Claroscuro.
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Cuando los muros caen, los sentimiento desbordados demandan ser sentidos.
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Sora se encontraba de espalda a la entrada de su habitación, su cuerpo temblaba producto de los hipidos que la descontrolan cada dos por tres segundos. El llanto de su amiga, en la última llamada, lo había preocupado.
—Se ha ido, Piyomon, se ha marchado, Taichi. Piyomon… yo… ya no está conmigo —dijo entre sollozos, fue difícil de entender el motivo de su llanto en un principio.
El corazón latía con prisa y la respiración era difícil y pausada, había corrido hacia ella apenas dejó de escuchar su voz al otro lado del teléfono y al encontrarla, completamente rota, sintió cómo se le arrugaba el corazón.
Dijo su nombre, que viajó como ecos por la habitación, la aludida volteó y las lágrimas que había dejado de derramar volvieron. Él avanzó, ella se puso de pie, y con una repentina urgencia corrieron a su encuentro.
El tiempo pareció haberse detenido. El abrazo de Taichi era apretado, protector y la sensación aliviaba el dolor del alma de Sora. Él siempre fue su lugar seguro. La muchacha había hundido su rostro en medio del hueco que quedaba entre el hombro y cuello de Taichi, sus manos acariciaban su nuca.
Al cabo de unos minutos, se disculpó por haberle llenado de lágrimas y mocos la camisa, mientras volvía a mirarlo a los ojos. La cercanía y los sentimientos que se desbordaban en ese instante o quizás las sombras que se acentuaban en el perfilado rostro de Yagami hicieron que Sora se estremeciera. Una deseo repentino de acercarse a su boca y besarlo, pero no fue consiente de que ya estaba rompiendo el pequeño espacio entre ellos hasta que sintió la suavidad de la piel de sus labios sobre los propios.
Taichi se sobresaltó en ese primer contacto, pero no tardó en reaccionar en una perfecta sincronía. Profundizó el beso, que cada vez se volvía más vicioso y violento en un desenfrenado crescendo, no era para menos, luego de los anhelos y tensiones del pasado, no resultaba fácil ir en contra los deseos más profundos. Las manos del muchacho bajaron hasta su cintura, presionando para que la distancia mínima entre ambos terminara de romperse, pero no era suficiente. Había perdido todo el sentido y control de su cuerpo y pensamientos. La tomó por los muslos y la alzó, a la vez que Sora lo envolvía con sus piernas; los jadeos de Sora lo enloquecían, y aunque las alarmas de su cuerpo se encendían, tuvo que parar por un momento las caricias.
Sora volvió a hundir su rostro en el hombro de Taichi, se aferró en el abrazo que lo envolvía por el cuello, respiraba completamente agitada, podía escuchar cómo la sangre era bombeada por el acelerado corazón, y la cordura que se había ido a dar una vuelta, regresaba poco a poco.
—Taichi —susurró. De no ser por la cercanía de su boca contra su oído, habría sido difícil para Taichi entenderle—. Por favor, prométeme que nunca me dejarás —le dijo, aunque con voz débil, iba cargada de necesidad.
Taichi dejó caer un beso cerca de su oreja, Sora sonrió con cariño.
—Te lo prometo.
Y otro beso, uno más cálido e inocente, selló la promesa en medio de sus labios.
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Notas de autor: Pues, la idea salió luego de un fanart en colaboración con Rubykaiba, quien tuvo la idea y prácticamente la escribió al narrarla en un audio.
Ella dice que Sora x Ventana es canon, pero creo que funciona mejor con Taichi en el medio.
