FRACASADO

Una semana antes...

Aquello era la suerte de los Parker. Estaba seguro. Por fin llevaba más de tres meses en el mismo trabajo, tenía un sueldo con el que por fin estaba levantando cabeza, Mary Jane había vuelto y la pequeña Mayday crecía más sonriente. Por fin iba a dar el gran paso de planear la cena familiar cuando su suerte lo golpeó como un boxeador dopado: lo despedían para reducir plantilla, su mujer pedía el divorcio y a su pequeña le salían sarpullidos extraños otra vez.

¿Podía dios dejarle ser feliz?

¿Cuál era su maldito pecado para estar en la miseria constantemente?

Mary Jane le explicó sus razones y como podía quedarse en su casa si pagaba una pequeña renta, ya que no sentía lo mismo y se le hacía injusto ver como se esforzaba en una familia que no era la correcta. Era algo que debía respetar, ella no lo amaba y antes de tener ese tipo de tensiones totalmente incómodos, debía hacer lo que mejor fuera para los dos. No creía en aquellas estupideces de "yo lo haré por los dos" o "quedémonos juntos por la niña", eran excusas baratas para aquellas personas básicas que no valoraban lo más importante de estar en una relación: el amor mutuo. En cierto modo lo notaba como una devolución del destino por no querer tener hijos, si algo no quisiste en un día, no pretendas tenerlo al otro. Ya lloraría solo en la habitación que se había montado escuchando en Youtube canciones tristes de los años 70.

El lado bueno, le pedía poco alquiler y estaba siempre cerca de su Mayday.

Pero claro, vino el despido y, nuevamente debía pecar de honesto para que Mary Jane se apiadara un poco de él. Si que lo hizo por aquella amistad que iban recuperando de a poco, con esos microespacios que podían tener con el tamaño de su casa, pero era un duro revés. Ya no tenía un sueldo (otra vez) y no podía cooperar bien en los pagos (otra vez) y, en cuestión de dos días, ya soñaba que las deudas lo atacaban. Claro que en dos días no iba a tener de nuevo a cobradores detrás de él, eso solo ocurría en las novelas de las adolescentes hormonadas, pero si que volvía a tener esa espada de Damocles que creía que no iba a volver. Llamó y reactivo su perfil de para aplicar a toda oferta existente. Se vistió con su mejor traje y agarró sus buenos currículums cuando su futura ex-mujer lo paró en seco.

" ¿Puedes cuidar de Mayday? hay una emergencia en el teatro " rogó MJ mientras se alistaba rápido

" Claro, no te preocupes " dijo el disimulando su mala cara.

En cuanto se marchó, miró a su hija. Estaba un poco descuidada, pero bien vestida (eso creía él, con sus super-ojos de padre) y la agarró sin pensar. Necesitaba encontrar un trabajo cuanto antes, era más importante que cuidar de la pequeña. Además, podía servirle para explicar que tan responsable era. Con esa afirmación grabada en su cabeza, agarró las cosas y decidió marchar. Al ver que MJ había cogido el único coche, agarró su teléfono para llamar a un taxi, pero paró al ver como uno giraba y entraba en su calle. Lo llamó con la mano y este paró. Confiado de que era una buena señal, entró con la pequeña y le pidió que lo acercara a la ciudad. Aquel conductor no cambió palabra, pero vio como asentía. El trayecto se le hizo largo por el silencio y la lenta forma de conducir de la persona. Quiso hacerle conversación, pero entre su pequeña y el carácter del conductor, no había forma de romper con la incómoda situación. Peter suspiró y miró por la ventanilla.

No era su ruta de siempre. Estaba en el otro extremo de la ciudad, entrando desde ese barrio donde a la gente le gustaba comprar cosas malas.

" Deme todo su dinero o a la niña "

Cuando Peter se quiso dar cuenta, vio que el señor había frenado en un mal parking, a la vista de gente nada saludable. Mayday se reía de ver una filosa navaja que relucía como si fuera nueva. Había cometido un fallo de principiante al subirse a lo que parecía un taxi si haberlo llamado. Y por su estupidez, también había condenado a su hija. Se negó enérgicamente abrió la puerta. El muy idiota no la había cerrado con seguro. Empezó a salir y aquel sujeto los empezó a perseguir. Durante la carrera se le cayeron los zapatos para trabajar, corriendo en calcetines. Gritó ayuda pero todas las personas simplemente seguían en su rutina sustanciosa, por lo que no le hacían ni el mínimo caso. A lo tonto, se condenó llegando a un callejón sin salida, llena de señales de neon hacia bares que no podía entrar con la pequeña. No podía hacer nada.

" ¿¡Qué está pasando!? " preguntó un chico saliendo de una de esas puertas. " ¡Vete a robar a otra parte, vago de mierda! " le gritó al falso taxista.

Como si le tuviera cierto miedo al sujeto, este se marchó. Se acercó a él a ayudarlo a caminar hacia aquel local.

" Gracias " pudo balbucear Peter mientras entraban en el local. Le dieron unos grandes auriculares a la pequeña para que no llorara por el ruido y lo hicieron pasar a unos curiosos camerinos. Todo estaba echo un desorden pero, ¿Quién era él para negarse a una buena ayuda después de poner en peligro a su hija por su gran estupidez?

" No te preocupes, no eres el primero " le dijo con un profundo acento británico.

" No debería molestaros " dijo intentando ponerse de pie, pero aun dolían los pies de su bizarra carrera.

" Tenemos que tener algún zapato no roto para que por lo menos puedas andar "

Sin poder negarse, él le busco dos zapatos cuya suela no estuviera desgastada y le valieran. Para su buena o mala suerte, encontraron la respuesta con un zapato diferente. Si bien Peter se sentía incómodo, no había nada que pudiera hacer contra aquello. Intentó arreglar un poco su aspecto, pero lo seguía tan arrugado y desalineado que parecía haberse peleado con un león. En su contra, Mayday jugueteaba con el chico que los estaba ayudando, chocando los cinco a cada forma diferente. Al terminar, los acompañó a la salida principal para que pudiera ubicarse y saber como volver a la casa. Le devolvieron los auriculares y Peter solo pudo darle las gracias, ya que no aceptaba un solo centavo a muestra de gratitud.

" Nuevamente, muchas gracias... ¿Cómo era? "

" Hobie, señor Parker. Solo no vuelva con la niña aquí y le invitare a una birra " le dijo a modo de despedida.

Vuelta a su ruta, aun con el pánico en el cuerpo, empezó a caminar en busca de algún autobús. Ya no podía entrar en un coche y si, se fijo que ya no tenía su teléfono. Podía volver a pedírselo al joven punk, pero sería volver a molestar para absolutamente nada. Solo después de caminar por cinco minutos, decidió ir a una comisaria, a ver si la policía podía ayudar por una vez. Caminando, encontró otro taxi. Este se veía legal, podía oler su ambientador a pino fresco y el conductor no parecía ser de aquel miserable barrio. Podía solicitarle un poco de ayuda...

¿Y si todo era fachada y era igual de hijo de su madre que el anterior?

Pero Mayday se notaba cada vez cansada y peor, ya su pelo se había enredado con todo lo del camerino y necesitaba mudarse. Si, debía pedir ayuda. Tembloroso, dejó a la pequeña y se sentó, pero las palabras no salían. El miedo y la ansiedad se adueñaron de él como unos niños de un caramelo en el recreo. Necesitaba salir de ahí, le daba igual seguir caminando o su fachada, necesitaba salir de ese maldito taxi. Ante la llamada de atención nada agradable, Peter supo que ese taxista no era de fiar y salió corriendo. Le escuchaba gritar, seguro quería su cartera, pero no se la iba a dar.

La puta madre, se había dejado a Mayday por su maldito pánico.

Horrorizado de la escala de errores que estaba cometiendo en ese día, Peter dio marcha atrás.

El taxi ya no estaba.

Presa del pánico, decidió correr de vuelta al bar, donde Hobie le llevó en su moto a la comisaría más cercana, donde intentó poner una denuncia. Aquel chico tenía razón, no lo habían ayudado en lo absoluto. A modo de último favor, lo acercó a su casa. Él le dejó su teléfono para cualquier emergencia y lo dejó solo.

MJ llegó tarde. Se armó de valor para explicarle que había ocurrido y, sin más demora, ambos se montaron en su coche a preguntar en la policía si sabían algo. Nada. Otra comisaría, nada. Hartos, empezaron a buscar hasta que, vencidos, regresaron a la casa. La comprensión de ella llegaba hasta un punto muy pequeño, pero no le reclamó nada al ver como él mismo se castigaba ante su ineptitud como padre.

Al día siguiente, MJ se marchó a trabajar sin remedio, ya que no podía decir que no al único sueldo de la casa. Por su parte, Peter llamó a la estación central de Taxi para saber si alguien sabía de la niña, pero no hubo respuesta. Harto, decidió caminar por el vecindario con un palo de escoba como arma, a ver si la suerte lo sonreía. Solo veía a gente que se apiadaba de él, ya que nadie tenía respuestas de su hija. Angustiado, llegó la noche y no había ninguna respuesta positiva para la familia Parker.

Segundo despertar sin Mayday, Peter llamó a sus amigos punk para que pudieran averiguar si sabían algo de la pequeña. Hobie le contesto que ya estaban haciendo algo, pero que nadie la había visto. Decidió probar a preguntar por los combies y supermercados de la periferia, a ver si con suerte podía dar con el taxista o algo.

Fue como si de nuevo la suerte de los Parker lo atacara, estaba con un carrito cuando vio a aquel vigoroso señor y el mismo taxi del que huyó. Su hija estaba preciosa y sonriente, como siempre. Sin medir las consecuencias de sus estúpidos actos, Peter lanzó el carro para llamar su atención. Ese señor le grito (más bien le insultó, se lo podía imaginar por la mala cara que tenía a pesar de estar en otro idioma) pero a él le dio igual.

" ¡MAYDAY! ¡MAYDAY! " gritó su nombre pletórico.

Olvidó que aquel musculado y furioso señor estaba delante suyo a recoger a su hija. La abrazó como si fuera un tierno peluche de algodón y se dispuso a marchase. Algo lo evitó. Empezó a caminar más rápido pero no había forma. Se fijo en el agarre del señor, no hacía fuerza y lo podía inmovilizar con el mínimo esfuerzo. Quiso decirle algo pero al ver el tamaño de ese señor con un físico de wrestler, paro. No quería morir.

" Deja a la niña en su sitio ahora " le ordenó sin soltar su brazo. Tenía un acento muy marcado, latino, como aquellas canciones que le encantaban a sus ultimas compañeras de trabajo.

" Es mi hija, rascacielos malhumorado " intentó insultarlo sin mucho éxito. Se quedaron congelados y la gente empezó a mirar que ocurría. A través de ese agarre, sentía como aquella situación lo molestaba, y no era para menos. Si lo pensaba en frío, pareciera que se estaba robando una niña. De aquella tensión, Peter se fijo en la cara del señor. Se puso a pensar hasta que recordó de que conocía aquel señor fanático de The Rock. "¡El taxista! " gritó de sopetón, logrando que por fin lo soltara " ¡Ahora lo entiendo! "

" Espera... ¿eres el padre de May? " su pregunta lo cogió por sorpresa.

" Claro, no ves que tenemos los mismo ojos. ¿Te importaría devolverme a mi hija? "