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Siberia, en la Rusia profunda.

Marzo, días después del Equinoccio de Primavera Europeo.

El jet de Mazur cruzaba el continente, desde Rumanía, en donde se embarcó Rose -esta vez de la mano de su madre-, hasta Rusia; para integrarse a su nueva escuela... La academia St. Basil.

Lo que complacía a Janine, y acomodaba a Mazur...

Pero -se atrevía- -a vocalizarlo (claro).

Porque St. Basil no era como St. Vladimir, ¡oh, no!.

Y Janine lo sabía... Y -eso- lo aceptaba bien, y por varias razones.

Primero, era la mejor -y la más estricta-, academia a nivel mundial.

Mejor que Adler -la de los royal Morois-, y que St. Vladimir, pero juntas.

Segundo, allí se formó Janine con La Capitana Galina -era la única mujer BM7-, cuando se entrenó para ser evaluada en los BM1.

Y tercero (y, aunque jamás reconocería que la opción la seducía), los dhampirs que no salían de guardianes (¡y habían muchos así!)... Podían entrar directo a una formación profesional humana, desde lo menos a lo más calificado.

Y esto, porque la formación académica seguía la normativa rusa.

Y si esto sucedía con Rose... -bueno, era Rose-, al menos, podría postular a una universidad (¡y a una muy buena!).

Lo habían conversado ya (¿co parenting, alguien?), y ambos aceptaron la opción.

E Ibrahim ya había creado el fondo para eso, obviamente.

Porque Rose jamás quedaría (alocada y libre) sin supervisión, y sin apoyo por la vida.

La Capitana Galina -ya- les esperaba en su amplia oficina -de amplios y luminosos ventanales-, y Rose se pegó a ellos, boquiabierta.

"¡Es verde, no blanco o seco!", chilló.

"Dejémosla gozar el paisaje, y nosotros hablaremos cosas de grandes", dijo Mazur, acomodándose, "éstos son sus documentos académicos y legales. Me ocupé de que tenga la visa adecuada, y todo", y se los pasó.

"Inusual, pero eres... Bueno...".

"Baba, Pap, Tad, Sssssmei, y eso", oyeron piar a Rose, y Galina se volvió a ella, boquiabierta.

Luego, se volvió a los documentos, que revisó (mejor).

"Todos sus informes -médicos y académicos-, son impecables, pero su comportamiento... ¿Puedo preguntar... Porqué en Valaquia?, podría haber ingresado acá, directo, sin tanta...".

"Las academias -todas las que conozco- son feas", pió Rose, sin alejarse de la ventana, "y allá no pudimos encontrar a Vlad, o a Drácula, o como se haga llamar ahorita mismito. Debe estar acá, entonces".

"¿Vlad Tepes?", dudó Galina, y Rose sonrió, burlescamente.

¡Había caído en su trampa!, su veneno había funcionado.

"La Bratvia", pareció toser Mazur, "Hizo acuerdos con un viejo strigoi aposentado en Europa, que sembró el miedo. No dejaba... Sobrevivientes, pero tampoco creaba otros. Y -obvio-, se les salió de las manos, ahora", susurró Mazur, "uno de sus contactos... me contactó".

"¿Y Rose lo sabe, por qué...?", se enfureció Janine, mirando a su hija de reojo. "¿Ibrahim, no habrás...?".

"Nop. No fue Pap, moma", y Rose se volvió a ella, frunciendo el ceño. "Alguien hablaba -en todas parrtez, en clazez, en laz callez-, de que los vampirros trransilvanoz andaban nuevamente por laszcallez, cazando. Había miedo. Y... Dezaparezieron muchoz guarrdianez en Valaquia. Y Pap decidió que yo no podía zeguir. ¡Yo querría quedarrme!", y pateó el suelo, impotente. "Tuvo que explicar allí que -ya- no erra una leyenda urrbana. Y que no erra pozible vencerrlo... Aún. La ezcuela... Fue la que Dezidió cerrar por ezte annuz horribiliz".

"Y... ¿es...seguro acá, Ibrahim?", susurró Janine, una idea fija en la mente.

Enviarla de vuelta a St. Vlad, en Montana.

"Janine, yo tendré un ojo puesto en Rose", dijo Galina, algo sombríamente.

"¿Y puedes... entrenarla?, ya no es demasiado pronto, me temo".

"Le encomendaré a mi ayudante -un novicio provisorio, llamado Dmitr Belikov-, que le enseñe algunos movimientos de defensa. Sólo él -de entre unos pocos novicios y guardianes-, tiene esa capacidad para evaluarla correctamente, considerando que Roza está bastante avanzada, para su edad".

Y volvió a mirar sus documentos de las academias, en dónde informaba que Rose ya había sobrepasado a sus compañeros... En casi todo.

Menos en respetarlos, si no la respetaban.

"¿Tiene un costo?", consultó Ibrahim, haciendo cálculos mentales.

"Yo lo pagaré", Janine era quién quería pagar, y no aceptaría un no de parte de Ibrahim.

"Cualquier monto, será siempre útil a su familia", explicó Galina. "Ahora, respecto a sus clases...".

"Nada con murciélagos", dijo Rose, "intentarán comerme, y les pegaré, si lo intentan".

"En tu clase no debe haber Morois, Roza. Se integran más bien en la intermedia", dijo Galina. "Y lospocos que puede haber, antes de eso, ellos...".

"También los botaron. Vi de esos en esa montaña de murcis, al otro lado del charco, claro". Y miró a su madre, con especial atención.

Janine aún no era inmune a la fuerza de su rabia... U odio.

Nada que le dijera sobre ese oscuro periodo de su vida, la haría cambiar de opinión.

"Entonces, ¿dónde dijeron que voy a dormir?, tiene que caber de todito. ¿Y qué hay de comer por acá?, ¿osos?. ¡Y quiero ventanas!, como éstas".

Esa era su forma de decir acepto. Su voto de confianza.

"Las ventanas son buenas, acá ya es primavera, Kiz", le dijo Mazur, haciendo resaltar el clima. "Será verano antes de lo que esperas".

"Es afortunado, o de lo contrario, habría odiado pasar el invierno acá. Y a este lugar, obviamente".

Es que Rose era una niña solar.

Amaba el sol, y su calor.

"¿Hay más como yo que vampiros cobardes?".

Era evidente que habían más dhampirs que morois.

Pero quería que se lo confirmaran.

"A menos que hayan nacido en la zona, no muchos toleran el clima, Roza".

"Claro, son como esas cosas sin pelo, ¿cierto?, las ratas, digo. O los gatos. O los perros".

La dejaron en una clase, para que se ambientara (esperando que no golpeara a nadie en ese lapso), mientras buscaban al estudiante (allá los llamaban cadetes, pasados los exámenes de las clasificatorias), que podría ser su tutor.

Dmitr -más alto, y más fuerte para su edad-, dejó satisfecha a Janine -tras hablar con él-, y acordaron el pago de la tutoría.

Él no quería, pero Janine insistió.

Le pagaría en dólares -que tendría mejor tasa de cambio-, y el muchacho agradeció, profusamente.

Fueron a buscar a Rose, para presentárselo, pero...

Rose, a poco de llegar a la clase, comenzó a entender el tejemaneje de St. Basil.

Supo quién era cada quién, e incluso, quién hacía bullying a quién... Y porqué.

Era la hija de Zmey, y si alguien haría bullying... Sería ella.

Y no estaba allí por gusto.

Era parte de un plan superior, incluso más superior a ellos, a los morois.

Y, ¡pobre del que se cruzara en su camino!.

"¡Nunca más, nunca más, nunca más!, sé oyó berrear a un niño de la sala.

Y la puerta se abrió, para mostrar a un chorreante crío, de unos 8 años, corriendo hacia Galina.

"¡Capitana!, ¡lo fui!", eso sonó como si hipara, "¡yo fui!, ¡a mí tiene que castigarme!, ¡yo las hice llorar!".

Detrás de él, Rose observaba, las manos en la cintura, y el rictus de rabia, tan típico de ella.

Oh. Claro. El matoncito de la clase.

El que siempre planeaba cómo hacer llorar a las niñitas.

Pero lo que no entró en sus planes fue ella.

La niña dhampir que se volvió su peor pesadilla.

La que, teniendo 7 años, parecía de 6.

Pero que pegaba como su madre, que era guardiana.

E iría en una clase inferior a la suya, además.

"Grigor... Ve...". Comenzó Galina.

"A confesar tus pecados a la capilla", terminó Rose.

Y el matoncito salió corriendo, por su vida.

"Listo. Lo último de escoria murci. Ahora, la clase será interesante", y Rose volvió adentro.

Era, en efecto, el único niño Moroi de esas clases.

Y no volvió más a ellas, en mucho tiempo.

"¿Puedo contratarla?", susurró Galina.

"Me temo que no", dijo Janine, pensativa, "a menos que sea para...".

"Castigar a los Morois", completó Mazur, con una idea en su mente.

Janine lo miró.

"Ni lo intentes, Ibrahim. ¡Tiene 7 años!".

"Pero, no los tendrá siempre, ¿verdad?".

"Y los disfrutaré mientras los tenga", aseguró Janine, "tengo el nuevo cupo para los exámenes de BM, y me quedaré a prepararlos y a darlos, acá. ¡Alguien tiene que asegurarse de que queden Morois!".

"¿Vivos, quieres decir?".

¿Eso era sarcasmo, Mazur?.

"Cómo dices, tiene solo 7 años. Su veneno aún...no es tan mortal".

"Y si baja la cantidad de Morois, habrán guardianes para todos. Buena idea, querida", dijo Galina, maliciosamente.

"¿Enviar a Rose a morderlos, dicen?", dudó Mazur.

Al final, Rose aceptó quedarse, pues entrenaría con uno de los mejores.

Y se quedó algo quieta, -al fin-, cuando su padre debió viajar.

Y ahí las cosas se equilibraron, aunque sólo un poco.

Porque en la partida de Ibrahim, volvió su madre -realmente-, a su vida.

Janine era guardiana hasta la médula, y saberla en esas escuelas humanas, era una bofetada a su forma de ejercer su maternidad.

Pero ahora, ya podía relacionarse con ella sin prisas, y aprendió a conocerla mejor.

Conoció de sus ideas para -conquistar, ¡ejem!-, mejorar al mundo.

De lo que había visto, fuera de esas escuelas -para niñitos ricos-, amuralladas.

Y oyó cosas de Ibrahim, que nunca quiso considerar, cuando se enamoró de él.

Su partida -tras sus exitosos exámenes-, le dejó un vacío en el corazón, que debía ser llenado -sólo-, con más amor.

Y así fue como Rose conoció a Vika.

Era la hermana de DMitr Belikov.

Al verla tan dolida -y sola-, le presento a su hermana menor, que iba en un curso inferior al de Rose.

La alegre niñita era como un rayito de sol, en la fría academia.

Para muchos niños, su blablablá incesante era algo molesto, pero a Rose no le molestaba.

Tanto que se apegó a ella, y al poco tiempo, ya se trataban como -amigas del alma-, hermanas.

E incluso, la invitó un día a ir a su casa, enel fin de semana en que podían salir.

Vika y su familia vivían en Baia, que era un poblado mixto (vivían allí dhampirs, humanos y morois).

Sin nada más que hacer en ese fin de semana, Rose decidió aceptar.

Y su vida -y visión del mundo-, cambió para mejor.

Inspeccionó la casa sin decir nada, mientras mordisqueaba una rebanada de pan negro casero -hecho por Olena, la madre de Vika-, y se topó de frente con la adusta Babushka Yeva, que tenía un mazo de cartas en las manos.

Sin una sola palabra, le tendió el mazo.

"Escoge una, Roza".

Y Rose pasó sus dedos por sobre ellas, hasta que una pareció pegarse en ellos.

"El Mundo. El inicio de tu camino", le dijo.

"Es feo. Malo. Cruel. Huele mal. Hay llanto en el aire, y lágrimas en el agua".

"Pero puedes empezar a cambiarlo".

"¿Y por qué yo, si la Vrajitoare eres tú?".

"Porque ves al mundo sin filtros. Tú madre es valiente. Y tú padre es...".

"¿Sssssmei?".

"Zmey. La Serpiente. Y también es un dragón. Y ambos son temidos. Yo lo conocí, hace años atrás. No... Sabía -exactamente-, que vendrías, ahora. Pero lo sabía. Y debía hablarte. Y ya dije lo que tenía que decir, por ahora". Y se alejó, mascullando por lo bajo.

"Eres rara". Le dijo Rose, al aire, para seguir su recorrido.

Y también conoció a las dos hermanas mayores de Vika, que eran más mundanas que su Babushka.

Estaban fuera de la escuela ya, y trabajaban en los alrededores de Baia, porque ahí no había mucho trabajo para ellas. O para nadie.

Para cuándo volvió a St. Basil, ya había sido aceptada en la familia, desde la adusta Yeva, al seriote de Mitya.

Y así pudo pasar los siguientes 3 años.

Su padre -y su madre-, la visitaban con bastante más frecuencia que antes -ambos aún establecidos en Europa-, y se formó un núcleo entre todos ellos, sobre todo entre Rose y Vika.

Y todo eso fue ayudando a que Rose fuera creciendo de a gotitas, y su corazoncito de los 7, de los 8, de los 9, y de los 10 añitos creciera más, a la par de eso.

Y se fue llenando de amor por él. Porque Mitya era como su príncipe encantador.

Sin saberlo, ambos padres notaron ese cambio en Rose.

Era más... Era algo difícil de definir, pero era algo que los convencía de que St. Basil habia sido una excelente opción para ella.

En esos años que pasaron desde esa tumultuosa llamada desde la gasolinera de Montana, su madre era -ahora-, la ultra famosa Guardiana Janine Hathaway, y había ascendido -a la par de su crecimiento como persona, mujer y madre-, para ser la mejor guardiana -y la única mujer candidata a llegar a ser BM7-, encabezando la lista élite con nombres como Arthur Schoenberg -el ex-Capitán de la Guardia Real y actualmente como Capitán en St. Vladimir-, y Galina Sarapova, la Capitana de St. Basil.

Pero Janine seguía siendo su Moma, cuando la visitaba.

Y Janine -ahora-, encontraba tiempo para brindárselo.

Su cargo pasaba mucho más en Europa, y no le molestaba que ella desapareciera, para ir a ver a su hija.

Cerca de los 10 años, la piel comenzó a quedarle chica a Rose, y de pronto, pareció crecer de la nada.

Y madre e hija se divirtieron mucho, yendo de compras.

Rose había regalado -casi- toda su ropa a Vika, aduciendo que no le entraba ni en el meñique.

Así que no tenía, ni para dormir.

Pero esa era Rose.

Ese era el mundo que abría para asomar afuera.

Y lo más fuerte vendría pronto, más pronto de lo que pensaba.

Rose aún no cumplía los 11 años cuándo su padre le informó que debía ir a la Corte (sip, al otro lado del charco), para atender unos negocios.

¿Por qué más?.

Ese hombre parecía que no dormía, o comía. O nada.

Y Rose no quería quedarse sola en Siberia -las Belikova irían a visitar a un pariente, al otro lado de Siberia-, en invierno, -que le reventaba-, y en Navidad, para más remate.

Sí, también había nieve en América, pero no como en Siberia misma.

Rose no había pisado América desde que se colgó al cuello de su padre -7 años atrás-, y no tenía muchas ganas de ir, pero no lo dejaría solo.

Habían muchas víboras -la Reina, la mayor de ellas, en su mente-, y alguien debía evitar la llegada de una Madrastra Malvada.

Además, también estaría su propia madre -a quién no veía en un año-, y tenía la idea de que ella era perfecta para ser la Señora Mazur, ¡que tanto le faltaba a su Baba!.

Además, era su madre, ¿cierto?.

En la mente de Ibrahim, dejarla sola -también-, estaba fuera de discusión, pero debería negociarlo, para que no pareciera que estaba decidido.

Su hija era -demasiado- inteligente, brillante, y astuta -como- para dejarla sola, -¡sobre todo en St. Basil!-, y sin supervisión.

Y por eso -ya más frecuentemente que antes-, que le comentaba de las cosas más... livianitas (de sus negocios, y sus ideas más inocuas, claro), y siempre se sorprendía con sus ideas -alocadas-, pero realizables... y al final, brillantes.

Era su -inesperada- heredera.

Una que cambiaría la forma de ver el mundo a los morois -y dhampirs y humanos por igual-, sobre todo a los que no sabían de ella.

Y partiría con presentarla en la corte Moroi, en dónde -si sobrevivían al soponcio de la impresión-, las cosas podrían comenzar a cambiar.

"Será aburrido", insistía Mazur, en su alojamiento en St. Basil -incluido en el pago de la anualidad de Rose-, serán negocios, reuniones y eventos. No... No creo que sea una buena idea".

"Yo voy. Y punto. Baba", y pisó el piso con fuerza.

Estaba en pijamas, y con su equipaje listo.

Y así, él debió subirla a su jet, con toooda su extensa producción.

Nada -o nadie-, la convenció de cambiarse de ropa.

Era un oso retozón cuando quería.

Y lo sería hasta que dejara de ser el koala de Papi.

Cuando Janine fuera coronada Reina de los Morois.

O mejor... La mismísima Rose.