Mabel seguía cargando a su hijo en sus brazos, mientras trataba de que dejara de llorar. Probó con múltiples caras graciosas y marionetas, pero sus lágrimas seguían cayendo de sus ojos y su llanto resonaba en la habitación. Incluso el mismísimo Bill Cipher, conocido por su falta de paciencia, comenzaba a sentir la frustración crecer.

- ¿Ahora sí quieres la cinta? -ofreció Bill, buscando una solución desesperada. Mabel frunció el ceño y sacudió la cabeza.

- No voy a encintar a mi hijo -dijo, agotada pero decidida. Observó al bebé en sus brazos y pensó por un momento. - Quizás tiene hambre. Voy a preparar el biberón, cárgalo mientras tanto.

Mientras Mabel se dirigía a la cocina, Bill sostenía al bebé torpemente en sus brazos. La criatura seguía llorando y sus ojos se llenaron de lágrimas. Bill entrecerró los ojos y se le ocurrió una idea. Miró al bebé directamente.

-Deja de llorar o sino...-Realizó una expresión aterradora pero esta no parecía tener efecto en el bebe, y en ese momento, consideró que tal vez la cinta no era una idea tan descabellada. Pero como su esposa no le gustaría, se puso a pensar hasta que de pronto, se le ocurrió otra idea generando que sus ojos brillaran.

Cuando Mabel regresó con el biberón tibio, quedó asombrada al ver al bebé durmiendo tranquilamente en los brazos de Bill.

- Lograste que dejara de llorar -expresó felizmente, sin poder ocultar su sorpresa. Acarició suavemente un mechón del bebé. - Quizás solo necesitaba los brazos de su padre. Está durmiendo tan dulcemente.

Bill sonrió orgullosamente.

- No fue tan difícil después de todo.

Con cloroformo, no lo fue.