Disclaimer: Naruto no me pertenece.
Aclaraciones: Universo Alternativo. Y raro. Podría decirse que se sitúa en la época antigua. Inicio de los ninjas o samurái. Pero siendo híbridos. Los Uchiha son lobos. Los Hyuga conejo. Los Uzumaki zorros.
Capítulo 1
—¡Tío Madara!
Madara abrió los ojos cuando escuchó a Sasuke cerca de su oído. Suspiró internamente, pensando en lo mucho que el mocoso le recordaba a Izuna cuando tenían la misma edad. Haciéndose la idea de que su siesta diurna quedó arruinada, fijó su atención en Sasuke quien movía constantemente su cola y las orejas con una expresión de orgullo.
—¿Qué? —preguntó sin muchos ánimos de interesarse en las aventuras imaginarias que un cachorro de la edad de Sasuke quería contarle.
Dejó escapar un bostezo con su cola moviéndose tranquilamente, la mano apoyada contra la barbilla.
—Cacé a mi primera víctima —aseguró el niño, completamente orgulloso de su fechoría que traería sin duda felicitaciones de todos lados dentro del hogar.
—¿Y dónde está? —Madara mostró una sonrisa burlona, buscando el mini animal que seguramente Sasuke había traído a casa. La última vez fue una lagartija que hizo a Mikoto gritar por toda la casa.
Desde ese día nadie podía meter ningún tipo de reptil.
—Oh.
Como si apenas se diera cuenta de que su presa había escapado, Sasuke miró a todos lados.
—¡Escapó! —gritó con sorpresa y luego las cejas fruncidas—. ¡Juro que sí lo hice!
—Sí, sí —Madara acarició los cabellos revoltosos del cachorro, haciendo que las orejas del menor bajaran—. Ahora ve a buscar tu presa imaginaria y deja a tu tío dormir…
—¡No es imaginaria! —Sasuke pateaba el piso de madera debajo de su pie, dando a entender que no mentía—. ¡De verdad cacé algo! —le señaló con los ojos negros brillantes—. ¡Y voy a encontrarla para demostrártelo!
Madara vio divertido como Sasuke se giraba, murmurando cosas como "¿A dónde se fue?", "No pudo haber ido demasiado lejos", alejándose del pasillo.
—Madara-san.
El hombre sintió un ligero escalofrío recorrerle la espalda, pero no lo demostró, simplemente echó la cabeza hacia atrás para toparse con los ojos acusadores de Mikoto quien tenía las orejas puntiagudas levantadas y la cola esponjada.
—¿Planea quedarse holgazaneando toda la tarde? —preguntó con un levantamiento de cejas—. Qué vergüenza.
—Con nada estás contenta, mujer —se quejó Madara, soltando un bufido al enderezarse para sentarse—. Si hago demasiado trabajo, te quejas. Si duermo, te quejas.
—No me enojaría si usted y todos los Uchiha encontraran un equilibrio —se quejó la mujer—. Lo único que saben es moverse entre los extremos.
—Hai, hai —se quejó el hombre sin darle importancia.
Mikoto hizo un mohín.
—Pasando a otro tema —al ver el poco interés del líder en sus intereses, Mikoto decidió cambiar de tema—. ¿Sasuke estuvo aquí? Juro que escuché su voz.
—Acaba de irse —explicó Madara, rascando su cabello—. Dijo algo de haber cazado algo.
El rostro de la matriarca palideció al recordar lo sucedido con la lagartija que su hijo menor trajo como si se tratara de la mayor hazaña hecha por él.
—Espero que no sea otro animal asqueroso —susurró, inquieta.
—Con ese mocoso nadie sabe…
Un dolor situarse en su cabeza le hizo quejarse y mirar con ojos asesinos a la responsable. Mikoto, alzando su espátula, le dirigió una mirada fulminante, casi asesina.
—Le recuerdo, Madara-san, que Sasuke es su sobrino.
—Por desgracia —musitó esto último al desviar la mirada.
—¿Dijo algo?
—Nada —se apresuró a decir.
Quería reírse. Cómo había sido posible que le temiera a una mujer más pequeña que él. Si sus enemigos de guerra le vieran en esos momentos se estarían riendo, no, volverían a morirse pero de risa.
—Iré a dar una vuelta, aquí no se puede dormir —se quejó Madara al ponerse de pie, acomodándose la yukata, caminando por el largo pasillo de la casona.
—¿Sabe? Debería aprovechar el tiempo y no estar acostado —aconsejó Mikoto.
—¿De qué sirve si no hay nadie con quién pelear? —bufó Madara como si aquella fuera una respuesta para darle a entender que su pereza estaba justificada.
—Uchihas —Mikoto suspiró, agotada—. Lo único que saben es pelear —rodó los ojos, volviendo a entrar a la cocina—. Trate de no llegar tarde, no pienso calentar su comida.
—Hmph —replicó el lobo mayor, caminando hacia el frente sin hacer mucho caso a las indicaciones de Mikoto, aunque sabía que la sazón de la Uchiha era delicioso.
Antes de que pudiera marcharse, volvió a escuchar los pasos apresurados de Sasuke. Él bufó. Oh no, ahí iban otra vez.
—Sasuke —gruñó antes de darse la vuelta—. Sabes lo que sucederá si traes una lagartija a casa. Tu madre seguramente…
Las palabras de Madara murieron cuando se giró y pudo ver a Sasuke acompañado de una niña de misma edad. Lo que diferenciaba a ambos era la tonalidad de los ojos. Mientras los de Sasuke eran como dos abismos, los de ella eran pozos de leche cremosa. Sus orejas de conejo están cabizbajas y temblaba. Era una cría de conejo.
Sasuke trajo una cría de conejo a su territorio.
—Mocoso…
—¡Te dije que había cazado algo…! —la sonrisa de Sasuke no duró mucho cuando el mayor le brindó un zape.
Tal movimiento espantó a la niña quien retrocedió, espantada de tanta violencia.
—¡Eso dolió! —se quejó Sasuke, tomándose de la cabeza y mirando mal a su tío—. ¿Por qué me pegaste?
—Ve y regrésala antes de que los Hyuga se den cuenta de dónde está.
—Pero…
—Nada de peros. Haz lo que te digo.
—Pero es un conejo —Sasuke al ver que la niña quería escabullirse nuevamente, volvió a tomarla de la muñeca, sacando un grito de ella—. Es comida. No está tan gorda, pero —murmuró al verla bien, aunque era complicado notar si tenía carne o no con tanto tembladero— puede servir de algo.
—Sasuke —el gruñido feroz de Madara, junto con los ojos teñirse de rojo, hicieron a Sasuke bajar la cabeza con las orejas caídas y la cola entre las piernas—. Ve y regresa a esa mocosa a donde pertenece. No quiero problemas. Y pobre de ti si no lo haces.
—Sí, señor —murmuró Sasuke, tomando con más fuerza de la muñeca de la niña, caminando hacia la salida con ella trastabillando.
Madara sintió un dolor de cabeza. Ese mocoso. ¡¿Es que no veía lo que estaba a punto de hacer?! Si Hiashi Hyuga se enteraba que uno de los suyos había sido traído a su territorio se desencadenaría un conflicto. O peor.
La alianza que habían formado se iría al carajo.
—Aniki.
Izuna bajar de las escaleras para unirse a él desvió la atención del lobo Alfa quien observó a su hermano. Éste se veía contento pues no dejaba de mover la cola de un lado a otro.
—Izuna —recibió Madara como era acostumbrado—. ¿Dónde estabas? Desde la mañana no te veo.
—Fui de caza. Pensé que conseguirte algo para cenar te pondría de buen humor —explicó.
—¿Ah, sí? —él mostró interés, los regalos de Izuna eran singulares pero siempre con buena intención—. ¿Y qué es?
—¡Tarán!
Las facciones de Madara se endurecieron cuando el rostro de la cría de conejo que había visto recién se plantó de nuevo en su cara, esta vez entre los brazos de Izuna que la cargaba como si nada.
—Izuna…
—Hace mucho que no comemos conejo —dijo Izuna, ignorando la voz de su hermano, sin bajar a la niña quien temblaba peor a cuando estaba con Sasuke—. Dicen que los bebés tienen una carne tierna. No está en su punto, pero apuesto a que tendrá un buen sabor si Mikoto la cocina bien…
—¡Izuna-nii!
Sasuke llegó corriendo como bólido hacia la otra figura de los hermanos Uchiha, dando una patada en la pierna del mencionado quien se quejó de inmediato, dejando caer a la niña quien no dudó en escapar hacia las profundidades de los pasillos.
—¡Pequeña pulga, ¿cómo te atreves a pegarme?!
—¡Me robaste mi presa!
Ambos Uchiha gruñeron, con sus colas esponjadas y amenazantes.
—Ustedes…
Sin embargo, el tono de voz amenazador de Madara desvió la atención de los menores quienes tragaron duro cuando los ojos rojizos de éste se posaron en ambas figuras.
—¿Qué diablos hicieron?
—Él me quitó a mi presa —señaló Sasuke.
—Porque eres tan enano como para hacerte cargo —debatió Izuna, mirando mal al menor.
Sasuke se ofendió.
—¡Soy capaz de hacerme cargo de mi presa!
—¡Ja! —Izuna no tardó en burlarse—. De no ser por mí se habría escapado.
—Claro que no. Lo tenía todo bajo control hasta que llegaste, Izuna-nii. ¡Me la robaste!
—No vi que tuviera tu nombre, Pulga.
A Madara no le gustaba ser ignorado, menos por un par de mocosos como ese par. Respiró hondamente para preparar luego su puño, repartiendo zapes a esas cabezas duras.
—Dejen de pelear y ahora busquen a esa mocosa —ordenó con los menores sobándose las cabezas—. Y más vale que la encuentren o sino…
—¿O sino qué, Madara-san?
Madara giró lentamente para toparse con una Mikoto sonriente, pero cuyo aura era tenebrosa. Detrás de su pierna, protegiéndose de una amenaza se hallaba la cría de conejo, temblando sin parar y mirándolos con ojos brillosos.
«Mierda».
Mikoto hizo una reverencia pronunciada y obligó a Izuna y Sasuke repetir el mismo gesto frente a la mirada dura y estricta de Hiashi Hyuga.
—Lamento muchísimo las molestias —dijo Mikoto con ojos culpables y sonrisa arrepentida—. Me aseguraré de vigilar mejor a mi hijo menor. De verdad espero que esto no genere conflictos.
Hiashi abrió la poca para exigir de parte de los Uchiha una audiencia pero su mujer se adelantó.
—No se preocupe, Mikoto-san —Hitomi Hyuga negó como si no hubiera pasado nada—. Son niños —rio un poco—. Bueno, Sasuke-kun es un niño.
Izuna alzó una ceja, mirando mal a la mujer, pero Mikoto volvió a bajarle la cabeza con fuerza.
—Probablemente estaban jugando —mencionó con Hinata en sus brazos, negándose a ver a los lobos—. Nuestra hija no está acostumbrada a convivir con lobos, supongo que eso la hizo sentirse nerviosa —Hitomi miró a su marido—. Mi esposo suele asustarla con cuentos de que los lobos comen conejos…
—Pero eso no es mentira, nosotros si comemos…
Mikoto interrumpió a su hijo al cubrirle la boca para que no terminara la oración.
—Sí —rio nerviosa—, por supuesto. Juego de niños.
Hitomi sonrió dulcemente.
—Aun así lamento todas las molestias ocasionadas por mi hijo y cuñado. Prometo que nunca volverá a suceder.
—Oh —Hitomi parpadeó—. Eso sería una lástima —observó a Sasuke—. Creo que Sasuke-kun sería una buena amistad para Hinata.
—¿Qué? —los Uchiha mayores y Hiashi miraron a la mujer de cabellera negro azulada y orejas de la misma tonalidad.
—Es decir —rio nerviosa por las miradas profundas a su persona, sintiendo el agarre de Hinata endurecerse alrededor de su cuello—, sería lindo que nuestros hijos jugaran juntos. Estoy segura que crearían un lindo vínculo. Ya sabe, para mantener unidas nuestros clanes y sin enemistades. Sería de mucha ayuda.
—Eso… —Izuna iba a opinar, preguntándose si la Hyuga era idiota o de verdad creía en todas esas idioteces.
Un carnívoro no podía ser amigo de un herbívoro.
—¡Eso sería maravilloso!
—¡¿Eh?!
Tanto Sasuke como Izuna miraron a la pelinegra como si hubiera perdido la cabeza. Pero Mikoto solo veía a la Hyuga con ojos brillosos.
—Estaría encantada de que Hinata-san visitara nuestra casa y jugara con mis hijos. Sin duda ayudaría a llevarnos mejor.
Hitomi asintió totalmente de acuerdo.
—Sin duda. Hagamos que esto funcione, Mikoto-san.
—Hai. Cuento con usted, Hitomi-san.
Notas: Siendo sincera no sé en qué estaba pensando, creo que ver tantas imágenes de los Uchiha con orejas de lobo e Hinata de conejo me afectó. No sé qué rumbo tenga esta historia, pero prometo traer escenarios divertidos con los Uchiha y la pequeña Hinata.
