Ok. Ya sé, ya sé. Tengo cerca de 5 historias inconclusas xD pero bueno, dos de ellas todavía se han estado actualizando, muy lento, es cierto, pero ahí sigue todavía el dedo puesto en ellas; otras dos están sepultadas pq ni idea de cómo continuarlas y la última está navegando entre la salvación y el olvido. Pero bueno, esta historia que ahora leerán me ha rondado la cabeza por años ya, sí, años! Así que tengo que desahogarla! Por otro lado, estoy puliendo mi primera novela original, la cual pienso publicar en Amazon si es que el proyecto de mi propia página no resulta XD oh Dios! ya todos jugamos a ser escritores! Anyway, por algo se empieza, bueno ésa ha sido la razón por la que he estado alejada de mis fanfics. Mi novela tiene ilustraciones y apenas me estoy sumergiendo en el mundo del ilustrador (el cual me hace la vida imposible si he de ser sincera).
En cuanto a la historia, es clasificación M porque ya saben que me gusta escribir escenas subidas de tono con estos dos. Son por mucho mi pareja favorita de anime y manga (incluso si no son canon, alv el final de Tite Kubo), así que siempre tengo ideas para estos dos; lamentablemente tiempo no.
Disclaimer: Bleach ni sus personajes me pertenecen, sólo la historia. (No, no hay dedicatoria ni alusivo a la grandeza del autor, porque en serio, terminó haciendo lo mismo que D&D con GoT ó los escritores de TWD, o Disney con StarWars... Damn You All!)
CAPÍTULO 1
Mi vecina de al lado es mi eterno crush
Ichigo se relamió los labios por segunda vez consecutiva, tenía el corazón latiendole a mil por hora, bombeando sangre a ciertas regiones de su anatomía, y no era para menos. La fémina que en ese momento estaba de pie en medio de su habitación, incitaba a la lujuria. Vistiendo un baby doll color lila, de tela semi-transparente, permitiendo a los endurecidos pezones ser admirados a través de la suave tela. Descalza y con el pelo alborotado, los labios pintados de un rosa pálido y las gemas violáceas brillando con miles de promesas placenteras para su compañero.
"Ichigo", le habló, con clara necesidad en la voz, mientras avanzaba hacia él como una felina y se toqueteaba los senos sin verse vulgar. No. Amamiya Rukia jamás se vería vulgar, pues tenía la habilidad de verse siempre con el porte de una reina, toda su persona gritaba elegancia, incluso cuando hacía las labores más mundanas su porte era regio pero sensual como el andar de un gato.
Para cuando ella había llegado a la cama, el pelinaranjo ya se había descubierto las cobijas y se había acomodado para recibirla, sentado al borde de la cama dejó que ella le devorara con la boca entre besos que repartió por su rostro, su cuello y su pecho. La sentía en todas partes incluso si sólo la estaba tocando de la cintura donde sus dos trémulas manos la sostenían temerosas de que fuera a desaparecer. Muy por el contrario, la pelinegra se hizo aún más presente cuando guió la boca del chico hacia uno de sus pezones. Él siguió la orden gustoso, sin reclamos; después de todo era nuevo en esto y se permitió el que le guiaran durante todo el trayecto.
La chica se sentó a horcajadas sobre él, conectando sus sexos en un baile cadencioso del que Ichigo no quería liberarse jamás; sus manos terminaron en cada una de las nalgas de Rukia, la pequeña braguita apenas si las cubría. En algún punto había perdido la camisa y los pantalones de la pijama, y sus manos se habían vuelto mucho más audaces; jugando por debajo de la tela de la prenda que cubría el pecho de ella, ansioso por juntar ambos torsos y sentir piel con piel.
"¿Estás listo Ichigo kun?", le preguntó la joven, deshaciéndose de las prendas que apenas y le cubrían. Él se sintió desfallecer ante la pura imagen del cuerpo desnudo de ella. "Estoy listo", contestó con voz trémula. Para entonces ya no llevaba puestos los boxers, y ella le tomó el miembro guiándolo hacia su cavidad. Cuando la penetró se dejó ir en ese momento sin importarle acabar justo antes de que siquiera empezara el acto. El orgasmo que sintió tendría que ser suficiente se convenció, consciente de que el sueño había llegado a su final.
¡Piiipiiii´piiiipiiii!
Ichigo abrió los ojos y lo recibió la oscuridad de su habitación, a tientas apagó la alarma de su teléfono. El reloj marcaba las 6 a.m. en punto, la hora perfecta para meterse a bañar y de paso lavar su pijama arruinada sin que nadie de su familia se diera cuenta ni le dijese nada al respecto. Suspiró, como muchas otras veces lo había hecho. La pubertad estaba siendo demasiado dura con él, aunque quizá el problema estaba más en su vecina de al lado, se dijo mientras echaba una mirada furtiva hacia la casa de la aludida; una de las ventanas de su habitación daba a la ventana de la de ella. En ese momento era seguro que la misma dormía.
Gruñó por lo bajo, si alguien le hubiese dicho que sería tan patético a la edad de 12 años se abría dado un tiro a la cabeza sin duda. Se sentía incluso peor que Kon y Keigo, los pervertidos de su clase. El único consuelo que le quedaba era que había sido excelente en mantener las apariencias y guardar el secreto de que tenía un crush con su vecina de al lado quien era, para su mala suerte, cuatro años mayor que él (si había sacado las cuentas bien).
El agua fría fue bien recibida por su cuerpo, sin embargo una vez terminó su baño y de lavar el pantalón de su pijama, no pudo resistirse a masturbarse una vez más. Pero no lo hizo en el baño, no. Había regresado a su habitación cerca de una hora después, justo cuando una luz se prendía en la habitación de su vecina y a través de la persiana fue capaz de apreciar la silueta de ella mientras se deshacía una a una de las prendas de ropa de dormir. Secretamente Ichigo agradecía que la joven durmiera con pantalones pues eso alargaba el show que sin saberlo le ofrecía. ¡Oh, si tan sólo pudiera ser mayor! Se lamentaba.
...
-¿Dormiste bien?
-Sí Yuzu, no te preocupes.
A las 8 a.m. la casa Kurosaki cobraba vida. Ichigo tenía dos hermanas menores, las cuales eran gemelas y que desde su nacimiento habían estado a su cuidado, dado que la madre de ellos había fallecido tras el parto. El joven se había convertido en hermano mayor y padre a la vez, dado que su padre era doctor en un prestigioso hospital privado pero también cubría turnos en el Hospital General de Karakura y además tenía su propia clínica la cual atendía por la noche o en sus días de "descanso".
Y sin embargo...
-¡Good morning my beautiful family!
Tenía la suficiente energía para literalmente brillar por las mañanas.
-Deja de hacer tanto ruido, no seas escandaloso -se quejó Karin, que justo se sentaba a la mesa tras darle una patada a su progenitor.
-Bien hecho Karin, tu patada ha subido de nivel -aprobó Isshin
-Papá deja de hacer bromas, se te hará tarde -pidió Yuzu
El ajetreo continuó por largo rato, Ichigo suspiró. Menos mal que él había comido antes que todos, al estar encargado del desayuno le era más práctico despacharse primero, para así poder atender mejor a sus hermanas e incluso a su atolondrado padre. No lo diría en voz alta, pero admiraba la hombre sobremanera. Desde la muerte de su madre no lo había vuelto a ver llorar, siempre estaba sonriendo, lo cual demostraba lo roto que estaba por dentro y aún así, ninguna de sus sonrisas era falsa.
-Me voy -anunció tomando sus cosas y abandonando la sala. Su familia se despidió de él sin dejar de comer.
Ichigo salió a la calle y, tras echar una mirada furtiva a la casa de al lado, se giró en dirección a la parada del autobús. Caminó a paso lento, llevaba bastante tiempo de ventaja así que no importaba si perdía el camión de las 8:30 e irse caminando a la escuela y aún así llegar a tiempo. Además de que tenía un récord impecable en la escuela y no pasaría nada si llegaba tarde a la escuela. En realidad su razón por querer ir lento, mientras el corazón le martilleaba en el pecho, era...
-¡Ichigo kun!
El aludido se detuvo al instante. Su razón venía corriendo hacia él con el uniforme de la preparatoria de Karakura, los pliegues de la falda gris volando mientras trotaba y dando un pequeño atisbo de sus piernas. Las mejillas se le tiñeron de rojo, el recuerdo del sueño anterior bailándole en la mente.
-¿Me esperaste? -preguntó tan pronto lo alcanzó, sonreía de forma coqueta fingiendo un tono de voz que no le era natural en absoluto, consciente de lo mucho que a él le disgustaba.
-No seas ridícula, si te estuviese esperando estaría al pie de tu casa y te recuerdo que fuiste tú quien me llamó. Y deja de hablar con ése tonito me molesta. -Contestó con el seño fruncido, por dentro estaba llorando como Magdalena agradecido de haber salido con minutos de anticipación y no tener que correr detrás de ella.
Rukia por su parte soltó una risa cantarina, que sólo sirvió para enrojecer aún más las mejillas del chico.
-Ichigo kun si sigues así de apretado, ninguna chica te querrá -acto seguido le revolvió los mechones naranjas.
-¡Oi! -gruñó alejándose y volviéndose a peinar.
Pero no había remedio, Rukia le sacaba dos cabezas de altura, tenía 16 años, casi diecisiete. Su rostro tenía facciones tan finas como las de una muñeca de porcelana, la piel sin ni una sola imperfección tan común en la pubertad y la adolescencia. Era conocida como la Ice Queen de su escuela, a pesar de ser una Junior, había destronado con facilidad a la anterior reina sin necesidad siquiera de enfrentar a la misma. Y desde entonces hasta la fecha, constantemente recibía confesiones incluso de chicos de otras escuelas incluidas universidades. Ichigo sin duda no podría jamás competir con sus apenas tiernos 12 años y su baja estatura. Aunque tampoco era que quisiera, pensó mientras siguieron peleando camino del autobús. Esto que tenían, esa relación de amigos que discuten con libertad le era suficiente...
De momento.
No iba a mentir, había escuchado (e investigado incluso) que había muchas parejas donde la mujer era más grande que el hombre y que aún estaban juntos y felices, en su mayoría eran artistas y se habían conocido cuando el hombre era mayor de edad, pero Ichigo estaba seguro que podría ser paciente (aunque le estaba costando mucho más de lo que había previsto). Estaría ahí para Rukia como el amigo fiel y constante; que la entendería porque la conocía desde años atrás, porque incluso si le conocía a los novios en turno, sería él quien siempre estaría con ella. Y, cuando él tuviese la edad suficiente (quizá a los 15), ella lo vería diferente, maduro, sería más alto incluso que ella. Y entonces sería ella quien se sonrojaría y sería él quien le revolviera la melena.
-Ichigo
-¿Nn?
-Deja de hacer el vago -le recrimina presionándole la frente con un dedo
-¡Oi!
-Estoy hablándote y no respondes.
-¡Qué ruidosa! ¿Qué decías?
Rukia gruñe evidentemente molesta y luego suspira resignada, pero para suerte del pelinaranja no parece haberse dado cuenta del hilo de sus pensamientos; sus planes a futuro están a salvo de momento.
-Te decía que lleváramos a tus hermanas al parque.
Él se sobresalta.
-¿Vendrás hoy?
-Es noche de guardias en la sala de emergencia de traumas -contesta como si fuera lo más obvio
E Ichigo no puede evitar abochornarse porque sí, es lo más obvio! Rukia lleva siendo su niñera desde que él tenía 5 años...
-Supongo que estaría bien -contesta rumiando en un intento por ocultar su vergüenza.
La pelinegra lo analiza.
-por supuesto que estaría bien, te hace falta salir. Te veré saliendo de la escuela.
Y es entonces cuando él entra en pánico, apenas y logra detenerla antes de que se aleje de él, tomándola por la muñeca.
-Espera, ¿¡vas a pasar por mí?!
-¿No quieres? -hace un puchero.
Ichigo sabe que es una trampa, pero no puede negarse, porque Rukia le mira con el mismo puchero que tenía en su sueño de la mañana y no puede contenerse. Y ella lo sabe. Y él sabe que ella sabe y está seguro que ella sabe que él sabe que ella lo sabe.
Así que termina siendo ella quien ríe, mientras él ha terminado asintiendo como ella había predicho. Dejándolo solo el resto del camino con un rubor que le dura hasta que llega a su salón y se sienta rendido en la banca.
"Malditas hormonas", se queja mentalmente y entierra el rostro entre los brazos, preparándose para la carreta que sus compañeros le tirarán tan pronto Rukia llegue por él. Y sin embargo, una parte de él está rebosante de felicidad.
Maldita pubertad.
A/N: Tengo un nuevo estilo de narrativa como han visto, pero trataré de poner más diálogos. De momento es un one-shot con posibilidad de crecer si recibe suficiente aceptación. Tenía una idea de historia en mi mente pero mientras la escribía se generó otra en mi mente. Así que la masticaré por un tiempo.
