Disclaimer: Los personajes y la historia no me pertenecen. La historia es de TouchofPixieDust y los personajes son de Rumiko Takahashi, yo únicamente traduzco.
Capítulo siete: Volviendo a ti
—… Examen el lunes. Espero que tengan…
Empujón.
—… todo lo trascendental estudiado…
Empujón.
—… y potencias complejas…
Empujón.
—… al igual que lo estudiado sobre…
Empujón. Empujón.
—… la letra «e». De hecho, habrá…
Empujón.
—Pssss. Kagome…
—… una redacción sobre la letra «e».
¿Una redacción sobre la letra «e»? Inuyasha paró de empujar a Kagome con la goma de su lápiz. ¿Qué diablos? Miró a su alrededor y vio otras expresiones sobresaltadas. Soltó un suspiro de alivio. Al menos no era el único desconcertado. Tal vez iban a evaluarlos en curva.
—Kagome —dijo impacientemente entre dientes—. Despierta. —La empujó una vez más.
Lamentó haberlo hecho.
Kagome se despertó con una exclamación de sobresalto. Levantó la cabeza de golpe y su cuerpo dio una sacudida, tirando sus libros y folios al suelo. Entonces, miró alrededor del aula con los ojos muy abiertos y llenos de miedo como si no tuviera ni idea de dónde estaba. Paró de respirar. Justo cuando Inuyasha estaba empezando a pensar que iba a empezar a ponerse azul y estaba rebuscando en su cerebro cómo administrar la RCP, Kagome empezó a hiperventilar.
—¿Kagome? —Inuyasha dejó el lápiz y le puso una mano tranquilizadora en el hombro.
—¿Hay algún problema? —preguntó el profesor fríamente mientras iba hacia ellos con pasos rápidos y cortos. El lenguaje corporal les dijo a todos lo extremadamente irritado que estaba por la interrupción, incluida la forma en que dio un pisotón en mitad de su cuaderno. Aunque el tono de voz helado era también una prueba clara. Cierto es, pensó Inuyasha, que siempre suena así…
—No —gritó Kagome, todavía pareciendo como si estuviera atrapada en una suerte de trampa.
—Bien, entonces volvamos con…
—¡No es posible!
El profesor entrecerró los ojos y colocó los puños en el pupitre de Kagome. Tenía el rostro sonrojado por la indignación.
—¿QUÉ ha dicho?
—No salté… No debería estar aquí… No atravesé el pozo… No es posible…
El profesor retrocedió un paso y miró a su estudiante con nerviosismo cuando ella levantó la mirada hacia él con los ojos llenos de lágrimas que le estaban rogando que… que… no estaba seguro de qué… Miró al joven que estaba sentado detrás de ella y que parecía asustado y preocupado. Por un breve instante, sintió una sacudida de preocupación y compasión. Entonces, se dio cuenta de lo que tramaba la chica.
—Los alegatos de locura no la van a librar del examen de mañana.
—Estaba justo allí… yo… solo me quedé dormida un momento… ¡pero estaba ALLÍ! —Su voz se agudizó y tenía los ojos muy abiertos y frenéticos. Entonces volvió a empezar a hiperventilar, su mano se aferraba a su pecho mientras que cada tercera inhalación estaba acentuada por un hipo que sonaba muy doloroso. A muchos de los estudiantes se les daba bien conjurar lágrimas a la más mínima, pero el profesor dudaba que nadie pudiera fingir un ataque de pánico como este.
—Eh… tal vez debería escoltar a la señorita Higurashi a la enfermería…
Inuyasha no necesitó que se lo pidieran dos veces. Recogió sus libros y los de Kagome, y se lanzó ambas mochilas al hombro. Entonces, persuadió a Kagome para que se pusiera en pie y colocó el brazo alrededor de sus temblorosos hombros para sujetarla y guiarla para salir del aula, ignorando las miradas de curiosidad y los susurros.
La condujo por el pasillo vacío, deteniéndose en la fuente de agua por el camino. Mientras se apoyaba contra la pared, dejó que bebiera el agua templada y de sabor metálico mientras se esforzaba por controlarse.
—¿Te encuentras mejor? —preguntó en cuanto le remitió el hipo.
—Esta vez fue diferente, Inuyasha —dijo sin mirarlo. En cambio, fijó la vista en el chicle grisáceo del drenaje de la fuente—. No salté dentro del pozo ni nada esta vez. Simplemente… desperté… aquí.
—Fue solo un sueño. —Le pasó el pelo por el hombro y se lo recogió en la nuca. Le soltó lentamente el pelo y vio cómo volvía a caer sobre sus hombros. Su corazón estaba sufriendo literalmente por ella, deseando saber cómo consolarla—. Fue solo un sueño. Ahora estás conmigo. Todo va a ir bien. —Se inclinó hacia delante y descansó la cabeza sobre la de ella—. Fue solo un sueño.
Su voz fue solo un susurro, pero aun así la oyó.
—¿Lo fue?
Inuyasha puso el brazo sobre su hombro y empezó a conducirla a la enfermería una vez más.
Kagome fijó la mirada en el techo desde la incómoda cama de la enfermería, contando los azulejos por quinta vez. Le daba algo que hacer para mantener la mente alejada del sueño.
Peor que el sueño era pensar en Inuyasha. En ambos.
Al ponerse de costado, se concentró en la pared que tenía delante e intentó encontrar dibujos en los remolinos de yeso. No ayudó. Aun así, pensó en Inuyasha. En ambos.
Este Inuyasha había sido su mejor amigo durante toda su vida. Lo amaba. Pero ¿simplemente lo amaba como amigo o como algo más? Hacía que su corazón se llenase de calma y calidez. Hacía que se sintiera segura y feliz. Estaba en cada uno de sus recuerdos más preciados. No podía imaginarse la vida sin él.
El otro Inuyasha había sido su amigo y protector desde su decimoquinto cumpleaños. Bueno, quizás AQUEL día no, pero poco después se hicieron amigos. Se había enamorado de él no mucho después de eso, aunque le había llevado unos meses descubrirlo. Hacía que… bueno… que se volviera loca la mayor parte del tiempo. Hacía que se sintiera enfadada, triste, feliz, estúpida… todo un arcoíris de emociones. Pero en su mayoría, hacía que se sintiera segura y feliz. Y no podía imaginarse la vida sin él.
Pero su recuerdo estaba empezando a desaparecer y hacía que le doliera el corazón.
Esto tenía que parar. Uno de ellos era real, el otro no. Pero ¿cuál? Y… ¿tenía poder de decisión sobre ello?
¿Y si así era?
¿Y si este era un deseo secreto que no sabía que tuviera que le estaba concediendo Midoriko? Sin duda era posible. No es que quisiera que Inuyasha fuese humano, solo quería que estuviera con ella y quería importarle. ¿Se vería obligada a escoger a uno sobre el otro? Sería imposible escoger en qué mundo quedarse, amaba ambos demasiado.
¿Con qué Inuyasha quería estar?
Empezó a latirle el corazón con fuerza y las lágrimas empezaron a caer de sus ojos. También sería imposible mantenerse en el camino por el que iba, viviendo con un pie en ambos mundos. Su cordura no sobreviviría.
¿Y si al final tenía que tomar una decisión? Suspirando pesadamente, juró no ponerle peros a Inuyasha… al otro, a su lindo e insufrible medio demonio con orejas de perro… por Kikyo nunca más. Tomar decisiones no era fácil. Pensó en los dos Inuyashas de su vida.
Kagome de verdad los amaba a ambos.
