Disclaimer

Los personajes de esta historia son propiedad de Rumiko Takahashi y son parte de su obra Ranma ½, sólo los utilizo para mi propia diversión y sin recibir ningún beneficio monetario por ello.

Los comentarios, críticas, consejos y sugerencias son bienvenidos, sólo háganlos con respeto: no olviden que detrás de este texto hay una persona con sentimientos. Snif.

Advertencias: en esta historia pueden encontrar infidelidades, traiciones. Hasta quizás, muertes de personajes (aunque eso no está claro aún; todo puede pasar).

Shampoo fans: les aconsejo que no lean este fic porque ella será una de las antagonistas máximas. Los que me conocen saben que me gusta muchísimo este personaje pero, si hay alguien en este cuento que puede ser tildada de antagonista, ésa es ella, por miles de razones que los lectores de Ranma ½ conocen y que no voy a detallar aquí.. Y no crean que no sufro pero es que no he escrito nada aún sacando el lado malvado de Shampoo. Eso, están advertidos, no lloren ni me insulten después. Lean bajo su propia responsabilidad.

Este es el primer capítulo de una historia no tan larga (espero). Tengan paciencia. No se puede contar todo de una sola vez si no, muere la emoción. No dejaré de lado los otros fics, eso no. He subido éste porque es una forma de presionarme y obligarme a continuar y no abandonar las historias. Y también porque tengo la cabeza de pollo y suelo olvidar las cosas así me aseguro de que eso no pase. No otra vez.

Historia dedicada a la maravillosa Bayby Face por su apoyo desde el día uno. These are things one never forgets…

¿El título del fic? Obviamente la canción de Journey :)


El comienzo de una vida sin ti

Aquí estamos

Mundos separados, corazones rotos en dos

Noches sin dormir

Perdiendo terreno, te estoy alcanzando

Sentir que se ha ido

No se puede cambiar de opinión

Si no podemos seguir

Para sobrevivir a la marea que al amor divide

Algún día el amor te encontrará

Romperá esas cadenas que te atan

Una noche te recordará

Cómo nos tocamos y tomamos caminos separados

Journey - Separate ways.

La lluvia caía torrencialmente por las calles de una ciudad vacía y oscura, parecía un día de invierno pero no: estaban en plena primavera mas no lo parecía. Los pasos perdidos de alguien corriendo era lo único, además de la lluvia, que podía oírse a esa hora. La respiración entrecortada y los sollozos se unían de vez en cuando al sonido ambiente. Los pasos continuaron, cada vez con menor velocidad y precisión. El cansancio terminó por vencer a la dueña de esos pasos quien, agotada, sólo pudo apoyarse en un poste y trató de descansar ahí un momento. Se supone que debería ser uno de los días más felices de su vida, eso pensaba ella, eso le decían todos y, sin embargo, se había transformado en la peor de las pesadillas. El peor día de su vida.

– Ranma me dejó platada, Ranma me dejó plantada… – era lo único que podía decir, con un hilo de voz, como si quisiera, en el fondo, no ser oída, ni siquiera por ella misma. Su hermoso vestido blanco estaba desgarrado, las perlas de éste colgaban y amenazaban con caerse, el ramo ¡qué le importaba el maldito ramo! Ya no servía para nada. Enfurecida lo lanzó lejos, cayendo en un charco de agua inmunda. Abatida, se fue al suelo de rodillas y comenzó a golpearlo con sus manos hasta que los nudillos le sangraron. Creía, ilusamente, que el dolor del cuerpo aliviaría el dolor de su alma pero tarde comprendió que no sería así: las manos sanarían, su alma no. Ese dolor la acompañaría para siempre, no importa lo que ella hiciera por mitigarlo.

¿Qué les había pasado? A ella, nada. Estaba muy segura del paso que iba a dar y creía que su novio también. Su compromiso había sido arreglado por sus padres desde hace tanto tiempo, ella lo daba por hecho; evidentemente él no. Lo había visto hace unas noches atrás y nada hacía presagiar el infierno que le tocaría vivir tan sólo unos días después. Mirando en retrospectiva, sí hubo señales que su amor no le permitió captar. Un Ranma tenso, nervioso. Distraído. No le dio mayor importancia porque ella también lo estaba y era normal. Eso decían todos. Debió notarlo en su mirada, en la frialdad con que la miraba… No lo notó, no fue capaz de hacerlo. Y eso hacía cada vez más insoportable el dolor de su corazón.

v.v.v.v.v

Era aún temprano de un hermoso día de primavera. La casa de los Tendo estaba decorada como la ocasión lo ameritaba: «no todos los días se casa una de las niñas» decía llorando Soun. Y en este caso también importaba el destino del dojo, claro.

Akane se miraba al espejo mientras retocaba su labial, sonriendo a su propia imagen. Le gustaba como se veía y no lo decía por su apariencia sino por la felicidad que irradiaba. Por fin había llegado el día, ese día que desde hace mucho tiempo ansiaba con que llegara pero que, por una razón u otra, siempre terminaba escapando de sus manos. Ya había estado en esa situación y todo terminó resultando pésimo. Esta vez sería distinto, lo sabía. Estaba nerviosa, sí y Ranma también lo estaba, lo había notado la úlima vez que fue a visitarla, la última visita como su prometido. Estaba más callado que de costumbre pero, en el fondo, era el mismo de siempre, el que escondía sus sentimientos, el que fingía que no la quería. Ella también actuó, no quería mostrarse como una novia débil y loca de amor. Se controló e hizo gala de una pasividad a la que no estaba acostumbrada.

– ¿Estás muy nervioso, Ranma? –. Akane esperaba una burla o una palabra fuerte, como casi siempre, pero esta vez no había sido así. Tuvo que repetir la pregunta. A la tercera vez, Ranma pareció oírla y le respondió que no, que todo estaba bien. No pensó mayormente en eso, no quería peleas tampoco. Ya llegaría el día de la boda, se irían los nervios y el comienzo de una nueva vida junto a su esposo, el hombre del que desde hace mucho tiempo había estado enamorada. Sonrió al recordarlo.

– ¿Cómo está la novia más linda del mundo? – alguien se asomó por la puerta del dormitorio para agasajar a la novia, interrumpiendo sus pensamientos.

– ¡Mousse! ¡No me mientas! Sé muy bien que no soy bonita – dijo Akane, bajando la mirada con una mezcla de tristeza y vergüenza.

– ¿Cómo que no? Saotome no opinaría lo mismo. Además, sabes que eres preciosa y, con ese vestido, te ves sencillamente deslumbrante – Mousse tomó la mano de Akane, la levantó y la hizo girar sobre sí misma. Sin duda, se veía hermosísima –: Si no fueras la novia de Saotome… – bromeó. Akane rió de buena gana.

– Muchas gracias Mousse – respondió ella, con dulzura –: ¿Ranma ya está aquí?

– Aún no pero no te preocupes, seguramente se perdió – dijo ajustándose los anteojos.

– Ranma no es Ryoga – corrigió Akane quien dejó entrever una expresión de inquietud en su rostro.

– Era una broma, Tranquila, ya llegará, ya sabes cómo es él – le respondió él con una sonrisa – y para que estés más serena, iré abajo y, en cuanto llegue ese tarado vendré por ti – y salió a esperar a Ranma en otro lugar.

Akane sonrió. Esperaría por Mousse, él nunca le había fallado.

Los minutos pasaban y de Ranma no se veía ni un cabello. Los nervios empezaron a consumirla, no podía quitarse de la cabeza la idea de que algo malo le había sucedido, un accidente, cualquier cosa y esa era la razón por la que no llegaba. Comenzó a pasearse dentro de los límites de su propia habitación pero ésta se le estaba volviendo demasiado pequeña, la estaba asfixiando. Miró por la ventana y vio a los invitados, que no eran pocos, murmurando o comentando algo; seguramente la razón de la ausencia del novio. Eso la puso peor. Decidió romper su palabra y bajó por las escaleras, algo que debido a la longitud de su vestido se le hizo imposible a ratos. Al llegar al primer piso, vio como Mousse se paseaba en el comedor y Ukyo llegaba donde él. Agitada, desesperada.

– ¿Cómo te fue? ¿Lo encontraste? – preguntó Mousse. Ukyo negó con la cabeza sin poder hablar; necesitaba aire para articular las amargas palabras que le tocaría pronunciar.

– Mousse, Ranma no va a llegar – dijo la chica cuando por fin pudo hablar. Mousse la miró con el rostro desencajado ¿Qué era eso de que Ranma no llegaría?

– Es una broma, ¿verdad? No habrás tramado algo, Ukyo – las palabras de Mousse sonaron duras.

– ¿Estás loco? Yo sé bien cuando he perdido una batalla y sé enfrentar mi derrota con dignidad – fue la respuesta –: ahora, no sé cómo decirte esto también a ti…

– ¿A mí? ¿Qué cosa? – el terror comenzó a apoderarse de Mousse. Por alguna razón sospechaba lo que se venía.

– Ranma se fue con Shampoo – Ukyo trató de buscar la forma más gentil de decirlo pero, al no poder hacerlo, lanzó todo, de una vez. Mousse se puso pálido, no daba crédito a lo que estaba escuchando. Tomó a Ukyo por los brazos y la sacudió exigiéndole que le dijera la verdad. Ella insistió que la verdad era lo que estaba diciendo, no había más. Mousse se convenció al ver que la mirada de Ukyo estaba también teñida por un profundo dolor: había tenido que aceptar que Ranma se casara con Akane primero y que, después, éste se fuera con Shampoo, su eterna rival. Mousse la soltó sin saber qué hacer o decir. Tenía la cabeza revuelta. ¿Por qué Shampoo? ¿Por qué precisamente ahora que le había hecho creer que podían construir algo juntos? ¿Por qué fingió que lo quería? ¿Después de haber logrado todo lo que ella quería? ¿Y Ranma? Nunca confió en él, a pesar de su acercamiento en el último tiempo, nunca pudo hacerlo. De pronto, dejó de pensar en él y se enfocó en quien sí sufriría de verdad con esa noticia. Mousse fue hacia al jardín y llamó a Ryoga cuando éste llegó, le dijo:

– Necesito que subas y te quedes con Akane. No la dejes sola, no la dejes salir. Quédate siempre a su lado –. Ryoga no era capaz de entender lo que pasaba. Ukyo se lo explicó rápidamente dejándolo asombrado.

– ¿Y dónde van ustedes ahora? – les preguntó a los dos.

– Voy en busca de ese idiota y lo mataré a golpes – fue todo lo que dijo Mousse. Ryoga fue entonces corriendo al dormitorio de Akane pero ésta no estaba. Salió como un loco hasta alcanzar a Mousse y Ukyo:

– ¡Akane no estaba en su habitación! – les gritó desesperado. Todos quedaron petrificados. ¿Cómo? ¿Y dónde estaba? ¿Dónde pudo haber ido? Conocían lo temperamental que era Akane. Esperaban que no sucediera una desgracia.

v.v.v.v.v

Las palabras de Ukyo destrozaron su ilusionado corazón. ¿Qué Ranma no llegaría? ¿Por qué, con qué motivo? No, era una maquinación de Ukyo para impedir que ella y Ranma al fin se casaran. Pero ¿por qué la voz de Ukyo sonaba quebrada como si ella también estuviera sufriendo? La respuesta parecía simple: porque Ukyo también estaba sintiendo dolor. Akane se tomó la cabeza con las manos como tratando de exigirle a su cerebro que procesara la información pronto e hiciera algo. Aunque no había podido comprender todo el mensaje sí escuchó algo que le entregó la pista que podía seguir: el nombre de Shampoo. Ella tenía las respuestas y, sin pensarlo mayormente, levantó su vestido con las manos para poder caminar con comodidad y, sin ser vista, salió hacia el Café de Shampoo. El día estaba empezando a ponerse gris, las oscuras nubes se habían apoderado del cielo al igual que de su corazón. Un trayecto que normalmente le tomaba no más de quince minutos en esta oportunidad se le hizo eterno. Y no era tanto por el engorroso vestido sino también por la impaciencia de su alma. Mientras caminaba, sólo se repetía que todo era un invento de Ukyo, de sus celos, que Ranma llegaría, tarde, pero llegaría, que Shampoo debía estar algo despechada pero lo superaría al lado de Mousse. Ellos habían empezado algo ¿o no? La realidad difería completamente de su ilusión: aún no llegaba al Café del Gato cuando vio que Shampoo salía de ahí, con unas maletas mientras Cologne, un poco detrás le decía que tuvieran prisa, el tren se iría en poco tiempo. Que Ranma debía estarla esperando. Al escuchar esas palabras, el corazón de Akane pareció detenerse y en un acto reflejo, intentó seguirla pero una fuerza descomunal la detuvo.

– Tú no vas a ninguna parte, Akane Tendo – la voz de Cologne se oía con una mezcla de felicidad e infinita superioridad. Akane intentó zafarse mas no pudo, la fuerza de la bisabuela de Shampoo era infinitamente más potente que la de ella.

– Pensé que ya había superado la elección de Ranma y la respetaría – le dijo Akane mientras se esforzaba por mantenerse de pie. Cologne sonrió maliciosamente.

– ¿Cuándo dije eso? Ranma es el novio de Shampoo, debe casarse con ella para que pueda mantener su honor. Hay cosas que pesan más en la vida, Akane.

– ¿Y usted apoya que la felicidad de Shampoo se forje sobre el sufrimiento de otros? Y no hablo solo de mí sino también de Mousse y del mismo Ranma. Será feliz sólo nominalmente – expuso la chica entre lágrimas.

– Se trata de la felicidad de mi bisnieta, como bien dijiste, y, además, esto es lo que siempre tuvo que ser. Fuiste una intrusa que estuvo a punto de acabar con el compromiso de Shampoo pero, afortunadamante, las cosas volvieron a su cauce natural. Ranma y Shampoo se merecen el uno al otro porque son los más fuertes y se aman – afirmó Cologne con seguridad.

– ¿Yo, intrusa? Creo que usted está un poco perdida. ¡Ranma se iba a casar conmigo! ¡¿Qué hizo para que se fuera con ella?!

– No hice nada: sólo hice que mi yerno reflexionara mejor y se diera cuenta de que a quien realmente ama es a Shampoo. Ella es la mujer ideal para él, y tú lo sabes: es fuerte, hermosa, cocina bien y lo trata con dulzura, algo que tú nunca has hecho – le enrostró Cologne. Lo que decía era cierto, en parte, pero Akane pensaba que Ranma no le daba importancia ya a esas cosas, que la quería tal como era, que había aprendido a aceptarla. ¿No se lo había insinuado un par de veces? Quizás todo fue parte de su mundo imaginario, ya no podía estar segura de nada.

– ¿Por qué Ranma no me dijo nada la última vez que nos vimos? Tuvo el tiempo suficiente para hacerlo. Yo lo hubiese entendido – Akane se secó con el revés de la mano las pequeñas gotas de lluvia que empezaban a caer sobre Nerima. Gotas que le permitían, a su vez, esconder las lágrimas.

– Por lástima. A pesar de todo, mi yerno siente aprecio por ti y tu familia; no quería dañarte – Cologne mostraba una seguridad enorme en lo que decía, en que tenía la razón.

– ¡Qué considerado! – exclamó Akane con desazón, dolor e ironía –: ¿dónde se supone que van?

Cologne sonrió.

– ¿Y qué piensas hacer? ¿Salir tras de ellos?

– No, no se preocupe por eso. Tengo suficiente dignidad como para llegar a esos niveles. Pensándolo bien, tampoco tiene sentido. Ranma hizo su elección y no fui yo – Akane miró al piso para no permitir que Cologne la viera más humillada aun.

Cologne sonrió tranquila. Conocía a Akane, ella no iría detrás de Ranma porque era muy tonta y débil. A pesar de todo, la apreciaba.

– Sigue con tu vida Akane y acepta que Ranma sólo tomó lo mejor. Shampoo siempre ha sido la novia ideal para él y tú lo sabes. Siempre lo has sabido. Esto pudo haber sucedido mucho antes si no hubieses interferido ese día en que mi yerno le diría a Shampoo que la amaba. No tengo que recordarte el episodio. Él iba a decirlo por su propia voluntad, nadie lo obligaba a nada…

Sí, lo recordaba. Sin embargo, muchas cosas sucedieron después. ¿Eso no tuvo ningún valor para Ranma? Cologne desconocía la respuesta, era algo que el propio Ranma debía explicar pero, por lo pronto, era imposible. Ranma y Shampoo estaban empezando su nueva vida, eso era todo lo que se necesitaba saber. Akane pidió a Cologne que la liberara, no iría detrás de Ranma. Cologne confió en ella y la soltó. Se había largado a llover con furia y el vestido se había vuelto como si estuviera hecho de plomo.

– Vete a tu casa, niña – aconsejó Cologne antes de entrar a la suya. Akane no podía oírla, estaba en shock. ¿Cómo había sucedido todo aquéllo? ¿Cuándo? ¿Realmente se arrastraba desde hacía tanto tiempo? ¿Desde el incidente de la joya? ¿Por qué Ranma no tuvo el valor de decirlo? De pronto, toda la furia guardada salió desde Akane y comenzó a desgarrarse el vestido, partiendo por el pecho y luego las mangas y el faldón haciendo que las perlas incrustadas en él volaran por todas partes. Cologne miraba por la ventana: le apenaba verdaderamente la situación de Akane pero la felicidad de su bisnieta siempre estaría primero que todo. Akane vagó algunos minutos por la lluvia, hasta que las fuerzas la abandonaron y cayó de rodillas, sin fuerzas para seguir andando.

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– ¡Akaneeeeeeeee! – Ryoga, Mousse y Ukyo llamaban a su amiga desesperados en un intento de que ella los escuchara y fuera donde ellos. Abortaron la misión en poco rato. Akane se había esfumado.

– ¿Crees que Akane pueda haber oído nuestra conversación en el comedor, Ukyo? – preguntó Mousse.

– No lo sé pero es posible. Eso explicaría su modo de actuar.

– De ser así, hay un solo lugar donde podemos encontrarla – dijo Ryoga. Corrieron hacia el Café del Gato. Llamaron a la puerta pero nadie les abrió. Ryoga incluso amenzó con echarla abajo pero los otros dos lo detuvieron.

– ¡Cálmate de una vez, quieres! Todos estamos mal pero, ahora mismo, quien peor está es Akane. Debemos encontrarla, no sabemos qué puede llegar a hacer – reprochó Ukyo.

– Akane estuvo aquí – dijo Mousse indicando las perlas del vestido. Era cierto, eran los adornos de su traje de novia.

– Dividámonos, no debe estar muy lejos. Quien la encuentre primero, la lleva a su casa y avisa al resto. Si en dos horas no la encontramos, daremos aviso a la policía ¿De acuerdo? – propuso Ukyo. Todos aceptaron y comenzaron su búsqueda.

Les costó más de lo que pensaron, Akane simplemente había desaparecido, no estaba en ninguno de los lugares a los que típicamente iba cuando se sentía triste. Cuando ya se estaba acabando el plazo de dos horas que se habían impuesto, en un callejón, Mousse dio con Akane. Aunque la llamó, ella no dio ninguna respuesta. Se acercó a su amiga y puso su mano sobre el hombro de la chica.

– ¡Ranma! – dijo en un impulso. No pudo disimular la frustración cuando vio que no era él –: ¡Suéltame, no me toques! ¡Quiero estar sola! – le gritó al sentir el contacto. Mousse retrocedió pero no se rindió.

– Akane, soy yo…

– ¡Déjame tranquila! ¡No quiero ver a nadie! – insistió. Mousse no se rindió: la tomó en brazos a pesar de las patadas y golpes de puño que recibió de parte de Akane. Al sujetarle las manos vio que las tenía heridas.

– Akane ¿por qué? ¿Por qué te dañas de esa manera? – preguntó tristemente.

No respondió ¿Era evidente no? Escondió la cabeza en el pecho de su amigo y siguió llorando. Le había dejado pasar a Ranma muchas cosas pero esto, esto no se lo perdonaría jamás. Al dolor de su abandono, se sumaba el que su ahora ex novio le había causado la humillación más grande su vida.

– Tú no sabes cómo me siento … – sollozó Akane, hablando sin pensar. De pronto, recapacitó: Ranma se había ido con Shampoo. La había dejado por ella y Shampoo había dejado a Mousse por Ranma. Si había alguien que sabía lo que ella estaba sintiendo, ése era Mousse.

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Había comenzado a llover por lo que tuvo que refugiarse en una cueva para protegerse del agua. ¿Era ese el camino? ¿Era lo que tenía que hacer? No era una persona digna de ella ni de nadie. Era un débil, un pobre tipo derrotado por cualquiera. Podía soportar que cualquiera lo derrotara, cualquiera ¡pero no él! ¡Nunca él! Sólo por eso no la merecía, no hasta que se hiciera realmente fuerte. Y eso es lo que haría: si ella lo perdonaba quería decir lo que quería, si no, significaba que nunca lo había amado y había sido la mejor decisión el separar sus vidas y tomar caminos distintos. Estaba tan absorto en su reflexión que no se percató de que alguien se acercaba y se detenía junto a él.

– Así es que aquí estabas. Me costó mucho encontrarte pero, como ves, no hay lugar en el mundo en el que te puedas esconder de mí.

Esa voz. Esa voz le era familiar. ¿Cómo había dado con él? ¿Por qué lo había encontrado si lo único que quería era estar solo?

– ¿Qué haces aquí, Shampoo?


Ya está. Primer capítulo up. Agradezco sus opiniones, son altamente bienvenidas.

Chao.