Bueno, pues como he estado una temporada de bloqueo a varios niveles al final he decidido experimentar un poco y he acabado con esta historia en mis manos. No se cómo será de canon considerarla para mis otros fanfics de Kirby (creo que en "Sueños atados al cielo" sí que será canon, pero en Ecos creo que no). Es algo ambigua para que pueda encajar en ambos universos.

Por cierto, me he puesto el mismo nombre que en para evitar confusiones. Alguno me ha escrito alguna vez para decirme si me estaba plagiando de otro lado xD


Desde que tenía uso de memoria lo había tenido claro: ser un arma era el único motivo de existencia.

Así le había llamado su creador y así era como debía ser. Cuando su señor le mandaba a una misión, él la cumplía con eficacia, sin dudas, sin retrasos y sin remordimientos. Hacia lo que se le pidiese, como se le pidiese. Con una espada negra que era más una extensión de su cuerpo que un instrumento, él era capaz de acabar con cualquier clase de enemigos, ya fuesen criaturas místicas que guardasen un tesoro que su amo ansiaba, un grupo de rebeldes o incluso máquinas de guerra diseñadas en un intento desesperado de atacar lo que no puede ser derrotado con una velocidad y fiereza que ningún arma inerte podía lograr.

Él era el mejor arma del señor de las pesadillas, aquella que triunfaba sobre quienes osaban oponerse a quien le había forjado. Siempre debía quedar por encima de sus rivales. Todos los años que habían pasado forjándole habrían sido malgastados si él fuese derrotado.

La mayor parte del tiempo, sólo había frío y una sensación de vacío en su interior. Para él era normal. En el fondo, no era diferente a las destructivas máquinas de metal diseñadas por su creador, frías en reposo pero calientes al estar en uso. Él definitivamente se calentaba cuando le usaban, pues al luchar se dejaba dominar por una furia salvaje que hacia hervir su interior. Una rabia que ni el mismo sabía de donde salia, pero que complacía su creador. Quizás el señor de las pesadillas la había puesto allí para hacer de él un arma más destructiva. Quizás simplemente actuaba de canal de las emociones de aquel que le dirigía. No lo sabía ni le importaba. Al menos, era una emoción, por lo que podría decirse que sólo en batalla se sentía "vivo".
Sólo en batalla y cuando miraba a las estrellas.

Desde el hogar del señor de las pesadillas no era posible verlas. El manto de oscuridad que lo envolvía y que poco a poco se extendía a lo largo del universo, evitaba que llegase su luz. Pero cuando era destinado a un planeta con una atmósfera despejada, algo en su interior le hacía mirar al cielo nocturno. Un arma no podía tener sentimientos, pero cuando miraba las estrellas, su corazón se llenaba de nostalgia. Una añoranza que él no debería ser capaz de sentir. No lo entendía.¿Por que las estrellas le llamaban? ¿Por que despertaban emociones en su interior? ¿Por que bajo su manto tenía la sensación de que el vacío de su interior no había estado ahí siempre?

Quizás fuera porque la atmósfera de aquel planeta era excepcionalmente pura y limpia, o quizás la magia en aquel lugar era más fuerte, pero aquella noche las estrellas le llamaban con más fuerza que de costumbre. Extendió su mano hacia el cielo, como queriendo tocarlas. Contra más las miraba, más quería abrir sus monstruosas alas y volar hacia ellas. Su luz le llenaba de una calidez muy diferente a la furia hirviente que le consumía en combate, impidiéndole pensar en otra cosa que no fuera la destrucción de su enemigo. Las estrellas le prometían que había un lugar mejor para él. Quería que le guiasen lejos, donde la sombra de su amo no le oprimiese, donde podría ser mas que un arma.

Donde podría por fin simplemente ser él.

Pero eso no podía ser. Algo tan oscuro y corrupto como él no pertenecía a las estrellas. Pertenecía a su amo. Como arma no tenía hogar ni refugio, ni los necesitaba. ¿Y qué era eso de ser simplemente él? Un arma tampoco necesitaba de identidad, solo un propósito que le moviera. Y él se estaba distrayendo de lo que debía hacer: matar al dragón que actuaba como ultima linea de defensa del lugar sagrado que evitaba que su señor pudiese extender su manto de oscuridad y pesadillas en aquel planeta.

Con amargura, retiró su vista del cielo y bajó la mano. Aquella frialdad no tardo en volver a apoderarse de el, enterrando su fugaz deseo de libertad y dejándole de nuevo vacío, con el único pensamiento en su mente siendo la batalla inminente.

El combate fue rápido. El dragón resistió con todas fuerzas, pero no pudo hacer nada ante la imbatible ira del arma de Nightmare. Le arrebató la vida al dragón con violencia y velocidad sobrecogedoras. Una vez el guardián fue abatido, el poder sagrado de ese lugar se desvaneció, al igual que lo hizo la ira de su interior. Sin que tuviera ni un sólo segundo de alivio, el frío volvió a instalarse en él.

Con su misión completada, se dispuso a abandonar aquel lugar, mas entonces las sombras comenzaron a envolverlo todo, forzándole a quedarse quieto. Una figura no tardó en materializarse junto al cadáver del dragón.

–Has tardado mas de lo que debías– le reprendió su amo en un tono severo.

No respondió. Un arma no discutía a su amo. Era una lección que había aprendido a las malas.

–Otra vez has estado perdiendo el tiempo mirando a las estrellas, ¿verdad?

Asintió. Un arma no podía negarse, mentir o desafiar a su amo. Otra lección.

–Eres mi mejor arma, pero incluso un producto de primera como tu puede empezar a fallar– le dijo su señor mientras se acercaba y rozaba su piel con un dedo gélido en un gesto brusco y cruel.–Cuando acabe de con este planeta, voy a tener que volver a afilarte.

"Afilarte" no era mas que un eufemismo para "someterte a más torturas y experimentos." Era algo que ocurría periódicamente. Un arma tiene que estar siempre afilada para que su hoja no fallase en combate.

–Ahora retirate– le ordenó mientras se separaba de él.– Debo plagar este mundo de pesadillas y oscuridad. Ya me ocupare de ti cuando termine.

Él simplemente agachó su cabeza como reverencia. Acto seguido, abrió sus alas y salió volando vuelta a la base que las fuerzas de Nightmare habían establecido en ese planeta. A medida que volaba, el cielo sobre su cabeza se iba oscureciendo poco a poco, las estrellas apagándose un a una. Mientras su inmortal señor existiera, jamás volverían a bendecir aquel mundo con su brillo. Algo en lo mas profundo de su interior, enterrado bajo el frio, lloraba al verlas desaparecer.

¿Pero lloraba por las estrellas o eran las estrellas las que lloraban por él?

– – –

Meta Knight abrió los ojos y suspiró.

Las estrellas que brillaban sobre Pop Star eran muy diferentes a las que había contemplado en aquel planeta, cuyo nombre había olvidado, esa ahora lejana noche, pero brillaban con la misma intensidad y calidez. Quizás por eso aquel suceso había acudido de nuevo a su mente.

Ningún recuerdo que tenía de la época en la que había estado bajo el yugo de Nightmare era agradable. Algunos incluso revolverían el estómago de la persona con la que decidiese compartirlos. La verdad de su origen era algo que había revelado con a poca gente en su vida, y menos conocían todo a lo que había estado sometido. Aunque al contrario que los monstruos no hubiera sido creado artificialmente por el mago, si nunca hubiese caído en sus garras era bastante probable que no se hubiese convertido en quien era ahora. "Meta Knight" había nacido en el momento que había logrado romper las cadenas que lo aprisionaban y había volado libre por primera vez, decidido a volverse el más fuerte para plantar cara a la oscuridad. Lo más seguro es que sin esa experiencia, incluso si hubiera teniendo el mismo nombre, habría acabado siendo una persona muy diferente.

Quizás alguien como Kirby.

La bolita rosada estaba a su lado, roncando sumida en un sueño profundo y placentero. Habían estado entrenando hasta tarde y el pequeño había insistido en ver las estrellas con él, solo para acabar quedándose dormido a los dos minutos. Meta Knight sacudió la cabeza: no tenía remedio. A veces no entendía como alguien tan enérgico era capaz de quedarse dormido tan de golpe.

–Venga, Kirby, despierta– le dijo mientras trataba de despertarle dándole suaves toquecitos en la cabeza.

Kirby bostezó, parpadeó un par de veces, volvió a bostezar y se le quedó mirando con cara de sueño.

–¿Mmm?– se quejó la bolita rosada, sonando un poco confuso.

–Se ha hecho muy tarde. Es hora de que vuelvas a casa.–Kirby volvió a bostezar y asintió. Meta Knight lo veía bastante somnoliento, así que decidió:– te acompañaré de vuelta.

Kirby volvió a asentir y le dedicó una sonrisa, una manera de darle las gracias sin hablar debido al cansancio. Por suerte, Meta Knight había previsto ese resultado y había elegido un lugar para ver las estrellas que estaba bastante cerca de su casa.

Antes de marcharse, echó un último vistazo al cielo. Las estrellas seguían brillando con calidez. Pese al tiempo que había pasado, Meta Knight las seguía mirando, pero ahora no lo hacía con añoranza, sino con gratitud y esperanza desde el hogar al que estas le habían guiado.