Liam bajo las escaleras, había ruido en la cocina. Era de mañana, hacia un rato que había realizado su hechizo rutinario.

-uh, buenos días huroncito! – saludo Raine con un bonito vestido que Liam nunca había visto

-uy, huroncito? Eso no lo sabía hijo – río la madre de Liam

-Ah, no, no mamá no es eso – se apresuró a decir Liam

-está bien hijo, entiendo – sonrió su madre

-bien, bien – suspiro Liam – y ese vestido?

-Yo sé lo di – río su madre

-qué tal? ¿Me queda bien? – dijo y dio una vuelta

-Si, si, te queda muy bien – sonrió Liam – ejem, ¿preparo el desayuno?

-oh, no te preocupes hijo, ya lo hice – dijo la madre de Liam

-Ah… ok… – suspiro Liam, tenía muchas ganas de preparar el desayuno

Más tarde, ese día, Liam se enseñaba a Raine el pequeño árbol que tenían en el patio. El día era soleado, y muy bonito. Raine quería dar un paseo, así que Liam y Tom salieron con ella.

-wow, que bonito, en donde vivo no hay tantas casas así – dijo Raine viendo el vecindario – y miren! ¡¿Qué es eso?!

-Son juegos, para niños – respondió Liam

-ah! ¡Vamos! ¡Vamos! – Raine corrió a los juegos

Subió a una resbaladilla, se divirtió en un columpio, fue de un lado a otro en el pasamanos. En general, Raine se divirtió como una niña, tanto, que termino agotada al llegar a casa.

-ahh! ¡Que divertidos son ustedes! – decía Raine alegremente después de tomar agua

-te la estás pasando bien? – dijo la madre de Liam sonriendo

-si! ¡Muchas gracias por invitarme huroncito! – saltaba Raine

-no hay de que – dijo Liam apenado

Así, los chicos continuaron su día, Liam y Tom jugaron videojuegos, tenían todo un año pendiente de terminar un juego de historia.