Nota: Contiene bastantes spoilers del juego. Lee bajo tu propio riesgo :)
UN NUEVO AMANECER
Grovyle abrió los ojos y miró extrañado a su alrededor. Al parecer, estaba tirado sobre la hojarasca en una zona boscosa.
-¿Dónde… estoy? – se preguntó confuso mientras notaba cómo una fuerza extraña e invisible le rozaba por el cuerpo – ¿Qué es esto?
Se fijó mejor en ese fenómeno y se dio cuenta de que aquello incluso era capaz de agitar las ramas y las hojas de los árboles cercanos…
-Espera… he leído sobre esto. ¡Es el viento! – comentó asombrado – Es la primera vez que lo siento… Es… agradable.
Alzó la cabeza y observó embobado cómo las hojas y las ramas se mecían suavemente al compás de aquella brisa.
-Pero entonces si aún existe algo como el viento, eso significa que… ¿realmente estamos en el pasado? – se dio cuenta Grovyle y entonces se le dibujó una sonrisa en la cara – Lo… ¡lo conseguimos! – exclamó eufórico poniéndose en pie de un salto – ¿No es increíble? ¡Hemos viajado atrás en el tiempo! – gritó emocionado, pero entonces se dio cuenta de que estaba completamente solo – ¿Eh?
El de tipo planta se fijó mejor en todo lo que lo rodeaba, pero allí no parecía haber ni rastro de su acompañante, así que dio un par de voces para llamarle.
-¿Dónde estás…? O… oye, si estás jugando al escondite este no es el mejor momento, ¿vale? – bromeó el geco tratando de ignorar el hecho de que estaba empezando a inquietarle la ausencia de aquel ser humano.
Llamó un par de veces más a su camarada, pero siguió sin recibir respuesta alguna…
-No parece estar por la zona… ¿Por qué nos habremos separado? – se preguntó preocupado.
Grovyle hizo memoria, los dos se habían lanzado juntos al Pasaje del Tiempo que les había abierto Celebi. El viaje había sido bastante turbulento y, de hecho, el tipo planta había llegado a sentirse bastante mareado con tantas vueltas.
-Le pedí que se sujetara a mí, ¿no es así? – murmuró pensativo – Y después… ¡Oh, no! Creo que tuvimos un accidente – añadió alarmado.
No sabía muy bien qué había pasado, pero tenía la sensación de que habían chocado contra algo. Era la primera vez que ambos hacían un viaje en el tiempo, pero Grovyle estaba seguro de que aquello que les había pasado no debía ser normal…
El de tipo planta buscó un poco más a su alrededor, pero su acompañante siguió sin aparecer por ningún sitio y tampoco encontró pistas sobre su posible paradero.
-No sé qué ha ocurrido exactamente, pero espero que estés bien – deseó él con todas sus fuerzas.
En ese momento, escuchó un murmullo no muy lejano y entonces echó a correr en esa dirección.
-¿Eres tú…? – preguntó esperanzado, pero entonces se tropezó y acabó empapado – ¡Ay! ¿Qué… qué es esto? ¡Agua que se mueve! – exclamó mirando a su alrededor asombrado.
Se trataba de un pequeño riachuelo que apenas le cubría hasta la rodilla a Grovyle, pero acostumbrado a ver en el mundo futuro ríos estáticos y cascadas suspendidas en el aire, aquello era fascinante.
-Antes de que el tiempo fuera destruido los ríos se movían buscando el mar – rememoró la información que tantas veces había leído en libros antiguos – Y… al parecer el murmullo que antes he escuchado solo era el del agua fluyendo – comentó algo decepcionado mientras se levantaba de nuevo para seguir buscando a su colega.
Estar solo en plena aventura le resultaba tan extraño a Grovyle… Ambos habían sido compañeros inseparables desde pequeños y juntos habían investigado cómo revertir la parálisis del planeta, lo cual los había llevado precisamente a viajar atrás en el tiempo para tratar de cambiar la historia y evitar que el mundo acabara en ruinas.
Tras caminar un poco más por aquel bosque, el tipo planta consiguió llegar a una zona más despejada en la que podía verse el cielo. Al mirar hacia lo alto descubrió que, aunque aún era de noche, la bóveda celeste estaba adquiriendo colores que él jamás había visto antes allí en lo alto.
"¡No puede ser! ¿Está amaneciendo?" pensó Grovyle sintiendo el corazón acelerado.
En el futuro la noche era eterna, con lo que el geco jamás había visto el sol, así que echó a correr hasta que por fin consiguió salir de la zona boscosa. Tras una montaña, la luz parecía hacerse más y más fuerte por momentos hasta que por fin una bola de fuego empezó a asomar en el horizonte.
-Es… impresionante – murmuró emocionado – Aunque… desearía que también estuvieras aquí viendo el amanecer conmigo – añadió algo deprimido.
Continuó mirando en silencio por unos minutos más cómo el sol seguía su camino hacia lo alto, mientras sus rayos cada vez se hacían más y más fuertes.
-Jamás había sentido esta calidez… – murmuró impresionado.
Seguramente para los habitantes del pasado aquella escena era algo normal y pasaba desapercibida para la mayoría de ellos, pero a Grovyle le resultó muy hermosa y majestuosa.
-Es extraño, pero algo me dice que todo va a estar bien… – dijo el de planta sintiéndose bastante más calmado – Es cierto, tengo que animarme aunque ahora esté solo. Si me rindiera ahora, todo lo que hemos hecho no serviría de nada – razonó – Seguiré con el plan, tal y como habíamos previsto. Si hago eso, estoy seguro de que en algún momento tú y yo nos encontraremos de nuevo.
Grovyle se dio la vuelta y continuó su camino con una convicción. Encontraría a su colega y juntos cambiarían la historia a mejor. El futuro sería muy distinto al que ellos habían conocido.
