Llevaba un año desde que empezó la silenciosa batalla.
El guardián llevaba muchos años escondido. Hace un año, Wayzz le dijo que sentía a alguien usando el prodigio de la mariposa con magia negra. El guardián esperó y esperó el ataque de un supervillano a la ciudad o a él mismo. Estuvo muy bien escondido todo ese tiempo, usando los escudos de la tortuga. El ataque nunca llegó y el guardián no se arriesgó a dar los prodigios de la mariquita y el gato negro. Sacar al aire esos prodigios, que al combinarse pueden hacer realidad cualquier deseo y que muy posiblemente eran lo que el portador de la mariposa buscaba, no era un movimiento inteligente, sobre todo cuando el desconocido no había hecho ataques.
Así que el guardián esperó a que la burbuja explotase.
Y lo hizo.
El día que Wayzz le dijo que otro prodigio había sido activado.
El guardián ya había elegido a qué prodigios les buscaría sus portadores.
El guardián salió a buscar sus paladines.
Llevaba un año desde que empezó esta silenciosa batalla.
Lepidóptero había estado buscando por toda la ciudad a los portadores de la creación y la destrucción. Noroo le había confirmado a regañadientes que lo que había leído en el libro era cierto: si obtenía ambos prodigios podría pedir el deseo que quisiera. Durante todo un año Lepidóptero había estado akumatizando gente a escondidas. Les daba poderes sutiles y no les cambiaba el aspecto. Eran sus espías, para pillar a los portadores o al guardián con la guardia baja. La gente aún no sabía que eran poseídos por akumas, sólo creían haber tenido algún episodio extraño. Ninguno de sus akumatizados lo sabía porque el propio Lepidóptero los purificaba una vez que ya no le eran útiles, hacer akumas agota mucha energía, ¿por qué iba a mantenerlos sin motivo?
Pero un día algo cambió.
Uno de sus akumas lo encontró.
Un prodigio.
Y entonces la guerra comenzó.
