Disclaimer Inuyasha no le pertenece le pertenece a Rumiko Takahashi. La idea original le pertenece a Marisol Estrella. Yo solo escribí la historia como llegó a mi imaginación nwn
(Son tres historias en total y a pesar de que tienen la misma idea de fondo,son diferentes,por si les quieren dar una oportunidad) Las parejas son Sasusaku y Jerza.
Sasusaku: Mírame solo a mí.
Jerza: Caminante nocturno
One-shot
Te esperaré
Correr era algo que no se le daba muy bien. Ella no quería que eso pasara. Nunca lo había deseado. Sus padres la estaban presionando para ello pero realmente no era la clase de decisiones que una niña de doce años debería de tomar.
Ellos no querían entender eso.
Sus padres habían concertado un matrimonio para ella con el hijo de sus mejores amigos. Ser hija de personas tan influyentes como ellos,no era tan entretenido como lo pintaban muchos de sus amigos. Era continuamente presionada por sus progenitores para obtener las mejores notas. Esforzarse como si no hubiera un mañana.
Y ahora.
Ahora la querían mandar a un matrimonio concertado entre ambos. Los Kitamura eran una familia tan influyente como la de ella. Pero eso no quería decir que le atrajera un matrimonio tan infeliz. En el que seguramente el joven la estaría engañando consecutivamente por no ser lo que esperaba. Aún tenía mucho por lo que vivir.
Mucho que deseaba hacer.
Mucho que deseaba experimentar.
Pero parece que eso tampoco se podría. Su cuerpo quedó paralizado cuando dos brillantes focos la alumbraron. El sonido estruendoso del vehículo sonó demasiado tarde y el impactó contra su pequeño cuerpo fue atronador.
El dolor se desplegó por cada punto de ella. Era horrible. No podía sentir el movimiento de ninguna parte de ella. Las voces a su alrededor parecieron aumentar a la vez que disminuir, y cuando menos lo esperó. Ya nada se escuchaba.
Solo calma.
Ningún sonido.
«Ah. Así que esto es lo que se siente morir.» fue su último pensamiento para cerrar los ojos y dejarse llevar totalmente.
Sus ojos se abrieron. La cálida y suave brisa que entraba en la habitación acarició su rostro. Poco a poco,poco a poco,el temor se empezó a arraigar en su interior. Sabía que estaba en una habitación. Acostada. El vestido que portaba no se afianzaban para nada. Pero lo que más le asustaba. Era el hecho de que tenía los ojos abiertos de par en par...
Pero no veía nada.
Si garganta grito y sentía como lagrimeaban se mejillas. Terror. Tenía miedo,no podía ver nada. Era como una oscuridad que se la trataba totalmente. Todo era negro. Ese era el único tono que podía percibir. Más lágrimas, temblaba fuertemente. El aire y calor del sol que rozaban su piel ya no le importaba.
Lo único que deseaba era ver.
Pero...
Todo era negro.
—Veo que ya despertaste, Señorita Kamigami.—levantó la cabeza hacia donde se escuchaba el sonido de la voz. Pero no vio nada una vez más.
—No veo.—dijo con una voz temblorosa. Las lágrimas no habían dejado de salir de sus ojos en ningún instante y por un momento, temió haberse quedado sola en la habitación al no recibir respuesta.
—Me temo que usted no podrá ver más.—la voz seguía sonando fría,casi sentía que no le importaba su situación y dejó de llorar. —A causa del acidente, sufrió una lesión traumática en la cabeza y por ende,su vista se vio afectada. Por ello,está ciega.—terminó de decir. Ella simplemente estaba en shock. Con tan solo doce años y ya había perdido la vista. Le asustaba. No sabía lo que el mundo traería para ella de ahora en adelante.
El temor a quedarse sola.
Ella ya no podría ser la hija predilecta e increíble de sus padres. Ya no sería capaz de mantenerse por si sola. Ahora solo era un simple objeto que podrían usar a su antojo.
Su vida se había visto completamente truncada.
O eso pensó.
El estar en el hospital la hizo conocer mejor a su doctor. Según lo que había escuchado de las enfermeras que la atendían, Seashomaru Taisho era uno de los genios más grandes que habían existido. Estaba especializado a sus veintisiete años en muchos de los campos de la medicina. A pesar de que no podía verle,eso no quería decir que no escuchará sobre cómo se veía.
Se había hecho una nota mental sobre su apariencia. Cabellos plata y largos,ojos dorados como el mismo sol,piel pálida y clara como la nieve. Pequeñas descripciones que le habían dado una idea de lo apuesto que era el hombre. Incluso ella,con sus cortos doce años,veía absolutamente hermoso a ese hombre.
Aunque no le veía realmente.
Tampoco era de hablar mucho. Solo lo necesario. Pero en realidad,no le molestaba. Siempre estaba ahí para ella y le atendía. Era alguien único que no se había alejado de su lado. Puede que la simple razón de ello fuera que era un doctor y la vida de su paciente era importante para él. Pero no le importaba. A diferencia de sus padres.
Él estaba ahí.
Siempre atentó.
Como una sombra.
Siempre a su lado.
No podía ver nada. Pero al menos el palo le servía. Había decidido salir a comer con unas amigas pero estás le llamaron y le dijeron que se iba a cancelar. Al final,había acabado saliendo y ya era más de las diez. Las calles a esa hora eran un peligro,y más para una chica de dieciocho años como ella. No era tan alta ni una estrella de Hollywood,pero si era más de una belleza pura.
No pudo mas que detenerse cuando escuchó los sonidos de gritos de una persona. Corrió para ayudarla pues parecía realmente en problemas. Grande fue su sorpresa,al llegar que todo se había vuelto un completo silenció. A pasos lentos,se fue acercando solo para no identificar nada.
Silencioso.
Sus ojos seguían en la misma condición que cuando ella tenía doce años. Por ende,sus padres la habían incluso desheredado,pues no tenía ningún beneficio,tener a una hija discapacitada. Con el bastón guiandola, decidió regresar por dónde había llegado.
Ir a casa.
Pero una mano apretó su muñeca deteniendo la en el acto. Se giró asustada pero el leve sarcillo del olor de la persona que la sostenía,la calmó.
—Sesshomaru-sama.—una sonrisa en toda su expresión por haber reconocido a su doctor. El albino la miraba entre la sorpresa y los nervios, aunque los segundos no se notaban para nada gracias a su porte serio y tranquilo.
—Rin,han pasado unos años desde que nos vimos.—la niña —no tan niña ya— le miraba felizmente,casi como si le recordara con un afecto del cual él no se sentía merecedor. Si ella pudiera ver, habría estado contemplando la escena de un asesinato. Porque eso era lo que había sucedido allí. En el suelo,se encontraba el cadáver de una persona. La figura ya no se reconocía por la cantidad de sangre que manaba del cuerpo partido en dos de la víctima.
—Si. ¿Cómo le ha ido en la vida, Seashomaru-sama?—ella preguntó emocionada. Reencontrarse con el hombre que le brindo apoyó emocional cuando tan solo era una niña desvalida,la llenaba de gran felicidad. Y más por el hecho,de que este mismo,era su primer amor.
Un amor tan puro para una niña de su edad.
Sin malicia.
Sin rencores.
—Bien.—fue su escueta respuesta pero para la joven,fueron miles.
—Me alegra saber que Seashomaru-sama sigue tan bien como siempre.Rin se ha esforzado para salir adelante en sus estudios...—ella "miró" al suelo decaída.—Me encantaría ir a casa de Seashomaru-sama para ponernos al día sobre todo lo que a pasado...pero ya es algo tarde.—dijo desanimada pero la mano masculina en su muñeca empezó a tirar de ella sin palabras. Una pequeña y tímida sonrisa bailo en sus labios ante la intención del hombre.
Acompañándolo de buena gana a su hogar.
—0—
No tardaron tanto en la calle,así que cuando se adentraron en la casa,la madera sonó a cada lado que la joven daba. No sabía cómo sería la estructura así que se guiaba principalmente por el sonido de los pasos masculinos.
—Sientate,prepararé algo de té.—ella le escuchó desaparecer una vez más pero se mantuvo tranquila en el sofá. Nerviosa, empezó a jugar con sus dedos. No podía ver nada,pero sabía que el albino era muy pulcro y callado,así que su casa podría tener un estilo sobrio y agradable,pero no dejando de ser elegante.
Por su parte, Seashomaru se deshacía de sus ropas llenas de sangre. Tenía una afición algo retorcida. Y si le preguntaban la razón de haber traído a una fémina a su templo —como le decía a su casa— ,su respuesta no seria dada. Mas en su interior,está tenía una respuesta tan elaborada que le costaba decirla a pesar de que solo contaba con dos cortas palabras.
Unas de gran peso.
«Te amo.» sabía que eran palabras pesadas,mucho más decirlas a una niña de apenas dieciocho años cuando el ya tenía treinta y tres. Se metió en la ducha y retiro cualquier pequeño retazo de sangre que pudiera haber quedado para regresar con ella,vestido y con un té para darle.
—Crei que te habrías ido.—la joven sonrió a sus palabras y miró a dónde el estaba. Le gustaba Rin por su inocencia, e incluso con los años que habían pasado, él no había dejado de seguirla. Sintiéndose como un acosador en algunos momentos pero al final, simplemente la dejaba tranquila que siguiera con su vida.
Aunque puede que él la esperara toda su vida y ella nunca lo supiera.
Solo era su sombra protectora.
—Sesshomaru-sama...hay algo que me gustaría decirle...—la observó tomar otro poco del té y colocarlo en la meseta. Ella entrelazó sus manos y levantó la cabeza,su altura de metro noventa y tres era difícil de alcanzar así que supuso que ella trataba de verle a los ojos aunque no los viera. Así que tomó sus mejillas en sus manos he hizo que ella logrará dirigir un poco sus orbes ciegos a los vivos dorados de él.
—Dime.—la voz calmada de él la llenó de nervios,pero sabiendo que está posiblemente fuera su única oportunidad de verle. Decidió decirle.
—Le amo. Usted fue mi primer amor. Aún si yo nunca le pude ver,no necesitaba hacerlo,me enamoré de usted por su forma de ser. Por su forma de actuar conmigo.—sus mejillas se mojaron ante los nervios y de no saber cómo respondía debido a que no podía verle. Por su parte,este estaba algo asombrado,jamás había pensado que la pequeña Rin se sintiera de ese modo hacia él pues solo creyó que le veía como un adulto preocupado por su bien. —Usted me salvó cuando todos me abandonaron. Así que solo deseaba decirle mis sentimientos por usted. Le amo, Seashomaru-sama.—la sonrisa que le regaló fue lo último que bastó para que esté presionará sus labios contra los de ella. Sus emociones desbordándose en sus actos. La necesidad de tener a esa jovencita tan cerca de él.
La amaba.
Y ella a él.
No tenía que contenerse más.
—Se mía, Rin.—y a pesar de que no veía,sintió que ella le observaba con la mayor de las emociones brotando de sus ojos como nunca se habrían observado cuando ella veía.
—Sí.—lanzandose a sus brazos se hundió en el sentimiento de felicidad que la embargaba.
Tenía todo lo que deseaba.
Y no lo cedería no por tener la vista de nuevo.
Después de todo,ambos se pertenecían...
Se ahí,en adelante nada los separaría.
Juntos por siempre.
.
.
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Fin.
Hola,jeje,está si estuvo realmente cortita pero espero que les haya gustado. Espero saber que opinaron de la historia nwn ¿Les hubiera gustado momento lemmon? Jeje,me desvíe más por lo cariñosos en estos dos jeje.
