Agosto MPreg Yuuram
Prompt número 72.
Kyou Kara Maou no me pertenece.
Este reto participa en el Agosto MPreg de Ilitia Forever.
—¿Estás seguro de que estás bien? —le preguntó Yuuri a Wolfram mientras le acariciaba la espalda, después de haber sacado todo su desayuno.
—Sí, no te preocupes—respondió entre jadeos, mientras se levantaba para lavarse la boca.
—¿Cómo no me voy a preocupar? Estás pálido.
—En verdad estoy bien, solo tuve un poco de náuseas, eso es todo.
—¿Eso es todo? ¡Sacaste toda tu comida! Mejor vamos con Gisella.
—Tienes una reunión con los diez nobles.
—¡Y eso qué me importa! ¡Mi prioridad eres tú! Ellos pueden esperar.
A Wolfram lo conmovía demasiado su actitud, pero si su sospecha era cierta, quería verificarlo solo con Gisella, y luego buscaría la manera de decírselo.
—Yuuri, en verdad no te preocupes, sí iré con Gisella, te lo prometo, iré ahora mismo, pero tu reunión de hoy es importante, sé que estás preocupado por mí y te lo agradezco, pero puedes ir a tu reunión tranquilo y cuando termine te contaré lo que Gisella me haya dicho, ¿de acuerdo?
Yuuri dudó. Odiaba eso y Wolfram lo sabía.
Suspiró.
—De acuerdo, pero te llevo y luego me voy a la reunión.
Wolfram sonrió. Lo amaba tanto.
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—¿Qué sucede su Excelencia? ¿se siente enfermo?
Wolfram suspiró. Era hora de la verdad.
—Gisella, necesito de tu ayuda.
Una hora más tarde y después de hacer todas las pruebas pertinentes, Gisella le había dicho a Wolfram el diagnóstico.
—¿Cuántas semanas?
—Unas cinco.
A Wolfram no le molestaba en nada el hecho de estar embarazado, es más, estaba inmensamente feliz de haberlo logrado. El único inconveniente era que nadie de Shin Makoku sabía cuánto ya había avanzado su relación con Yuuri, ese era el acuerdo al que habían llegado, simplemente porque Yuuri no quería que lo apresuraran a casarse y con esta noticia, seguramente eso era lo que iba a pasar.
—Te ves sorprendida—le dijo a Gisella—¿no te lo esperabas?
—Bueno su Excelencia, usted es consciente de cuán difícil es concebir entre dos hombres aun si son mazokus puros los dos, pero…
—Lo que más te sorprende es que yo esté con Yuuri.
—Lo lamento, pero ustedes llevan varios años comprometidos, no debería haber ningún problema.
—Te aseguro que sí los habrá. Déjame decirle a Yuuri, antes de que se los digamos a los demás, ¿puedes guardar el secreto un tiempo?
—Por supuesto, solo no olvide sus revisiones semanales.
—Gracias Gisella.
Gisella suspiró cuando Wolfram salió de la habitación, todo eso era algo que no se hubiera esperado y era la única en saberlo. Moría de ganas por decírselo a alguien, pero definitivamente no lo haría.
Wolfram esperó hasta la hora de dormir, para contarle a Yuuri las buenas nuevas.
—Yuuri…
—¿Qué pasa, Wolf?
—Tengo algo que decirte.
El maou se congeló, ¿no iba terminar con él, verdad?
—Te escucho—respondió inseguro.
—Recuerdas que fui con Gisella.
—Sí, me dijiste que todo estuvo bien.
—Sí, todo está bien, pero no te dije todo.
—¿Hay algo más? ¿Estás muy enfermo? ¿Qué tienes?
Yuuri comenzó a entrar en pánico.
—No, tranquilo, ya te dije que estoy bien, pero hay una razón detrás de lo que me pasa.
—¿Cuál razón?
Wolfram tomó aire. Era el momento.
—Estoy esperando un bebé.
El mazoku esperó.
Yuuri solo lo miraba sin parpadear.
¡Sabía que eso iba a pasar!
Solo esperaba que no se desmayara.
Pero, después de unos momentos eternos, Yuuri rio.
—No hagas esas bromas Wolf, sabes que eso es muy difícil, he leído al respecto, sobre todo porque yo no soy un mazoku puro como tú.
El rubio no sabía si golpearlo o solo suspirar con frustración. Era obvio que Yuuri no le creía.
—¿No me crees? —de todas formas, preguntó por seguridad.
—Esta vez no puedes engañarme con las diferencias culturales, hace tiempo que lo investigué y soy consciente de ello.
Definitivamente Yuuri se veía muy seguro al respecto, tanto que quería golpearlo, pero decidió que era mejor darle su tiempo.
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Pero, conforme pasaron los días, Wolfram presentaba cada vez más síntomas, pero decidió que no se lo pondría tan fácil a su prometido, así que se los ocultó lo mejor que pudo, aunque las náuseas fueron lo más difícil de disimular.
Hasta que un maravilloso día, que Wolfram recordaría por siempre, fue Yuuri quien despertó vomitando, ni siquiera podía oler el desayuno sin que saliera corriendo al baño.
—Fue tu culpa—se quejó.
—¿Y eso por qué?
—Tú fuiste quien metió en mi cabeza la idea de tu embarazo, así que me contagiaste tus síntomas que ni siquiera tienes.
—¿Ni siquiera tengo? ¿Estás seguro de ello? Yuuri, no creo que tu mente sea tan hábil para hacer eso.
—¡Oye!
—Si no quieres creerlo no lo hagas.
En la madrugada Yuuri se levantó lo más silencioso que pudo para no despertar a su compañero de cama.
—Eso me pasa por no comer bien durante el día, no puedo dormir si no como algo.
Caminó hacia la cocina deseando encontrar un poco del pastel de chocolate servido en la cena. Tenía tantas ganas de algo dulce. Unas fresas no estarían nada mal.
Se detuvo justo en la puerta al notar las velas encendidas, ¿quién podría estar allí a esas horas trabajando? Realmente no quería que lo vieran, pero en verdad quería comer algo. Fresas con chocolate estaban aún mejor.
Pero, nunca se esperó que quien estaba allí comiendo exactamente lo que se le antojaba fuera Wolfram, quien lo veía con la misma cara de sorpresa que él tenía.
—¿No estabas dormido? —dijeron al mismo tiempo, rieron un poco por la coincidencia, hasta que Wolfram fue consciente de lo que pasaba.
—¿Querías comer algo?
—Sí, precisamente eso que estás comiendo.
—¿Y tú desde cuándo tienes antojos nocturnos y precisamente de algo tan dulce?
—Recuerda que hoy no comí muy bien por las náuseas.
Wolfram evitó reír mientras su prometido se sentaba a comer a su lado.
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Lo último que Yuuri soportó antes de pensar seriamente que Wolfram decía la verdad, fue durante el día siguiente.
—Wolf…—el rubio miró enseguida a su rey al escucharlo tan miserable—¿qué me pasa? Mírame, llevo un buen rato llorando sin razón. ¡Wooooolf!
El mazoku esta vez sí se puso a reír mientras Yuuri lloraba en sus brazos.
—Dime Yuuri, ¿en verdad sigues creyendo que te contagie síntomas que no tengo?
La respuesta de Yuuri fue llorar más fuerte.
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Después de calmarse, Wolfram llevó a Yuuri consigo durante su revisión semanal.
—Todo va muy bien, su Excelencia. Y creo que ahora ya lo puedo felicitar su Majestad.
Yuuri solo los miraba sin decir nada, ¿qué podía decir? No le había creído a Wolfram por semanas y ahora se lo habían confirmado en la cara por Gisella y además después de ser contagiado por los síntomas.
Sintió sus ojos llenarse de lágrimas otra vez, seguro se veía patético. Solo pudo abrazar a Wolfram con fuerza y sollozar.
—Wolf…un bebé…—lloró.
—En esto te está yendo peor que a mí.
¿Hasta cuándo se detendrían los síntomas?
