¡Conti! Es muy cortito, lo sé, pero ya dije que los serían. E igualmente, perdón la tardanza, este verano estoy bien de culo, trabajo, operación (me operaron a fin de octubre, para los que no supieran). En fin, un caos...
Capítulo 5
Boa comunicado 5: Un O podrá ser tomado bajo la protección de un A. En el momento que esto ocurra, deberán de enviar su correspondiente documento de "PEAF" (Posible emparejamiento a futuro). De no hacerlo, no se dará prioridad al A y el O podrá negarse a menos que haya un emparejamiento forzado por la comunidad directiva.
Cuando Shikamaru entró en su dormitorio Sasuke no estaba seguro de cuánto tiempo llevaba durmiendo. Se percató de que el macho se tapaba la nariz automáticamente y retrocedía.
—Joder —masculló entre los dedos—. ¿Cuándo ha pasado?
—Mientras estabas escondido en tu habitación fingiendo que no pasaba nada.
—No fingía —respondió—. Por alguna razón me quedé dormido en el suelo y lo último que recuerdo es que estaba por ponerme el pijama. Entré para preguntarte si estabas bien, pensando que sería algo relacionado con Naruto, pero veo que no.
—No, claramente, no.
Seguramente durmieron a Nara para que no pudiera intervenir en lo que estaba por ocurrir. ¿Hasta qué puntos los alumnos tenían tanto derecho por tal de que eso les otorgara suma información a los mandamases? Era aterrador.
Seguro que alguien estaría tomando datos de todo cuanto había ocurrido en su habitación esa noche, con esa alumna. A nadie le importaba que él fuera mayor, que fuera su profesor o que ella hubiera abusado de su poder sobre él.
Igualmente, incluso después de ducharse, su cuerpo continuaba apestando a ella y continuaba tan frustrado como no esperaba estar, anhelando algo que Sakura había interrumpido pidiendo más.
¿Qué más quería que le otorgara? Todo estaba sucediendo de golpe y ni siquiera era algo que fuera simple. ¿Una cita? ¿Una charla donde se conocieran? No. Todo era siempre sexual, directo, un enlace más allá del control humano y sí de su parte primitiva.
Ni siquiera sabía cómo sería exponerse a clase. El olor de Sakura estaba en él, desde luego, y las otras hembras lo notarían sin dudar. Existían diferentes acciones que podrían tomar y no podía evitar sentirse preocupado hasta qué punto la escuela evitaría el caos.
—Sasuke.
Se detuvo al salir de su dormitorio con la corbata en la mano. Shikamaru estaba de pie frente al televisor, con la espalda rígida y los hombros tensos. Se acercó a él, curioso, para leer el titular de las noticias.
—Mierda —masculló.
—Sí, bueno, supongo que era suficiente noticia.
En la pantalla, se mostraba la fotografía de Naruto y el anuncio del fin de su búsqueda. Pese a no ser encontrado, no iban a gastar más recursos en su búsqueda.
—Eso podría significar que ya lo tienen, como pensábamos —sopesó Shikamaru.
—Sí. Porque, al fin y al cabo, hay unas reglas que cumplir de ser capturado por una alfa.
—Exacto. Lo frustrante es no poder hacer más por él. Esto demuestra lo hormigas que simplemente somos.
Debía de reconocer que Nara tenía razón. No podían hacer mucho más por Naruto y tampoco se lo permitirían. Además, tenía sus propios problemas encima.
—Tenemos que volver a clases —dijo colocándose finalmente la corbata—. No hay otra.
—Lo sé, pero… ¿no te irrita ni aunque sea un poco?
—¿Servirá de algo?
Nara asintió tras pensarlo un momento.
—Eso es cierto.
Apagando la televisión, el hombre se unió a él para prepararse para ir a sus aulas respectivas tras desayunar.
Fue algo incómodo. La noticia de fin de búsqueda de Naruto llenaba las mesas de conversaciones a cuál más inverosímiles. Locuras de plena adolescencia e imaginativas ideas que agotaban en tonterías y no en estudios.
En una de las mesas reconoció a Sakura. Su aroma, su mirada, que retiró con cierto picor de orgullo, como si estuviera castigándole de esa forma. Y desgraciadamente, funcionaba en cierta forma.
Se frotó el pecho, amortiguando el gruñido que estuvo a punto de escapar de su garganta.
Ella podía estar enfadada todo cuanto quisieran, pero le había encajonado, expuesto a altos niveles para dejarle con la miel en los labios. Él debería de ser el ofendido. Esas alfas con poderes superiores sobre ellos, usados como carnaza, era vomitivo.
Haruno alegaba querer más de él. Y comprendía qué era, pero igual, no estaba preparado para eso de cierta forma.
Sin embargo, al cerrar los ojos podía verse de nuevo, sumiso y más que dispuesto para ella. Su condenado juguete.
Aunque si Sasuke pensaba que todo aquello quedaría en ascuas o que pasaría algo durante la clase, tuvo que descubrir que no fue así hasta última hora.
Un mensaje en su sistema le "invitaba" a quedarse en el aula un poco más de tiempo. Cuando la puerta se cerró con seguro comprendió, que, de nuevo, los mandamases estaban creando otra encerrona.
Cuando quiso reaccionar, la tenía encima.
No tenía control sobre su cuerpo. Reaccionó más dócil de lo que esperaba. Permitió que le abriera la camisa, que pasara sus manos por su pecho y por sus hombros hasta quitarle la camisa, la cual usó para atarle las manos. Mordiendo su mentón, echó luego la cabeza hacia atrás para sonreír.
—¿Debería de parar? —preguntó.
Él no supo que responder. ¿Podía negarse, aunque su cuerpo no se negara?
Porque ya volvía a estar más que listo para ella. Su pene presionando contra su bragueta, hinchándose en sus calzoncillos.
Sakura volvió a morderle los labios y bajó su mano por su vientre desnudo hasta detenerse en su cintura. Sin embargo, osciló hacia atrás por su cintura hasta bajar a sus nalgas.
Joder. No podía estar poniéndole que una mujer le apretara el trasero. Una mano primero, luego, las dos. Osciló sus caderas hacia delante, pegándose contra ella. Sakura retrocedió y estaba seguro que fue más por maldad que por miedo. Porque su boca se curvó en una deliciosa linea rosada.
Lo entendía. "No te daré lo que quieres hasta que me des todo".
Gruñó como respuesta.
—No soy un juguete.
—Sé que no lo eres, Sensei. Lo sé. El punto es que tú no entiendes que yo no lo soy. Que muero por marcarte y sé que lo deseas, pero luchas contra tu instinto.
—Sakura…
—No me nombres como si fuera sólo tu alumna, como si no hubiera estado subida sobre ti con tu pene dentro de mí —puntualizó, lamiéndose los labios ante el recuerdo. Esa condenada deslenguada era capaz de ponerle duro sólo con palabras.
Sakura suspiró, con su pecho levantándose y bajando, remarcando sus senos bajo la ropa.
—Dilaté, me empapé por ti, mis dientes dolieron de deseo… y tú… —Acarició sus mejillas con los dedos, una tortura, si pensaba que antes estaba apretándole el trasero y le gustaba una barbaridad—. ¿Vas a ceder o tendré que dominarte?
—Debes de…
—No me pidas que me calme o que piense en lo que quiero. Ya sé qué quiero, Sensei, y es a ti.
Sasuke apretó los labios, notando la ola de sinceridad, de posesión y de necesidad que emanaba de ella. Su cuerpo reaccionaba a su instinto en contra de lo que su lógica le gritaba.
Sus caderas empujaron contra ella en su búsqueda. Esa vez, Sakura no retrocedió. Devolvió el gesto y sus ojos brillaron de placer, de deseo, picardía. Su mano osciló por su estómago hasta llegar de nuevo a él. Fue cuestión de segundos que ella lograra encontrarle al completo y tomarlo en su mano.
Era hermoso de cierta forma ver como su mano se tragaba su miembro, que palpitaba, hinchándose en cada caricia, relajándose y endureciendo en cada espasmo de placer. Sus testículos tiraron, doliendo cuando ella los atrapó entre sus dedos.
—Mira cómo estás, Sensei… Húmedo… duro, caliente… Dolorido. Listo.
Fue como si una orden llegara hasta la parte más interna de su cuerpo, esa que se doblegaba a ella y obedecía hasta sin ser consciente de que quería. Era capaz de gobernar sobre sus nervios y placeres.
Comprendía que, de pedirle que sangrara, él lo haría como un idiota.
Movió los labios para negarse en vano, pues su garganta sólo emitió un gemido de placer cuando sus dedos lo apretaron más fuerte.
—Te hinchas cada vez más. ¿Quieres llegar?
Su cabeza osciló afirmativamente, aunque sus labios se movieron negativamente.
Intentó pensar en mil cosas negativas, esas que generalmente lograban evitar que tuviera una erección, pero ella continuaba con él en su mano, apretando con fuerza, de la base a la punta y eso estaba volviéndole demasiado loco.
—Vamos a hacer que suceda —anunció ella repentinamente.
La lengua en su boca se disparó contra sus labios, abriéndolos para emitir un gemido de súplica que no fue capaz de controlar. De aceptación cumplida por el instinto que le gobernaba por completo. Sakura abrió la boca con una sonrisa de satisfacción.
Sus dientes debían de doler tanto como a él su piel impaciente.
Deseosa de marcarle.
Sin que se diera cuenta se dejó llevar por completo, cediendo a esa parte suya y ella lo domesticó de maravilla. Bajó la mirada hacia su sexo, duro y palpitante, hinchándose en cada oleada de placer con espasmos intensos. La punta inflamada. Los testículos tensos y dolorosos.
—Di mi nombre, Sensei —ordenó ella. Su interior luchando una última batalla que no iba a lograr ganar—. Di mi nombre —repitió más firme.
Él gruñó, liberando el aliento entre sus dientes. La mirada oscura clavada en la verde, que brillaba llena de orgullo y poder.
—Sakura —dijo finalmente, marcado, como si repentinamente tuviera un acento especial para ese nombre.
Y como si ese fuera la palabra clave, su cuerpo fue violentado con un orgasmo brutal que estuvo a punto de hacerle perder la conciencia, con su nariz absorbiendo el olor femenino.
Ella emitió una risita de poder, acariciando con su nariz su mejilla hasta que perfiló sus labios con los dientes.
—Buen chico, Sensei. Ahora le dejaré que se serene un poco y piense bien qué desea. Y si no cumple mis deseos, lo que ambos sabemos que quiere hacer, volveré a atacarle. Hasta que no sea mío.
—No vas a…
Pero condenada mierda, ella lo hizo. Se alejó de él, llevándose consigo su aroma y su calor. Llevándose esa droga especial que atontaba sus sentidos y embotaba todo su cuerpo. Cuando se miró las caderas de nuevo estaba duro y esa condenada hembra no iba a aliviarle. En realidad, podía verla reírse como una condenada diablesa mientras sabía cómo se encontraba.
Aunque, teniendo en cuenta que los alfas generalmente están obligados por su instinto a cubrir esos deseos hasta que quedan satisfechos, estaba seguro de que tampoco debía de estar tan feliz.
Entonces, llegaba la pregunta clave: ¿hasta qué punto podría aguantar Sakura sintiéndose tan frustrada y qué locuras podría llegar a cometer por ello?
Continuará...
