REY DE LOS DEMONIOS
¡Hola! Aquí un nuevo capítulo.
Un poco más de historia no está de más y más aún si ayuda al InuKag a decidirse de una vez.
La semana que viene estará muy cargada para mí :C , pero de todas formas trataré de actualizar el domingo sin falta :)
¡Gracias por leer!
¡Y disfruten de esta nueva actualización! :D
Atte. XideVill
Disclaimer: Los personajes de esta historia son de Rumiko Takahashi.
CAPÍTULO 15.
KAGOME
Me separé bruscamente de su agarre.
–¡¿Acaso se ha vuelto loco?! – dije tratando de recuperar el aliento.
–¡Sí! – confesó – Me he vuelto loco pensando en todo lo que Koga te podría hacer.
–¿Seguirá con eso Majestad? – Pasé de él, empujándolo en el proceso – Si sólo se quedó para seguir desconfiando de mí entonces será mejor…
–No es eso – Me tomó de la muñeca – ¿Es que aún no lo entiendes Kagome?
Nuestras miradas se congelaron en el preciso momento en el que se encontraron.
–Tengo tanto miedo de perderte que incluso sería capaz de matar a ese idiota y a toda su sangre de asesinos.
–Pero no lo haría – aclaré.
Inuyasha pareció analizarlo, pero luego negó.
–Lo haría – sentenció – Claro que lo haría si hubieran hecho contigo lo mismo que le hicieron a mi madre.
–Koga… él no… – balbuceé – No creo que el joven Koga sea igual que su difunto padre.
–¿Es enserio? ¿Lo estás defendiendo?
–Solo digo lo que veo, en todo este tiempo que estuve con él…
–Kagome…
–Escúcheme – pedí y recibí un gruñido de su parte – Koga ha demostrado ser un buen Rey, siempre es muy amable con todos.
–Yo también…
–Le gusta ayudar a los que menos tienen.
–A mí también.
Lo miré con una gran interrogante en la frente.
–Solo que no me has visto aún – aclaró – Si es tan buen Rey como dices ¿Entonces por qué rompió su compromiso?
–Ese es un tema del que no me compete hablar.
–Por ti – soltó sin más – Lo hizo por ti, pero está muy equivocado si cree que tú…
–¿Si yo qué?
Recorrió mi muñeca hasta llegar a mi brazo y aferrarse con suavidad.
–Reconozco que me he portado como un idiota y no será suficiente con una simple disculpa para solucionar todo. Pero tienes que creerme cuando te digo que yo fui el primero en negarme cuando supe que eras una Sacerdotisa. Incluso antes de eso – soltó un suspiro – Cuando te vi, por primera vez aquella noche, supe que eras alguien especial, distinta al resto, mentiría si dijera que no me atrajo tu belleza, pero justo así fue. Por eso me negué a casarme contigo, no podía condenarte a vivir el resto de tu vida con un demonio como yo – confesó – Todo empeoró cuando mi padre se enteró de tu origen, de la sangre de Sacerdotisa que corre por tus venas, él vio en ti una solución a mi maldición.
–Fue por eso que empezó a ser más amable conmigo.
–Sí, pero…
–¿Pero?
Me fue soltando lentamente y cuando dejé de sentir la calidez de su agarre volvió a hablar.
–No creí que cambiarías tanto mi vida. Me di cuenta de que si la solución a mi problema es a costa de tu propia vida entonces no quiero nada, pero no significa que renunciaré a ti Kagome y aunque sea escaso, sólo puedo ofrecerte mi compañía.
–Pero Inuyasha…
Negó.
–De todas formas, no seré el Rey de Lothar, ese trabajo será para mi hermano, así que no necesito descendencia. Podemos ser solo tú y yo y un perro si quieres.
Sonreí con tristeza.
–Una igual a Kirara si lo deseas.
–Me sorprende que aún te acuerdes – dije en un susurro.
–¿Y cómo no? Si me comparaste con ella.
Esta vez fue él quien sonrió, pero su sonrisa no duró mucho al levantar la cabeza y ver el lugar en donde nos encontrábamos.
–Tal vez estoy siendo egoísta – Volvió a mirarme a los ojos – Y si lo que en verdad quieres es quedarte aquí, con alguien que te puede ofrecer mucho más que yo… Entonces estoy dispuesto a aceptarlo.
–No se trata de eso – musité.
–Entonces ¿Qué es?
Miré la pequeña llave en mis manos y se la mostré.
–Tengo algo que hacer.
–Entonces, después de que termines con todo lo que tienes en mente ¿Vendrás conmigo a Lothar?
Dejé que la fría brisa del invierno nos envolviera a ambos.
–Déjame pensarlo – pedí.
Lo vi asentir, no sin antes regalarme una sonrisa.
–Está bien, pero que me hayas dejado de tratar de usted, para mí es buena señal. ¿A dónde vamos?
No quise refutar, pero tenía razón. Maldita falta de poco autocontrol.
–Al templo – comencé mientras caminábamos hacia ese lugar – He estado averiguando más por mi cuenta.
–Ya veo – dijo por lo bajo y yo disimulé una sonrisa.
–Este templo fue construido sobre la tumba de Midoriko.
–Ya escuchaste al anciano. Midoriko y su hijo fueron sellados dentro de la perla – espetó – No existe tal tumba.
Introduje la llave dentro de una puerta de madera que siempre veía, pero que esta era la primera vez que entraba.
–Eso lo sé – señalé la puerta para que entrara – Pero encontré esto.
Inuyasha pareció mirar con gran incertidumbre lo que había dentro. Lo seguí de cerca y aquella fascinación formó parte de mí al ver un collar de piedras redondas y unas pocas magatamas a su alrededor.
–¿Qué es esto? – cuestionó adentrándose aún más.
–Mientras estaba en el templo pude leer varios libros, algunos de ellos eran muy antiguos – Recorrí las cuentas con suavidad – Se llama Kotodama no Nenju y en los libros decía que le pertenecía a un gran general.
–Ah, entonces es basura.
–Espera – Lo detuve cuando quiso irse – ¿Acaso no lo entiendes?
–¿Y qué es lo que debo de entender?
Esta vez tomé el collar en mis manos.
–El gran general del que tanto hablan los libros de los Okami es el mismo Lothar, el Inu no Daiyōkai.
–Eso es imposible, él no era humano.
–No está claro que no, o más bien lo era cuando usaba esto.
El menos de los Taisho se quedó en silencio mientras dudaba si lo que escuchaba era cierto o no.
–No hay forma de comprobar si lo que dices es verdad – sentenció.
–Sabía que dirías eso. Por eso necesitaré de tu ayuda.
Lo tomé de la mano.
–¿A dónde vamos?
–¿Cuánto falta para una luna nueva? – lo ignoré.
–¿Para qué quieres sabes eso…? – Entonces lo entendió – Planeas usarlo en mí.
No dije nada, pero nos detuvimos fuera del templo.
–Ese siempre fue tu plan.
–Bueno…
–Entonces de todas formas ibas a volver a Lothar – soltó engreído.
–Digamos que al venir aquí me ahorraste la humillación.
–Princesa, es usted tan cruel – dijo con una sonrisa ladina.
Lo solté de inmediato, sintiendo el rubor en mis mejillas.
–Yo solo quería comprobar si lo que decía en los libros era verdad.
–Y también encontrar una solución a mi maldición.
Ya no pude seguir escondiendo lo evidente.
–Puede que haya existido una posibilidad.
–¿Posibilidad de qué? – dijo con intriga.
–De que Midoriko no haya muerto gracias al Lazo de Sangre que compartía con Takemaru, sino, fue porque su hijo fue concebido cuando Lothar era humano y todo gracias a esto.
Mostré el Kotodama no Nenju.
–Eso es solo una suposición y no hay forma de comprobarlo.
Me ignoró y siguió caminando.
–Sí la hay.
Me detuve frente a él.
–No te pondré en peligro Kagome.
–Inuyasha…
–Pero mira nada más ¿A quién tenemos aquí?
Ambos volteamos a ver a Koga y de inmediato sentí el posesivo agarre que hacía Inuyasha en mi cintura.
–Creí que mis hombres te habían escoltado hacia la salida.
–Já, y por qué no lo intentas tú.
–Inu…
–Tranquila Princesa, lo que menos quiero ahora es un combate cuerpo a cuerpo – dijo Koga mientras hacía una mueca de dolor.
Quise ir a comprobar su estado, pero Inuyasha intensificó su agarre.
–Ya deja de fingir. Tú y yo sabemos que no eres tan débil como para no soportar un par de golpes – aseguró Inuyasha.
La suave risa que soltó Koga no hizo más que incrementar su enojo.
–Maldito…
–¿A qué vino joven Koga? – Decidí intervenir – Creí que sus heridas requerían de mucho cuidado.
–Así es y créame, nada me haría más feliz que usted se ocupe de ellos. Pero no vine hasta aquí para eso – Sacó una carta de su ropaje – Me acaba de llegar esto.
Miré el sello y era del Reino de Lothar. Inuyasha pareció notarlo de inmediato y su cuerpo soltó un ligero temblor.
–¿Qué significa?
–Supongo que su Majestad el Príncipe ya lo sabe.
Miré a Inuyasha.
–Inuyasha ¿Qué pasa? – Lentamente bajó la cabeza para verme a los ojos.
–Tengo que volver… – susurró.
–¿Qué? ¿Por qué?
–He escuchado rumores sobre la mala salud del Rey de Lothar – empezó Koga – Veo que mis sospechas se confirman.
Inuyasha me soltó con suavidad, para luego ponerme frente a él.
–Tengo que volver – asentí – Será mejor que tú te quedes aquí.
–¿Qué? No – negué.
–Entiéndelo Kagome, si mi padre muere es muy probable que Naraku ataque.
–No…– volví a negar – Iré contigo.
–Inuyasha tiene razón Princesa, la guerra es inevitable. Además – Apuntó al objeto que tenía entre las manos – Eso le pertenece a los Okami.
Me aferré al Kotodama no Nenju.
–Por favor – supliqué.
Inuyasha negó. Me tomó de los hombros para acercarme hacia él y besó mi frente.
–Quiero que te quedes – Dirigió su mirada hacia Koga – Y aunque me cueste admitirlo, sé que aquí estarás segura.
Se apartó, y lo vi alejarse y desaparecer dentro del palacio. Quise ir tras de él, pero la imponente figura de Koga se interpuso.
Tenía que encontrar una solución y tenía que hacerlo de inmediato.
INUYASHA
Para mi buena suerte encontré a mi caballo atado en el lugar donde lo había dejado. Pero me detuve al ver a un par de hombres arreglar un carruaje a solo unos metros.
–¿Qué hacen? – cuestioné tomando la rienda de mi caballo.
–Majestad nos ordenó traer un carruaje para su Majestad.
–Yo no necesito un carruaje.
Ambos intercambiaron una mirada.
–Es para la Princesa – dijo uno de ellos.
–La princesa no vendrá…
–¡Inuyasha!
Volteé y vi venir a Kagome. La vi bajar las escaleras a toda prisa y una vez que la tuve cerca, no hacía falta que dijera algo, porque sus ojos me dijeron todo.
–Iré contigo. Somos tú y yo ¿Ya lo olvidaste? – dijo con una sonrisa.
Continuará...
