¡Buenos días! ¡Bienvenidos! Me alegra que me acompañen en un capítulo más. Como les he dicho antes, la historia original pertenece a Mitzuki e Igarashi, y ésta es una adaptación de mi autoría, hecha con el propósito de sanar los sentimientos que nos dejó la historia original, y poder hacer justicia a un amor tan especial como el de nuestros rubios inolvidables.
Sin más comentarios, continuamos con nuestro capítulo de hoy. ¡Un gran abrazo!
"UNA DECISIÓN DE VIDA"
CAPÍTULO XIV
"Adelante", se escuchó la voz de la Matriarca desde dentro de la habitación.
Anthony ingresó y tras cerrar la puerta tras de sí, se le quedó viendo. La dama estaba sentada en su sala privada, leyendo un libro. Tenía un chal bordado sobre sus hombros y una taza de manzanilla con miel sobre la mesita.
Al verlo dejó su libro a un lado y se puso de pie. Ninguno de los dos dijo nada. Sus solas miradas parecían decírselo todo. Luego de unos momentos que parecieron interminables, finalmente los sentimientos tan marcados de parte del alto muchacho desbordaron los sentimientos de la Matriarca Andley, y ella fue la primera en apartar su mirada un momento antes de suspirar y verlo nuevamente a los ojos con decisión.
"Regresaste." Le dijo entonces la dama al alto y serio muchacho, sin querer admitir que se sentía un tanto intimidada por su presencia.
"Lamento no haber seguido con sus planes, tía abuela, y no haberme quedado hasta noviembre en Londres, como usted y el Concejo Andley habían ordenado." Le dijo irónico. "¿Qué pretendía con eso?... ¿Que por algún milagro del destino, terminara de un día para otro… ¡OLVIDÁNDOLA!?", gritó, de pronto enfadado, el muchacho.
"¡Solo quería darte más tiempo para que te acostumbraras a tu vida real, Anthony!", le dijo la Matriarca con convicción. "¡Alguien de tu alcurnia no puede poner los ojos en una joven así! ¡No es de nuestra clase! … y ¡es huérfana, por Dios! ¡Sus padres pudieron ser campesinos, … o ladrones… o un borracho y una prostituta, ¡por lo poco que sabemos de ella!"
"¡No le permito que la insulte de esa manera, Tía Abuela!" el muchacho se le aproximó, con sus manos empuñadas a ambos costados en cólera. "¡Se lo prohíbo!" Le gritó su nieto completamente indignado. "¡Los hijos no son culpables de los pecados de sus padres! Y juzgar a una persona por ser huérfana o pobre, ¡no es cristiano!" le dijo.
"Talvez no." Ella aceptó. "¡Pero el futuro Patriarca de los Andley no puede mezclarse con alguien así, Anthony, y eso es definitivo!" le dijo de vuelta también.
"¡Ustedes no van a jugar conmigo como si yo fuera un simple peón en su juego de poder, tía abuela!" le gritó. "¡Mis sentimientos por Candy son sinceros y honestos y no necesito de su permiso ni del de nadie para seguir mi corazón en esto! Cuando acepté la responsabilidad del Patriarcado fue únicamente porque quería honrar la memoria de mi tío a quien yo admiraba y quería mucho, y porque creía que esta familia era un bastión de orden y dignidad que debía protegerse, ¡pero no más!" Afirmó. "¡Me casaré con Candy y es mi última palabra!"
"¡Ninguno del Concejo aprobará su unión, Anthony! ¡Ni yo tampoco!" le dijo furiosa.
"Como le dije, tía abuela, ¡no necesito de su aprobación!" Le dijo convencido. "En unos días más cumpliré mi mayoría de edad y haré lo que considere correcto, ¡le pese a quien le pese!"
"¡Anthony, recapacita, por favor!", la Matriarca se le aproximó consternada. "¡Tu deber como Patriarca de la familia es proveer un linaje limpio a las futuras generaciones, uno del cual puedan sentirse orgullosos!" Anthony se indignó al escucharla. "Y no convertirnos a todos en la comidilla de la sociedad y del país, porque sabiéndote todos involucrado con ella, asumirán de que ella te manipuló y que nosotros lo permitimos como familia, siendo ella solo una escaladora social más, que pretende llegar a ser de la nada la Matriarca misma del Clan ¡sin educación o linaje alguno!"
"¡Con esa descripción bien podría estar hablando usted de Elisa Legan, tía abuela, pero no de Candy!" le rebatió, sorprendiéndola. "¡Candy jamás ha pretendido quitarle su lugar, tía abuela! ¡Nuestra relación es solo nuestra, y solo nuestros sentimientos han tenido prioridad en ella, no nuestra posición en la vida, la cual de un día para otro puede cambiar, como usted bien lo sabe! ¡Además, ella es la joven más gentil, inocente, pura y generosa que conozco! ¡Una persona íntegra, trabajadora y admirable! Y no podría pensar en un mejor legado que dejar a mis hijos o a mi familia que su admirable ejemplo. ¡Y yo la amo, tía abuela! - ¡LA AMO! -," le dijo. "¡Y nada - escúcheme bien -, 'NADA' cambiará eso! ¡NUNCA!"
"¡Dices que no quieres ser un peón, Anthony, pero si te casas con ella todos te verán como un débil manipulable!" Le dijo indignada. "Y en vez de ser el gran líder que todos sabemos que puedes llegar a ser, ¡serás solo una oveja negra más como tu tío William! ¡Él tampoco quiso entrar en razón con las tonterías de sus viajes!" le dijo sorprendiéndolo. "¡Y mira lo que le costó al final! ¡Lo que nos costó a todos con su terquedad!", le dijo indignada.
Anthony se le quedó viendo asombrado por sus palabras respecto a su tío. "Pues prefiero ser otra oveja negra lejos de aquí, como lo fue él, ¡que terminar siendo la cena de tantos lobos de abolengo y sin principios como los que hay en esta familia!" Y acercándose a ella dejó caer un sobre sobre la mesa de centro junto a ella. "Solo vine aquí para verla a los ojos por última vez y decirle que no me busque más. Allí está mi renuncia como miembro de esta familia. Puede legalizarla con abogado sin mi presencia y traspasar mi herencia a quien tome mi lugar, ya que es obvio que siempre busca conseguir lo que quiere, sin importar si es correcto o no. Mi herencia Brower, ya di instrucciones a mi abogado de que la transfiera fuera de su alcance. Y le advierto que no intente interferir con eso, y que no se acerque tampoco a mí o a Candy nunca más, a menos que quiera esta historia publicada en los periódicos del siguiente domingo para diversión de todo el país."
Ella se quedó sin palabras.
Anthony contempló el reloj dorado sobre la chimenea y unas fotos de él y sus primos junto a este. Él suspiró. "Tía… ¡es que aún no lo puedo creer!" le dijo entonces. "¡Candy no merecía ese trato de su parte!" Le dijo con dolor, viéndola nuevamente. "Ella es una jovencita sin familia, y maltratada hasta hace apenas unos meses por los Legan, eso a pesar de todos los esfuerzos de Stear, Archie y míos durante los últimos años de protegerla; y usted, literalmente, tomó a esa chica indefensa y la echó a la calle, porque yo no creo que ella se haya marchado solo porque sí. Usted y el Concejo se deshicieron de ella sin considerar su condición de dama… ¡porque Candy sí es una dama, tía abuela!" le dijo convencido. "¡Más que muchas que yo conozco en esta familia!" le dijo, haciendo alusión a Elisa y a su madre. "Y el hecho de que usted haya esperado a tenerme del otro lado del océano para hacerlo, esa traición de su parte, tía abuela, ¡jamás se la perdonaré!", le dijo. "¿Me entendió? ¡Jamás!"
"Pero… ¡Anthony!" se asustó la señora Elroy de pronto.
"Quédese con su fortuna y con su buen nombre. Candy y yo no les estorbaremos en su fantasía de dignidad."
"¡Pero ella ya no está, Anthony!" protestó la Matriarca, angustiada. "¡Encontrarla sería casi imposible ahora! ¿Por qué no lo dejas por la paz? ¡No arruines tu vida por un amor de juventud que talvez nunca volverás a ver! ¡Apenas si tu vida empieza, hijo! Ya verás que con el tiempo vendrán otros amores-"
"Como el que supongo ya me tienen reservado, supongo." Le dijo el alto muchacho con ironía. "¿Quién es mi próximo gran amor, tía abuela? Déjeme ver", dijo, haciendo memoria "¿Es acaso la señorita Rothschild, de Rochester? ¿O talvez una de las hijas menores de los Wellesley y su imperio del acero? ¡Ah! Ya sé. Estoy destinado a morir de amor por la hija mayor de los multimillonarios Evans… ¿cómo era?… ¿Clarice Evans?, ¿la mujer cinco años mayor que yo que no dejó de perseguirme en la última fiesta a la que asistimos con Archie?"
La tía abuela miró hacia otra parte, con contrariedad.
Anthony sonrió con hastío. "Déjeme decirle una cosa, señora Elroy…" Escuchar a su nieto hablarle de manera tan impersonal, hizo que la dama sintiera un inesperado escalofrío, volteando a verlo. "…- ¡Primero muerto! -", Le dijo.
"Está bien, Anthony, lo reconozco, talvez Candy es una joven gentil, lo acepto." Le dijo la Matriarca cambiando de pronto su estrategia, "Pero debes admitir también que no tiene la educación que nuestro medio requiere. Se marchó hace ya varias semanas. A estas alturas, ¿cómo sabes que no encontró ya a alguien más que la consuele? Ella estaba fascinada contigo solo porque has sido su protector todo este tiempo, pero si encontrara a alguien más…" sugirió. "Tú mismo mencionaste que se sentía desamparada."
"Usted no sabe nada de nuestra relación." Le dijo molesto por la insinuación.
"Debes considerar que es posible, Anthony", insistió la Matriarca.
"Ahórrese sus comentarios malintencionados."
"¿Qué me dirías si te dijera que tengo pruebas de que desde que salió de aquí vive ya con otro hombre?"
"¡No le creería, por supuesto!" Le dijo con indignación. "¡¿Cómo se atreve?!"
La dama caminó hacia su cama, hacia su mesa de noche, abrió la gaveta y sacó un sobre y caminó de vuelta hacia él. "Velo por ti mismo." Le dijo sin emoción, ofreciéndoselo.
Anthony lo recibió renuente y se sintió tentado a romperlo sin ver su contenido, pero la seguridad de su tía era tal que con curiosidad lo abrió y dos fotos salieron de este. En una foto se le veía a la rubia abrazada por un hombre alto y apuesto, de cabello oscuro hasta los hombros en un andén, mientras ella tenía su maleta blanca con franjas a sus pies. Las fotos eran en blanco y negro, pero se reconocía el atuendo y la maleta. Y en la siguiente, la rubia de dos colas aparecía asomada a una ventana de un segundo nivel, junto con el mismo hombre joven, que le sonreía tocando su cabello y sonriéndole.
"No creas que soy tan ingenua." Le dijo su tía. "La mandé lejos, pero la hice seguir. Sabía que me recriminarías a tu regreso y dejé esta información como última opción. No quería herirte más de lo que ya estabas." Le dijo con convicción.
Anthony no lo podía creer.
"Son tres fotos." Le aclaró su tía. El muchacho rubio sacó la última que se le había quedado dentro del sobre, y en esta última se veía a la pareja en la entrada de lo que parecía ser un teatro, besándose. Un cartel de Broadway se veía al fondo.
"Se conocieron a su llegada a Little Rock, Arkansas. Él la ayudó o algo así y ella se marchó con él a Nueva York al día siguiente. Viven en un departamento pequeño cerca del North General Hospital sobre la 122 calle de Nueva York. El muchacho parece trabajar en el teatro o algo así. Su nombre es…"
"¡Nunca vuelva a hablarme otra vez, tía abuela!", gritó Anthony fuera de sí rompiendo las fotos con furia frente a ella. "¡Jamás creí que pudiera caer tan bajo como para jugar conmigo así! ¡Montar esta horrible mentira!" dijo sosteniendo los papeles en su mano frente a ella, agitándolos. "¡¿Qué clase de dama es usted?!... ¡Por Dios!, ¡ni siquiera se distingue bien el rostro de la joven en las fotos! ¡¿En verdad me cree tan estúpido?!" dió un paso al frente, y lanzó los papeles rotos a sus pies, señalándolos en el suelo. "¡Candy jamás sería capaz de algo así! ¡Usted no la conoce! ¡Ésta es la gota que derrama el vaso! ¡Jamás volverá a saber de mí otra vez, tía abuela!" dijo el muchacho, y volviéndose furioso, salió intempestivamente de la habitación.
"¡Anthony!", gritó su tía abuela asustada corriendo tras él, no era la reacción que esperaba. "¡Anthony espera!", la aterrada dama se detuvo colocando su mano en el respaldo de uno de los sillones para mantener el equilibrio. ¡Santo Dios!, ella pensó afligida. ¡¿Qué había hecho?!
La cólera del muchacho era tal, que ni siquiera midió la fuerza del portazo que dio a su salida de aquel lugar. Se detuvo luego de alejarse del lugar, y cruzar en el siguiente pasillo. ¡Cómo era posible que siquiera pensara que Candy sería capaz de algo como eso! ¡No la conocía para nada! Tomando unas respiraciones profundas, Anthony trató de tranquilizarse y mirando hacia la creciente oscuridad en los jardines aledaños a la Mansión, con su mirada azul cielo llena de dolor, intentó calmarse. No podía creer que esto les estuviera sucediendo. El joven heredero Andley sintió de pronto como si esa creciente oscuridad de la noche que veía allá, afuera, hiciera eco a la oscuridad que ahora amenazaba con envolverlos a él y a su Candy en un torbellino de soledad y desesperación.
"¡No lo permitiré!" Dijo para sí, con convicción. "¡No lo harán! ¡Te encontraré, pecosa!" dijo con una expresión férrea en su rostro, sus ojos brillaron conmovidos "Espérame…" Y reanudando sus pasos, corrió hacia el final del pasillo, perdiéndose su alta figura en medio de la oscuridad de los pasillos que la servidumbre comenzaba apenas a iluminar, dirigiéndose directo hacia la escalinata de la servidumbre.
Al llegar al garaje de la mansión, encontró a los mayordomos con los que había hablado a su llegada. Ya era totalmente de noche.
"¿Está todo listo?" preguntó a ambos con expresión seria.
"Sí, señor Andley." Respondió el primero, y más joven. "Su equipaje está listo, cuatro maletas con ropa nueva y se guardaron en ellos cuidadosamente las fotografías y cuadros familiares que pidió, así como todas las joyas de su madre, y el baúl con sus libros y documentación intacta, tal como usted la tenía. Tuvimos que usar los asientos de atrás para el baúl y para la maleta que nos indicó que nadie tocara."
Anthony asintió. "Gracias." Esa maleta contenía el dinero que trajera consigo desde Londres.
"Y el vehículo tiene tanque lleno, señor.", dijo el segundo mayordomo. "Me permití colocar un contenedor con gas extra en el baúl del auto, por si lo necesita. Su otro encargo también ya está en los asientos de atrás."
"Gracias, James, te agradezco." Dijo Anthony, "Y a ti también Roger." Anthony les agradeció. El joven Brower había estado haciendo tiempo con su tía abuela para que pudieran retirarlo todo y preparar sus cosas sin que ella se diera cuenta o se opusiera a que se marchara con sus cosas. Le costó mucho alargar la conversación al final con ella, pero al menos pudo ver hasta qué punto llegaba su desesperación por querer separarlo de su pecosa. No bajaría la guardia ahora.
"¡Joven, Anthony!", la Ama de Llaves llegó corriendo antes de que él subiera al vehículo. "¡Qué bueno que aún pude alcanzarlo!", le dijo casi sin aliento. Había tomado un día libre y apenas si acababa de regresar a la propiedad.
"Buenas noches, señora Ormond. Justo estaba por marcharme. ¿En qué puedo servirle?"
Los ojos de la dama se posaron en los otros dos mayordomos.
"Puede hablar con libertad, señora Ormond." Le aseguró Anthony.
"Bien", dijo la señora "El señor O'Connor me dijo que le había platicado sobre lo de Arkansas, pero la joven White me pidió también que le diera un mensaje cuando lo viera a usted otra vez."
El apuesto muchacho se sintió ansioso inmediatamente. "¡¿Cuál es?!" le dijo aproximándosele, y tomándola de los brazos sin darse cuenta. "¡¿Qué le dijo, señora Ormond?!"
"Me pidió que le dijera, señor, que 'Ella nunca olvidaría lo que usted le dijo'", explicó sin entender mucho ella misma su propio mensaje.
Anthony la soltó. Esas palabras de su pecosa trajeron de pronto a su memoria su penúltimo día en la Mansión de las Rosas y su encuentro furtivo con ella en el salón de música. De pronto, un rayo de esperanza comenzó a brillar con más fuerza en su corazón. Su apuesto rostro se iluminó con una sonrisa. "¡Gracias, señora Ormond!" le dijo feliz, besando su frente, con una actitud juvenil, para sorpresa de la señora. "¡No sabe cuánto se lo agradezco!" le dijo emocionado.
Tras asentir la ama de llaves, sorprendida y ruborizada, continuó. "Cuando la encuentre, joven Anthony," continuó la señora, viéndolo aproximarse nuevamente al vehículo, "dígale que le deseo lo mejor a ambos, y que aquí la recordamos con mucho cariño."
"Gracias, es usted muy amable. Se lo diré." Le dijo complacido. "¿Podría yo abusar de su confianza y dejarle también un mensaje para mis primos? Archie no tardará en regresar también, si no me equivoco. Dígales a ambos que… Estamos en lo dicho. Solo así."
La señora Ormond asintió con una sonrisa. "Se los diré, joven Anthony."
"Gracias." respondió. "Adiós, y gracias por todo, a los tres." Los miró a todos y los mayordomos le asintieron también de vuelta, en despedida.
El joven Brower entró entonces al Cadillac azul que su tío le había regalado, encendiéndolo con el moderno sistema eléctrico en el tablero, y así, en medio de la joven noche, el antes futuro Patriarca de los Andley, se marchó de la Mansión de Lakewood - el único hogar que había conocido hasta entonces -, de manera discreta, sin mirar atrás.
Las hojas secas se arrastraron por el viento sobre el camino cuando el muchacho cruzó por última vez su querido portal sin rosas - ahora iluminado por unas farolas -, mientras en el piso del asiento trasero de su vehículo, iban dos rosales Dulce Candy, y otros dos rosales distintos también, igual sin flor, que se mecían con el movimiento del auto, y que lo acompañaban silenciosos en su búsqueda solitaria de su primer y único amor.
Continuará…
¡Gracias por leer!
Y muchísimas gracias por comentar. La historia avanza y ¡al fin Anthony va en busca de su pecosa!
Quiero agradecer por sus comentarios al capítulo anterior a Cla1969 (¡Ciao! Ora sappiamo chi voleva la zia per lui. Hee hee hee! ¡Un abbraccio!) En español: ¡Hola! Ahora ya sabemos a quién quería la tía para él. ¡Ji, ji ji! ¡Un abrazo!; gracias Sharick, Anguie (¡Espero te haya gustado el capítulo, Anguie! Un abrazo, amiga), Guest 1, Guest 2 (¡Gracias!), Guest 3, Guest 4 (¡Qué bueno que te inspira emoción! ¡Un abrazo!), Mayely león, Guest 5, Guest 6 (¡Qué bueno que te gusta! ¡Gracias a ti!), Julie-Andley-00 (¡Hola, Julie! Ya ves, la tía abuela hizo su jugada. ¡Un abrazo!) y GeoMtzR (¡Gracias por comentar a pesar de los problemas técnicos! ¡Un abrazo!)
¡Mil gracias a todos y les deseo un lindo día!
lemh2001
7 de septiembre de 2023
P.D. La continuación la publicaré este sábado 9. ¡Un abrazo!
