No es como si no se percatarse del ser que comenzó a seguirlo. En el momento que la revivió, y decidió continuar su camino. Alguien más tomó el mismo destino.
Podía decirle "vete, humana"
Pero, no lo hizo. Y ella no se fue.
Era pequeño. Si.
Pero era visible, y a pesar de que no hablara, hacía ruido. Sus pequeños pies que lo seguían delataban su presencia. Haciendo crujir hojas, ramas...
Pero raramente no le molestó. Quizás porque Jaken era más ruidoso.
Luego al tomar confianza, su voz comenzó a hacer ruido, pero para su sorpresa tampoco le molestó. Y eso que hablaba mucho.
Lo estaba siguiendo. Se estaba quedando en ese lugar como si le hubiera dado permiso.
Otra vez, podía decirle "vete, humana"
Pero, no lo hizo.
Dejo que sus pies siguieran y siguieran caminando por dónde iba. Dejo que se instalará en su territorio, que entrara y permanecerá en un lugar que pensó que un humano jamás podría.
Podría abandonarla, o incluso intentarle por enésima vez decirle "vete, humana"
Pero esas palabras nunca salieron de sus labios, no porque le diera pereza hablar a pesar de que no era muy hablador.
Simplemente no podía, no quería. Porque la niña que le sonría, estaba feliz con su compañía, siguiéndole por su propia decisión.
Sesshomaru observaba -como tantas anteriores veces- a Rin con detenimiento mientras la niña corría con efusividad por el frondoso bosque. La lluvia nocturna había dejado humedad en el suelo. El demonio notó algo que llamó su atención.
Lo examinó de cerca, era una pequeña huella de pie humano, marcada con claridad en el suelo. Era la huella de Rin, un recordatorio tangible de su presencia a su lado. Una sensación extraña e inesperada lo invadió cuando consideró lo pequeña y frágil que era esa criatura humana. Era una paradoja que alguien tan vulnerable pudiera caminar hacia él sin rastro de temor, dejando una huella en su corazón que nunca imaginó que sentiría por otro ser vivo, y mucho menos por un humano.
Sesshomaru recordó los momentos en los que Rin en que su sonrisa radiante parecía mitigar su odio contra los humanos. A pesar de las adversidades, ella siempre había mostrado una fe inquebrantable en él. A través de su confianza que la humana le había depositado, había aprendido a apreciar la belleza en la fragilidad y la fuerza en la vulnerabilidad.
Un sentimiento desconocido y poderoso se apoderó de su ser mientras miraba la huella de Rin. Es algo que Sesshomaru nunca había sentido antes. Rin había encontrado un camino hacia al corazón de Sesshomaru y había dejado una huella imborrable.
Mientras continuaban su camino, esta vez, el demonio tomó la mano de Rin en la suya, sintiendo la delicadeza de sus dedos entre los suyos. En ese momento, supo que su vida había sido enriquecida por la presencia de esta humana especial. Ahora estaba decidido a protegerla y cuidarla con toda su fuerza.
Juntos, Sesshomaru y Rin caminaron a través del bosque, cada uno llevando consigo la huella del otro. Aunque eran diferentes en muchos aspectos.
¿Seguía no gustandole los humanos? Probablemente.
Pero le gustaba esa humana, Rin.
