Notas Iniciales: ¿Actualización tan pronto? ¿Por qué no? Ya no podía dejarlo en borradores, más que nada porque así puedo leerlo y supervisar errores en la app.


II

Nicho de Rosas

El amanecer se llegó, y con ayuda de una alarma Ikki y Pandora fueron los primeros en despertarse, así que se apresuraron en iniciar su mañana. Bebieron café en el comedor antes de que Shun se les uniera unos minutos más tarde, avisando sobre que June tendría su día libre y a él le tocaba turno en la tarde, así que se quedarían más tiempo en la cama. Pero pese al plan mencionado por su hermano, Ikki lo invitó beber jugo con ellos, algo que el menor aceptó con una agradable sonrisa, misma que Pandora contempló divertida, después de todo su pareja seguía tratándolo como un niño y tal parecía que a Shun no le interesaba recriminarlo, seguramente convencido de que no tendría caso con lo cabeza dura que era Ikki. Y luego de unos cuantos aperitivos en compañía del más joven, los dos terminaron de arreglarse para emerger del departamento rumbo a donde Ikki guardaba su motocicleta. La arrancó y llevó a Pandora hasta el edificio donde ella residía, deteniéndose justo frente a la cochera donde guardaba su coche negro brillante, ahí se despidieron con un corto beso para que Ikki volviera a perderse en la carretera repleta de vehículos en movimiento con la intención de llegar hasta el hospital donde trabajaba.

Su rutina continúo ininterrumpidamente. Y aparcando su coche en el estacionamiento exclusivo para personal de la empresa, Pandora tomó una profunda respiración para por fin animarse salir de su auto, saludando con mecánica cordialidad a todo el que se cruzaba en su camino a su oficina personal. Enfocó su atención en terminar el papeleo que había dejado pendiente el día anterior en la computadora, así que no tuvo que ver a nadie hasta la hora del almuerzo, enviando a una de sus secretarias comprarle sus alimentos de un local cercano, pues no le apetecía salir en busca de un restaurante.

Las horas pasaron, de vez en cuando enviaba y respondía mensajes de Ikki como un modo de distracción para el mismo ya que su tiempo en el hospital estaba siendo relativamente flojo, debido a que sólo se estaba haciendo cargo de los pacientes que ya llevaban tiempo ocupando las habitaciones de su área, por lo que estaba aburrido de no hacer gran cosa. Pandora sabía que no tendrían oportunidad de verse esa noche, pues ella estaría sumamente ocupada terminando su trabajo de escritorio y administrando las actividades de su personal, por eso no se hizo ilusiones ni mencionó nada a su pareja. Seguramente Ikki tampoco esperaba que lo invitara salir ese día, aunque una parte de ella deseara contar con más ratos libres para al menos ocuparlo conversando con él por móvil. Sino dependiera de ella coordinar y vigilar cada mínimo aspecto de aquella prestigiosa empresa, se permitiría el capricho de robarse unas horas para sí misma.

Mientras decidía con sus encargados sobre la próxima reunión que celebrarían junto a otras corporaciones de mueblería, el momento se vio interrumpido por una llamada en el celular de la joven alemana, la cual se disculpó con sus acompañantes tan sólo para retirarse unos centímetros rumbo a la ventana, reconociéndose confundida por el remitente.

— ¿Qué sucede, papá?

Hola, princesa. Te llamo para informarte de un problema legal que estamos teniendo.

—Oh, no me digas eso. ¿Qué pasó?

Bueno, no se trata de un asunto grave, es más formal y preventivo, así que he enviado a un experto en leyes a tu empresa para que resuelva mis dudas y te brinde la orientación requerida. Lo recibiría yo mismo en mi oficina pero me encuentro en mitad de una transacción importante y él es un hombre particularmente puntual y ocupado. Espero que no te moleste.

—En lo absoluto —respondió la joven, dejando relucir su lado mimado, que solía dirigir a su figura paterna más de lo que se inclinaba a la materna desde su tierna infancia—. Todo lo que desees.

Después de informarse un poco del tema que intrigaba a su padre, Pandora se despidió de él no sin solicitar que le enviara sus saludos a su madre también para retornar sin novedad a su rutina. Según le había dicho el dueño de las empresas Heinstein, este hombre se presentaría en su oficina a las dos en punto de la tarde por lo que se enfocaría en terminar unos cuantos formularios antes de que llegara. Justo en la hora estimada, su secretaria no tardó en hacerle saber a través de su comunicador sobre la susodicha visita, así que le concedió el pase hacia su oficina. Lo que no se esperaba es que este «experto en leyes» se tratase de un rostro conocido, mismo que la hizo conmocionarse tanto que inspiró una sonrisa de ironía en los labios del hombre a quien Pandora pensó no volvería a ver tras su ruptura. Teniéndolo ante ella, ni siquiera sabía cómo comportarse.

—Rhadamanthys.

—Pandora —correspondió al saludo antes de retractarse sin perder una actitud severa—. Oh, lo siento, quizás debería comenzar a llamarte «señorita Pandora» ahora.

—Te lo agradecería —admitió la joven alemana un tanto cortante pero no lo suficiente para intimidar a su invitado—. ¿Desde cuándo te encargas de orientar a grandes empresarios en lugar de dictar condena a los acusados como juez?

—Fue una petición directa de tu padre, no es mi intención salir de los tribunales.

— ¿De dónde se conocen?

— ¿Vas a interrogarme sin siquiera invitarme a sentar?

—Culpa mía.

Pandora se tensó por aquella acusación pero rápidamente concedió el permiso con un sutil movimiento de cabeza, haciendo que Rhadamanthys al fin se acomodara en la silla que yacía delante del escritorio para que pudieran verse directamente a los ojos, mismos que parecieron chocar con diversas emociones que estaban reacios a evidenciar a pesar de todo. Sin embargo, ambos comprendían que yacían rodeados de una tensión palpable de la que no lograban librarse, por mucho que se esforzaran en ignorarlo. Pandora se sintió tentada morderse los labios pero un pudor sin precedentes la golpeó, pues conocía lo observador que era el hombre delante suyo, sería contraproducente otorgarle una muestra de su nerviosismo; como si fuera malinterpretar su incomodidad con deseo. Por desgracia su cuerpo la estaba traicionando vilmente.

—Escucha, no eran mis intenciones que esto sucediera —dijo Rhadamanthys para sorpresa de la joven mujer—. Sabía que pertenecías a un linaje importante, conocía parte de tus influencias, pero nunca imaginé que terminaría conociendo a tu padre. No quiero que creas que te he estado persiguiendo.

—Pudiste negarte en cuanto te pidió que vinieras a verme.

—Es también conveniente para mi forjar conexiones de este tipo, no me malinterpretes.

— ¿Conveniente? ¿De qué te serviría tener amistad con un hombre como mi padre?

— ¿Y todavía te atreves a preguntar? Siento que te moleste pero es un asunto ajeno a ti, no importa que seas su hija, no tiene nada que ver contigo.

—…Entiendo. —Pandora tragó su frustración de manera automática. Aunque se esforzara en fingir que no le dolía la indiferencia de quien fuese un amante tan íntimo, lo cierto era que la espina que se clavaba en su corazón estaba siendo más fuerte de lo que hubiese anticipado. Por tanto tiempo se estuvo esforzando en olvidarlo, borrar su presencia de cada relación fallida posterior a él, no ceder a la tentación de correr a buscarlo. Volver a verlo no sólo se le hacía chocante, sino asfixiante, una completa tortura. Acostumbrada como estaba no debía ser difícil forjar apariencias pero era complicado con él, no importando su confianza obtenida con el paso de los meses. Todo se percibía tan reciente para ella que a duras penas permanecía tranquila frente a los hirvientes impulsos reanimando sus nervios—. Hablemos de lo que nos compete entonces.

—Antes debo asegurarme de que no usarás nuestro pasado como un arma peligrosa entre tu padre y yo.

—Descuida, ya superé lo que pasó —mintió descaradamente—. No te creas tanto, Rhadamanthys.

—Muy bien —replicó el británico con un gruñido que no pasó desapercibido para la heredera del apellido Heintein, al cual Pandora no pudo restarle importancia.

Al verlo con detenimiento, la más joven de los Heinstein se daba cuenta de que Rhadamanthys no había cambiado, seguía siendo ese hombre agrio y estricto que no admitía cambios en sus planes. Sus hombros seguían siendo anchos, no dudaba que su espalda fuese igual de apetitosa que sus piernas y esos músculos definidos. Inconscientemente miró los trazos entre sus piernas, así que desvió la mirada en cuanto se dio cuenta de lo que hacía. Su corazón latió con el conocimiento adquirido pero trató de ahogar la sensación con otra clase de recuerdos, buscó entre sus memorias los instantes que hicieron de su amorío el martirio que fue, más tal método no pareció ser suficiente. Reprimida, Pandora apuró el tema legal entre ellos, haciendo a un lado sus reacciones naturales prevaleciendo su porte profesional, enfriando el reencuentro lo más posible. De lo que estaba segura es que necesitaría un trago cuando su conversación terminara, pues la presión a la que estaba siendo sometida su consciencia sólo le indicaba que necesitaría trabajar más en superar lo que ya había considerado dominado.

.

Tras una mañana amena en compañía de su pareja, Shun ahora se dedicaba atender su puesto de trabajo con entusiasmo mientras compartía charlas cortas con sus compañeros y continuaba atendiendo a la clientela. Tal vez ser vendedor en una tienda grande no fuera su definición de «trabajo ideal» desde que consiguió graduarse de la universidad, pero no le desagradaba. Siempre tuvo facilidad para acercarse a la gente, por ello es que había alcanzado niveles altos dentro del negocio en poco tiempo. Le gustaba resolver dudas y los compradores se sentían muy cómodos con él, motivo por el que a veces no aceptaban a otros trabajadores a cargo debido al favoritismo que le mostraban; aquello había generado conflictos pero Shun pronto aprendió a dibujar un margen de dramas laborales. Aunque sus intenciones no fueran quedarse en el puesto para siempre, procuraba mantenerse en excelencia por si recibía una propuesta de trabajo mejor.

Mientras convencía a una pareja sobre la compra de uno de los artículos electrónicos recién traídos a la tienda, Shun pensó un poco en su situación actual. June no le había insistido en su charla respecto a Ikki pero era obvio que se había quedado con la duda de lo que acontecía entre ellos. Sería difícil hacerla olvidar el tema pero también entendió que no conseguiría evadirla toda la vida. Y a pesar de que le preocupaba un poco que intentara indagar demasiado por su arraigada curiosidad, tomó la decisión de comunicarle lo datos triviales. No perdía nada en todo caso.

La noche comenzaba a caer, así que no le sorprendió mucho que llegara un mensaje a la bandeja digital de su celular. Era de su hermano mayor, quien le escribió pasaría a recogerlo cuando cerraran la tienda. No era una pregunta y eso a Shun en cierto modo le molestó pero con un suspiro disipó toda replica que sintió el impulso de devolverle, y al contrario le respondió con un escueto "está bien", pues consideraba no valía la pena la queja gratuita.

Ikki siempre lo cuidaba, siempre estaría ahí

Lo presente del pensamiento lo incitó dirigirse sin tardar a su corto descanso cuando realizó su octava venta del día, pidiendo permiso a su jefe directo de salir al aire libre un momento para relajarse y retornar con nuevos ánimos al interior. No esperó que al hacerlo presenciaría la manera en que una chica rubia con vestido de verano dejaría caer su monedero mientras organizaba los artículos en su bolso, así que no se resistió al veloz impulso de tomar en sus dedos aquel monedero con forma de cabeza de Ragnda y dirigirse a la rubia que permanecía de espaldas a él.

— ¡Oye! Disculpa —la llamó.

Al no recibir reacción ninguna por parte de la aludida, se apresuró hasta ella para tomarla del hombro, logrando así atraer su atención con éxito. Nunca se imaginó que esta acción le arrancaría el aliento, pues la chica que se giró hacia él y le devolvió la mirada era como un perfecto reflejo suyo. Anonadado, las palabras se le atascaron en la garganta y pudo dar testimonio de que la chica estaba en las mismas al quedarse pasmada contemplando el rostro ajeno con los ojos muy abiertos. Sus irises azules brillaron ante el descubrimiento, adivinando Shun sus pensamientos al encontrarse en igual estado de shock. El tiempo pareció detenerse mientras se contemplaban, impactando contra un misterio sin explicación antes de que finalmente ambos comenzaran a dar señales de vida.

—No es posible —pronunció la joven extranjera con una sonrisa maravillada—. Eres….

—Idéntica… —agregó Shun.

— ¡A mí! —gritaron al unísono, rompiendo la tensión con una risa instintiva al darse cuenta de lo bien que se habían coordinado, todavía incrédulos por lo que estaban presenciando.

—Debo estar soñando, o eres mi gemelo perdido. Tendré que interrogar a mi padre en cuanto vuelva a casa porque no me pienso quedar con la duda, es que no puedo creer lo que estoy viendo. ¡Siento que me estoy contemplando a través de un espejo mágico!

La joven rubia aplaudió un par de veces incapaz de contener su emoción mientras que Shun se reconocía sumamente torpe por el repentino suceso. No podía pensar en una frase coherente qué formular, no conseguía hacer nada más que reír, divertido, motivado y un sin número de sentimientos que no lograba asimilar por completo, aunque compartiendo la emoción de la chica quien –ahora que la veía con más detenimiento– era ligeramente más baja, considerando que su propia estatura yacía por debajo del promedio en los varones japoneses.

—Quizás alguien proviene del futuro y actúa como un alter ego —opinó.

—Yo no, eso es seguro.

—O atravesamos un portal tridimensional sin darnos cuenta.

—Tal vez. —Los dos volvieron a reír—. Dime, ¿cómo te llamas?

—Shun —se presentó él dándole una ligera reverencia con la cabeza.

—Gusto en conocerte —ella correspondió de la misma manera—. Yo soy Esmeralda.

—Tienes un nombre muy bonito. ¿De dónde es?

—Soy latina*, aunque no estoy tan segura de que ese nombre sea originario de allá.

—Hablas muy bien el japonés para ser latina.

—Siempre me gustó el idioma, así que no dudé tomar varias clases antes de visitar este impresionante país, me alegro de que este sea el resultado de toda mi práctica de pronunciación, pero sigo siendo pésima con los kanjis, por eso se me dificulta seguir indicaciones.

—Entiendo. Ten, se te cayó esto. —Shun le hizo entrega del monedero por el que la había alcanzado en primer lugar, inspirando la alegría en la muchacha, quien lo recibió conservando su brillante sonrisa mientras lo guardaba de nuevo en su bolso de mano.

—Cielos, que tonta soy. ¡Muchas gracias! Aunque si no lo hubiera arrojado lejos, no nos hubiésemos conocido. Aún estoy impresionada. ¡Este es un momento milenario! ¿Te molesta si nos tomamos una fotografía juntos?

— ¿Uh? ¿Eh? ¿Ahora?

— ¡Prometo no lucrar con tu imagen! Tampoco es mi intención incomodar.

—Oh, no me incomoda, sólo me sorprendiste un poco. De hecho, iba a pedirte lo mismo pero creí que sería una petición un poco extraña cuando nos acabamos de conocer.

— ¡Para nada! Ven, lo haremos con mi celular. —Acomodándose a una distancia respetable, Esmeralda utilizó la cámara frontal para capturar ese momento. Shun siempre fue fotogénico, así que no le costó nada sonreír a la par de la rubia, quien debido a su gesto mutuo acrecentó el parecido de sus facciones. Al revisarlo sólo los entusiasmó más con la idea de que indudablemente eran casi gemelos—. Ahora te lo enviaré —aseguró después de recibir el número de su nuevo amigo, apretando los botones táctiles con creciente excitación para enviar la imagen a su aplicación de whatssap—. Listo.

—Gracias, ahora tengo la prueba de que esto de verdad pasó.

—Podemos quedar el día que quieras. Nos acabamos de mudar a Japón, así que no conozco muchos lugares, me vendría bien que alguien me mostrara sitios donde salir de citas.

—De acuerdo, luego te contacto. Ahora debo volver a trabajar, seguro ya me pasé del tiempo.

—Oh, ¿trabajas aquí?

—Si.

—Ya veo, por eso tu uniforme me resultó conocido, siento haberte retrasado —se disculpó genuinamente apenada.

—No te preocupes, fue mi decisión también —le aseguró con una sonrisa.

—Bien, entonces mejor me despido. Me alegra haberte conocido, Shun-san.

—Igualmente, Esmeralda-san. Hasta luego.

—Cuídate y suerte en el trabajo.

Tras despedirse, cada uno emprendió marcha en dirección contraria. Esmeralda todavía se encontraba sumamente emocionada por aquel encuentro, motivo por el que no pudo evitar dar pequeños saltitos al caminar. Cuando su padre y ella arribaron a Japón, creyó le tomaría bastante tiempo encontrar con quien convivir para comenzar adaptarse ya que todo indicaba que la cultura japonesa era bastante reservada, así que se sentía afortunada de formar su primera amistad y se prometió esforzarse por hacerlo funcionar si llegaban a conectar en personalidad o terminaban frecuentándose. Shun volvió a revisar la fotografía en una oportunidad durante sus labores, entusiasmado con la idea de que había encontrado a su Doppelgänger, y todo indicaba que se trataba de una persona carismática, también dulce. Viéndolo desde esa perspectiva parecía una tontería que la leyenda contada por Pandora resaltara desgracias entre las consecuencias principales posteriores a un encuentro similar. Esmeralda no parecía del tipo malvado; estaba convencido de que podrían llevarse muy bien.

.

Ikki ni siquiera se molestó en despedirse de sus compañeros, se limitó a salir del hospital para dirigirse al estacionamiento donde yacía aparcada su motocicleta. Se quitó la bata blanca que hacía de uniforme, la guardó en la cajuela y encendió el vehículo sin cautela. El motor rugió mientras probaba las velocidades, entonces miró la hora en su reloj de pulsera para comprobar el tiempo que le quedaba y al fin arrancó con la misma velocidad que había llegado. En el camino esquivó los autos que consideraba estorbosos, frenando cada vez que el semáforo cambiaba a rojo. En ese instante un recuerdo se coló en su cerebro de repente. Cuando eran niños, él había aprendido a leer los semáforos para cruzar la calle debido a que pronto se había convertido en el encargado de llevar a su hermano menor a salvo hasta la escuela primaria, por ello Shun poco a poco comenzó a depender únicamente de su guía, ya que su madre siempre solía estar muy ocupada en el trabajo. A Ikki solía molestarle un poco la rutina pero lentamente encontró satisfactorio recibir las conmovedoras sonrisas de Shun, sus elogios y su confianza.

Trabajó duro para ser el soporte de su hermanito cuando alguno de ellos se abrumaba por lo solitarios que estaban en casa, cuya repetición iba en aumento a medida que crecían. No culpaban a su madre, ya que en clases les hicieron entender que los adultos se esforzaban en traer el pan y el dinero a su hogar para mantenerlos. Juntos aprendieron a ser felices con lo poco que tenían, apoyando a su madre con lo que les correspondía como niños que eran. Aunque no era fácil, no tardaron en acoplarse a sus tiernas realidades.

Pero las cosas comenzaron a cambiar en el momento que comenzaron a cursar la escuela secundaria.

Ikki detuvo el recuerdo de forma abrupta, metiendo todas las velocidades en su moto de golpe. No le importaron las quejas de los demás conductores por sus maniobras temerarias, ni se preocupó en revisar si había cerca algún transito que pudiera multarlo por violentar las estrictas leyes. Enfocó la mirada en el cielo después de revisar que no hubiese más obstáculos en la carretera. Las remembranzas lo abrazaron, continuando de ese modo como si buscaran aferrarse a su actualidad, escupirle pensamientos que tuvo en su momento para reforzar su fuerza de voluntad. Comenzar a salir con Pandora le había ayudado bastante a superar los terribles sucesos que estuvieron aconteciendo en su psiquis, quizás nunca se lo diría pero realmente estaba agradecido con ella por haberlo aceptado. Su cuerpo era un consuelo caliente que lograba sostener su cordura, su sensualidad natural lo mantenía despierto y lo alejaba de peligrosos impulsos. Gracias a ella las cosas volvían a estar en su lugar, lo mismo por parte de June. Tenía mucho que agradecerles a ambas muchachas que aun siendo ignorantes estaban aportando en su recuperación mental. Sólo esperaba que nunca se dieran cuenta de su verdadero problema.

Cuando menos se dio cuenta, la figura de su hermano a la lejanía lo ayudó comprender que había llegado a su establecido destino. Shun conversaba animadamente con algunos de sus compañeros, quienes al parecer sólo lo estaban acompañando, era obvio que irían a esperar el autobús una vez lo vislumbraran. Así sucedió, por lo que Shun se despidió y acto seguido todos se alejaron caminando. Ikki le entregó su respectivo casco, preparándose para volver arrancar. Para su sorpresa, Shun sólo aceptó el objeto protector, no abordó enseguida por lo que se vio arrinconado a iniciar tema conversación.

— ¿Cómo te fue? —inquirió desviando la mirada.

—Ha estado bien. Niisan, ni te imaginas lo que me pasó hoy.

—Pues dime.

—Conocí a mi doble —dijo el menor de los dos con emoción.

— ¿Doble? —Con una sonrisa que a Ikki le pareció traviesa (similar a la de ese niño atrapado en sus recuerdos) Shun sacó su móvil del bolsillo y le mostró la fotografía que guardaba en su galería. Al verla, Ikki no lo podía creer, por lo que sostuvo el celular de su hermano para inspeccionar la imagen más de cerca, impactado con el impresionante hecho—. Está trucada, ¿verdad?

—No. —Shun se echó a reír por el desconcierto dibujado en el rostro de su hermano—. Ni siquiera se me había ocurrido editarla. Está justo y como fue capturada. Se llama Esmeralda y acaba de mudarse a Japón. Ha sido una enorme casualidad que justo anoche Pandora nos hablara de los dobles. Ya quiero ver la expresión de June cuando le muestre la foto.

— ¿Esmeralda-chan?

—Un nombre muy bonito, ¿no crees? Comienzo a pensar que tenemos la fortuna de conocer personas con nombres diferentes debido a nuestra propia situación.

—…Supongo. —Ikki no pudo evitar mostrarse pensativo.

—Acordé contactarla para agendar una cita. Está interesada en recorrer la ciudad y la verdad siento deseos de conocerla mejor, así descartamos todo el asunto del mal augurio que mencionó tu novia. ¿Qué opinas?

—Pues si hacer de guía turista te apasiona, no soy nadie para darte o negarte el permiso.

Niisan, lo estaba diciendo porque te estoy invitando acompañarme —lo reprendió gestando una mueca infantil. Ikki sonrió divertido.

—Preferiría adueñarme de la casa para estar a solas con Pandora, pero gracias—dijo devolviéndole el teléfono celular con una mueca burlona.

—Como quieras entonces. —Shun bufó y se subió a la motocicleta, asegurándose el casco y sujetando la cadera de su hermano, el cual dio un perceptible sobresalto que llamó su atención de inmediato—. ¿Por qué fue eso? —quiso saber, confundido.

—Nada, sólo me sorprendiste… Sujétate fuerte. —Dicho aquello, Ikki puso toda marcha hacia su departamento, haciendo que Shun se olvidara rápidamente de lo que acababa de acontecer, mirando el paisaje urbano en su lugar para apreciar con interés las avenidas que acostumbraban recorrer para ir directo a casa, sorprendiéndose un poco de que tomaran una ruta distinta.

— ¿Niisan?

—Desviémonos un poco y compremos algo para cenar, ¿de acuerdo? ¿Qué se te antoja?

Shun sonrió conmovido, pues realmente sentía que volvía a tener de regreso a su hermano mayor. Supuso entonces que sin duda la terapia que le había sugerido tomar estaba funcionando esta vez, pues habían sido unos meses llenos de tensión y comenzaba a sentirse seguro a su lado de nuevo, ya no percibía la misma incomodidad que llegó a generarle ocupar el mismo espacio, por ello no reprimió el impulso de recargarse un poco más en su espalda con cariño, llamando la atención del receptor sin remedio, ya que Ikki siempre parecía estar bastante atento a cada mínimo gesto que le dedicara, casi como si su reacción fuera automática o tuviera instalada una alarma en lo profundo de su corazón.

—Estoy orgulloso de ti, Ikki. Lo sabes, ¿cierto?

Aunque su hermano mayor no respondió, Shun estaba convencido de que lo había escuchado, así que a partir de ese momento dejó que todo transcurriera con normalidad. Como los dos integrantes de su pequeña familia que eran, los hermanos unidos que fueron desde un inicio, bromearon cada que tenían oportunidad y compartieron charlas breves en su retorno al hogar que habían decidido solventar desde que se alejaron del cuidado de su madre, a quien se prometieron visitar ante la menor oportunidad. Apenas cruzar la puerta, Shun recibió una llamada entrante, por lo que se disculpó con Ikki para atenderla. El mayor de los hermanos no necesitó quedarse cerca para adivinar que se trataba de June, pues la forma en que el rostro del otro se iluminó le decía todo. Sin esperar por su hermano, destapó sus alimentos preparados, separó los palillos y comenzó a comer con tranquilidad mientras Shun lo imitaba con el aparato contra su oreja derecha. El momento auguraba otro día cotidiano.


*Headcanon personal: no especifico la ubicación exacta pero para mí Esmeralda es de Latinoamérica, así que siéntanse libres de darle el país de su preferencia, jeje.