Disclaimer: Los personajes de «Ranma 1/2» pertenecen exclusivamente a Rumiko Takahashi.
Aclaración: Este one shot participa en el #Sextember4 organizado por la página de Facebook Fanfics y Fanarts de Ranma Latino.
Además, esta historia es una colaboración en conjunto con la talentosa fanartista: Ranko Saotendo. Quien aceptó trabajar conmigo en esta obra.
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La noche perfecta
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El avión aterrizó a las ocho de la noche en punto en el aeropuerto internacional de Aerfort Bhaile Átha Cliath. Dublín, la capital de Irlanda, recibió de manera especial a la pareja de recién casados. Quienes un par de horas antes habían contraído nupcias frente a sus familiares y amigos más cercanos.
Los recién casados tuvieron una recepción privada, ya que todo su presupuesto fue destinado a su ansiado viaje de bodas. La luna de miel —que tanto habían esperado—, por fin, había comenzado.
Ranma y Akane dedicaron mucho tiempo a la planificación de su viaje, pues querían guardar memorias importantes. Además, Saotome quería complacer a su amada, brindándole la oportunidad de conocer un país soñado. A Tendō le encantaban las culturas y las historias antiguas, y a él le encantaba verla extasiada. Así que, por esa razón, llegaron a la conclusión que Irlanda sería el país indicado para ser testigo de sus días de amor.
La pareja bajó del avión y luego de realizar todo el procedimiento de migración; salió del aeropuerto en busca del hotel que los iba a hospedar durante su estadía en este país.
Las calles se veían hermosas, y su arquitectura —a pesar de la oscuridad— se apreciaba majestuosa. Todo era como un sueño; un precioso y maravilloso sueño hecho realidad.
Un anhelo de lo que sería pasar juntos el resto de su vida.
Llegaron al Clontarf Castle Hotel, el cual se ubicaba cerca de la bahía de Dublín.
El lujoso hotel era un impresionante castillo de siglos pasados. Que ofrecía a sus visitantes la posibilidad de sentirse parte de la realeza. Especialmente, como si fuesen el rey o la reina, ya que a la pareja de recién casados los estaba esperando la alcoba nupcial. Un recinto acogedor que sería testigo de su amor.
De su más desenfrenado y apasionado amor.
El botones acompañó a la pareja hasta su habitación. Él amablemente les sonrió, mientras les contaba un poco del lugar en el que se iban a hospedar. Luego de un corto trayecto llegaron a la suite matrimonial, la cual era un sueño antiguo hecho realidad.
Ranma ayudó al chico con el equipaje y después le otorgó una propina. El joven agradeció y después se despidió, dejando a solas a los recién casados.
Akane contempló con admiración todo a su alrededor, prestando total atención a los pequeños y hermosos detalles de la habitación. La decoración, los muebles y la atmósfera del lugar la hicieron sentir una paz sobrenatural. Ni en un millón de años se imaginó que ella podría estar en ese maravilloso e impresionante lugar.
—Es hermoso, ¿cierto? —inquirió con delicadeza el hombre que con cautela la tomó por la cintura para pegarla a su regazo; mientras él también admiraba lo que apreciaba su amada.
—Es más que hermoso —sonrió—. Ranma, ¡esto es maravilloso! ¡Muchas gracias! —exclamó con entusiasmo, ya que ella sabía que este sitio fue elegido especialmente para ella. Él cumplió su sueño, su más querido y anhelado sueño—. No tengo palabras para expresar lo feliz que me siento.
—No necesitas hablar, tu rostro lo dice todo —susurró, dándole un pequeño beso en la mejilla—. Ven, la cama nos está esperando.
Saotome tomó la mano de su esposa para llevarla a la enorme cama que se me encontraba en el centro de la habitación. Él se sentó y sobre sus piernas sentó a la esbelta mujer que le robó el corazón. Muy despacio la acarició y con ternura la besó. Ella correspondió, dando rienda suelta a su amor.
La pareja lentamente se recostó, besándose con devoción. Queriendo dejar salir la pasión. Sin embargo, el cuerpo y la mente los frenaron; pues les recordaron el cansancio que la boda, la fiesta y ese largo viaje les dejó. Obligándolos sin darse cuenta a quedarse dormidos, mientras se estaban besando. Quedando unidos por sus brazos y con las mismas prendas que llegaron.
La primera noche de casados no fue lo que habían pensado.
Akane se despertó muy temprano por la mañana para contemplar el hermoso amanecer que le regaló la impresionante vista de la habitación. Eran recién las cinco treinta de la mañana cuando la mujer se levantó a admirar el despertar del astro sol.
Tendo apreció los primeros rayos del sol; además, inundó sus pulmones con la brisa fresca de la mañana. A pesar de que la luz ya comenzaba a dar su calor, el clima seguía siendo templado. Dando indicios de la mezcla espectacular de sensaciones que los iba a acompañar.
La joven regresó a la habitación, luego de varios minutos de meditación en el balcón; los cuales la llenaron de paz en su interior. Al volver fue hasta la cama a deleitarse con el rostro del hombre que yacía dormido en el lecho. Su esposo seguía durmiendo, envuelto entre las cobijas que ella misma le había puesto. Él parecía un ser celestial; aunque, en realidad era un demonio disfrazado de ser humano que la incitaba a descender a los infiernos.
—Sigue durmiendo —musitó, antes de darle un casto beso.
Ella se alejó, dejando reposar a su marido, mientras aprovechaba su descanso para meterse al baño. El jacuzzi era un sueño anhelado; así que, se metería en él a darse un largo y merecido baño.
Los minutos fueron avanzando, y poco a poco el sueño profundo de Ranma fue pasando. El hombre lentamente fue despertando, frotándose los ojos al mismo tiempo que se iba incorporando.
Él se sentó en la cama, elevando al cielo los brazos. Se estiró y después con determinación dirigió la vista al tocador. La fragancia que llegó a sus fosas nasales lo desestabilizó, erizando cada una de sus terminaciones nerviosas.
—¿Akane?
—Ranma, despertaste. Buenos días —dijo, regalándole la más hermosa de las sonrisas.
—Sí —expuso, algo aturdido. Realmente había perdido la noción del tiempo. El cambio de horario, sinceramente le hizo estragos—. ¿Cuánto dormí?
—Toda la noche, pero no te preocupes, aún es temprano. —Akane se levantó del tocador para llegar hasta donde se encontraba su esposo—. Me alegra que hayas descansado. Hoy nos espera un largo día.
Tendo le acarició con ternura la mejilla a su esposo y después se dio la vuelta para seguir con su maquillaje. Sin embargo, cuando estaba a punto de retirarse, Ranma la cogió de la mano y con firmeza —sin lastimarla— tiró de ella, obligándola a quedar sentada sobre su regazo.
—Akane… —musitó, rozando con su nariz el hombro de su esposa.
—Ra-Ranma, ¿q-qué haces? —inquirió, nerviosa. El mínimo contacto con su piel la hacía estremecer—. Debemos ir a-
—Anoche nos quedamos dormidos —susurró, acariciando muy despacio sus muslos—. La noche de bodas se supone que es para consumar el matrimonio y nosotros dos aún no hicimos eso. Sigo siendo tan virgen como lo era cuando estaba soltero.
Akane lo miró fijamente a los ojos. Apreciando en su rostro esa expresión de ternura que solo le hacía cada vez que quería obtener su atención y ser consentido. Ranma podía convertirse fácilmente en un niño. Un berrinchudo y consentido niño que haría lo que fuera por obtener lo que desea.
No obstante, Akane también podía jugar ese juego, ya que ella fácilmente podría ser el adulto que a él no le gustaba ser.
—Así que, ¿usted sigue siendo virgen? —Ranma asintió, mientras hacía un puchero.
—Tan virgen como cuando salí del vientre de mi madre.
—Entonces, todas esas noches que se escabulló en mi habitación, mientras nuestras familias dormían y me suplicó que no hiciera ruido; mientras me comía a su antojo. Fueron solo productos de mi imaginación.
—Supongo. —Él no daría fácilmente su brazo a torcer.
Pero ella tampoco lo haría.
—¡Oh, qué lástima! Creí que todo era real. Supongo que solo lo inventé cuando yo sola me hice estremecer la piel. —Tendo pasó muy despacio las manos por su cuerpo, mientras su esposo la observaba sin quitarle la mirada de encima—. Siendo así, tendré que salir a buscar a alguien que sí sea real para apaciguar mi incendio.
—Akane —masculló. La sola idea de que alguien más la pudiese tocar lo enfureció—. Tú eres mía, solo mía —sentenció, cogiéndola del mentón para besarla con pasión. Demostrándole que solo él le podía hacer arder la piel.
Tendo enredó los dedos en la trenza de su marido, mientras abría la boca para que su esposo metiera la lengua y la hiciera danzar como era debido. Intensificando el beso hasta hacerlos llegar al más allá.
Allá donde solo sus cuerpos podían volar.
No obstante, la pasión tenía que esperar, pues tenían un largo itinerario que no podían ignorar.
Ranma bajó las manos para meterlas entre sus piernas. Intentando rozar con sus dedos el interruptor que lo llevaría al cielo. Sin embargo, antes de que pudiese llegar a la cima de sus deseos, su esposa detuvo sus juguetones dedos.
—Debemos bajar a desayunar —murmuró, mientras se separaba lentamente de sus labios—. Ven, te tienes que bañar.
—¡¿Qué?! ¡¿Por qué?! —Ranma estaba tan encendido que no quería parar—. Akane, no me hagas esto.
—Mi amor, tendremos mucho tiempo —le recordó, acariciando con cariño su cuello—. Vamos, te voy a preparar el baño.
—¡No quiero! —espetó, cruzándose de brazos. Estaba molesto, pero no con su mujer, sino con el estúpido recorrido que no lo dejaría hacer lo que era debido—. No me quiero bañar.
—Oh, sí lo harás. O prefieres que todos vean… —Akane señaló con su dedo el prominente bulto que se le marcó en el pantalón. Ella, en el fondo, tuvo que reprimir su excitación, pues lo único que quería era saciar la pasión. Sacar el miembro escondido y enterrarlo en su interior. No obstante, debía esperar, pues ese viaje se planeó con mucha antelación—. Ven, deja de protestar. Ya vamos a regresar.
—Está bien.
Ranma se dejó arrastrar hasta el baño. Metiéndose debajo de la regadera. El chorro de agua fría lo apaciguaría; aunque, lo único que él quería era devorarse a la mujer que lo tenía bajo sus pies.
El día iba a ser muy ajetreado, pues irían a conocer varios lugares de interés; así que, mejor iba a pensar en algo más. Algo que le diera paz o no podría soportar el ardor que lo estaba haciendo colapsar.
El ardor de quererla profanar.
—Todo está bien. ¿Hay algo más que pueda hacer?
—Todo, bien. Muchas gracias —expresó Akane, con una enorme y gentil sonrisa en los labios.
—Siendo así, me retiro. Buen provecho.
El mesero hizo una pequeña reverencia delante de la pareja; luego los dejó a solas para degustaran la cena.
Una exquisita y muy elegante cena.
Ranma apreció todo a su alrededor; sobre todo, a la mujer que le robó el aliento. Él sinceramente sonrió y en silencio agradeció a la vida por tener esos instantes íntimos y especiales con su esposa.
Momentos agradables que quedarían guardados en sus memorias.
Tendō cogió el tenedor y muy despacio lo llevó hasta su boca. Inundando el paladar con el delicioso sabor que le dejó la carne que probó. El estofado irlandés era una exquisitez. Un delirio que anhelaba degustar.
—¿Te gustó? —inquirió su marido, al ver cómo sonrió después de que lo comió.
—¡Me encantó! ¡Está delicioso! Gracias, mi amor. Gracias por pensar en este menú tan especial para nuestra cena —dijo, irradiando brillo en sus pupilas—. Aunque, creí que solo habías reservado las visitas a los castillos y a los museos.
—Solo reservé eso. Esta cena es un regalo que nos hizo Ryōga —confesó, ya que no se iba a adjuntar un crédito que no le correspondía—. Ryōga me preguntó si quería algo especial como regalo de bodas, y cuando reservé el hotel me percaté que tenían esta degustación tradicional para parejas o familias. Así que, le dije que si quería nos la podía obsequiar.
—¡Oh, qué gesto más lindo! Tendré que agradecerle cuando volvamos a la ciudad.
—Lo haremos, realmente se lució con el obsequió, ya que pensé que sería una cena en el restaurante como lo vimos en la página del hotel. Sin embargo, él pidió servicio a la habitación, haciendo que fuese una cena íntima y privada.
—Y qué me dices de la decoración, esto también debe ser parte del obsequio —espetó, apreciando cada detalle que estaba presente—. Le debió costar una fortuna.
—Quizá, pero él es tan despistado que dudo mucho que se haya percatado cuánto pudo haber gastado —dijo, encogiéndose de hombros—. No obstante, estoy seguro que su esposa le ayudó, pues sin ella, él estaría en la ruina.
—Eso es porque nosotras somos mejores administradoras. Ustedes no cuidan nada.
Ranma frunció el ceño y acentuó la mirada, mientras su esposa se carcajeaba; ya que a ella le gustaba recordarle cuán importante era la mujer en la vida de su pareja. Y por qué se le consideraba el pilar de su casa.
Akane sería el ángel que bendeciría su hogar, pero también sería el demonio que lo haría colapsar.
Un ardiente demonio que necesitaba cada vez más. Sobre todo, en esa sequía que lo estaba a punto de matar.
—Akane… —susurró Ranma, muy cerca del lóbulo de su oído.
—Ra-Ranma… —balbuceó, sintiendo en su interior el fuego que despertó.
—Te deseo, no sabes cuánto te deseo.
—P-pero la cena. Aún no hemos terminado de-
Ranma la besó, callando su voz. Él rápidamente se paró y con determinación la cogió en brazos y la cargó.
—La cena puede esperar. El postre no se va a arruinar. Sin embargo, lo único que quiero en este momento es comerme a mi mujer —sentenció, mordiéndole el labio inferior—. Akane, ya no puedo esperar más. Necesito meterme dentro de tu piel.
Determinación, fuego, ardor y pasión; era lo que corría por la sangre del hombre que la tomó. Él sin pudor la aventó al lecho y con desesperación se subió encima de su cuerpo. Acabando con la pausa que el cansancio y los compromisos del viaje les habían dado.
Esa noche la haría suya, completamente y únicamente suya.
Lentamente fue pasando sus manos por la delicada piel de su amada. Ella gimoteaba, mientras él la profanaba. Aunque esto era algo que Akane adoraba.
—¡Ah! —gimió, echando la cabeza hacia atrás, cuando Ranma la penetró con sus dedos—. ¡Ay, sí! ¡Sigue así!
—Eres exquisita —musitó Saotome, con su ronca y acentuada voz; al mismo tiempo que lamió el punto exacto que la hizo explotar una vez más.
Akane enterró las yemas de los dedos en los cabellos de su amante. Enredando las hebras de su trenza para tirar de ellas con fuerza. Tendō estaba extasiada. Demasiado excitada. Perdida en el cúmulo de sensaciones que la eclipsó. Ranma sonrió muy en su interior, al comprobar —una vez más— que solo él podía saciarse de la lujuria que la hizo desfallecer.
Akane era un manjar, un elixir del que siempre se quería deleitar.
Ranma meneó rápidamente los dedos en su intimidad, mientras su boca succionaba el clítoris de su esposa. Ella estaba por colapsar; así que, el orgasmo no se hizo esperar. Corriéndose en la boca del hombre que estaba prendido de su ser. La escena era demasiado erótica. Candente y lujuriosa. Saotome bebió hasta la última gota de su exquisitez. Pasando la lengua por su húmeda e hinchada piel.
Su esposa era un pecado lo hacía arder. Hasta el punto de hacerlo enloquecer. Llevándolo hasta el infierno que chispeaba azufre, fuego y miel. Una dulce miel.
Una condena eterna. Placentera y excitante condena…
Tendō gimoteó, ya que la carga eléctrica que sintió la liberó. Sin embargo, quería más, necesitaba más; por lo tanto, la mujer exigía tenerlo prisionero dentro de su ser. Akane se levantó lentamente de la cama, bajo la atenta mirada del hombre que tenía a merced. Ranma comprendió la acción; así que, se sentó sobre el lecho con la espalda pegada al respaldo de la cama. Akane le otorgó una exclusiva sonrisa que le indicó cuánto lo deseaba.
Ella besó con posesividad sus labios, mientras él la acariciaba. Tendō se montó encima de su marido a horcajadas, enterrándose de un solo sentón el delicioso miembro que tanto anhelaba en su interior. Ranma jadeó, dejando al descubierto su excitación; luego cogió el corto cabello para hacer la cabeza de su mujer a un lado. Así él podría lamer su cuello. Deleitándose de esa sensible parte que tanto le gustaba.
Tendō inició el vaivén. Moviéndose lenta y delicadamente. Apretando las paredes a medida que el ritmo aumentaba. Saotome gruñó, pues la sangre le bombeó fuertemente en su interior. Estaban unidos. Conectados. Completamente perdidos en los estruendosos y maravillosos ruidos que sus sexos provocaban. La pareja sabía muy bien lo que les encantaba.
Ranma apretó los pechos de su mujer con rudeza; luego hundió el rostro en ellos para embriagarse de su olor lleno de excitación. El hombre se despegó y se apoderó del pezón, el cual mordió y pellizcó sin contemplación. Ella jadeó, deleitando sus oídos con la hipnosis que lo llevó a perder los sentidos.
Akane brincó una y otra vez, hasta enterrarse dentro de la profundidad de su ser la virilidad que la hacía desfallecer. La mujer se aferró al cuello de su amante y sin pudor aumentó la fuerza con la que apretó al miembro que tenía adentro. Él se perdió; así que, la sujetó por la cintura, profanándola con rudeza. Recordándole con su fuerza que era de él. Solo de él. Ella era únicamente de él.
Llevándola a la cima del cielo que se dejó corromper.
Tendō arqueó la espalda cuando el orgasmo llegó, llevándola al límite de sus capacidades. Ella gimió cuando se dejó consumir por el espasmo que la atrapó. Ranma estaba igual que su mujer, a punto de desfallecer; pues las terminaciones eléctricas que experimentó su pareja, la obligaron a apretar más y más las paredes de su ser. Haciendo que el glande se hinchara aún más y se enterrara con mayor fuerza en la profundidad de la piel ajena.
Bueno, no era ajena. Era de él, solo de él.
Saotome arremetió con todo su ser dentro de su mujer. Explotando en su interior; llenándola así de todo su amor. Alcanzando el cielo que la hizo descender al fuego que ardía en su piel.
Una vez más la llevó al infierno. Al más ardiente y placentero infierno.
Akane buscó los labios de su esposo para besarlos con pasión; mientras él le respondía besándola con devoción. El amor, por fin, se consumó. Y la noche perfecta, por fin, llegó.
La luna de miel sí sabía a miel.
—Te amo —musitó Tendō, enredándose en el calor de su cuerpo—. Te amo, Ranma Saotome.
—No más de lo que yo te amo, esposa mía —le dijo, abrazándola con fuerza para que descansara en su pecho—. Esto fue como un sueño.
—Un hermoso sueño que haremos realidad cada día, ¿o ya se te pasó el deseo?
—Mi amor —Ranma la tomó del mentón. Fijando sus dilatadas pupilas en las de la mujer que yacía desnuda sobre su cuerpo—, jamás se me pasará el deseo; es más, quiero volver a hacerlo.
—¿Pero no estás cansado por todo el recorrido que tuvimos con nuestro itinerario?
—Ya dormí demasiado en nuestra primera noche aquí. De ahora en adelante; todas las mañanas, mediodía, noches y madrugadas te haré mía —sentenció, acentuando la mirada—. ¿¡Está claro?!
—Muy claro —susurró, buscando sus labios—. Extremadamente claro, mi esposo amado.
Ranma la jaló para besarla con pasión. Despertando una vez más el fuego en su interior.
Esa noche era para hacerle el amor. Para recordarle cuánto la amaba y cuánto la deseaba.
Era la noche perfecta para entregarse en cuerpo y en alma. Era la noche perfecta que tanto deseaban.
Fin.
¡Hola!
¿Cómo están?
Vengo muy feliz a compartir con todos ustedes el resultado de esta bella historia que me llevó a conocer y a investigar sobre un país que me gusta mucho, Irlanda. Debo decir que imaginar cada escenario fue fenomenal, pero lo que lo hizo increíble fue el precioso fanart que dibujó mi querida Ranko Saotendo.
Ella le dio vida al momento clave de la historia y no puedo estar más que agradecida por lo mágico que fue haber trabajado a su lado. Eres increíble, de verdad tienes un don hermoso. Te quiero.
Así que, les dejaré el link de su página en mi página de Facebook para que vayan a seguirla y a conocer su trabajo. Dibuja precioso. No duden en comisionar con ella.
Además, quiero agradecer de todo corazón la invitación que me hicieron las chicas que conforman el staff de la página Fanfics y Fanarts de Ranma Latino. Fue una bonita experiencia el participar en esta dinámica. Les agradezco muchísimo que pensaran en mí.
Ahora sí, me despido. Espero que la historia les haya complacido, pues fue escrita con mucho amor para todos ustedes. Los quiero.
Nos leemos pronto.
Con amor.
GabyJA
