo a la cocina, Edward y los chicos ya están sentados esperándome. Tenemos otra maravillosa cena familiar seguida de una película antes de subirlos y meterlos en la bañera y luego en la pijama.
Cuando salimos del baño, Edward está apoyado en la pared, con un libro en la mano, agitándolo en el aire. "¿Están listos para ir a la cama?", pregunta.
Seth levanta los puños. "Oh, sí".
Jake tira de mi mano para que me incline. "Buenas noches, mamá, te amo", dice y me da besos. Lo agarro y lo abrazo fuerte porque sí.
"Buenas noches, cariño. Nos vemos por la mañana", le digo y me giro hacia Seth. "¿Se te olvida algo?" le pregunto señalándome la mejilla.
"De ninguna manera", dice él, acercándose y dándome un pequeño abrazo y un beso.
"Buenas noches, cariño", digo inclinándome hacia atrás. "Los amo a los dos".
Se marchan por el pasillo pidiendo a papá que se dé prisa.
Suelto una risita ante su emoción y me vuelvo hacia mi sexy y sonriente marido. Es como un cartel publicitario del padre perfecto, inclinado con un libro infantil en la mano.
No sabe que voy a convertir esa sonrisa en una mueca antes de que acabe la noche. Me acerco. "Voy a ducharme y te espero", le digo con voz seductora.
Sus cejas se levantan. "¿Sí?"
Sonrío. "Sí, tenemos que hablar".
Esas cejas que estaban altas en su cabeza ahora se arrugan juntas. "¿Hablar?
Suspiro y le pongo la mano en el pecho. "Hoy he tenido una llamada interesante y mañana tenemos planes para almorzar. Ve a leerle a los niños y te pondré al día después". Le doy un ligero beso en los labios y lo dejo en el pasillo.
Una vez duchada y metida en la cama, tomo un libro para esperar a Edward. No tarda más que unos minutos en entrar en la habitación. "¿Tan rápido se durmieron los niños?" pregunto.
"Oh, sí, hoy solo han dormido una siesta", contesta ya tirando la camiseta al suelo.
Una sonrisa ilumina mi cara. "¿Sí? Jake no parecía muy cansado esta noche. Es una noticia increíble".
"Lo es. Ahora no sé si será todos los días, pero sin duda es un comienzo". Deja los vaqueros en el suelo y se arrastra a mi lado en la cama.
"Un comienzo increíble", le digo. "No esperaba que fuera tan pronto".
"Tomaremos las cosas como vayan llegando", dice Edward y deposita un suave beso en mis labios. Por supuesto, en un santiamén ese suave beso se vuelve acalorado. El zumbido se apodera de mí y empieza a extenderse.
Casi lo permito, hasta que recuerdo que tenemos que hablar. Apoyo las manos en su pecho y me separo. "Cariño, tenemos que hablar y no estoy segura de cómo te sentirás con lo que tengo que decirte".
"Bueno", dice y se ajusta la polla. Mis ojos siguen sus movimientos y casi descarrilan mis pensamientos, pero hay que hacerlo. Cuando vuelvo a mirarle a los ojos, sonríe. "Habla".
Me siento delante de él, al estilo indio. "Mike me llamó hoy". Me mira sin comprender. "Mi exprometido, Mike".
Sus ojos se abren de par en par. "Entiendo."
Suspiro y me centro en las manos que tengo sobre el regazo. "Ha vuelto de África y pensé que me había llamado para reconectar, pero parece que tiene algo que quiere decirme". Vuelvo a mirar a Edward a los ojos. "No estoy segura de qué se trata, pero parecía nervioso y ansioso. Así que he quedado con él para almorzar mañana".
"Ya veo." Edward traga saliva y veo cómo se le mueve la manzana de Adán. "Así que vas a almorzar con tu exprometido". Sus ojos son ilegibles, pero su mandíbula está tensa.
Pongo los ojos en blanco y me acerco a él, tocándole las rodillas. "No, tonto. Mi exprometido viene mañana a almorzar".
"Perdona", balbucea. "¿Lo invitaste a comer aquí?"
Me siento sobre las rodillas y me arrastro aún más, poniendo la mano sobre su pecho desnudo. "Por supuesto. Sabía que querrías conocerlo". Sonrío. "Y, además, sea lo que sea, quiere hablar en privado. Incluso me pidió que le dijera a mi madre que cuidara a los niños".
Edward toma mi mano y la sostiene entre las suyas. "¿Qué crees que quiere?", pregunta, con la preocupación delineando sus rasgos.
"No lo sé. Fue muy vago, pero también enfático en que tenía algo que decir". Suspiro. "Supongo que lo sabremos mañana. Um, si... si no quieres cocinar para él, siempre podemos pedir algo", ofrezco, sabiendo que echar a mi ex sobre Edward no es lo más agradable que podría hacer, aunque cuando María apareció la situación se invirtió diez veces para mí.
"Cariño". Me acuna la mejilla y me acerca la cara. "Nunca trataría así a ningún invitado tuyo, aunque sea tu jodido exprometido", dice con la mueca de desprecio que imaginé antes.
Tengo que reírme porque es demasiado tierno. "Sabes que solo es un amigo, ¿verdad? Terminamos antes de que Jake fuera concebido".
"Lo sé, cariño. Todavía no sé cómo me voy a sentir conociendo a un hombre con el que casi te casas", responde.
Le subo las manos por el pelo alborotado y atraigo sus labios hacia los míos para besarle acaloradamente. Después de atacarle la boca con mi lengua, me separo de él. "Soy tuya, cariño. Solo tuya. Siempre he sido tuya. Recuérdalo".
Se inclina tanto que siento su aliento recorrerme la cara. "Creo que necesito que me lo recuerdes más". Sus labios descienden sobre los míos y le recuerdo a quién pertenezco durante las siguientes dos horas.
Día 76
El sonido del timbre hace que seque mis palmas sudorosas contra el pantalón. No sé qué tiene que decir Mike, pero la inquietud se ha instalado en mis entrañas.
Edward se levanta y nos guía hasta la puerta. Respiro hondo y la abro de un tirón para recibir a un Mike muy distinto al que vi la última vez. No me malinterpretes, es una buena diferencia, excepto por la palidez de su piel y su frente sudorosa.
"Mike, ¿estás bien? Entra y siéntate. ¿Necesitas algo de beber?" Soy un desastre intentando meterlo en casa.
Por suerte, mi increíble marido interviene y se hace cargo, guiándome hasta el sillón reclinable y dirigiéndose a Mike. "Por favor, siéntate. ¿Qué quieres tomar?"
"Uh, tomaré lo que sea", pronuncia Mike.
Edward se vuelve hacia mí con una ceja levantada y yo me encojo de hombros. "Te lo dije", dicen mis ojos.
"¿Te parece bien una limonada, nena?", pregunta.
"Sí, por favor". Le dedico una sonrisa de agradecimiento y vuelvo a centrarme en Mike mientras Edward va a la cocina.
Me aclaro la garganta. "Ese era Edward, mi esposo".
Mike asiente. "Sí, me lo imaginaba". Luego me mira directamente y veo la angustia en sus ojos. Lo que tenga que decir le está pesando. "Mira, Bella, sé que dijimos que almorzaríamos y aquí huele muy bien, pero quiero", se detiene y sacude la cabeza, "no, necesito sacar esto".
Me incorporo y le presto toda mi atención justo cuando Edward vuelve con nuestras bebidas. Me da la mía y se vuelve hacia Mike. "Aquí tienes, amigo". Después de tomársela, Edward le tiende la mano. "Por cierto, soy Edward Masen y entiendo que eres Mike y tienes algo que decirnos".
Mike le da la mano, pero se niega a mirarlo a los ojos. "Sí, así es. ¿Podrías sentarte con nosotros, por favor?"
Edward se acerca y toma su lugar en el brazo de mi silla. Con la atención de ambos puesta en Mike, empieza a hablar. "Bella, ¿recuerdas cuando estabas embarazada de Jake y yo salía con aquella enfermera del hospital? ¿Jessica?"
Haciendo memoria, intento identificar exactamente a qué enfermera se refiere. Mike entró en una espiral después de separarnos y salió con varias enfermeras, pero creo recordar vagamente a una que se llamaba Jessica. "Creo que sí. No estoy completamente segura porque saliste con varias enfermeras".
"Sí, pero Jessica fue con la que salí unos meses mientras estabas embarazada", me explica, observando atentamente mi expresión.
Me esfuerzo mucho por identificar a la tal Jessica, pero no me llega nada... oh, espera. "¿Te refieres a la que me paró en un pasillo aquel día después del análisis de sangre y me dijo que ni siquiera el bebé te traería de vuelta a mí?"
Mike baja la cabeza, con la barbilla sobre el pecho, pero aún puedo ver cómo se balancea. "Sí, ella".
No sé qué esperaba que me confesara, pero nunca pensé en volver con una enfermera con la que había salido. Supuse que tendría problemas con lo rápido que ha cambiado mi vida o alguna preocupación por Jake.
"¿Qué pasa con ella?" Edward habla, rompiendo el silencio. Observo el aspecto de mi marido y me doy cuenta de que su cuerpo está rígido, con los brazos cruzados sobre el pecho.
Los ojos atormentados de Mike vuelven a mirar hacia nosotros. "Verán, cuando salía con ella, bueno, ella..." Se interrumpe incapaz de continuar.
Espero pacientemente a que se recomponga, pero mi marido no lo hace. "¿Ella qué?", exige con la mandíbula apretada, inclinándose hacia delante para dejar claro su punto.
Pongo la mano en el brazo de Edward, con la intención de que se calme, pero a estas alturas es inútil. Es como una goma elástica, estirada hasta el límite.
"Creía que el bebé de Bella era mío", escupe Mike, haciendo que mi cabeza vuelva en su dirección.
"¿Qué?" pregunto jadeante.
Se pone de rodillas y se arrastra, deteniéndose a mis pies. "Bella, por favor, entiende que no tenía idea". Casi está llorando, la angustia en su voz es mucha.
Edward se inclina hacia delante, poniendo la cara justo encima de la de Mike. "¿Qué tipo de enfermera era?", pregunta, escupiendo las palabras.
No entiendo muy bien adónde va esto, pero parece que mi marido tiene una pista y está pálido.
Finalmente, Mike dice: "De obstetricia". Tiene los ojos bajos y habla en voz baja, pero lo oigo.
Se me revuelve el estómago.
Se me acelera la sangre.
La mente me da vueltas.
Abro la boca, pero no sale ninguna palabra.
La mano de Edward empieza a recorrer circuitos por mi espalda y su voz me tranquiliza al oído. "Tranquila, nena. Tenemos que oírlo. ¿Estás bien?"
No puedo hablar, pero asiento con la cabeza.
Los ojos duros de Edward se vuelven hacia Mike, que sigue colocado a mis pies. "Escúpelo". Es una exigencia fría y dura, y Mike no tiene más remedio que obedecer.
Mike me agarra las manos y las aprieta entre las suyas. "Bella, te juro que no tenía ni idea. Escúchame, por favor".
Le hago un leve gesto con la cabeza mientras apenas puedo moverme por miedo a perder el desayuno.
Respira hondo y lo cuenta todo, mirando al suelo todo el rato. "Jessica creía que Jake era mío, y aunque yo sabía que no era cierto, nunca la corregí. Lo hacía un poco... más divertido. Estaba celosa y nos peleábamos y nos reconciliábamos... bueno, era caliente". Se encoge de hombros, con los ojos fijos en el suelo. "Pero luego, cuando nació Jake", levanta la vista con lágrimas corriendo por sus mejillas, "pensé que se había vuelto loca. No paraba de decirme que el bebé no era mío y que debía hacerme una prueba de ADN. Insistió tanto que al final rompí con ella. Yo sabía que no era mío. Me pareció divertido mientras duró".
Edward se levanta y empieza a caminar. Sus movimientos son rápidos y bruscos. Se lleva las manos al pelo y tiene los ojos desorbitados. Se detiene y vuelve a mirarnos. "¿Estás diciendo que una enfermera, que trabajaba en obstetricia cuando nació Jake, no paraba de insistir en que tú - quien le permitía creer que eras el padre- no eras, de hecho, el padre?"
Mike inclina la cabeza sobre mis rodillas y sus hombros tiemblan con sus sollozos. "Yo no sabía", grita entre sollozos. "Yo no sabía".
Observo la escena que se desarrolla ante mí, completamente entumecida. No reacciono a las súplicas de Mike, no reacciono a la ira de mi marido, simplemente... no reacciono.
Hasta que Edward pierde el control y se acerca, cogiendo a Mike por el cuello, con los pies colgando del suelo. "Lamentable saco de mierda. Debería darte una paliza ahora mismo". La saliva vuela de su boca con la cara de Mike a escasos centímetros. "¿Cómo mierda has dejado que pasara esto?" Lo sacude y Mike solo se estremece en su agarre.
Las lágrimas salen de Mike más rápido ahora y se agarra a los brazos de Edward en una súplica. "Yo no sabía", repite una y otra vez.
Por fin recupero el sentido y me levanto de un salto, agarrando a Edward por el brazo. "Cariño", le digo bruscamente.
Sus ojos, pegados a Mike, se mueven lentamente en mi dirección. Mis manos se abren camino hasta donde él está empuñando la camisa de Mike y, mientras atrapo sus ojos con los míos, le agarro las manos intentando aflojar su agarre.
Sus cejas se fruncen ante mis acciones. Le suelto y me muevo hasta que puedo sujetarle la cara con las dos manos. "Escúchame", le digo con firmeza. "Tienes que detenerte. Esto no es culpa de Mike".
"Y una mierda", escupe Edward.
Le sujeto la cara con más fuerza. "No. No lo es. Es culpa de Jessica, quizá, pero aun así... ¿no lo ves? No existiría un nosotros, ni Jake y Seth como hermanos, ni todos nosotros como una familia, nada de esto existiría si no fuera por ese intercambio".
Su agarre se afloja y Mike se desploma, apenas capaz de mantenerse en pie, pero no puedo concentrarme en eso en este momento. Tengo los ojos clavados en Edward. "Tú estarías en Chicago con Jake y yo en Seattle con Seth y eso sería todo. Nunca nos habríamos conocido, ellos nunca se habrían conocido. Este cambio fue nuestro milagro. Nos dio el cuento de hadas y no puedo desear que no hubiera sucedido".
Mis propias lágrimas se escapan y los ojos de Edward empiezan a llenarse de humedad. Con una leve inclinación de cabeza, da su aceptación y tira de mí hacia él. "Te amo, nena. Nunca lo desearía. Tú y Jake han hecho que nuestras vidas estén completas".
"Exactamente", estoy de acuerdo. "Ahora bien, sigo queriendo que se castigue a la culpable porque es una idiota psicótica, pero no puedo culpar a Mike". Lo veo en el sofá con la cabeza entre las manos y ante mis palabras, se levanta para encontrarse con mis ojos. "Es imposible que supieras lo psicótica que era, así que no puedo culparte, pero necesitaremos que des una declaración".
Asiente y se levanta, caminando hacia nosotros. "Lo siento, tanto, mucho, lo siento".
Edward se aclara la garganta y para mi sorpresa habla. "No, yo lo siento. Perdí mi autocontrol por un momento". Le tiende la mano. "¿Sin rencores?"
Mike se desploma aliviado y por fin deja que el miedo desaparezca de sus ojos. "Gracias", dice, cogiendo la mano de Edward.
Después de darse la mano, llevo a Mike de vuelta al sofá mientras Edward llama a mi padre. Cuando termina, se acerca a nosotros.
"El detective que lleva el caso está de camino".
Dejo que una pequeña sonrisa asome por la comisura de mis labios y me centro en Mike. "Entonces, ¿quieres contarme sobre África mientras esperamos?"
Sus ojos se abren de par en par, pero luego sus labios se curvan. "Um... claro", dice todavía dubitativo, pero entonces su sonrisa se vuelve más genuina al comprender. "Gracias, Bella".
