Disclaimer Fairy Tail no me pertenece le pertenece a Hiro Mashima. La idea original le pertenece a Marisol Estrella nwn yo solo desarrolle la historia como me inspiré.

(Son tres historias en total y a pesar de que tienen la misma idea de fondo,son diferentes,por si les quieren dar una oportunidad) Las parejas son Sasusaku y Sesshrin.

Sasusaku: Mírame solo a mi

Sesshrin: Te esperaré

Espero les guste nwn


One-shot

Caminante nocturno


El silencio reinaba por todo el barrio abandonado a esas horas de la noche. Justo cuando el reloj marca las doce y las calles de la pequeña ciudad se mantienen vacías una mujer caminaba sin nada de miedo por estás. Su cabello de color sangre bailaba al son del viento a la par que sus pasos eran secundados por el sonido de la suela de su tacón.

Noches frías como esa eran su mayor gusto. No sentía frío a pesar de la poca ropa que tenía. Comenzando porque solo llevaba un tope negro a juego con un pantalón de cuero ajustado a sus piernas. Sus manos enguantadas pero dejando libre sus dedos con las uñas cortas pintadas del oscuro tono y tatuajes tanto en su hombro como en el lateral de su estómago.

Las hojas se movían con intensidad por el viento y ella solo buscaba casas. Tenía cierta afición para nada sana con la que desgastaba sus noches. La mayoría de las mujeres normalmente a esas horas no pensarían ni de estar en esos horarios en las calles a pie. Podían estar en fiestas disfrutando de una noche o cualquier otra cosa.

Pero ella era diferente. Tenía una meta que cumplir en todas sus noches. Le gustaban los juegos al azar. Aunque tenía ciertos puntos que no traspasaba. Podían llamarla loca, pero tenía una cierta decencia bastante precaria. Por ejemplo,nunca entraría en una casa donde vivieran niños. No se sentía complacida con jugar con vidas tan puras. No. Simplemente no era lo mismo que jugar con personas adultas.

Personas que tampoco tenían la culpa y que simplemente cometían el error de dejar sus puertas abiertas en la noche. No siempre una sola casa la llenaba de satisfacción. A veces, incluso buscaba tres casas en una misma noche. El faro que estaba cruzando se apagó y la oscuridad la cubrió. Sus labios formaron una sonrisa cuando la oscuridad la escondió como un fiero abrazo.

Se acercó a una casa de aires opacos. Sobrios. Probó con la cerradura y una mayor extensión en sus labios de una sonrisa victoriosa fue perceptible. Sin forzar, abrió la puerta y entró en la casa. Con pasos calmos y silenciosos. Lentos pero seguros, siguió entrando en la sala. Las escaleras al segundo piso llamaron su atención pero antes se aseguró de quién era la casa.

Las fotos colgadas eran carros y algunas fotos de un hombre, posiblemente unos cuarenta años. No era su gusto,pero no importaba. En silencio, llegó a la planta superior y abrió la puerta de la habitación. Sus ojos chocolates se posaron sobre el hombre. No estaba barrigón como normalmente a esa edad estarían,pero no le importaba. Abrió sin hacer ruido y dio un paso.

Dos pasos.

Tres pasos...

Cuatro pasos...

Estaba totalmente cerca y sin más enterró el cuchillo que siempre llevaba a mano en su muslo derecho para ensartarlo con la misma velocidad en el izquierdo. El tipo grito ante el pulsante dolor pero la fémina no cambio de expresión. La sangre mano de las heridas recientes y cuando este trató de agarrarla le encajó el filo del arma en el brazo. Una risa salió de sus labios mientras más veía el flujo sanguíneo saliendo. Se trató de levantar pero lo único que hizo fue caer de la cama y revolcarse en el piso enmaderado de la casa. La punta de su tacón se encajó en una parte que nunca veía la luz y el grito ensordecedor que soltó casi alertan a los demás en el vecindario si no fuera porque la almohada le cubrió la cabeza.

Su peso no era demasiado pero subiéndose arriba de ese hombre herido,pudo usar la almohada como método asfixiante. No le importaba,estaba logrando lo que más deseaba en ese instante. El éxtasis recorría cada una de sus venas mientras más veía a su víctima retorcerse con ella encima.

En un instante.

Todo acabo.

El forcejeó había cesado.

Su víctima yacia muerta en sus manos.

Se levantó del cuerpo admirando su obra maestra para poner paso a la salida de la casa. No había saciado aún su necesidad de ver el intenso carmín a pesar de que este ya manchara sus ropas y manos. Aún deseaba más. Así que dejando atrás la casa con una puerta cerrada sin seguro una vez más. Se hizo al aguardo de la noche.

Sus pasos se superpucieron a otra tonada desconocida para ella. No era el repiqueteo de sus tacones contra el suelo el que ahondaba en la calle. No. Sus ojos se levantaron para encontrarse con un rostro masculino. Cabellos azules y alto. Un tatuaje rojo sangre en una de sus mejillas. Una alerta se disparó por todo su cuerpo buscando los mejores métodos de deshacerse del cadáver de ese hombre al ser testigo de la sangre que ella portaba.

Pero todas sus cavilaciones se detuvieron al ver lo que traía en la mano. Un bastón. Era demasiado joven como para llevarlo así que solo quedaba una opción.

El hombre estaba ciego.

Extrañamente los deseos de matarle no salieron al aire y la necesidad de ver sangre se había detenido. Curiosa se acercó a la persona que se dirigía hacia ella sin saberlo. Si fuera más desalmada de lo que ya era. No dudaba que le habría abierto en canal en ese instante. Pero le resultaba realmente curioso el hecho de que alguien tan joven como él y con dicha discapacidad, saliera en la noche como si fuera de día.

—Señor,no creo que deba estar en la calle a estás horas.—dijo con una voz tan dulce que ni ella misma se reconoció por un instante pero este pareció detenerse.

—Ah. No sabía que aún había personas en la calle. Había decidido pasear por el nuevo vecindario pero creo que me perdí.—una risa acompañó sus palabras y ella se quedó como estaca en el suelo. Una voz muy atractiva y seductora incluso si no lo planeaba.

—¿Quiere que le acompañe a su casa?—bien, esas palabras simplemente habían salido de sus labios y no podía ni creerlo. Pero se quedó allí, esperando ansiosa una respuesta a su ayuda brindada inconscientemente.

—Gracias,me sería de mucha ayuda.—respondió tan tranquilo que ella misma se sorprendió. Agarró su mano sin miramientos y camino en la dirección que este le había ofrecido.

Cuando lo dejó en su casa, se despidió de él. Pero sabía que no le vería más nunca, después de todo, ella tenía asuntos más importantes de los que encargarse en las noches que andar de heroína salvando personas ciegas que no logran llegar a su casa...

La descripción tan certera que proporcionó su cerebro la hizo detenerse y mirar atrás a dónde estaba la casa ahora con luces apagadas. Sacudió la cabeza en negación y se fue a la suya propia. Extrañamente,sus impulsos habían cedido por esa noche.

Era la primera vez que le pasaba algo como eso.

«¿Tendrá algo que ver con ese tipo?» pensó con el ceño fruncido pero rápidamente sacudió la cabeza una vez más. «¡Imposible! ¡Eso simplemente es porque se me quitaron las ganas de matar después de liquidar a ese tipo, ¡si! ¡es eso! ¡nada más! ¡nada que ver con un tipo sensual de cabellos azules! ¡Ajá!» se jaló de los cabellos ante las locuras que su mente gritaba efusivamente. «¡Inconcebible!» gritó y salió corriendo a su apartamento alejándose lo más que podía de esa casa.

Y de su ocupante.


Había vuelto a sus andadas algunas noches y se sentía feliz de poder hacerlo. Pero sus ojos se posaron en la única pastelería que había en la zona. Se adentró al local y su boca empezó a salivar internamente al sentir el dulce aroma del dulce. Sus ojos se posaron sobre el dulce de crema con fresas. La boca se le hizo agua mientras más veía aquella suculencia bien hecha y sabrosa. La fila no se movía y ella quería comer ese dulce. Necesitaba con todas las fuerzas comer semejante placer visual.

Ahora.

En es momento.

En ese maldito instante que parecía demorarse un mundo.

—Por favor,un cheesecake.—pidió a la chica de cabellos rosas que se encargaba de cobrar pero sus ojos se posaron en el hombre que estaba en la cocina. Podía verle ya que la ventana para dentro era de cristal y veía al peliazul trabajando.

—Aqui tiene.—le ofreció la joven con una sonrisa y le cobró lo pedido. Tomó su dulce y se largó lo más pronto de ahí. Era la primera vez que veía a ese hombre. No. En realidad,ya llevaba dos veces encontrándose con este sin pensarlo.

Obviamente, contando esa.

Empezó a devorar el pecado dulzón del cheesecake en una banca frente a la dulcería. Sus ojos no se habían movido de este sitio a pesar de estar comiendo su pastel favorito. Pero para su propia extrañes, volvió a entrar y seguir comprando el dulce para luego sentarse en el mismo banco en el que llevaba sentándose desde que llegó.

Mirando al interior del lugar.

No sabía que esperaba pero no fue hasta que dieron las siete y vio al peliazul salir que se levantó del banco. Se acercó quedando cerca de este pero se mantuvo callada. Aún podía escapar,aunque no sabía de qué escapaba. ¿Qué le estaba pasando? No lo entendía. Solo sabía que algo la había hecho quedarse allí hasta que ese hombre saliera.

¿Curiosidad?

Posiblemente.

¿Era malo?

Asegurado.

¿Le importaba?

No.

Ella no le temía al peligro y las nuevas emociones siempre la habían excitado. Pero era algo extraño para ella experimentar algo como la curiosidad. Ese hombre estaba ciego y no podía verla. Estaba segura de que si no hablaba y no se movía, usando sus habilidades como experta que era en el campo de liquidar ciertas personas. No se daría cuenta de que ella estaba allí.

O eso creyó.

—Eres tu de nuevo. Gracias por ayudarme el otro día.—Erza casi se atraganta con su propia respiración —por más loco que se escuchará eso— ante la idea de que la hubieran descubierto sin haber hecho ningún movimiento. Miró hacia arriba puesto que él era más alto que ella, incrédula y temiendo que en realidad si pudiera ver. Pero ahora que veía sus ojos a la luz del día...eran opacos.

Tragó saliva confusa.

—Lo siento si eso te asustó. Es que reconocí tu olor.—o bien,eso sonaba más normal. «Espera, ¿¡qué!?» le miró en completo shock con los ojos abiertos como platos ante la locura de su palabras. «¿¡Pero qué mierda!?» le seguía viendo absolutamente confusa y este esbozó una linda sonrisa solo para ella. —No nos hemos presentado aún,pero mi nombre es Jellal Fernandes, ¿Cuál es el tuyo?—le ofreció la mano y ella le dio unas cuantas miradas más. Sabía que era de mala educación pero no pudo contenerse y paso su mano por delante de los ojos de este que no reaccionaron para nada.

Confirmado.

—Yo...soy Erza Scarlet...un placer,Jellal.—cambió su pierna de apoyo por los nervios que la empezaban a llenar. Era un tipo completamente extraño. Pero no dudo a la hora de estrecharle la mano.

Peculiar.

Diferente a todo lo que conocía.

Y eso la llenaba de una extraña emoción que no reconocía.

—¿Quieres que te acompañe a casa?—preguntó con un desliz de su lengua. Solo estaba curiosa. Sí. Eso era. Simple curiosidad sobre el cocinero de su amado cheesecake que la había "visto" con sangre en la ropa. Nada más y nada menos. Solo era eso.

—Gracias,Scarlet.—si, definitivamente no sabía que pasaba y porque había sentido semejante erizamiento en la piel que todo su vello se levantó. Seguro solo era por el frío de la noche que empezaba a caer y no por la voz seductora y baja de ese hombre. Sí. No era para nada por eso.

—Vamos.—dijo sin prestarle atención pero sin soltar la mano masculina para guiarle perdiendose de la sonrisa tímida que plasmó el hombre en sus facciones.


Llevaban tres meses de conocerse y la mayoría del tiempo si no se la pasaba en la dulcería de él probando dulces, se la pasaba en las noches descargando sus instintos más bajos. Y bueno,las tardes que este tenía libre se las pasaba en su casa.

Era como una rutina.

—¿Erza?¿Sigues ahí?—ella observó el lugar donde este estaba. Jellal no sabía el buen físico que tenía. Cuando habían entrado en confianza, Erza le había preguntado si podía hacerse una cirugía para los ojos y poder ver pero él solo había negado y le había explicado que lo que tenía era una ceguera funcional la cual había sido causadada debido a daños en sus nervios oculares. Se había sentido tan mal cuado le contó eso que Jellal solo pensó en hacerla feliz y le había preguntado tímidamente si podía palparla para saber cómo era.

Erza no lo había negado y este había recorrido todo su rostro. De arriba a abajo. Había palpado todo de su cara hasta el punto que se sintió avergonzada con lo cerca que había estado de ella pero no le había negado nada.

Y aún podía recordar sus palabras.

«Hermosa.» resonó en su memoria las palabras del peliazul. Jellal era único en algunos sentidos que ella misma no podía dejar en claro. Regresó a la realidad cuando sintió algo contra su frente y su rostro cambió al mismo tono de su cabello al ver el rostro del hombre tan cerca suyo y como las palmas de sus manos se aposentaba una en el cojín del sofá y la otra en su muslo.

El calor invadió todo su cuerpo desconociendo que rayos le pasaba con ese hombre. Había momentos en que no se sentía en control sobre si misma y tenía ideas extrañas sobre saltarle arriba. Más no en el sentido de matarlo. No. Era una emoción mucho más carnal. Más enfocada en el plano de tener a ese hombre con ella en la cama.

—Erza...—ella le miró ante su voz extrañamente seria. —¿Puedo hacerte una pregunta?—no supo la razón de que los nervios se la comieran de arriba a abajo em cuanto le soltó eso pero solo atinó a asentir con la cabeza. Sus manos estaban unidas y ella se quedó observandolas durante el rato que el peliazul se quedó en silencio. —¿Te gusta lo que haces?—Erza le miró confusa,no entendía su expresión ni a que se refería. Varias veces le había dicho que trabajaba en diseño de interiores. No sabía porque le preguntaba de nuevo.

—Ya te lo había dicho Jellal. Me encanta el hecho de poder decorar las casas de las personas.—este negó y apretó un poco más sus manos enlazadas. Erza se quedó confusa ante esas reacciones que estaba demostrando y no sabía porque pero empezaba a sentir miedo.

Y no sabía el porqué de eso.

—¿Te gusta matar?—y fue en ese instante que todo su cuerpo tembló de terror. La había descubierto. Pero como. ¿¡Cómo rayos Jellal la había descubierto si no podía ver!? ¿¡Cómo era posible!? Su corazón empezó a bombear más rápido,la sangre y su pulso la siguieron y todo eso lo captó el oji avellana a través de sus manos unidas.

—¿Cómo!?—el temblor de su voz lo preocupó,pero tenía que confírmalo. —¿Cómo lo descubriste Jellal? ¡Tu ni siquera puedes ver! ¿¡Así que cómo!?—lágrimas escurrieron de sus mejillas,ella no quería que él nunca se enterará. Que siempre la "viera" como la Erza agradable que le había estado mostrando durante esos tres meses. Ella no deseaba que el conociera esa parte tan repugnante de ella que amaba ver la desesperación total.

La sangre.

Tal como su cabello.

—El olor. Te dije que era muy sensible.—ella calló mientras le prestaba atención. —La sangre en cantidades tiene un olor muy particular,así como cuando te conocí y viniste varias veces a mi casa después de hacerlo, sabía que no estabas herida,estabas muy bien. Así que suponía que habías asesinado.—

Se tragó las maldiciones que deseaban escapar de sus labios ante la clara evidencia de que la habían descubierto. Era tan fácil matar a Jellal. No veía,solo tendría que ahorcarlo. Sus manos se movieron por si solas y agarraron el cuello masculino. No hubo cambio en los orbes de este y ella misma sentía algo escurrir por sus mejillas rápidamente.

Húmedo.

—Er-za...me gus-tas mu-cho.—impactada por su confesión, sus manos le soltaron el cuello y sintió como unos brazos la envolvían sintiendo el cuerpo cálido del peliazul. Se abrazó a él y lloró hasta la saciedad de su corazón y alma. Era incapaz de hacerle algo a Jellal. Tres meses. Solo tres meses habían bastado para que ella no pudiera hacerle daño. No podía creer como había franqueado cada una de sus armaduras y se había hecho con su corazón.

—Tu también me gustas,Jellal.—confesó con las mejillas húmedas pero eso no duró tanto ya que el pulgar del hombre se encargó de eliminar los rastros de sus ojos y sin más,la beso. Sus labios jugaron con los de ella un poco. Gestos inciertos sobre lo que estaba haciendo. La Scarlet estaba encantada. Era su primer beso. Lo sabía por la forma inexperta en la que trataba de mover sus labios contra los suyos.

Extasiada, con un nivel completamente diferente al que experimentaba cuando asesinaba. Le guío en el beso. Tan unidos que podían sentir el calor del cuerpo contrario. Erza soltó su boca en un rápido movimiento y tiró de él en dirección a la habitación. Jellal aún seguía algo desconectado después de besar los labios de la fémina. No sabía hacia donde lo estaba llevando ya que como no veía,no le había dado tiempo a orientarse.

El impulsó que sintió contra su pecho lo hizo caer sobre una superficie mullida y supo que estaba en su cama. El sonido de cosas deslizándose le hizo prestar atención a la dirección de donde llegaba el sonido. Erza sabía que no la miraba, sus ojos lo dejaban claro, pero extrañamente,se sintió observaba. Una sensación completamente fuera de lo común. Sonrió. Ahora que estaba despojada de toda su ropa se acercó a él y volvió a juntar sus labios.

Planeaba devorar a ese hombre completamente. Jellal se quedó estático no solo al sentir los labios de la fémina sobre los suyos sino el cuerpo femenino tan desnudo. Las manos de esta se movían despojándole a él de sus ropas también. Poco a poco,ambos quedaron expuestos pero sus labios jamás se soltaron más que para tomar oxígeno.

Jellal se ayudaba de su tacto,recorrer el cuerpo de la Scarlet fue como cumplir una fantasía de verla. Cada curva, cada detalle de su esbelto cuerpo. Podía verla con sus sentidos. Su lengua besaba cada parte que podía,sintiendo el sabor de su cuerpo. El sudor empezaba a perlar sus pieles que se chocaban la una contra la otra. Sus labios volvieron a unirse en un baile fiero. La necesidad brotaba de su interior como un hambre voraz.

Erza se separó un poco,sentada a horcajadas de él podía verle completamente, la extensión de sus músculos abdominales, los hombros amplios y duros. Su cabello cubriendo en su frente,sus orbes sin vista. Sus labios mordibles. Su marca de nacimiento que recorría desde su frente hasta su mejilla entre su ojo. Todo de él la estaba encantando. La llamaba más que el mutilar a sus víctimas en ese instante.

Prefería enterrarse en esa se sensación por tiempo indefinido.

Se acomodó de modo que pudo sentir la pulsante erección del peliazul contra su intimidad. La tomó entre sus manos y la colocó contra sus labios inferiores. Poco a poco,fue descendiendo sobre esta. Sus labios se abrieron ante la sensación,pero lo que más adoró fue el rostro de Jellal que ardía en diferentes tonos de rojos.

Una vista que jamás olvidaría.

Cuando estuvo totalmente dentro suyo. Empezó a moverse,sus brazos se envolvieron en el cuello de Jellal acercándose totalmente. El peliazul podía sentir como las paredes de la Scarlet le apretaban. Nunca en su vida había sentido algo tan increíble como eso. El estar conectado de tal forma a la mujer que empezaba a amar,era lo mejor del mundo. El aroma a fresas de esta se mezclo con el suyo. Una sensación de pertenencia crecía en su interior mientras más cerca estaban.

El movimiento de sus caderas empezó a aumentar,las manos masculinas la agarraron por la cintura ayudándola en el vaivén que daban sus cuerpos, los gemidos y gruñidos de placer explotaban sus gargantas deseando salir pero sus lenguas danzado en sus bocas impedían eso. No querían separarse por nada del mundo,por ellos y este podría arder,ellos solo se necesitaban a si mismos.

—Jellal...—ella le miró a los ojos,la voz jadeante, sus cuerpos conectados de tan íntima forma,sus manos agarraron sus cabellos azulinos tirando hacia arriba y plantando un beso en sus labios. Había algo mucho más ardiente en ese beso que en todos los que se habían dado.

Algo único.

Sus sentimientos plasmados.

El orgasmo los dejó completamente con la respiración embotada,sus cuerpos uno sobre el otro. El feminino cubriendo al masculino. Sus respiraciones tratando de acompasarse.

—Erza.—el beso que depósito en su frente la hizo sonreír. La felicidad llenaba todo su ser como nunca antes. Simplemente en los fuertes y cálidos brazos de ese hombre,se tomó la siesta que nunca se daba a esa hora por andar en sus asuntos. No tenía ganas de irse.

Solo quería quedarse allí.

En su hogar.

En la calidez de su abrazo.

—0—

Se levantó de la cama con el olor de algo delicioso tentando su sentido olfativo. Dejando atrás las puertas del cuarto pudo apreciar la figura masculina preparando el desayuno. En sus veintiséis años de vida, jamás espero ver a alguien cocinando para ella. Tentó su corazón de tan agradable manera que no pudo evitar una sonrisa plasmada en su boca.

Se acercó en silencio,pero luego vio que el peliazul estaba cocinando y no deseaba que nada malo le pasará por el susto. Así que aunque arruinara el dulce momento que había planeado, decidió hablar.

—Me gusta bastante el olor de lo que estás cocinando.—el hombre pareció sobresaltar se por un instante pero luego volteó al lugar de dónde había llegado la voz de la mujer. Una sonrisa en sus labios que hizo que ella se colocará algo tímida. Su cuerpo reaccionaba sin su consentimiento hacia él involuntariamente.

—Solo son unos huevos, tocino y waffles.—solo la mención de ese manjar hizo que su estómago sonará brutalmente y este rió. Le encantaría ver a Erza como era en las mañanas,pero no podía más que imaginar la como la había sentido con sus dedos para tener un poco de idea.

Debía valerse mucho de su tacto.

Nunca le había molestado.

Pero desearia ver por un instante.

—Me gustas tal y como eres,Jellal,así que por favor,quédate a mi lado.—la candela estaba apagada así que había aprovechado para rodear su cintura con sus brazos y pegarse a su espalda, descansando su cabeza entre sus omóplatos. —¿Estarás a mi lado siempre? ¿Incluso si el olor llega a tu nariz todas las noches? ¿Te mantendras a mi lado, Fernandes?—su voz algo insegura,sin embargo,todas sus dudas parecieron calmarse en el instante en que la mano masculina envolvió una de las que ella tenía en su cintura.

—Estaré a tu lado hasta que lo que resta de mi vida se acabe.—la mano que sostenía con fuerza la llevó a sus labios y la beso. Luego,se giró manteniendo a la fémina en sus brazos,tomó su barbilla y la " miró" a dónde ella tendría sus ojos. —No importa el tiempo que pase,años, décadas,solo te quiero a ti a mi lado, y si yo soy suficiente para ti,espero que no le dejes. No me importa lo que haces,si quieres seguir haciéndolo, alguna razón habrá. Pero por favor. Nunca me apartes de tu lado, Scarlet.—besó sus labios en un leve roce para luego unir sus frentes. —Soy tuyo y puedes hacer lo que quieras conmigo.—confesó con una gran cantidad de sentimientos desbordando de su interior por esa mujer.

—Muy bien. De ahora en adelante, eres mío.—beso sus labios sellando su promesa. Sabiendo que ahora estaban unidos totalmente el uno con el otro.

No sé conocieron de forma común.

Tampoco esperaron quedar ligados de ese modo el uno con el otro.

Pero había una verdad innegable.

Su sed de sangre y su ceguera.

Se complementaban demasiado bien.

.

.

.

Fin.


Hola,espero que les haya gustado,algo cortito,pero bueno,Espero saber que opinan de la historia nwn Hasta la próxima.