Nada de la Leyenda de Zelda me pertenece.


Capítulo 3

Sea lo que sea que estaba molestando a Link, no era cualquier cosa.

- No. - De todas las cosas, esto era lo último que se imaginó que podría pasar. - Link, conmigo. - Todos los demás podían arreglárselas, podían burlarse y quejarse todo lo que quisieran. - Link. - Llamó de nuevo, queriendo salir de allí antes de que la situación empeorara.

De todas las cosas que espero que pasaran, no fue despertar para encontrarse con otro guardia en la puerta en lugar de Link. Menos tener que indagar aquí y allá para descubrir que, por alguna razón no dicha, a Link se le había hecho tarde volver del entrenamiento matutino. No tenía idea de que tenía entrenamiento, o mejor dicho no se le pasó por la cabeza que tuviera tiempo para entrenar fuera de las horas que pasaba con ella. Tenía sentido que aún entrenará, y no solo en tiempos libres en dónde descansarán cuando viajaban.

Lo que no tenía sentido era que se le hubiera hecho tarde, y mucho menos llegar al sitio y encontrarse con varios caballeros abajo, golpeados y ensangrentados en algunos sitios. Molestos, y divertidos también. En medio de todo eso, estaba Link, con su propia gama de heridas y dando el aspecto de estar en medio de una pelea larga. Esa vista era lo mismo que verlo vivo, ver la furia de una persona en un arte mortal. Pero no era contra monstruos o asesinos, era contra…

- Link. - ¿La estaba desobedeciendo?, ¿ahora?

Un bufido seguido por una risilla burlona le puso la piel de gallina. No fue una sorpresa para ella ver a su caballero ajustar su espada en advertencia, su mirada fija en otro guardia. Esto no era un combate de entretenimiento, no era siquiera un verdadero combate. No era uno contra uno, o con las precauciones apropiadas. ¿Acaso esto era usual?

- ¿Qué está pasando aquí? - Oh no. Problemas.

- Lo de siempre, capitán. - ¿Lo de siempre? - El elegido no mide su fuerza, ¿recuerda? - ¿Acababa de oír eso correctamente?

- Link. - Eso sonó tan cansado que le dijo todo lo que necesitaba saber.

Era perfectamente normal que fueran varios contra su caballero, era perfectamente normal que, a pesar de eso, Link barriera el piso con ellos. No era lo correcto.

- ¿Qué hicieron ahora? - ¿Uh? - Link nunca sale de su rutina, ¿o acaso la princesa está aquí desde el inicio? - El hombre se había apretado el puente de la nariz y parecía estar pidiendo paciencia internamente. - Y Link, sabes que está estrictamente prohibido que levantes esa espada en contra de tus compañeros. ¿Se te olvido cual es el castigo de eso? - Pero… ¿qué arma iba a usar?, no veía nada a mano en buen estado.

De hecho, ahora que se fijaba, el lugar estaba vuelto un lío, como si… Oh.

Abrió la boca para volver a llamar a su caballero, para ordenarle dejar esto, seguido de demandar una explicación en privado, pero no llegó lejos con sus intenciones. No había mucho en lo que pudiera ayudarle, no con la guardia, pero era obvio que- Miau.

- Por la diosa…

- ¿Eso fue un…? - El sonido se repitió, justo a tiempo para ver a su caballero levantar esa espada en contra de los oponentes que le quedaban.

- Todos ustedes, un mes completo de doble entrenamiento. - Eso fue rápido, increíblemente rápido. - ¿Qué esperan?, largo.

Cualquier cosa que esperó no fue lo que siguió. Era, probablemente, lo más inesperado que se hubiera encontrado con respecto a Link.

•••••

-... un problema, sabes perfectamente que no están permitidos animales aquí. - No se molestó en responder, asegurándose que ambos felinos estuvieran bien. - Si fueras más abierto con ellos esto no estaría pasando Link. - Aparte de mojados, no veía heridas.

Un resfriado era muy malo por sí solo. Esperaba que no se enfermaran, esperaba que-Tragó pesadamente, subiendo un poco más su espada. El capitán no le haría nada, lo sabía, pero…

- No sabía que te gustaban los gatos. - Dijo una segunda voz, una femenina y conocida que no debería estar aquí. - Son lindos. - Uhhh…

- Princesa, no lo empeore. - ¿Cómo podía decir eso?, ella solo haría que-

- No. - ¿Era tonta?, estaban mojados, habían pasado mal rato, la morderían.

Sombra sacaba sangre sin proponérselo, y Pelusa no se limitaría a una sola mordida. Había sido decorado en sus rasguños más de una vez, sabía cómo podían ser y sabía lo demandantes que eran. Ahora, si tan solo… ¡aja!

•••••

- No los has corrido porque no te lo perdonará. - No era una pregunta, era una afirmación.

Link le hablo. Una sola palabra, un simple no. Todo por dos gatos. Todo porque no los tocará. Viendo las leves heridas producidas por leves mordidas en regaño por parte de dichos gatos, entendía. Uno de los gatos aún tenía mala cara, el gris, tratando de terminar de arreglarse. El otro, negro como la misma noche, estaba comodo sentado justo al lado de Link, recibiendo leves caricias detras de las orejas e ignorando las miradas que le daba dicha persona.

- Son de él. - Continuó, a sabiendas que no iba a obtener respuesta.

Solo tenía un rato viéndolo con esos animales y sabía que no terminaría bien para nadie si se los quitaban. Eran una fuente de confort. Si la actitud de los otros caballeros decía algo, quizás…

- Es contra las reglas. - ¿Hmmm? - Vienen porque les da de comer. - Oh, por supuesto. - En su casa puede tenerlos. - Pero no aquí, ¿eh?

- Bien podría ser su casa. - Contraatacó casi con pena. Por todo lo que sabía, Link no tenía tiempo para ir a casa, excepto los días libres que era raro que tuviera.

Ya vería qué podía hacer. Dudaba que este fuera el primer incidente, o el último. No creyó que Link tuviera esta clase de problemática…

Pero tampoco creyó que fuera tan humano.

•••••

- Muy bien, explicame, ¿qué te tiene de malas? - ¿Ah?, ¿perdón?

Giró la cabeza para mirar a la princesa, deteniéndose en medio de su ejercicio. Afortunadamente no había nadie enfrente, de otra forma no hubiera acabado bien. Lo que encontró fue una cara impasible, un cuaderno siendo dejado de lado. ¿Acaso ya había terminado lo que sea que estaba haciendo con las princesas silenciosas?, pues había sido bastante al punto si era así…

- La armadura te encantó, así que es más que obvio que algo te ha causado que la dejes de usar. - Ah… ese tema… - La estabas usando casi todo el tiempo, y ahora solo la diosa sabrá dónde la escondiste. Medio puedo entender la espada de Urbosa, nada le gana a la espada maestra, y quizás pueda creer que el regalo de Daruk es muy llamativo… - ¿En serio estaba teniendo esta conversación…? - Has estado de un pésimo humor desde que volviste a la típica armadura. Estoy casi segura de que ayer estabas a un paso de degollar a Rufio. - ¿Quién rayos era Rufio?

Ayer quería golpear a más de la mitad de todos los que vio. Demasiado irritante, demasiado estúpido. Nada nuevo, pero tampoco muy común. Y no, no fue solo ayer. No, no estaba… de malhumor, no en sí… era complicado…

- No tienes que hablar conmigo si no quieres, pero deberías hablarlo con alguien. - Ja. ¿Con quién?, ¿con la pared? - ¿Acabas de bufar? - ¿Sorpresa? - Fue lo que sea que te dijeron aquel día, ¿me equivoco? - No princesa, ese no era el problema. - No tienes porque tomártelo a pecho, tienes permiso de usar lo que quieras. Si es por los demás-

- Si me afectara tanto lo que me dijeran no estaría aquí, princesa. - Después de todo: - Nunca ocultaste lo que sentías por mi presencia. - Salió más amargo de lo que deseaba, pero no quería tener esta conversación. Con nadie. - Nada nuevo, no me afecta. - No como debería, al menos.

Sería un grave problema si le afectará más de lo mínimo que lo hacía. Algunos no apreciaban su existencia. Otros aclamaban su presencia, su existencia, su atención. O más específicamente todos miraban a la espada que llevaba en su espalda e ignoraban quien la llevaba. Nada más, nada menos.

- No te creo. - Esto tardó en llegar, y fue lo suficientemente extraño como para que volviera a mirarla. Sintió sus orejas bajar en incomodidad al dar con una cara llena de curiosidad, sorpresa y un dejo de tristeza.

No era un experimento de campo. Suponía que era de esperarse, al menos no estaba intentando hacerlo comer ranas otra vez. Y vivas, las pobrecillas…

- Has estado irritable desde ese día. - ¿Irritable?, oh. Suponía que tenía sentido. - Creí que eras incapaz de eso. O de molestarte. - ¿Ah sí?

- ¿Por qué no hablas directamente con la desgraciada espada de una vez? - En otro momento se hubiera muerto de la vergüenza por haber dicho eso, o hubiera reído hasta que le doliera el estómago de tanto reír por el shock en ese rostro ante sus palabras. - Es con ella con quién deseas hablar, ¿me equivoco?

Por si las dudas, enterró la espada maestra en el suelo justo en frente de la princesa y en dos tumbos estaba del otro lado del claro. Aún podía ver, aún podía vigilar, pero daba cierta… privacidad.

Solo quería lanzar esa espada en algún precipicio y olvidarse de ella. No todo el tiempo, obviamente, pero a veces era simplemente difícil no querer deshacerse de ella. No era su culpa, era solo una espada, un objeto que probablemente nunca pidió nada de esto. Desgraciadamente el caso era que estaba harto de que todos y la abuela y el perro lo vieran como alguien o algo que no era.

No era un héroe. No era un guerrero mágicamente invencible. No era un caballero de increíble fuerza o sabiduría. No era una leyenda.

No sabía que detestaba más: a los que lo veían de forma favorable o a los que lo despreciaban porque veían una verdad: no estaba calificado para tener o usar esa espada.

•••••

- ¿Alguna razón por la cual este…? - ¿Antisocial?, ¿molesto?, ¿echando humo por las orejas?

Su pequeña ave había casi suplicado que viniera con ella, que se acercara y estuviera con ellos, como debía, en lugar de quedarse en las sombras con una de las peores auras que hubiera sentido que demandaban soledad. Era escalofriante, creía que Link era incapaz de tal cosa. Y sin su arma. ¿Tal vez había decidido guardarla en lugar de llevarla por ahí…?, tsk, eso arruinaba todo.

- No con exactitud. - Oh. - Esperé que se sintiera mejor al verlos, o al menos hablara contigo Mipha, pero… - La princesa señaló al caballero que había escapado a las sombras tan pronto tuvo la oportunidad.

Y con oportunidad se refería a dejar a Revali con la palabra en la boca. Estaba intratable.

- Está irritado. - Obviamente. - No, no está molesto, está irritado. - Insistió Mipha, mirando entre ellos y el problema en cuestión.

- ¿Y no es eso casi lo mismo? - Un bufido por lo bajo, plumas esponjadas aun en ofensa. - Se cree mejor que todos solo porque tiene esa espada encima, como si hiciera falta… - Si eso fuera cierto hace mucho tiempo que los trataría de esta manera.

- Irritación es más una incomodidad que raya en molestía, y molestía es más grave, va a la ira. Van de la mano, pero no es lo mismo. - En pocas palabras:

- Dices que algo lo está molestando lo suficiente como para que se note, pero no para que entre de lleno en ira. ¿Entendí bien? - Si eso era así, pues no quería ver al chico molesto de verdad. Para un enano tenía un carácter terrible.

- ¿Y que podría irritar a quien todo le ha llegado en bandeja de plata si se puede saber? - Ay Rivali, ¿puedes bajarle un poco al ego?

- ¿Le pasó algo a la armadura Zelda?, me parece raro que no la esté usando y tendría sentido que estuviera de mal humor por eso. - ¿Armadura?, ¿qué armadura?

- Ah, eso. - Qué armadura. - Cuando llegamos aquí se formó un alboroto, y desdé entonces no ha usado ninguno de sus regalos. Y la mala actitud ha ido empeorando, pero la gente no ayuda. - El final fue un siseo combinado con exasperación pura.

- ¿Regalos? - Interrumpió cierta ave gigante, un silbido muy peculiar al final.

- Ya se me hacía raro verlo sin zarcillos. - Y ahora que Daruk lo comentaba, era verdad. No estaba usando nada. - Princesa, ¿qué le dijeron?, ¿y cómo? - No eran preguntas, eran demandas.

- ¿Ustedes dos también le dieron cosas? - ¿Y Link había dicho que sí?, pero que decía, por supuesto que dijo que sí.

Y si dijo que si, el idiota los uso todos juntos, ignorante de la recepción que podía recibir por-

- ¿Alguien puede aclararme primero sobre los regalos?

•••••

- Oh. - No sabía si reír o llorar. - Con razón. - Si no fueron los gritos y las llamadas de atención sin una verdadera explicación que pudiera entender, fue: - Pequeña ave, cariño mio, ¿no se te ocurrió pensar que se tomó tu mentira como una verdad? - Ni siquiera lo hubiera considerado si no fuera por el pequeño incidente con la espada maestra que le había comentado la princesa en medio de todo.

Tenía una idea más clara de quién era la persona justo afuera de la habitación haciendo guardia solo por los relatos que estaba oyendo.

Un chico que básicamente había adoptado a dos gatos, y los malcriaba con comida y lo que quisieran. Un chico que hacía lo mismo con su caballo, y eso más de una persona lo había visto por más que intentará ocultarlo el chico. Lo había visto con los Seals, así que podía verlo perfectamente en su ojo mental con un caballo o con otro animal.

El mocoso era un blandengue. Lo que no hacía con otros humanos, lo hacía con animales. Si bien era tierno, no daba una buena señal: si era tan afectuoso con animales, ¿por que trataba de esconderlo y porque no era igual con otros humanos, fuera la raza que fuera?

- ¿Perdón? - Ay Zelda.

El mocoso podría haber aceptado su espada por educación, pero estaba segura que con Mipha y Daruk no fue así. Mipha era la que más suerte tenía con ese mocoso, en cuánto a comunicación se trata. Y Daruk iba justo detrás, y quién no se ahorraba las muestras de afecto y se salía con la suya aún ahora. No, cualquier regalo por parte de esos dos fue recibido como tal y con una sonrisa.

Gracias a eso podía imaginarse muy bien a ese niño llegar al pueblo, al palacio, a dónde sea, luciendo como si fuera de realeza extranjera. Los Zoras usaban muchas joyas. Los Goron producían piedras preciosas. Nadie con ojos lo hubiera pasado por alto, era imposible.

- Es posible que Link creyera que los regalos que recibió es debido a la espada, y no por él. - En resumen: - Está frustrado, decepcionado, pequeña ave. - Y toda esa mala atención, la gente sin ahorrarse su opinión, la confusión…

- No creo que sea tan tonto Urbosa. - Arqueo una ceja y esperó pacientemente. - No, no puede ser. - Si podía:

- Ese estallido de hace unos días lo dice todo, Zelda. - Era una situación triste, pero Zelda de seguro no lo veía aún: - No eres la única con un peso encima que no sabe cómo manejar, cariño. Tu crees que él lo lleva mejor que tú, pero me temo que quizás sea al contrario: él calla y reprime, tú hablas y exteriorizas. - Si se sabía dónde mirar, era más claro que el agua.

- Pero… - La princesa calló, orejas cayendo un poco al igual que su mirada.

- Tocaste una inseguridad, y siguen tocándola. - Afortunadamente: - Espérame aquí.

- ¿Urbosa?, ¿a dónde vas?

A llamar a un pequeño cabeza hueca antes de que la situación empeorará.

•••••

-...so es, eso es… - Miró de reojo a su pequeña ave, y sonrió divertida al ver su sorpresa. ¿Acaso se había olvidado que Link era menor que ella por un año y algo?, ¿acaso se le olvidaba que ella misma disfrutaba de estás cosas?

Link no tenía el pelo tan largo como ellas, pero era lo suficientemente largo como para meterse con él, correr sus dedos entre las hebras, jugar con las mismas. Y al igual que Zelda, sus orejas eran igual o más sensibles. Rascar detrás de la base era suficiente para que buscará más contacto, una vez que se relajó claro está.

- ¿Mejor? - Medio bromeó, era una pregunta sincera.

Había sido un reto hacerlo entrar, había sido otro hacer que se sentará con ellas, pero había sido un poco más fácil incluirlo a pesar de no hablar. Meterse con su pelo, extrañamente, no fue un problema. Hacerlo por más de un par de caricias, por otro lado…

Alguien solía meterse con él, o alguien se metía con él, y este tipo de gestos era usual. Ahora, ¿quién podría?, ¿su familia?

- Me alegra escuchar eso. - No hablaría, pero cualquiera entendería ese sonido de satisfacción. - Ahora que estás más tranquilo, quisiera hablar contigo de tus regalos. Si, ya me dijeron que alguien recibió más de uno, y me extraña que no los esté usando. - Caray, este muchacho no necesitaba hablar.

Las orejas habían llegado abajo, la expresión había pasado a ser más cerrada y calculadora. A pesar de esto, no se apartó. De hecho, solo para probar su suerte, movió un brazo a su torso y jalo.

- ¡Urbosa! - Ignoró ese chillido, sonriendo de oreja a oreja.

Aquí no había miedo ni desconfianza, solo un mocoso que apreciaba mimos y tenía la suficiente confianza como para permitirle esta libertad. Hmm, esto hubiera sido útil de saber antes…

- Voy a tirar una o dos piedras al aire y supondré que el alboroto te confundió sobre las intenciones detrás de los obsequios. - Tomando en cuenta que su armadura no era a su medida, podría suponer que obsequios en general eran pocos o no muy bien pensados. - No se respecto a los otros, pero confío al decir que Daruk no pensó más allá de su utilidad y que te gusta usar zarcillos, y Mipha siempre está preocupada por ti y porque salgas lastimado y ella no pueda curarte, en especial si es grave. Esa armadura es tanto un alivio para ella como una protección para ti… - Y algo más íntimo y serio que no se atrevía a decirle.

Ese detalle podía decírselo Mipha directamente.

- ¿Y tú?

- ¿No es obvio?, es mi espada, tendrás li… - Se cortó, procesando que alguien hablo. - Mocoso. - Rasposa, masculina, y ronca. Falta de uso, obviamente. - No deberías tener muchos problemas si necesitas entrar a la ciudad otra vez con esa espada. Mas te vale no perderla o dañarla, ¿me oyes mocoso? - Se aseguro de pasar sus uñas por la base de sus orejas al decir lo último.

Las risas, a pesar de ser esperadas, eran todo una sorpresa por más cortas que fueran.

Los celos y la mirada lazer por parte de cierta princesa, por otro lado, era completamente esperado.

- Bueno, como decía…

•••••

- ¿Oh?, ¿te gusta tanto? - No se molestó en disimular su creciente irritación. Eso solo causó que Urbosa le diera un codazo de advertencia en el costado.

Ya tenían muchas miradas encima. O Link específicamente tenía muchas miradas encima. Su nivel de vergüenza era básico por lo visto, y Urbosa no tenía reparó alguno. Si, si, fue toda una sorpresa que mostrará interés en algo tan de chicas, pero tampoco era para estar dándole tanta atención horas después.

- ¿Es así?, ya sé que voy a conseguirte la próxima vez que visiten. - Oh diosas…

Las uñas azules pasaban. No era tradicional. No era masculino. Pasaba igualmente. Creía que había sido simple curiosidad, y luego recordó que alguien había tenido que pintarse las uñas para asentar más un disfraz del género femino en una ciudad llena de mujeres, solo mujeres. ¿Los labios?, creía que no. ¿El maquillaje?, creía que no.

- Bastante pequeño para lo que espere. - Fue un comentario bajo destinado a no ser oído. No valió de nada, lo oyó ella y lo oyó Link.

Su caballero, con los labios azules y un leve rubor falso, solo rozó los ojos. Su lugar de descanso no era con los demás soldados como había temido, pero tampoco era muy diferente. Pequeño, poco personal, lo básico a simple vista. No parecía habitada, lo que indicaba que alguien pasaba muy poco tiempo aquí. Muy simple para un guardia real. Al menos era cercano a su propia habitación, así que era bastante práctico por la movili- ¡Ah!

- Con que esos son los gatos. - Dichos gatos sólo les dieron una mirada de reojo antes de volver con Link, dándole las caritas más tiernas posibles, su objetivo claro.

Realmente no fue una sorpresa para ella ver a Link abrir un cajón y sacar una lata de atún cuya vista movilizó a los dos felinos acostados como reyes en su cama. Como no se iban a quedar si les daba atún y de paso la lata entera.

- ¿Tienen nombre? - ¿En serio?, no venían a-

- Sombra. - El gato negro alzo la cabeza al ser llamado, pero volvio rápidamente a su desayuno. - Pelusa. - Ahora fue el turno del gris, quien miró a su dueño un poco más de tiempo que el primero.

Hizo una doble toma al verles juguetes y hasta una caja de arena. Lo único que no tenía Link eran los papeles de nacimiento de los felinos, estaba segura ahora. No era como si-Risas suaves la sacaron de sus pensamientos solo para dar con qué Urbosa estaba riendo, riendo de alegría. O tal vez alivio. Solo las diosas sabrían.

- Son unas bellezas Link. - Apremio Urbosa, dejándole ver la primera sonrisa del día de su caballero.

No, no estaba celosa. No, el nudo en su estómago era porque aún no había ido a desayunar. Nada más.

- ¿Por qué no me muestras lo que hablamos mientras tus pequeños comen? - Gastaba en cosas para los gatos y no gastaba dinero en cosas más perso-

- Espera, que. - Urbosa no esta sugiriendo-

Si lo estaba sugiriendo.

•••••

-... y ya está. ¿Qué te parece? - Como si necesitará ayuda para lucir estas cosas. No estaba demás hacer unos últimos ajustes, aun así.

Qué diferencia. Como anillo al dedo. Ahora sabía exactamente qué tan delgado era el mocoso, aparte de enano. Debió haber sido un problema ubicarle algo que pudiera usar, pero por todos los cielos si hacen tanto alboroto solo por la espada que portaba el chico podían haberle buscado hacer algo más a la medida. Una armadura desajustada podía dar más que un problema, pero… bueno, no importaba ya.

Sombra eligió ese momento para subirse en la cama y colocar una pata sobre el muslo de su dueño, mirando a dicho dueño como si esperará algo. Y era así, porque tan pronto fue notado el gato recibió una mano en la cabeza y masajes detrás de las orejas, el cuello… y bajando, hasta que el gato se hizo una bola en dónde estaba y expuso su panza. Por supuesto.

- No. - Pobre Zelda. Oírlo hablar aún era un shock. - La cola no, o las patas traseras. No le gusta. - Ah. Claro, claro…

Un gato malcriado. Dos mocosos. Claro que los dos iban a querer acariciarlo. ¿Y qué podía decir?, el gato lo había pedido muy amablemente.

Volviendo al tema principal, Mipha sin duda alguna se había esmerado. Cómo consiguió las medidas, como arreglo todo para que quedara tan perfecto, como consiguió adherir tanta joyería real en esto y salirse con la suya… Todos en ese dominio tenían que saber, no tenía duda alguna, no con este mocoso tan ignorante en cosas que debería de haber- ¿le habrían dado la charla…?

Hablaría con él la próxima vez que fueran a visitarla. Estaba culpando al rey si no sabía, meterlo de lleno en entrenamiento y subirlo así de cargo tan pronto sacó esa espada… Bueno, decisiones estúpidas de lado, no era culpa del chico.

Y con lo que cargaba encima, con la felicidad que tenía otra vez, ahora lucía feliz, habían asegurado algo de protección con el chico que antes no tenía. Y por lo visto le vendría bien.

La pequeña ave jamás le creería que originalmente solo había querido ayudarla a que ninguna Gerudo buscará atar a su caballero o pasará alguna sorpresita no solicitada para Link. Por más fuerte o listo que fuera, no era invencible.

- Hey. - Saludo al otro felino que se había subido a su regazo sin preguntar.

Hundiendo sus dedos en ese pelo, podía entender porque los mocosos estaban tan animados en malcriar al otro gato.

¿Quién creería que el perfecto elegido era un amor con los animales?, tenía problemas con la gente, se le era más que obvio ahora, pero seguía siendo humano, un mocoso, un niño. La gente solo olvidaba esa parte, ¿y no era eso una decepción?

•••••

- Aja, ¿que se hizo el oh gran elegido? - Qué no fueran a decirle que se fugó porque era demasiado importante como para pasar tiempo con ellos. No luego de todo el viaje que se echó y la carrera para… ugh.

- Debería haber llegado, ¿no princesa? - Por supuesto, por supuesto…

- Debería. - A pesar de decir esto con exasperación, la princesa miró a los lados, buscando. Hmm.

- No te preocupes, debe estar buscando algo de comer. - ¿A esta hora?, ¡era casi mediodía! - Nosotras desayunamos, él no. - ¿Ah?

- ¿Ahora cree que es tan-

- No le dio tiempo, Rivali. Esta mañana tuve que hacer varias cosas y se movió la rutina. - ¿Rutina?, ¿en serio?, si el muy tonto creía que dormir era mas allá de él.

- Al menos eso le recordará que es humano y no una leyenda en la carne. - No, en serio, eso era lo más estúpido que había oído en su vida y no creía ni por un segundo que una espada mágica fuera a hacer mucha diferencia. No con un portador mediocre, de paso.

Abrió el pico para decir algo más, pero un destello blanco llamó su atención. Otro destello se aseguró de mantenerla, dando con que provenía de una persona. Un Zora.

- Uno de tus guardias anda perdido, Mipha. - Bien perdido, bien, bien, bien perdido.

- Uh, ¿guardia? - Señaló con un par de sus plumas al Zora en cuestión.

Un Zora bastante pequeño, era muy similar a Mipha en ese sentido, pero azul. Un azul que le era extrañamente familiar. Estaba de espaldas, tratando de subir para ver algo, pero no le daba la maniobra por su tamaño y por la gente que tenía delante. Cada vez que se movía, varias cosas en su ser destellaban gracias a la luz. Los Zoras y su afán por la joyería, ¿era necesario tanto?, ni Mipha, la princesa Mipha, tenía tanto. Por lo que podía ver, hasta en las manos tenía este Zora en particular. Mipha tenía más en la cabeza y en el pecho, no en todos lados. Seria- ¿en serio?

- ¿Acaba de meterse a la fuerza entre ellos? - ¿Eso no estaba mal visto?, ¿no era-

- Se obstinó de esperar. - Obviamente. Podía haber pedido permiso.

- Creía que solo la realeza tenía tanta joyería encima. - Comentó como quién no quiere la cosa, mirando a Mipha. - ¿Algo que me perdí?, ¿otra cosa que me perdí? - Si era el prometido y tenía que buscar algo para felicitarlos iba a matar a alguien.

- Solo espera Revali, no tardará en venir acá. - El suspiro cansado estaba demás.

- Igual preferiría saber si-

Fue interrumpido por un par de destellos en el rabillo del ojo. Giró la cabeza y efectivamente, allí estaba el Zora, lleno de cosas en sus brazos. Comida, casi todo era comida. En serio, ¿planeaba darle de comer a quién exactamente?

Abrió el pico para quejarse, justo a tiempo para ver algo brillante y una mano llevar algo a una boca que no era de Zora, no tenía colmillos y colmillos. Luego vio amarillo, pelo, ir de un lado a otro, largo y dolorosamente familiar. En la cadera una espada familiar lo saludo como quien dice. Manos hylian. Guantes. Botas. Y dos perlas guindando pacíficamente en orejas muy largas. Labios azules, labios azules, un leve rubor, ojos de un brillante azul, un azul que estaba en todos lados y aún así los ojos eran lo que más resaltaba en cuanto a tal color.

Una espada muy familiar, metida entre la comida, fue el selló de sus peores temores.

- Veo que tomaste lo primero que viste, ¿seguro eso cuenta como un buen desayuno? - Pero si había agarrado como media mesa, así fuera solo pan y-

- Por un día no importa. - Si no hubiera visto esa boca moverse, no sabría quién habló por más obvio que fuera.

Ahora entendía todos los murmullos y las miradas de ayer. Ahora no había disimulo. ¿Y cómo iba a verlo si no había ni un ápice de recato?, y…

¿Eso era una sonrisa?

•••••

-... lo más usual, a mi parecer.

- Sea como sea…

Le hubiera gustado algo con que acompañar estas cosas, o al menos no haber conseguido tantos dulces. Le gustaban los dulces, si, pero no tanto, y no era la mejor forma de iniciar el-Chillo e hizo malabares, cosas cayeron al suelo y el culpable solo bufo por lo bajo antes de empujarlo del pecho como si no le hubiera arrojado algo con fuerza segundos antes.

- Más te vale no romperlo, es súper delicado, ¿me oyes? - ¿Ah?, ¿súper que?

Pestañeó y miró sus manos, solo para hacer una doble toma al ver plumas, específicamente plumas negras. Conocía esas plumas, el tamaño, el color y la forma eran inconfundibles. Por no mencionar que eran reales y no plástico u otra cosa. Ahora, ¿para qué rayos le tiró plumas…?

Hizo una pausa, alzó más la mano, luego la bajo. No, no se lo había imaginado. Había una cuerda de por medio. Una cadena, mejor dicho. Y no cualquier clase de cadena. Y no cualquier tipo de plumas porque habían de varios tamaños y en cierta posición. Tenía un collar.

Rivali le había lanzado un collar.

- Gracias. - Era lo menos que podía decir, ¿no es así?

Jamás había usado un collar como este, pero no molestaba. No tenía idea de que los Rito hicieran collares, nunca había visto nada similar o quizás hubiera comprado uno…

Uh, ¿y ahora por que Rivali lo estaba mirando como si tuviera dos cabezas?, ¿se había equivocado?, ¿no era para-

- Te queda bien. - Dicho esto el pájaro gigante le dio la espalda y siguió alguna conversación con Zelda.

¿Eso fue un cumplido?