Capítulo beteado por Yani, te agradezco mucho lo que estás haciendo.


Disclaimer: la mayoría de los personajes mencionados son propiedad de Stephenie Meyer.

Capítulo 11

Esme

Tres años antes…

―¿Así que cumples años?

Angela sonrió, sus mejillas volviéndose dos círculos de rosa intenso y dejando el cabello marrón como gruesa cortina, cubriéndose de mi escrutinio. En estos meses que llevaba tratándola había percibido que era una mujer solitaria y romántica.

En pocas palabras, era un ser gris.

También reservada porque solo había logrado sacarle que llevaba años sin pareja. Era tan insulsa que se sonrojaba al ver a mi hijo.

Lo que para mi conveniencia estaba bien.

»Edward lleva tiempo preguntándome por ti ―mentí cruelmente.

Volteó hacia mí dejando la boca abierta.

Era muy parecida a Bella, mucho. Al menos físicamente, porque estaba muy lejos de tener la personalidad que mi nuera tenía, le faltaba coquetería y audacia.

Sin embargo, ella era lo que necesitaba para ayudar a mi hijo. No dudaría en usarla a mi favor, porque prefería verlo con otra que saberlo destruido.

―¿En serio? ―inquirió sentándose en el borde de la cama―. No pensé que… bueno, Edward y yo hemos compartido algunos mensajes.

Reí para mis adentros. No podía creer que no se diera cuenta de que esos mensajes de los que hablaba eran orquestados por mí. Que yo me valía de todo tipo de pretextos para que ella pudiera tener comunicación con Edward y así pudieran entablar una conversación entre ellos.

Necesitaba ver a mi hijo bien y si ello dependía de usar a una mujer, lo haría.

Bien dicen que una madre hace de todo por el bienestar de sus hijos. Era el momento de mover cada pieza del ajedrez a mi favor y Angela era la presa perfecta.

―A mi hijo le gustas, solo que teme acercarse y que lo rechaces ―volví a mentir. Era fácil hacerlo cuando una persona no tenía capacidad de razonamiento.

Ella frunció las cejas. Se quedó meditando, quizá desmenuzando cada palabra que había escuchado de mí. Tal vez en el fondo no era tan estúpida como creía.

―Es que no parece ―susurró―. Es amable conmigo y nada más.

Por supuesto que mi hijo era un caballero, estaba criado por mí. Sin embargo, reconocía que estaba muy lejos de fijarse en una mujer tan insípida. Por algo seguía cautivado por Bella a pesar de tantos años, mi nuera fue realmente una mujer admirable, carismática y alegre. No había comparación con Angela, aunque eso por ahora no era inconveniente porque necesitaba ver a mi hijo bien y el costo no me importaba.

Salí de mis cavilaciones y la miré. No sentí ni un poco de lástima por usarla como conejillo de indias.

―Acércate ―pedí, extendiendo mi mano hacia ella. Fue cuidadosa al aceptar dándome un ligero apretón y sin quitar su sonrisa tímida―. Necesitas ser tú quien dé el primer paso, porque mi hijo nunca lo hará. Edward siente culpa por los sentimientos que ha desarrollado hacia ti.

―No lo sé ―negó sin soltar mi mano. Me dio un poco de asco sentir su piel transpirada.

―Inténtalo. Empieza poco a poco, por lo pronto no deberías traer uniforme, sé más coqueta y usa otra ropa que vaya más acorde con tus veinticinco años.

―Soy pésima con la moda.

―Te ayudaré… ―Me mordí la punta de la lengua para no decir que no tenía sentido alguno de cómo vestirse y sobre todo con la personalidad.

―Señora ―murmuró―, ¿usted de verdad cree que su hijo…?

―¿Quieres que te cuente todo lo que me ha preguntado de ti?

Asintió tontamente y supe que había ganado.

.

.

El tiempo iba transcurriendo y cada hilo había sido movido a mi antojo. Angela mordió el anzuelo y estaba enamorada de Edward, era más común verlos platicar como dos amigos.

Muchas veces hacía comentarios respecto a Angela. Fui involucrando a Edward en la vida de ella sin que se diera cuenta, hice todo lo que estuvo a mi alcance para que ellos tuvieran más acercamiento. No obstante, mi hijo seguía guardando esa distancia que yo quería que derribara.

Fue entonces que tuve una idea que no podía salir mal. Estaba ansiosa porque la noche llegara y saber si había funcionado.

―No me parece lo que estás haciendo ―mencionó Irina cuando la acompañaba hacia la salida.

―No sé de qué hablas.

―Mamá, no finjas. Escuché todo lo que le decías a Angela y no está bien que la ilusiones diciendo que mi hermano está enamorado de ella, no es verdad.

―¿Recuerdas lo que Edward ha sufrido?, pues no permitiré que siga dañándose.

―Él está bien ―replicó―, su vida son las ardillas. No veo nada malo en que se aísle y se haya vuelto un ermitaño. Él sabrá cuándo abrirá su corazón a otra mujer, no debes intervenir, madre.

―No estoy interviniendo, solo estoy adelantando lo inevitable.

Irina rodó los ojos y salió por la puerta sin despedirse de beso.

―Abuelita, ¿por qué no llega papá? ―Amy bajaba los escalones con Sam pisando sus talones.

―Su papá necesita distraerse ―les expliqué―. Es tiempo de darle un poco de espacio y dejar que conozca otras personas.

Me comprendieron bien porque se miraron entre sí. Estaban por cumplir nueve años, eran unos chicos preciosos, obedientes y muy inteligentes.

―Papá no necesita distraerse ―aseveró Amy. Tenía el ímpetu y la osadía de Bella, en cambio Sam siempre solía reservar sus comentarios. Era un niño prudente―. Quiero irme a casa, quedamos en acompañar a abuela Renée al bingo.

―Vayan a su habitación ―ordené―. Su padre esta noche no vendrá y ustedes tampoco saldrán con nadie.

―Quiero hablar con mi papá ―insistió Amy. Sam la respaldó llevando sus manos a los hombros de su hermana, parecían tan sincronizados que me sentía orgullosa de ambos.

El timbre sonó antes de correrlos a gritos de mi presencia. Entonces pensé que debía ser paciente con ellos porque eran unos niños.

―Hablaremos en unos momentos, mientras vayan a su habitación. Por favor.

Mi petición dio resultado, ambos dieron media vuelta y subieron lentamente cada escalón.

Me volví hacia la puerta y Renée Swan estaba bajo el umbral.

―Hola, Esme. Vine por los niños, Amy me habló y me dijo que Sam y ella estaban aburridos, que viniera por ellos.

Exhalé.

―Se acaban de ir con Edward y su novia.

El rostro de Renée palideció.

―¿Disculpa?

―Mi hijo se acaba de ir con mis nietos y su novia. ¿No lo sabías?

Renée se sostuvo del marco de la puerta. Quise sentir pena por ella, pero esa emoción no se manifestó en mí.

»Espero que no intervengan en su vida y lo dejen en paz ―añadí viendo sus ojos azules―. Mi hijo y mis nietos saben que Bella ya no existe y tienen derecho a que venga otra mujer a sus vidas y ocupe el lugar que tu hija muerta dejó.


Tenemos capítulo extra debido a su interés. Este capítulo es la versión de Esme del capítulo de anterior. Estoy segura que ustedes quieren saber mucho más y yo lo traeré. ¿Quieren compartir opiniones, dudas, teorías conmigo?

Gracias totales por leer 💚