[Integración entre dos personajes que nunca han interactuado]

En una casa secreta entre las fronteras de Kouka y Xing, dos hombres estaban sentados tomando té y teniendo una charla. Ellos dos tenían mucho en común, tenían edades cercanas (rondaban los 30, un poco más un poco menos), eran grandes guerreros, se les había encargado cuidar la vida del que se volvería el futuro rey de su país, y, sobre todo lo demás, ¡Estaban solteros!

—Que cansado me han dejado estos días—dijo Joo-doh

—¿Otra vez lo mismo?—pregunto Neguro

—Sí, otra vez lo mismo—dijo Joo-doh—¡¿Por qué esa tendencia de meterse en las ciudades y barrios más peligrosos del reino?!

—¡Yo tampoco lo sé!—gritó Neguro—¡Ella cada vez que llegamos a un lugar donde nos dice que hay ladrones, drogadictos, asesinos, y que las peores cosas ocurren ahí, responde con: «Puede que haya gente interesante, vayamos a hacerle una visita»!¡¿Ella entiende lo estresante que es para mí que haga eso?!

—¡Claro que lo saben!—grito Joo-doh levantándose —¡Por eso te dicen: «No es necesario que me acompañes»!¡Como si fuera eso algo tan fácil!—. Después de eso, se volvió a sentar y ambos quedaron en silencio.

Sabes lo peor de todo esto—dijo Neguro rompiendo el silencio—es que después te hacen esa pregunta.

No la digas—le advirtió Joo-doh.

«¿Por qué no consigues ya una esposa?»—dijo Neguro al fin. Joo-doh golpeó la mesa con frustración al escuchar eso. Volvió a formarse el silencio. Neguro, entonces, agarró su taza y tomó un sorbo

—Este es un buen té, tiene un bonito aroma—dijo tratando de cambiar el tema.

—Yo lo odio—dijo Joo-doh—Solo lo traje porque era el único que había en el castillo en ese momento. Apenas puedo tomarlo.

—¿Por qué te molesta este té?—pregunto Neguro.

—Me hace recordar a alguien muy molesto, que hace frecuentemente esa pregunta que no volveremos a decir—dijo Joo-doh con cierto enojo en su voz.

—Esta bien, disculpa preguntarte—dice Neguro, pero tratando de volver a provocar un silencio en la conversación, mira a la nada y deja que su pensamientos tomen voz—Espero que ella no se meta en nada peligroso mientras no estoy.

—Incluso en estos momentos no puedes dejar de preocuparte—dijo Joo-doh actuando como si él no estuviera teniendo el mismo pensamiento.

—Es que gente tan increíble que has visto cómo ha crecido y superado dificultades, siempre provocan que te preocupes por ellos—dice Neguro mientras mira su taza seriamente.

—Tienes razón—dice Joo-doh mientras cierra los ojos con una sonrisa—Son gente que hace sientas que el valor de tu vida es menor, porque el deseo el deseo de servirles es más grande.

En ese silencio que se produce, las luces del atardecer empiezan a notarse.

—Ya es hora que nos retiremos—dijo Joo-doh levantándose.

—Sí, es momento— respondió Neguro.

—Me iré primero—pero mientras se alejaba después de decir eso, se detuvo—¿Sabes algo? Que porque esas personas sean tan importantes, no significa que debamos dejar nuestras vida de lado—volteó y miró a Neguro con una sonrisa—No mueras.

—Tú tampoco—dijo Neguro sonriendoles.

Joo-doh al escuchar esto se volteó y se fue deseando que ambos cumplieran esas palabras.