HONNE
Los verdaderos sentimientos y deseos de una persona.
DISCLAIMER: Naruto es propiedad de Masashi Kishimoto, pero la historia es de mi autoría.
...
Capítulo 1. Obligatorio al crecer.
Algo que a Sakura le gustaba de vivir en Tokio era poder ser testigo del interesante intercambio cultural que estaba teniendo lugar debido a la llegada de las costumbres e inventos occidentales y del que la ciudad estaba haciendo alarde en cada esquina.
Por ello, era común ver a elegantes mujeres japonesas en vaporosos vestidos europeos paseando por las calles y mezclándose con las que todavía preferían utilizar la indumentaria tradicional del país.
Siendo ambas clases de mujeres tan refinadas y ciertamente destacables que la joven sentía que nunca podría llegar a asemejarse a ninguna.
Ni siquiera en un día tan especial como ese.
—Ah Sakura-chan, que alegría me da verte — una afable mujer mayor llamada Katsuyu saludó a la recién llegada clienta con una emocionada sonrisa al tiempo que la inspeccionaba de pies a cabeza —. Veo que hoy no tuviste entrenamiento, es bueno verte usando ropa de señorita para variar.
—Buen día Katsuyu-sama, en efecto, hoy tengo el día libre — la doncella respondió con un leve sonrojo en sus mejillas al tiempo que se inclinaba en una suave reverencia.
—Te ves especialmente bonita y alegre hoy cariño, sin duda alguna bendices mis ojos con tu presencia en mi tienda... Pero dime ¿En qué puedo ayudarte?
—He venido por mi encargo de todos los años, si no es mucha molestia... — Sakura jugueteó con sus manos sobre el regazo, ligeramente apenada pues sabía lo que la vendedora diría a continuación.
—¡Por supuesto que sí mi vida! ¡Vaya, como pasa el tiempo! ¿Cuántos años están cumpliendo? — Katsuyu comenzó a preparar el ya tradicional ramo de narcisos que, desde pequeña, la joven venía a comprar sin falta cada año
—Diecinueve.
—Oh definitivamente me hacen sentir tan vieja, parece que era ayer cuando eran un par de diablillos que venían a mi tienda a comprar flores siempre que querían pedir disculpas por alguna de sus travesuras — ante la mención del recuerdo Sakura sonrió con dulzura —. Ahora entiendo porque estas tan hermosa el día hoy, vas a causarle una gran impresión te lo aseguro y si no es a él seguro que habrá otros a los que sí.
La doncella no respondió nada en lo absoluto y se limitó a esperar a que la vendedora terminara de arreglar el ramo de flores, distrayéndose un segundo con su reflejo en un espejo colgado en la pared.
¿En serio se veía lo suficientemente bonita ese día? Porque no estaba segura ni de sí el kimono rojo con flores blancas que su madre le había regalado esa mañana, acompañado por la sencillez de sus rizos rosados sueltos sobre sus hombros, la hacían lucir bien o del porqué deseaba que así fuera.
Aunque bueno, el motivo más obvio era que, como cualquier mujer, no podía evitar desear lucir más madura y especial en una fecha como esa.
—Aquí tienes mi dulce niña — Katsuyu llamó su atención entregándole el ramo con exactamente diecinueve narcisos. Sakura lo recibió agradecida al tiempo que le pagaba a la mujer su trabajo y ésta le dirigía una interesante y profunda mirada para después acariciarle el rostro con cariño —. Feliz cumpleaños Sakura-chan, te has convertido en una preciosa y magnífica mujer digna de poner en un altar.
—Muchas gracias Katsuyu-sama — la doncella sonrió radiante para la amable mujer.
—Dale mis felicitaciones también a Sasuke-chan, hace tanto que no lo veo, pero me imagino que igual que tú ha crecido mucho.
—No tiene una idea de cuanto...
Luego de un momento de más reconocimientos por parte de la mujer mayor, Sakura finalmente pudo despedirse y salir de la tienda con su obsequio entre sus brazos.
Envalentonada por las sinceras palabras de Katsuyu, no pudo evitar caminar orgullosa mientras cargaba el aromático y bello ramo y se sintió de cierto modo agradecida de que ese año tendría que pasear por varias calles del centro de la ciudad hasta encontrar al dueño de dicho presente, así podría alardear un poco de su maduración en su día especial.
Aunque, contrario a lo que esperó, terminó por encontrarse a la persona que buscaba a los pocos minutos de abandonar la floristería.
—¡Sasuke-kun! — llamó la atención del hombre que caminaba a unos pasos más adelante de ella, consiguiendo así que parara en seco y se diera la vuelta.
Aquel joven de recién cumplidos diecinueve años y con quien tenía la dicha de compartir cumpleaños compuso una apacible expresión mientras veía a la mujer de cabellos rosados caminar hacia él con una enorme sonrisa que casi llegaba a sus ojos.
En cuanto ella estuvo más cerca, él le extendió su mano, siendo tomada casi de inmediato al mismo tiempo que la doncella le ofrecía el ramo de flores que llevaba consigo.
—Son dieciocho, falta una — fue lo que Sasuke Uchiha le dijo a modo de saludo, consiguiendo convertir la emoción del rostro de su acompañante en preocupación.
—¡No es cierto! Están todas ahí, Katsuyu-sama nunca se equivoca — Sakura hizo un puchero una vez que rectificó el número de flores.
—Lo sé, solo bromeo... — el hombre tomó las flores en su mano izquierda mientras le ofrecía su brazo derecho a la doncella para que caminara con él.
—Feliz cumpleaños Sasuke-kun... — ella murmuró un poco más tranquila aceptando su caballeroso gesto, mientras lo miraba llena de admiración y cariño.
—Feliz cumpleaños a ti también — el joven correspondió su gesto mirándola con la misma intensidad, lo que inevitablemente la hizo sonrojarse.
Conforme crecían se había vuelto algo complicado para ella ver a su amigo a la cara sin sentirse afectada por lo apuesto que era.
Como la mayoría de los Uchiha, Sasuke tenía el cabello y ojos negros, pero, como parte de sus características individuales, poseía una elegancia y belleza que era imposible de igualar, tanto en sus rasgos afilados, imperturbables y apuestos, como en su forma de comunicarse, moverse o actuar.
Y a eso había que agregarle el encanto que su uniforme con influencia occidental le prefería. La vestimenta de profundo color azul oscuro adornado con botones dorados y que se cernía a la perfección a su alto y atlético cuerpo lo hacían lucir tremendamente autoritario y, ya que él pertenecía a una facción de la policía que le permitía portar espada, su porte era aún más impresionante.
El ir del brazo de un hombre como él la hacía sentirse realmente especial y jubilosa, sobre todo porque era la única chica con la que él tenía esa clase de gestos.
—Ahora que te he visto... ¿No sería mejor que me fuera? No quiero que te riñan por estar conmigo mientras estás de servicio — a pesar de que quería estar un rato más con él era consciente que el trabajo de Sasuke como oficial civil no le permitía desatender su puesto ni un minuto.
—Me dieron el día libre en cuanto el dobe se acercó gritando felicitaciones para mí, dijeron algo sobre ser un premio por mi buen desempeño — él le respondió tranquilamente mientras se detenían para dejar pasar un grupo de carruajes —. De hecho, pensaba ir a recogerte después de tu entrenamiento y luego ir a tu casa... Pero te lo has saltado hoy ¿Verdad?
El joven de ojos negros tan profundos como el color de su cabello inspeccionó detenidamente la apariencia de su acompañante ese día, ya que en lugar del habitual haori y hakama que usaba en sus prácticas de kendo, vestía un fino kimono carmesí que se combinaba a la perfección con su pálida piel, el tono verde brillante de su mirada y su largo cabello suelto.
Era innegable que se veía hermosa y, si no fuera porque era tan distraída e incapaz de ver otra cosa que no fuera a él cuando estaban juntos, podría darse cuenta que algunos hombres que pasaban a su alrededor volteaban a verla para admirarla dos veces.
Incluso estaba seguro de que de no ser porque estaba con él, el intimidante y terrible espectro Uchiha como era conocido en Tokio, seguramente alguno se habría atrevido a presentarse frente a ella.
—Me dieron el libre también, pero solo porque lo pedí, Guy-sensei rara vez premia el buen desempeño — reanudando su caminata, Sakura giró el rostro hacia él para sonreírle notando que tenía un pequeño punto de polvo en su uniforme, por lo que sin dudar se lo apartó y comenzó a buscar más rastros de éste —. Te ves especialmente apuesto el día de hoy Sasuke-kun.
—Me veo igual que todos los días.
—Es que yo ya no te veo todos los días.
Era verdad.
Sasuke había comenzado a trabajar como oficial hacia poco más de un año, por lo que su extensa jornada de patrullaje no le permitía verla o conversar con ella como cuando eran pequeños.
Incluso un tipo tan sereno y enfocado en sus objetivos como él no podía evitar extrañarla. Sólo que Sakura, quien siempre hacia tan evidente lo triste que la ponía no poder estar a su lado como en antaño, seguramente no tenía idea de que su acompañante se sentía de esa manera.
Con la llegada de la adultez ambos habían tenido que separarse poco a poco para hacer sus propias vidas separadas, una tarea que había resultado más difícil de lo que creyeron que sería en un principio, luego de toda una vida de conocerse y formando parte de la rutina del otro.
Sakura siguió conversando sobre las cosas que había hecho últimamente en sus sesiones de entrenamiento, asi como de la visita que había hecho a Mikoto, la madre de Sasuke, esa mañana, siendo escuchada atentamente por el pelinegro, sin embargo, mientras caminaban en dirección al río que cruzaba la ciudad para pasar por el enorme puente de madera, su charla fue interrumpida por nuevo conocido llamando su atención.
—¡Pero si son los pequeños angelitos de Tokio! — el hombre de mediana edad al que todos conocían como Jiraiya les regaló una cálida sonrisa mientras ambos chicos se inclinaban respetuosamente. Fue entonces que, teniéndolos frente a él, el mayor reparo en el ramo de flores que el pelinegro llevaba consigo —. Por lo visto ya es esa fecha del año. Mis más sinceras felicitaciones.
—Muchas gracias Jiraiya-sama — el par de jóvenes respondieron tan sincronizados como siempre se habían comportado desde niños.
—Creo que ya va siendo tiempo de que seas quien le regale flores a esta jovencita, no quien las reciba ¿Eh, Sasuke? — todo aquel que los conocía tenía conocimiento del tradicional regalo que Sakura le hacía a su amigo de la infancia todos los años. La observación hizo sonreír brevemente a la chica por lo que el hombre aprovechó para seguir molestando al chico —. De lo contrario otro hombre en la ciudad podría tomar la oportunidad de hacerle dicho obsequio a esta encantadora criatura, yo, por ejemplo.
Esta vez fue imposible para la pelirrosa no cubrir sus labios con el dorso de la mano para disimular una risa. Aunque aquellas palabras no tuvieron el mismo efecto cómico en Sasuke.
Jiraiya era muy conocido por coquetear abiertamente con muchachas mucho más jóvenes que él, era un aspecto de su persona que el pelinegro siempre había visto con reprobación incluso cuando era niño.
Así que, escucharlo dirigirse de esa manera a una joven que había conocido desde pequeña, con la plena consciencia de que, aún si lo disimulaba bien, a Sasuke le irritaban tales muestras de admiración cuando eran dirigidas a su amiga de la infancia, no consiguió siquiera sacarle una cortes mueca.
Prefiriendo observar al hombre con evidente incomodidad.
—¡Ay vamos Sasuke-chan! ¡Estoy bromeando! Sabes que ella solo ha tenido y tendrá ojos para ti — nuevamente, el joven se quedó estático y sin un atisbo de emoción.
Con los años Sakura se había vuelto muy buena disimulando el dolor en su corazón cada que una persona hacia comentarios de ese tipo y provocaba esas reacciones de parte del chico.
Ya había interiorizado el hecho de que él no la veía como algo más que una amiga y estaba haciendo un esfuerzo enorme por estar bien con eso, no obstante, tampoco era como que quisiera quedarse a escuchar como Jiraiya intentaba obtener de Sasuke una respuesta o alguna señal no verbal que indicara que sentía algo más que fraternidad por ella, así que luego de un par de palabras y despedidas consiguieron retomar su camino.
Como siempre, el Uchiha no hizo ademan alguno por aliviar el tenso ambiente que se instaló entre ambos luego de tantas cosas inapropiadas dichas por aquel afable hombre. No era habilidoso en lo absoluto con las palabras, lo que era un rasgo que su padre le había heredado y, al igual que él, prefería ignorar y olvidarse de nimiedades como aquella, aun cuando a Sakura no le era tan sencillo hacer eso.
Después de todo, por más que quisiera fingirlo, la pelirrosa siempre había sido especialmente sensible respecto a las insinuaciones que los demás hacían sobre llevar su amistad un paso más allá.
Como en ese momento, que caminaba con la mirada perdida mientras mordía su labio inferior y sus mejillas estaban ligeramente ruborizadas.
"Paciencia" pensó para sí mismo.
Por más que quisiera aliviar la tensión y las preocupaciones de la joven en ese momento, aún tenía un largo camino que recorrer antes de poder abrir por completo su corazón a ella y revelarle la verdadera naturaleza de su afecto.
En cuanto llegaron a la residencia de los Haruno y deslizaron la puerta hacia la estancia principal, Sasuke se vio sacado de sus reflexiones mentales por el padre de la joven, quien, tan efusivo como siempre había sido con todos sus conocidos, lo apresó en un fuerte abrazo de oso.
—¡Mira quien ha venido a saludar! ¡Feliz cumpleaños chico! ¡Ya eres todo un hombre! — cómo pudo el pelinegro le extendió las flores a Sakura para evitar que se arruinaran. Ella las tomó observando con preocupación como Sasuke se había puesto rojo debido a la fuerza con la que era sostenido y estuvo a punto de pedirle a su padre que lo soltara hasta que una voz firme y femenina hizo aparición detrás de ellos.
—Suéltalo ahora mismo Kizashi — se trataba de Mebuki, la madre de Sakura, quien con los brazos cruzados contempló con desaprobación a su marido, haciendo que éste la obedecería de inmediato —. Bienvenido Sasuke y feliz cumpleaños.
A diferencia de su esposo, la elegante mujer se acercó al joven y le dio una palmada sobre la cabeza. Ella sabía que, si de niño el Uchiha no había sido receptivo a las muestras físicas de afecto, mucho menos lo sería ahora que ya era un hombre.
—¿Y bien? ¿Crees poder superarme este año joven oficial? — Kisashi le preguntó con una zorruna sonrisa.
—Tal vez, aunque según supe siempre lo hago — Sasuke sabía exactamente a que se refería y le siguió el juego al hombre, dándole una breve mirada a Sakura quien asintió dándole la razón.
—¡Que chico más mentiroso! — el padre de la joven frunció el ceño genuinamente indignado, mientras todos comenzaban a caminar hacia el salón donde estaban preparando la mesa de té, siendo Sakura quien de inmediato se puso a la tarea de servirlo.
—Ciertamente es difícil imaginar que alguien pueda consentir a esta niña tanto como tú cariño — Mebuki señaló mientras negaba con la cabeza lentamente —. Pero me temo que has influenciado demasiado a Sasuke.
—¡Tonterías! ¡Este bribón está a años luz de superarme en ese aspecto! — si Kizashi Haruno tenía algún aspecto negativo del que hacer alarde cada que podía era su necesidad de competir con Sasuke por ver quién podía hacer más feliz a la pelirrosa.
—Lo dices como si fuera algo de que enorgullecerse — su esposa frunció el ceño —. Además, ya está muy grande para que la sigas mimando tanto.
—En eso estoy de acuerdo papá — Sakura por fin entró en la conversación irguiéndose firme y mirando con seriedad a su progenitor —. Ya no soy una niña pequeña, ya soy una adulta y voy muy bien en mi proceso de convertirme en kendoka. Mi maestro dice que realmente tengo potencial.
—Sin mencionar que eres la mejor arquera de todo Tokio, mi princesa — por más que la pelirrosa quisiera meterle al hombre en la cabeza que quería ser tratada con más madurez, él simplemente no podía hacerlo.
A su lado Sasuke se rió para sus adentros del como Kizashi se deshacía en cumplidos para su hija aun cuando ésta estaba enrojeciendo y ofuscándose mientras los escuchaba y buscaba desesperada la manera de detenerlo.
Desde muy niños, el señor Haruno había sido un completo consentidor cuando se trataba de su única hija. La adoración que tenía por los suyos era un rasgo suyo del que incluso había hecho muestra al tratar a Sasuke como a su propio hijo.
Aunque a él siempre le había sido más fácil más el controlar y soportar el comportamiento efusivo del hombre, a diferencia de Sakura, quien, igual que su madre, estaba renuente a aceptar que sin importar cuanto crecieran él los siguiera viendo como si todavía usaran pañales.
Lo que no había hecho más que aumentar los esfuerzos de la joven por conseguir ser vista bajo un lente más serio, aun cuando en todos no había hecho más que fallar a ojos de su padre.
Si ella se metía en peleas con otros niños del vecindario y conseguía ganarles, Kizashi rebajaba a sus contrincantes por perder ante su princesa en lugar de darle el título de guerrera.
Si ella comenzaba sus lecciones de etiqueta para señoritas bajo la tutela de Mikoto, la madre de Sasuke, Kizashi se sentaba con ella para jugar a tomar el té.
Si ella entrenaba su puntería con el arco día y noche hasta perfeccionar su técnica y convertirse en una experta, Kizashi se ponía una manzana sobre la cabeza y corría por el jardín retándola en broma a darle a la fruta.
Si ella iniciaba sus lecciones de kendo y conseguía reconocimiento de su estricto maestro, Kizashi, bueno, él simplemente lo ignoraba.
Al final, sin importar cuan ruda y madura quería volverse, su padre no se tomaba en serio sus intentos por demostrar que podía valerse por sí misma y por si eso no fuera suficientemente frustrante para la pelirrosa, el señor Haruno había pasado mucho de ese comportamiento suyo a Sasuke.
Su amigo de toda la vida, quien conocía todos sus secretos y las motivaciones detrás de su forma de actuar, también tenía una predisposición a ver con ternura y templanza cualquier cosa que ella hiciera.
Ambos bajo la excusa de que una doncella pequeña, de cabello rosado y rostro de muñeca difícilmente podía resultar intimidante, menos tratándose de una que conocían desde bebé.
Solo que Sakura no se atrevía a reclamarle esa decepcionante percepción a él.
Al menos su madre la trataba con la franqueza y severidad que ella deseaba recibir de vez en cuando.
Luego de unas horas de charla en la que el pelinegro, como cada año, expresó a los Haruno su agradecimiento por haber cuidado de él durante tanto tiempo, asi como su deseo de compartir muchos más años con ellos, él y su amiga pudieron retirarse al porche trasero para tener un momento a solas.
Tan emocionada como siempre se ponía cuando llegaba el momento de intercambiar regalos de cumpleaños, Sakura se sentó teniendo cuidado con su kimono y dando pequeños brincos alegres mientras observaba a Sasuke extraer del bolsillo de la chaqueta de su uniforme una larga y delgada caja de madera.
—Feliz cumpleaños Sakura — él le sonrió levemente al tiempo que se la entregaba.
La pelirrosa no demoró en abrirla, encontrándose con un par de palillos para el cabello de los que, al extremo de cada uno, colgaban un par de mariposas conformadas por piedras preciosas.
—¡Son preciosos! ¡Me encantan! — ella exclamó mientras acariciaba el presente y observaba conmovida que las incrustaciones eran del mismo tono de verde que sus ojos. Conociendo lo detallista de Sasuke seguro que por eso se los había regalado —. Tenías razón, nuevamente superaste el regalo de mi padre.
—¿Qué te dio él?
—Maquillaje, dijo que la vendedora le afirmó que sería el mejor obsequio para una señorita de mi edad — el Uchiha contuvo una pequeña sonrisa sabiendo bien lo que ella pensaba de esas cosas.
No se trataba de que le hubiera dado un obsequio para resaltar su feminidad, sino del trasfondo que había detrás y que era tan evidente dadas las palabras de la vendedora.
Sakura tenía diecinueve años, una edad apropiada para casarse.
Evitando que él se pusiera a pensar en las implicaciones de aquella verdad, Sakura le indicó que era su turno. El presente que ella había preparado venía en una pequeña bolsita de terciopelo rojo que estaba apenas cerrada por el nudo de un listón, lo que llamó la atención de quien sería su dueño y mientras él cedía a su curiosidad y lo tomaba, la Haruno recostó la cabeza sobre su hombro para observar de cerca su reacción.
Al abrirla, una suave y melancólica sonrisa se extendió por el rostro del apuesto chico cuando se encontró un elegante listón de seda tejida en un tono de brillante carmesí del que en ambos extremos colgaban un par de livianas borlas. Uno que era exactamente igual al que su fallecido hermano había llevado en su katana y que seguía fresco en sus recuerdos a pesar del tiempo.
—Yo lo hice... — en cuanto la escuchó Sasuke se giró para verla a los ojos y ambos se miraron con profundidad el uno al otro —. Tal vez me perdí de algún detalle, pero es así como recuerdo el que Itachi usaba.
—No te perdiste de nada, es perfecto — los largos dedos del hombre acariciaron el listón y suspiró pesadamente trayendo a su memoria el día que su hermano le prometió que cuando creciera le daría uno igual. Sakura había estado con él cuando le dijo aquello por lo que no estaba sorprendido de la elección de su obsequio, ella siempre había sido muy sentimental y considerada cuando se trataba de su pasado familiar —. Muchas gracias.
Sin dudarlo, el joven se inclinó hacia el rostro femenino que seguía recargado contra él y rozó su nariz con la de ella en aquel gesto tan íntimo entre ambos y que venían practicando desde que tenían ocho años.
"Un beso de gato" como ella lo llamaba.
Porque no había nada más apropiado que demostrarle su cariño de esa manera a un chico con la personalidad de dicho animal.
Sakura cerró los ojos mientras se ruborizaba encantada por el afecto del hombre y una vez que éste se separó de ella le sonrió radiante.
—Te amo Sasuke-kun.
—Lo sé, yo también a ti.
Habiendo pasado toda una vida juntos, estaban bastante acostumbrados a expresar el amor que sentían por el otro de la misma manera que harían con cualquier otro ser querido suyo.
Interpretando sin mucha complicación aquellas significativas palabras por más que, secretamente, ambos las dijeran con intenciones ocultas.
Con eso dicho, Sakura regresó su atención al par de accesorios entre sus manos componiendo una expresión pensativa mientras los contemplaba.
Sasuke hizo lo mismo con su regalo y de cierta manera, cada uno por su lado reflexionó acerca de la gran capacidad que tenía el otro para encontrar una manera de hacerlos felices.
—El próximo año pediré a mi padre que me regale mi propia katana — la doncella rompió el silencio con una alegre idea —. O mejor aún, yo misma la comprare para mí.
—Creí que la condición de tu madre para dejarte practicar kendo era que nunca cambiaras tu bokken por una espada — él le dedicó una mirada inquisitiva y encarco una ceja.
—Si bueno... No se va a enterar — ella cabeceo mientras ponía una traviesa mueca con los labios —. Sólo te la mostrare a ti.
—No te lo recomiendo, tengo un pacto con tu madre sobre avisarle de cualquier intento de desobediencia que quieras hacer — aunque por su tono de voz parecía que bromeaba, lo que decía era verdad.
—Pero tú nunca me traicionarías... ¿O sí?
—Mejor no te arriesgues — él se encogió de hombros y aunque claramente no hablaba en serio, a ella no le causó gracia y frunció el ceño mientras dentro suyo su mal genio explotaba en maldiciones, algo que él aprovechó para seguirla molestando —. ¿Pero que tenemos aquí? ¿Acaso eso es una vena en tu frente?
—¡No! — Sakura de inmediato relajó su expresión y respiro rápidamente para disimular su anterior ánimo.
—A mí me parecía que lo era, no te estabas enojado conmigo ¿Verdad? — el tono de falsa lamentación que el Uchiha usaba al hablarle le estaba dificultando la tarea de serenarse a Sakura.
—En lo absoluto, jamás me enojaría contigo — ella jugueteó con los palillos en sus manos y luego abrazó al chico ocultando su rostro en su pecho para no demostrar que en realidad sí estaba ofuscada.
¿La razón de ocultar su molestia?
La arraiga creencia de su familia y la de él sobre las cosas malas que sucedían cuando el par de amigos peleaba.
Sasuke y Sakura no solo habían nacido el mismo día aquel lejano otoño hacía diecinueve años, sino que además sus nacimientos habían estado separados por sólo dos horas de diferencia.
Aquel interesante hecho, tanto los Uchiha como los Haruno, lo habían tomado como una señal del vínculo que ambos niños desarrollarían en el futuro y de cierta manera le habían dado un trasfondo místico como si de una demostración del poder del destino se tratara.
Algo que solo se reforzó cuando crecieron y, sin falta, cada que discutían, peleaban o se molestaban con el otro, un suceso negativo de incalculables proporciones tenía lugar a su alrededor.
Como cuando peleaban por la atención del hermano de Sasuke y luego alguien caía por las escaleras, cuando por algún inocente comentario uno de los dos terminaba llorando y tenía lugar una catástrofe natural o cuando ambos terminaban envueltos en una confrontación física y un familiar lejano moría repentinamente.
Fue casi inevitable que esos desafortunados acontecimientos se vieran relacionados con la relación del par de niños por lo que, mientras crecían y se hacían conscientes de las consecuencias de sus conflictos, ambos hicieron el esfuerzo de nunca pelear.
Algo que era más fácil para Sasuke que para Sakura, ya que el carácter apacible del joven y el gran afecto y respeto que profesaba hacia su amiga le hacían prácticamente imposible molestarse con ella.
¿Cómo podría irritarse con la tierna doncella que conocía de toda la vida y que en ese momento le regalaba la calidez de su cuerpo contra el suyo?
Se quedaron en esa posición hablando un rato más hasta el atardecer comenzó a hacerse presente en el horizonte y el ambiente se tiñó de naranja, anunciando así que era momento de que el Uchiha regresara a su hogar.
Antes de irse, el muchacho hizo el cabello rosado de Sakura en un moño y lo aseguró con maestría con ambos palillos, luego, elegantemente se levantó y le ofreció su mano a su acompañante para que lo imitara. Ella aceptó el gesto y se sonrojó ligeramente cuando Sasuke comenzó a caminar hacia el interior de la casa sin soltarla.
—¡Ah Sakura-chan, Sasuke-chan! ¡Feliz cumpleaños! — para sorpresa de ambos adentro estaba una vecina de la familia Haruno conversando amenamente con Mebuki. Ambos asintieron y agradecieron las felicitaciones con una reverencia, obligándose a separarse un poco para no darle ideas equivocadas a la invitada. Sin embargo, como ésta estaba tan concentrada observando el rostro de Sakura no se dio cuenta de que habían entrado tomados de la mano —. Siempre supe que serias una doncella bellísima cuando crecieras Sakura-chan.
—Le agradezco mucho — la pelirrosa sonrió apenada por el reconocimiento y estaba a punto de indicarle a ambas mujeres que acompañaría a Sasuke a la salida cuando de la boca de la mujer salió un interesante comentario que cambió el ánimo de uno de los cumpleañeros por completo.
—Estaba diciéndole a tu madre que hay rumores de que el emperador está buscando una nueva concubina entre las jóvenes de familias importantes como la tuya, querida... Estoy segura de que, si te presentaras frente a él, con toda tu belleza y encanto serias la elegida.
Y aunque ante tremenda idea la pelirrosa ni siquiera hizo ademan alguno de consideración, en el caso de Sasuke fue todo lo contrario.
Ahora quien tenía una vena en la frente y no podía ocultar su molestia era él.
...
NOTAS FINALES:
¡Resucite! No sé si me tarde mucho pero aquí estoy jajaja.
Bueno, como cada que inicio una historia quiero esclarecer ciertos puntos para que ustedes como lectoras y yo como escritora tengamos en claro cómo será la dinámica de actualización.
-Primero que nada, no sé todavía la extensión que tendrá, pero mi plan es no alargarlo demasiado.
-Esta vez en la medida de lo posible tratare de hacer la narración lo menos pesada posible a diferencia de otras historias que tengo, por lo que la extensión de cada capítulo no será tan larga.
-Por favor sepan comprender si tengo algunos errores debido a lo complejo que es ser exacta con cada detalle histórico de una cultura a la que a pesar de que estoy estudiando no pertenezco.
-Y por último esta vez no quiero presionarme con entregar actualizaciones tan rápido como usualmente hago, quiero tomármelo con mucha calma porque me tengo que recordar a mi misma que esto es un pasatiempo, no un trabajo.
Con eso dicho, lxs invito a acompañarme en la aventura que será este nuevo fic y comentarme que les ha parecido este primer capítulo, ya saben que una ficker con retroalimentacion es una ficker que trabaja mejor y más feliz.
Muchas muchas gracias por estar aquí y nos vemos pronto. BYE!
