Cuatro


Dentro de las responsabilidades de la ministra se encuentran los tratados y acuerdos con otros países del mundo. Hay que formar alianzas y discutir problemáticas a nivel continental o internacional. En esta ocasión, su madre fue invitada por el presidente de magia de Estados Unidos a pasar una semana de visita donde discutirán temas importantes para ambas naciones.

Como suele ocurrir en varias de las reuniones internacionales, su madre es la única que asiste, pero en esta ocasión, el presidente sugirió una reunión entre familias para dar un ejemplo de la buena convivencia a la población.

Lily estuvo de acuerdo y se aseguró de que James y Harry asistieran.

Es así como llegaron hasta el continente americano.

—En Estados Unidos, el cuarto jueves del mes de noviembre tenemos la costumbre de celebrar el día de Acción de gracias.

Harry frunce el ceño mientras escucha al presidente del MACUSA hablar sobre el banquete que celebrarán en los próximos días.

— Este año será el 27 de noviembre. —Lily está escuchando atentamente, asiente cada cierto momento—. Al igual que los no-majs, tenemos la costumbre de perdonar un pavo. Abraham Lincoln fue el presidente que inició esta tradición en ambos mundos. Él era hijo de no-majs.

—¿Perdonar un pavo? —Harry no puede evitar preguntar.

—Como ya expresé —dice el presidente Quahog—, cada presidente en turno, durante una ceremonia especial, perdona la vida de un pavo.

Harry no entiende cómo por qué sucede eso.

— ¿Cuál es el delito que cometieron? ¿El pavo que es perdonado tiene algo de especial?

—Harry, querido —interrumpe su madre—, aquí es Estados Unidos, la población suele hacer un banquete donde el plato principal es el pavo. La población mágica y muggle tienen esa costumbre, imagínate cuántos pavos son llevados a la mesa esa noche.

Harry se queda con la boca abierta.

—¿Y dónde está ese pavo ahora? —Harry mira alrededor del pasillo como si allí pudiera encontrar al ave.

El presidente de magia ríe y responde:

—No se puede quedar en el Edificio Woolworth. Antes de la ceremonia, es llevado a una habitación de un hotel.

A Harry se le hace todo tan extraño. Hace una nota mental para informar a Hermione al respecto.

— Tranquilo, muchacho —añade el presidente al verlo tan consternado—, estará bien, pasará una agradable noche en el Free Spirit Spheres. —Le da unas palmaditas en el hombro.

Harry no es un experto, pero sabe que ese hotel es el de mayor lujo entre la comunidad mágica estadounidense, el cobro de galones por una noche debe ser exorbitante y entonces no puede contenerse.

— ¿Me está diciendo que desde hace años esos pavos se hospedan en una jodida suite de lujo? —Lily solo cierra los ojos, su hijo no sabe moderar su vocabulario y tampoco sabe cuándo quedarse en silencio—. ¿Quién se supone que paga eso? —El presidente va a hablar, pero Harry se adelanta—. Pero qué estoy preguntando, es obvio que la población.

—Harry... —su madre está empezando a arrepentirse de haberlo traído con ella.

—¡Qué despilfarro tan más atroz!

Lily está orando porque su hijo no cause un conflicto a nivel internacional cuando el presidente sonríe.

—¿Entonces qué es lo que sugieres, muchacho?

—Llevarlo a su casa, por supuesto.

—¿Qué? —interviene la ministra—. ¿Pretendes hacer de la casa del presidente un hábitat para pavos? ¿Cómo se te ocurre tal cosa?

—Nosotros dormiremos allí, podría dormir en mi habitación.

El presidente suelta una carcajada. Y su madre sonríe con condescendencia, está preocupada por su hijo. No es que piense que está diciendo tonterías, es solo que necesita más aliados que enemigos, pero con un hijo como Harry, que no se calla nada de lo que piensa, no sabe qué será de ella.

— Muchacho, no creo que sea buena idea.

—Estoy dispuesto a compartir habitación. ¿Qué daño podría hacer?

—Harry, un pavo...

—Por favor, soy un adulto, puedo cuidar de un pavo.

—No es por eso —replica el presidente.

—El despilfarro no es una mejor opción.

Esa noche, Harry, contemplando los ojos fríos e insensibles del galliforme, lamenta ser tan impulsivo.

—¿Sabías que en Ilvermorny hay un jardín especial donde viven todos los pavos indultados?

¿Cuál se supone que fue su crimen?

—Yo qué sé. —Harry se encoge de hombros como si Draco pudiera verlo—. Eso mismo le pregunté al presidente.

Se siente incómodo al ser observado tan fijamente y se le sale decir lo que siente.

—Lo sabe —le dice—. Sabe que lo he sacado de un alojamiento de lujo para meterlo en una habitación común, dentro de una jaula, y en cuanto le dé la espalda me asesinará.

Draco, al otro lado de la línea, suelta una sonora carcajada.

Tarta de Melaza, como fue bautizado por los niños del Colegio Ilvermorny por ironías de la vida, lo observa con mirada inexpresiva desde el interior de la enorme jaula colocada junto a la cama. Un par de horas antes ha venido un magizoologo a examinarlo; Harry no dudó en preguntar si ve en él algún indicio de sed de sangre.

Harry tenía planeado salir esta noche a dar un paseo por Manhattan, pero en vez de eso está encerrado en una cárcel que ha creado él mismo, comprometido en cuidar de este pavo hasta la ceremonia del indulto, y solo ahora se percata de que esa ave le provoca escalofríos, aunque nunca lo dirá en voz alta, eso no sería muy Gryffindor de su parte.

—No es gracioso, Malfoy —grita— estos animales son raros.

Por lo que me has platicado, creo que es un familiar cercano al Pavo real albino de mi padre, y, en ese sentido, entiendo perfectamente porqué tienes tanto miedo.

—No tengo miedo —explica mientras contempla la posibilidad de buscar un sofá en el cual dormir, pero ¿y si ese endemoniado logra salir de la jaula y lo ataca mientras duerme?

No puedo dejarlo sin vigilancia, se dice mientras imagina un escenario donde es atacado por el enorme pavo y claro, él no va a permitir que lo asesine, entonces decide defenderse. ¿Cómo acaba?

Noticia de última hora: Encuentran un pavo muerto en el dormitorio del hijo de la ministra de magia británica. A causa de esta deshonra se cancela la ceremonia de indulto, se descubre que el hijo de la ministra es un asesino de pavos que emplea en rituales de magia oscura.

¿Potter? ¿Sigues allí? —escucha la voz de Draco y corta la imaginación.

—Si, sigo vivo —responde— y no tengo miedo, es solo que estos animales son muy grandes.

Ajá, lo dice el que se subió a un hipogrifo en tercer grado.

—Buckbeak es diferente.

¿En qué es diferente? —escucha preguntar a Draco, Harry está pensando qué responder. Se sienta en el borde de la cama. Es la primera vez que habla con Draco mediante una llamada, lo cual es extraño a pesar de haberse acostumbrado a enviarle mensajes muy seguido.

La diferencia horaria debería dificultar su comunicación, pero el hecho de que ninguno de los dos pueda dormir ha amenizado bastante la situación. Harry está alegre de poder hablar con Draco y no le preocupa en lo más mínimo la cuenta del teléfono, ya pensará como apaciguar a su madre cuando llegue el momento.

¿Tienes teléfono con cámara? —pregunta Draco, ya no espera respuesta a la pregunta anterior.

—Si, no eres el único que se enteró de los Nokia 7650.

Draco vuelve a reír mientras Harry le hace una foto a Tarta de Melaza y se encoge cuando el pavo aletea en su dirección con gesto amenazante.

No es tan amenazador como parece —responde Draco.

En ese momento el pavo lanza un graznido.

—¿Escuchaste eso?

Ah, el graznido, ese ruido tan famoso por ser el más siniestro de todos cuantos emiten los animales.

—Es tu momento, Malfoy —dice Harry—, burlarte no mejorará nuestra relación.

Obviamente —contesta Draco.

—Sabías que cuando te miran, dan la impresión de leerte el pensamiento. Es horrible.

Percibe un roce de telas al otro lado de la línea y se imagina a Draco con su pijama verde, cambiando de postura en la cama.

Ya te hablé del pavo real albino de la mansión. Sé qué tan terribles pueden ser esos graznidos. ¿Amenaza de muerte? Ni que lo digas. Cuando tenía cuatro años esa cosa casi me asesina.

Harry empieza a reír, al saber que no es un loco por tener cautela hacia esos animales comienza a sentirse más relajado.

— ¿Y cómo hiciste para sobrevivir?

Solo tienes que lograr meterte en la mente del pavo.

—Estás bromeando. ¿Cómo diablos se hace eso?

Concéntrate, te diré cómo —instruye Draco—. Tienes que acercarte mucho a él, físicamente, me refiero. —Harry se baja de la cama y se acerca a la jaula—. ¿Ya? —Harry contesta afirmativamente—. Acércate lo suficiente para a hacer contacto visual.

Con mucho cuidado, sosteniendo todavía el teléfono cerca del cuerpo, Harry se inclina hacia los barrotes de la jaula.

—Ya.

Cuando los ojos de Harry conectan con los de la enorme ave siente un escalofrío que le recorre la columna vertebral.

Bien, pues aguanta así —dice Draco—. Conecta con el pavo, gánate su confianza... Hazte amigo suyo...

—Si...

Ahora proponle matrimonio...

—¡Serás idiota! —grita Harry mientras Draco se ríe de su propio chiste, es admirable como puede ser tan ingenioso.

A que no te lo esperabas.

—Lo confirmo, no me gradas —replica Harry—. Ahora estoy seguro que a la fecha le tienes miedo a los cabrones pavo reales.

Potter, esas cosas son una amenaza mortal, peor que un Ironbelly ucraniano.

Harry regresa a la cama, se quita los lentes y hunde la cara en la almohada.

—Qué tortura —exhala.

Bueno, ¿y qué vas a hacer ahora? ¿Vas a pasarte la noche en vela con él?

—¡No lo sé! ¡Supongo! ¡No sé qué otra cosa hacer!

¿No podrías simplemente aturdirlo y ponerlo a dormir toda la noche?

—Ganas no me faltan, pero ¿y si le sucede algo? ¿Qué tal que se muere por ahogarse con su propia lengua? ¿Y si...?

Sí, ya entendí —le dice Draco no creyendo que está hablando con aquel que participó en el Torneo de Los Tres magos y se enfrentó a un Colacuerno húngaro—. Gran idea tuya la de ofrecerte para ser su niñera.

—Te odio.

Ya acepta que te agrado.

—Eso quisieras, Malfoy —dice Harry con una sonrisa.

Lo que digas, Potter.


Harry junto con su familia vuelven unos días después del indulto del pavo para iniciar los preparativos para la temporada de Yule.

Como ministra, es el deber de Lily Evans participar activamente en las tradiciones de la comunidad mágica británica. Ella y su familia.

Son tantas cosas que se deben preparar y tanto en que Harry debe ocuparse después de haber tomado días de descanso que deja de escribirse con Draco.

Estamos viviendo el 21 de diciembre, el día de la colocación del árbol de Yule en el atrio del ministerio.

Lily, James y Harry están junto al árbol y otros representantes del ministerio aguardan a los costados. La población los rodea esperando que las luces del abeto estrictamente seleccionado sean encendidas y dar inicio a la celebración.

Las hadas contratadas para esta ocasión encienden en luces de colores que hacen brillar el gran árbol, colores que se reflejan al rededor del atrio y dan un efecto de arcoíris. Los asistentes aplauden y Lily da un breve discurso sobre la importancia que tiene recordar a las personas que ya no están entre nosotros. Luego invita a una breve reflexión sobre lo importante que es conectar los deseos y honrar la fertilidad que es lo que alimenta a las poblaciones en el día a día.

Por la noche se lleva a cabo un banquete donde el plato principal es el tradicional jamón de Yule. Harry no está de humor para andarse paseando entre tantas personas desconocidos, así que escapa del ministerio en cuanto tiene oportunidad y va directamente a casa.

Al día siguiente, sin embargo, no tiene tanta suerte. Son casi las seis de la tarde cuando se aparecen en el Callejón Diagon para llevar a cabo el encendido del leño de Yule, un gran tronco del año anterior es encendido por un incendio ejecutado por la ministra de magia el cual permanecerá encendido toda la noche. Esta es una de las costumbres más importantes, pues los magos y brujas tienen la firme creencia que el tronco encendido espanta a los malos espíritus. Además, aprovechan la luz y calor que brinda el fuego durante la noche para reunirse al rededor y pasar una agradable velada.

Las cenizas que desprende el árbol, también tienen propiedades, se esparcen en los campos y los hacer fértiles, así se aseguran de que habrá buenas cosechas durante el siguiente año, en el caso de la sociedad británica citadina, habrá abundancia en alimentos.

El día 23 de diciembre, Harry ya no puede consigo mismo. Lo único que le ha parecido incómodo desde que su madre fue nombrada ministra son todos esos eventos sociales a los que debe asistir obligatoriamente por ser su hijo. Él nunca ha sido del tipo sociable, y aunque ante el público sabe ocultar bien sus emociones, en el interior no es muy adepto de la atención, las multitudes y las cámaras.

Por eso, entre más se acerca el último día del calendario gregoriano, más se angustia.

Parte de las festividades del Yule combinado con las costumbres modernas es la ejecución de una fiesta el día 31 de diciembre.

Como es un día especial para la juventud mágica, su madre decidió que Harry es perfecto para organizar y ser anfitrión de dicho evento. Se trata de algo muy pequeño, únicamente simbólico, pero Harry es un desastre en organización de fiestas. Afortunadamente cuenta con el apoyo de Hermione y Ginny o no sabe qué sería de él.

La única que cada año es muy feliz es Ginny. Hermione está dispuesta a ayudar para apoyar a la mujer que más admira en el mundo y Harry, bueno, el cree que es su obligación.

Hay mucho por hacer en tan pocos días, acondicionar la carpa donde se llevará a cabo el evento, determinar el menú, aprobar la lista de invitados y autorizar los miembros de la prensa que tendrán acceso exclusivo. Harry pasa todo el día 26 encerrado con Ginny en el despacho de la casa Potter, repasando las notas de descargo de responsabilidad que tienen que hacer firmar a quienes asistan porque cada año suceden accidentes muy comunes, pero poco bien vistos en eventos que involucran al hijo de la ministra.

Una vez más, ha llegado el momento de celebrar la «Legendaria Fiesta de Fin de Año».

Técnicamente, el título es Celebración de Yule para los jóvenes británicos, un nombre bastante aburrido para gusto de los asistentes.

Todos los años, colocan una carpa en el jardín de la casa Potter y llenan el lugar con unos cien invitados, la mayor parte son amigos, pero también asisten jóvenes que quieren conocer a Harry en persona y si tienen algún contacto político, no se les puede negar una invitación.

—Hum, discúlpenme —dice Harry sentado sobre el escritorio—. ¿Quién ha incluido aquí a Malfoy?

—Yo no he sido —dice Ginny después de tomar un trago de agua.

—¿Mione?

—¿Por qué no lo invitaste? —responde la castaña, reconociendo su culpa—. Resulta muy agradable que estés haciendo amigos aparte de nosotras. No sé qué sucedió entre Ron y tú, pero sé que necesitas un mago entre tu círculo de amistades. Hay cosas que no puedes compartir con nosotras.

Harry hace una mueca.

—Tú sabías esto, ¿verdad? —Se dirige a Ginny.

—Antes le dije que te preguntara —le dice la pelirroja sin alterarse.

—Que traicioneras han resultado ser —replica Harry—. Además, Malfoy nunca ha sido invitado a esta fiesta y tengo otros amigos, Ron no era el único.

—¿Quiénes, Harry? —le pregunta Ginny—. A ver, ¿quiénes son?

—¡Neville! —responde a la defensiva.

—Con quien no hablas desde la graduación de Hogwarts —dice la insolente de Ginny.

—Seamus...

—Por favor, al menos tiene un año que no se hablan. —Ginny está riendo—. A ver, solo acepta que Draco te cae bien.

—No es verdad. —Harry se mete un dedo por debajo del cuello de la playera y descubre que está sudando. ¿Por qué esa chimenea quema tanto?

—Estás siendo raro —observa Hermione.

—No, por supuesto que no —salta Harry—. De acuerdo, Malfoy está oficialmente invitado. Pero si no conoce a ningún invitado más, yo no pienso cuidarlo toda la noche.

—No te preocupes, le dije que podía traer un acompañante —continúa Hermione.

—¿Te dijo a quién traerá? —reacciona Harry de inmediato. Es un acto reflejo, involuntario—. Tengo curiosidad.

—Zabini —contesta la pelirroja observándolo con una mirada extraña que él no logra descifrar y que termina concluyendo que se debe a que es una persona rara y engañosa.

Y ahora Harry no puede dejar de pensar en que Draco va a venir. Y los días restantes es lo único que circula por su cabeza.

Mientras tanto, el día tan anciano por los jóvenes más influyentes del mundo mágico llega y Draco no debería estar tan nervioso, eso le corresponde al anfitrión, ¿no es así?

Suspira profundamente para intentar calmarse.

Pensando en lo que dijo antes sobre los trajes de tres piezas, Draco ha optado por usar un suéter oscuro de cuello de tortuga —por encima una gabardina—, un pantalón negro y zapatos del mismo color perfectamente lustrados.

Esto es lo más casual que vestirá.

Está a punto de tomar un poco de gominola, pero decide dejarlo así, solo se peina el cabello hacia un lado.

Se mira en el espejo, se ve bien, eso dice el espejo, así que sonríe con los labios apretados en un intento de tomar confianza.

—¿Nervioso? —Escucha la voz de Blaise que se está asomando por la puerta.

Draco gira de inmediato en su dirección.

—No, por supuesto que no.

Blaise se echa a reír.

—Te resulta muy bien engañar a Vincent o a Gregory, pero conmigo ya deberías saber qué es diferente —Su amigo entra a la habitación hasta llegar junto a él, le pasa un brazo por los hombros para reconfortarlo—. ¿Qué sucede?

—Nada, solo estoy pensando que es la primera vez que me presentaré en la gran fiesta de los Gryffindors.

—¿Eso es lo que te hace sentir nervioso?

—Sí —exhala la respuesta.

—Tranquilo, vas a brillar, como siempre.

Draco sonríe mientras piensa que Blaise es un gran amigo. Sabe lo de que hay entre Harry y él y aun así no intenta sacarlo a colación, está respetando su decisión y esperará a que Draco esté preparado para compartirlo.

—Vamos, creo que ya es una hora prudente para llegar —dice Blaise.

Draco asiente y entonces se dirigen a la chimenea más cercana.


—Wow, qué guapo se ve Draco —Ginny no puede evitar expresar cuando ve llegar al más joven de los Malfoy.

Harry, como es de esperarse, no duda en voltear a verlo.

En efecto, Draco se ve increíble.

—Potter —con una sonrisa disimulada saluda—. Hola, Ginevra.

Los invitados comenzaron a llegar hace una hora, el whisky de fuego, junto con otras bebidas comenzaron a circular por toda la carpa y la música en vivo de Las Brujas de Macbeth anima el ambiente.

Harry nunca ha sido el tipo de persona con espíritu fiestero, así que se limita a ir de aquí para allá revisando que todo esté en orden, sin perder de vista la entrada de la carpa porque bueno, tiene que estar al tanto del ingreso de los invitados, no por otra cosa.

Así que cuando Draco hace acto de presencia su corazón se acelera y sus pies se apresuran a llegar hasta él para darle la bienvenida. Es la primera vez que ve a Draco en persona desde el fin de semana que pasó en la mansión Malfoy y en Francia y los cientos de mensajes, chistes absurdos y su única llamada a altas horas de la noche el día previo al indulto del pavo, y la impresión que le causa es casi como si estuviera conociendo a una persona nueva. Ahora sabe más cosas de Draco, lo entiende mejor, y es capaz de apreciar lo infrecuente que es ver una sonrisa auténtica en su rostro, famoso por su belleza.

Resulta insólita, la existente entre el Draco del presente y el Draco del pasado. Debe de ser esa la razón por la que experimenta una intensa sensación de inquietud y de calor dentro del pecho. Por eso y por el trago de whisky de fuego que acaba de tomar.

—Lindo atuendo —dice intentando sonar casual.

—Bueno, estoy haciendo uso de algo más llamativo pensando que son capaces de echarme del lugar.

Harry comienza a reír.

—¿A eso le llamas llamativo? —Luego voltea a ver a Blaise—. Zabini, cuanto tiempo.

Blaise arquea las cejas un par de veces.

—Blaise Zabini, lo conocieron en Hogwarts, supongo, pero aun así lo presento a ustedes.

Ginny ríe suavemente y Harry se da cuenta que está en modo "coqueteo". Rayos, ahora entiende por qué el complot con Hermione para invitar a Malfoy a la fiesta.

—Pueden llamarme Blaise. —Y estira el brazo para ofrecerle un apretón de manos a Harry, quien no duda en hacerlo, cuando es el turno de Ginny, los ojos del mago brillan más intensamente, toma la mano de la pelirroja suavemente y deposita un pequeño roce de labios en el dorso—. ¿Me permites ofrecerte una bebida?

Ginny acepta sonando casual y desinteresada, pero Harry puede leer sus intenciones con claridad.

—Blaise ha estado intentando tener una oportunidad de interacción con tu amiga desde hace mucho tiempo —comenta Draco.

—¿En serio?

—¿Crees que tiene oportunidad? —Harry sonríe intentando no revelar nada sobre Ginny, y Draco, que sabe leer muy bien a las personas como Harry, lo descubre se inmediato —. Lo tomaré como un sí.

—No afirmaré nada, por cierto, hoy me estoy moderando. No quiero que causemos otro escándalo nacional. —Suelta una carcajada riéndose de su propio chiste.

—Pues... —el rubio mira a su alrededor— yo sí beberé un poco. ¿Dónde puedo conseguir una botella?

—Ven conmigo —Harry lo toma de la muñeca y lo guía hasta la barra, Draco se desconcierta por un momento, esta es la primera vez que tienen contacto físico generado por algo diferente a una discusión y siente que sus mejillas se calientan. Es hora de relajarse, le dice su cerebro.

Caminan rumbo a la barra y algunas personas saludan a Harry casualmente, otros miran a Draco con asombro indisimulado, no es común ver a un Malfoy en este tipo de eventos, la gente aprovechará para mirarlo en vivo si es posible.

Draco no se siente intimidado, es algo a lo que se ha acostumbrado pues lo ha vivido durante toda su vida. Toma una botella de champaña junto con una copa. Y se dispone a festejar.

Por su parte, Harry está sorprendido por lo cómodo que se siente teniendo a su lado la presencia física Draco. Han mantenido contacto a larga distancia durante ocho meses, pero este momento, en que puede tocarlo y oler nuevamente el suave aroma de su perfume le provoca una sensación de familiaridad inexplicable.

—¿Recuerdas a Malfoy? —pregunta a sus ex compañeros de colegio, muchos asienten y lo saludan con entusiasmo y otros con recelo. Draco mantiene una expresión neutra, una expresión que Harry antes confundía con una falta de interés pero que ahora entiende tal como es: autopreservación.

Hay baile, charlas entre grupos de personas, y Hermione pronuncia un discurso sobre la importancia de generar vínculos entre los jóvenes, el trabajo en equipo y el respeto a las diversidades.

Harry creía saber mucho sobre Draco, casi al punto de poder intuir lo que hará a continuación, sin embargo, otra nueva información se revela ante sus ojos.

Draco es muy fiestero.

Ahora entiende porqué a Parkinson le gusta ir a festejar al Soho con él y Blaise quien no ha parado de bailar desde que llegó.

Pasado un rato, Las Brujas de Macbeth se retiran para ceder el escenario a Spellbound.

—Siempre imaginé que eras el tipo de persona que no baila este tipo de música —dice observando a Draco, quien se mueve al ritmo de la música mientras Harry solo permanece allí, estático, nunca está seguro de qué debe hacer con las manos, así que se limita a observar.

—Se entiende—responde Draco—, las clases de baile de salón son obligatorias entre los sangre puras, pero las clases de baile moderno son obligatorias cuando eres amigo de Pansy Parkinson.

Harry suelta una carcajada y pregunta por qué no asistió.

—Está pasando las festividades con sus familiares que viven en Filandia. —¿Qué hay de ti? ¿No bailas?

Harry se encoge de hombros.

—El baile de salón, como seguramente ya viste en cuarto grado, no es mi fuerte. Y bueno, los bailes modernos... nunca sé qué hacer con las manos.

Draco se ríe.

—No lo creo, pareces todo un fiestero y mira lo que me he encontrado.

—Todo lo contrario, en tu caso.

Draco sigue sonriendo.

—El truco está en las caderas —revela—, suéltate un poco, deja ir la tensión y déjate llevar.

Si, eso es algo que Ginny siempre dice, pero él simplemente no se siente seguro cuando se trata de ello. Así que asiente y trata de llevarles el ritmo. No mucho después se siente nuevamente desubicado y busca alejarse de la multitud de personas. Pero Eloise Quahog, la hija del presidente del MACUSA hace acto de presencia, Harry ha logrado evadirla hasta el momento, aunque sabía que no iba a tener éxito por el resto de la noche.

Su madre, antes de que partieran de Estados Unidos, le prometió a la hija del presidente que la invitarían a la fiesta de fin de año. Harry no estaba muy contento, pues durante su estadía la bruja no dejó de coquetear con él.

—¡Harry! —grita emocionada mientras lo abraza por el cuello, Harry se inclina hacia adelante al sentir el peso de imprevisto—. De pronto tuve la impresión de que no quieres hablarme.

Harry hace una mueca que intenta ser una sonrisa. Y se dice a sí mismo que no debe ser grosero con ella, no quiero crear un conflicto internacional por una tontería como desairar a la hija de un representante nacional.

Aun así, intenta no separarse de Draco e incluso se aleja sutilmente con él a su costado.

Ginny lo sigue solo para tener la oportunidad de susurrarle:

—Pensaba que no tenías intención de cuidarlo toda la noche.

—Y yo pensaba que tú estabas demasiado ocupada en tu carrera de jugadora como para interesarte en los hombres —le contesta Harry señalando con el mentón hacia Blaise.

Ella se encoge de hombros mientras se ríe.

Hermione oportunamente menciona que faltan unos cuantos minutos para sean las doce de la noche y anima a todos a colocarse en la pista de baile. Las luces comienzan a parpadear mientras cambian de color, todo fue previamente encantado por Mione.

Harry observa a Draco beber directamente de una botella de champaña. Y se da cuenta que le gusta la cara que pone el rubio, la seguridad con que agarra el cuello de la botella, el modo en que pega los labios a la boca de botella. Cuando deja de beber vuelve a bailar y trata de animar a Harry a seguirlo.

Escucha el eco del conteo «tres, dos, uno» y cuando menos se da cuenta Eloise lo está besando.

En un acto instintivo, Harry busca con los ojos a Draco, quien lo está mirando a su vez, con una expresión indescifrable en el rostro.

Harry aleja cuidadosamente a la hija del presidente. Draco da media vuelta y se concentra en la botella de champán que todavía tiene aferrada en la mano, de la cual bebe un buen trago, y seguidamente se pierde entre la multitud.

Harry lo llama, pero el rubio no parece escucharlo.

Se queda aturdido por unos minutos, pensando qué habrá ocurrido, por qué, de pronto Draco ha decidido desaparecer.

Algo en su interior le dice que no debe permitirlo, así que sale inmediatamente de la carpa con intención de buscarlo. El sonido de la música ya no existe afuera y sólo hace falta caminar unos metros para encontrarlo.

Draco está de pie, en silencio, con las manos en los bolsillos, contemplando el cielo, aun con la gran cantidad de alcohol en el cuerpo, el mago puede pasar por sobrio sin problema. Harry se pregunta si eso es normal entre los sangre puras o solo propio de Malfoy, entonces recuerda que su padrino siempre es un desastre cuando se emborracha y determina que lo que está viendo ahora es totalmente la naturaleza de Draco.

Por el momento, vuelve a sentirse tan irritado como cuando ocurrió el asunto del pastel.

Tropieza con un tronco y se queja, el ruido alerta a Draco. Cuando vuelve el rostro, el resplandor de la luna lo ilumina y lo suaviza formando medias sombras y confiriéndole un atractivo que Harry no consigue entender.

—¿Qué haces aquí fuera? —le pregunta mientras se acerca al árbol bajo el que Draco se cobija y se coloca a su lado, solo apenas es que se ha dado cuenta que está nevando.

El rubio entrecierra los ojos. Al observarlo de cerca, Harry nota que bizquea un poco. No se le ve tan digno, después de todo.

—Estoy mirando las constelaciones —responde.

Harry sonríe y niega con la cabeza.

—¿Ya te has aburrido?

—No —masculla Draco—. ¿Qué hay de ti? ¿Te aburriste de romper los corazones de tus fans?

—Bueno, si comparamos, tú le has roto el corazón a muchas más brujas—replica Harry con fastidio. Esperaba que Draco comprendiera que él no es ese tipo de persona.

Draco, sin dejar de mirar hacia el cielo, hace una mueca.

—No lo creo.

De pronto roza con los nudillos el dorso de la mano de Harry, lo que genera una breve chispa de calor en medio del frío de la noche. Harry estudia su rostro de perfil, observa cómo parpadea para disipar los efectos del alcohol, sigue la suave línea de su nariz y admira el perfil perfecto.

Hace un frío tremendo, él solo lleva puesto un saco, y solo ahora se da cuenta que ni él ni Draco han tenido la gran idea de lanzar un hechizo calefactor a su alrededor, pero no hace falta cuando un suave calor se está extendiendo desde su pecho y sube suavemente hasta sus oídos.

En el jardín predomina el silencio y de pronto Harry teme que los latidos de su corazón se escuchen demasiado.

—¿Estás bien? —pregunta para generar ruido.

Draco deja escapar un quejido y se pasa una mano por la cara.

—No eres capaz de respetar la tranquilidad de nadie, ¿verdad? —Inclina la cabeza hacia atrás y golpea suavemente contra el tronco del árbol—. A veces es... demasiado.

Harry no deja de mirarlo. Por lo general, en la boca de Draco hay un gesto neutro, pero en ocasiones excepcionales, como ahora, ese gesto es de reserva, indica que ha decidido mantener la guardia alta.

Harry cambia de postura, casi de forma involuntaria, y se apoya también contra el árbol. Rozando su hombro con el de Draco, vislumbra que su boca se agita ligeramente y, por un instante, cree ver pánico en su rostro.

No sabe muy bien qué es lo que siente Draco, a qué se refiere con demasiado, pero una parte dentro de sí, probablemente la empapada de cansancio y sueño, piensa que quizá él debería hacer algo por Draco. Apoyarlo y ayudarle a tomar un poco de la carga que está soportando, aunque sea mediante el toque de los hombros de ambos.

De pronto se mueve un músculo en el mentón de Draco, y sus labios se mueven en una sonrisa triste. Harry recuerda el día del incidente del pastel, cuando vio un movimiento similar.

—¿Alguna vez te has preguntado —Draco dice despacio— cómo sería ir por el mundo siendo una persona común?

Harry frunce el entrecejo.

—¿A qué te refieres?

—A... —responde— si tu madre no fuera la ministra y tú fueras simplemente un mago normal que llevara una vida normal, ¿cómo serían las cosas? ¿Qué estarías haciendo?

—Ah —dice Harry, reflexionando. Extiende un brazo ante sí y hace un ademán displicente—. Pues, no habría mucha diferencia, supongo. —Draco deja salir un suspiro, no es de alivio, es más como de resignación—. ¿Y tú?

Draco sacude la cabeza en un gesto de tristeza.

—Yo sería un repostero.

Harry hace una mueca y resopla. Por extraño que parezca, ya lo sospechaba.

—¿Y por qué no serlo?

—Entre los sangre puras, no se considera lo que se dice una profesión. Para un heredero, el único heredero de una familia tan ancestral, no estaría bien visto—replica Draco en tono irónico—. En mi familia, la profesión tradicional es la de empresario, todos los magos Malfoy nacemos con ese destino marcado, así que no hay más que decir.

Se muerde el labio, deja pasar unos instantes y vuelve a abrir la boca.

—Y también tendría más citas, estoy seguro.

Harry esta vez suelta una risita.

—Me imagino que es muy difícil tener una cita cuando uno es un sangre pura millonario—dice con sarcasmo.

Draco mira hacia Harry. Por primera vez en su vida es consciente del brillo anhelante que pueden transmitir los ojos grises y se pregunta qué estará pensando.

—Yo no estaría tan seguro.

—¿Por qué? ¿Por qué alguien como tú sufriría por una cita? Creía que el torpe para ligar soy yo.

Draco no aparta la vista, le sostiene la mirada durante un poco más de la cuenta.

—Las opciones que me gustarían a mí... —dice arrastrando las palabras— no se pueden contemplar en absoluto como opciones.

Harry vuelve a fruncir el ceño, está confundido, no entiende lo que Draco quiere decir.

—No comprendo...

Draco resopla.

—Estoy diciendo que hay... personas... que me interesan. —Draco gira el cuerpo hacia Harry y no está siendo claro con sus palabras, más bien son insinuaciones, Draco no es del tipo que se anda por las ramas, pero Harry no tiene oportunidad de pensar que es la primera vez que lo escucha tan reprimido —. Pero no debo intentar tener una relación con ellas. Por lo menos desde la posición en que estoy.

—Sigo sin comprender —dice.

—¿En serio?

—En serio.

—¿De verdad?

—De verdad.

Draco contorsiona todo el rostro en una mueca de frustración, y sus ojos se vuelven de nuevo hacia el cielo, como si buscaran una respuesta en la infinidad incierta del universo.

—Merlín, mira que eres tonto —se queja, y de improviso, le quita los lentes, agarra a Harry de la cara con las dos manos y lo besa.

Harry se queda petrificado, intentando asimilar el contacto de los labios de Draco —los cuales son muy suaves—. El mundo entero se difumina en una nube estática, y su cerebro lucha con todas sus fuerzas por escapar de ella e intenta encontrar una relación entre las peleas de adolescentes, un pastel de cumpleaños, mensajes a la una de la madrugada, sin entender cómo es que ha llegado hasta este momento, excepto que..., como sea, cosa sorprendente, no le interesa. No le importa en absoluto, porque no puede dejar de pensar en lo suaves que son los labios de Draco y lo dulce que es su boca.

Se aventura a devolver el beso, y se ve recompensado por la boca del rubio, que se desliza y se abre contra la suya, y por esa lengua resbaladiza, que se restriega contra la suya, lo cual produce una sensación maravillosa. No se parece en nada al beso que le ha dado antes Eloise. No se parece a ningún beso que se haya dado con nadie antes —no importa lo contados que sean, cuentan de todos modos—. Este beso es tan emocionante y tan grandioso como volar por primera vez en una escoba, sus sentidos explotan y le roba todo el aliento. Los dedos de una de las manos de Draco —la que no está sosteniendo los lentes— se enroscan en su pelo por la nuca y lo aferra en la raíz, y sin querer, este acto le arranca un gemido que rompe el silencio sepulcral, y...

De manera igual de repentina, Draco lo suelta con tanta brusquedad que le hace tambalearse hacia atrás. Murmura una palabrota —está es la segunda vez que Harry lo escucha hacerlo— y pide perdón, luego echa a correr por la nieve. Antes de que él pueda decir o hacer algo, ya se ha ido.

—Ah... —dice al fin, con voz débil, llevándose una mano a los labios, y luego agrega—: Mierda.


MACUSA: Magicongreso Único de la Sociedad Americana.

No-majs: La gente no mágica, comúnmente conocidos como muggles en Gran Bretaña, se conocen como no-maj o no magos en los Estados Unidos de América. Se toman ambos términos solo para efectos de la trama de este fic.

Edificio Woolworth: Es donde se encuentra el Magicongreso Único de la Sociedad Americana.

Ilvermorny: El Colegio Ilvermorny de Magia y Hechicería es la escuela mágica de Estados Unidos de América.

Nota: Solo quiero avisar que las actualizaciones serán los sábados y domingos.

Agradezco a BIT9 por dejar sus comentarios. :)