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Los personajes pertenecen a Rumiko Takahashi, la historia es completamente mía
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La noticia irrumpió en sus vidas como el primer copo qué pintaba el inicio de un nuevo tiempo, inundando sus corazones de una alegría indescriptible y emociones que se desbordaban por doquier.
Kagome y Kagura se encontraban atónitas, preguntándose cómo habían pasado por alto un detalle tan importante durante tanto tiempo. Se miraron una a la otra, tratando de comprender el misterio que se desplegaba ante ellas.
Finalmente, llegaron a la conclusión de que sus poderes miko podrían haber tardado en asimilar la existencia de un ser con una energía como esa. Después de todo, el origen de este pequeño milagro estaba arraigado en un demonio, y no en cualquiera, sino en el poderoso señor del oeste y de una madre con poderes espirituales.
No era una situación común.
Lo que más les sorprendió fue la rapidez con la que los signos del embarazo se manifestaron. Parecía que el tiempo se hubiera acelerado, algo natural para un humano, pero no para un demonio, era un intermedio entre las dos naturalezas.
El cuerpo de la madre estaba adaptándose a las necesidades del bebé a un ritmo vertiginoso, y esto iba en contra de su propia naturaleza humana.
Eso explica su actitud volátil y gran apetito, qué definitivamente era demasiado grande incluso para un ser humano embarazado, y eso es decir mucho.
Kagome no pudo evitar sonrojarse mientras pensaba en Sesshomaru y cómo este giro inesperado cambiaría sus planes. Sin embargo, en lo más profundo de su corazón, sabía que él también estaría feliz.
Un fuego dulce y conmovedor qué parecía confirmar lo que pensaba, se filtraba desde la marca en su hombro, como un abrazo desde la lejanía.
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