Capítulo VI: Nuevos Rumbos
Bo sintió una molestia en la nariz que apartó con una mano y siguió durmiendo. La molestia se detuvo, pero luego continuo una segunda vez, pinchándole esta vez una de las mejillas, volviéndose cada vez más insistente.
Cansada, Bo abrió perezosamente los ojos, topándose con los ojos oscuros del niño, mirándola fijamente y sentado en su pecho.
—Niño, ¿qué sucede? —se incorporó a medias, apoyándose en la cabecera de la cama y mirando curiosa al pequeño por despertarla al alba.
—Patu —el pequeño señaló su estómago y puso una mirada tierna y suplicante que la hizo reír. Un gemido bajo se escuchó al otro lado de la cama y un despeinado Din, se volvió a verla.
—¿Qué sucede, Bo? —murmuró, medio dormido.
—Nada, el pequeño tiene un poco de hambre —le acarició una mejilla de manera tierna a un cansado Din— tú sigue durmiendo, me haré cargo.
—Bueno —Din regresó a su posición anterior, aferrándose a una almohada y cerró los ojos.
Bo-Katan sonrió y tomó al niño en sus brazos, encaminándose a la cocina para preparar algo de comer.
—Prepararé algo especial para ti, pequeño —dijo Bo-Katan guiñándole un ojo y dejándolo en una silla con algunos juguetes para distraerlo.
—¡Patu! —asintió el pequeño sentado, entreteniéndose con sus juguetes.
Bo-Katan negó divertida por el pequeño glotón y se concentró buscando ingredientes frescos en la alacena improvisada. Era divertido pensar en la manera tan extraña en la que cambió su vida en tan poco tiempo: de una mujer solitaria, errante y que escapaba de su pasado a vivir en un planeta agrícola, emparejada en una relación con un hombre poco hablador, pero de convicciones fuertes y con un corazón noble y un niño pequeño inocente, tierno, pero con poderes extraordinarios escondidos en su interior.
Y les gustaba, por primera vez en mucho tiempo, le gustaba donde estaba, quien era y quienes la rodeaban, sintiendo el amor y el cariño empapándola en un abrazo lleno de sentimientos verdaderos.
Su sonrisa creció cuando observó al pequeño comer, embarrándose el rostro en el proceso. No podía creer la manera en que el cariño por el pequeño había crecido en su interior en tan poco tiempo, tal vez fue la mirada en su rostro tan desvalida y triste la primera vez que lo vio tan igual a la de ella, encerrados en esa sala de interrogatorios, pero sus instintos de protección y cuidado habían crecido con el tiempo que no podía pensar en la vida sin el pequeño.
—¡Patu! ¡Bu! —el niño alzó la mirada y la miró con sus grandes ojos tiernos, tan cristalinos que parecían brillar. Bo sintió una sacudida en el alma como si una ola de energía la golpeará de improviso, sintiéndose mucho más cálida y ligera.
—¿Tú también me quieres, pequeño? —el niño arrulló y dio un salto desde su lugar hasta caer en sus brazos. Bo-Katan sonrió y abrazó al pequeño tan fuerte, tratándole de trasmitir sus propios sentimientos de adoración y amor en esa caricia.
Aun siendo tan pequeño, era poderoso en la Fuerza como bien lo demostró desde lo conoció, tendría que comunicarse con Ashoka para que la guiará sobre como criarlo y ayudarlo a desarrollar sus talentos de manera más natural.
—¿Bo? —la sonrisa de la mujer creció cuando miró a Din, apoyado en el alfeizar de la habitación, con sus cabellos desordenados y una pijama suelta y descolorida. Estiró una mano, llamándolo.
Din rió y acudió a su lado. Sus brazos mucho más largos y musculosos la rodearon, haciendo que su corazón se expanda y correr la sangre en sus venas llena de emoción.
—Bo-Katan Kryze —un hombre vestido con un traje de vuelo de color naranja, llegó a su lado.
—Capitán Teva —saludó Bo-Katan con una inclinación respetuosa. El hombre fue uno de los primeros pilotos que acudieron a la llamada de auxilio que necesitaba el planeta y cuya simpática actitud en el lugar le granjeó una amistad con los habitantes, sobre todo en Bo-Katan y Din.
—Es bueno verla recuperada.
—Gracias —miró a su alrededor, observando el trabajo de sus amigos, reconstruyendo sus casas, mejorando aquellas que estaban en pie. La actividad bullía las calles de la ciudad, dándole mayor vitalidad y color como nunca antes, sabiendo que finalmente podrían crecer sin temores. Con el asedio roto del planeta, nuevas naves de otras regiones empezaban a llegar, trayendo grandes novedades y abriéndole el camino a una dinámica más libre—. Me alegró saber que Aq Vetina tiene la protección de la República.
El piloto asintió.
—En verdad su amiga fue la que hizo posible —el hombre miró a la distancia, donde Emily, o mejor dicho la Armera ayudaba a Ragnar a pintar la fachada de una casa.
—Es verdad —dijo Bo con una sonrisa—. Esa mujer está llena de sorpresas —observó el lenguaje corporal del capitán, notándolo impaciente y preocupado—. No creo que se haya acercado a mí para saludarme. ¿De qué quiere hablar conmigo, capitán?
—Siempre tan directa como buena mandaloriana —sonrió el hombre, conocedor del carácter directo de la mujer—. Pero, sí tiene razón, tengo algo que mostrarle que tal vez le pertenezca.
Bo alzó una ceja.
Din, el niño y Bo-Katan miraron con asombro elGauntlet: la nave mandalorianaestaba algo despintada, sucia y descuidada, pero no se podía negar su poderosa presencia, su gran tamaño era tan asombroso como majestuoso.
—La encontramos estacionada en uno de los hangares del Destructor de Moff Gideon —informó el capitán Teva, bajando de la rampa de la nave y señalándola— cuando descubrí que tenía tu código cadena, decidí devolverla a su dueña legitima.
—Es increíble —dijo Din, mirando cada detalle de la nave, se volvió a Bo-Katan— no sabía que tenías una nave mandaloriana.
Bo-Katan parpadeó.
—Yo tampoco. Es decir, creí que la había perdido —Din se acercó a su lado y le tomó la mano con cariño. El niño arrulló en sus brazos y Bo sonrió—. ¿Por qué no le echan un vistazo? Ha pasado un tiempo desde que el Gauntlet tuvo un buen mantenimiento de un mecánico calificado —le guiño un ojo a Din, con coquetería.
Din le devolvió la sonrisa.
—Es un trato —miró al pequeño en brazos de la pelirroja—. Oye, niño, ¿qué te parece una carrera hasta el Gauntlet?
El niño chilló con entusiasmo. Luego, miró a Bo-Katan con ojos suplicantes.
—Puedes ir, niño —el pequeño volvió a chillar y saltó de su regazo, corriendo con sus pequeñas piernas detrás de Din. La sonrisa de Bo-Katan se extendió, mirando al dúo, jugando entre sí. Una idea se le ocurrió de repente—. Capitán Teva, ¿le gustaría comprar una nave?
El piloto de la República se sorprendió.
—¿Quieres vender el Guantlet?
—En realidad, estaba pensando en otra nave.
Los pasos de Bo se escucharon por la rampa, llamando la atención de Din, a su lado el niño jugaba con el contenido de una caja llena de cosas.
—¿Terminaste de hablar con el capitán Teva? —preguntó Din, sonriéndole— ¿Por qué traes tu mochila?
—En realidad, traje la de ambos, también algunos juguetes del niño —el pequeño alzó las orejas y arrulló cuando Bo-Katan le dio un peluche esponjoso.
—¿Qué estas planeando, Bo? —preguntó Din, acercándose a ella.
Bo-Katan sonrió.
—Pensaba dar un paseo en esta increíble nave con dos personas maravillosas.
—Sabes que no puedo irme, Bo. Paz, la Armera y los niños me necesitan. El orfanato necesita ser restaurado.
—Lo sé. Pero también sé que no podemos dejar ir las oportunidades y esta es tu oportunidad de visitar aquellos lugares que has soñado.
—Pero…
—Por eso, —le interrumpió Bo— decidí vender la Cañonera al capitán Teva y darle los créditos a Paz y Emily.
—¿Qué?
—Dijiste que tendrían que volver a reconstruirla para volver a habitarla y pensé, —se encogió de hombros— ya que tengo el Guantlet, no necesitó una segunda nave y ellos podrían usar mejor los créditos…—sus palabras se vieron ahogadas por los brazos de Din envolviéndola en un cálido abrazo.
—Eso es la acción más desinteresada que escuchado nunca, Bo —la miró con una sonrisa cariñosa y un brillo en sus ojos.
—Entonces, ¿quieres viajar conmigo?
—Sí, claro que sí.
Bo sonrió.
—Entonces, prepárate Din Djarin para el viaje de tus sueños.
El Gauntlet despegó dejando una estela en su camino, con tres ocupantes tan distintos como únicos, pero que tuvieron la suerte de encontrarse, formar una familia, viajar a nuevos rumbos y vivir nuevas aventuras que aún no han sido escritas.
