Sorpresa, sorpresa
Había pasado al menos una semana desde que la chica nueva llegó, no hablaba, nunca los miraba a la cara, ni siquiera sabían si lo hacía debido a la venda que cubría sus ojos, y siempre tenían que hacer un esfuerzo casi sobrehumano para poder escucharla cuando hablaba por la voz tan baja que usaba cuando se comunicaba. Sabían muy poco de ella, para ser honestos, solo sabían que venía de una aldea ninja llamada Konoha y que contaba con 12 años, nada más.
Y a pesar de eso, Shouko y Getou parecían llevarse bastante bien con ella, incluso el sensei la favorecía en ciertos aspectos, por ejemplo, cuando tenían alguna lección de aprendizaje, a ella la dejaba estar tranquilamente sentada a su lado, mientras que a ellos les hacía practicar una y otra vez lo que les pedía, sin que la Hyuuga moviese un dedo por tratar de seguirlos. Con todo eso, Satoru llegó a la conclusión de que la chica, además de ser débil, era una inútil para el mundo de la hechicería.
Seguía sin sentir algún tipo de energía maldita provenir de su pequeño cuerpo, no mostraba destreza o habilidad para hacer conjuros básicos, nada. Incluso, más de una vez se lo había dicho a Yaga frente a los demás, sin importarle que ella lo escuchase y se encogiese en su asiento, prefería que cualquier ilusión que tuviese se esfumase y se ahorrase la pena de seguir junto a los dos más fuertes de la academia y de Japón.
Fecha: jueves 14 de julio de 2005.
Ubicación: hospital abandonado a las afueras de Tokio.
Hora: 8:32 a.m.
"Se han reportado desapariciones de exploradores urbanos al ingresar en el Atsugi Keishin Hospital, llegando a encontrarse pertenencias de estos mismos a las afueras del lugar sin ningún tipo de daño y sin rastros de sus dueños. Se han encontrado indicios de maldiciones y un posible útero maldito en su interior, por lo que se recomienda extremo cuidado a los jujutsu que se encargarán del trabajo."
Alumnos de la academia: Gojou Satoru, Getou Suguru, Ieiri Shouko, Hyuuga Hinata.
Maestro encargado: Yaga Masamichi.
El sonoro bostezo de Satoru rompió con la tranquila atmosfera que se había creado en el pequeño grupo, recibiendo una mirada de molestia por parte de su profesor.
—Como decía antes de ser maleducadamente interrumpido —suspiró, poniendo atención a los demás—. Se repartirán en parejas, Shouko, tu irás con Suguru; Satoru, tu con Hinata-san, ¿queda claro?
Asintieron. Habían llegado hace menos de 10 minutos y la caminata hasta la entrada del hospital fue en silencio, cada uno metido en sus pensamientos, o así fue hasta que su sensei comenzó a contar el plan y fue cortado por el bostezo de Gojou.
—Los esperaré junto al auto, pondré el velo. Ustedes pónganse de acuerdo en cómo se repartirán —volvieron a asentir al recibir el mapa interno del hospital. El trio de amigos se encaminó más hacia la entrada y hacer lo que dijo su sensei, mientras que la nueva alumna se quedó en su lugar, notablemente más nerviosa, dio un brinquillo en su lugar al escuchar su nombre, girándose un poco hacia el mayor—. Hinata-san, no te separes de Satoru, confía en él —tragó saliva, pero afirmó una vez más con la cabeza—. Pero en caso de que estes en grave peligro y creas que es la única alternativa de sobrevivir, úsalo, pero solo si crees que vas a morir, ¿de acuerdo?
Abrió un poco los labios, luciendo sorprendida, cerró con fuerza los puños sobre su pecho y asintió nuevamente.
—Hyuuga —la voz de Gojou les llamó la atención de ambos, no parecía haberse alejado tanto como sus amigos, pero tampoco estaba tan cerca como para oírlos conversar, o eso quiso pensar Yaga—. Nos esperan —señaló hacia los otros dos.
—¡S-si! Ya vo-voy —le hizo una reverencia a su profesor y se acercó al chico con rapidez, caminando detrás de este hasta Getou y Shouko.
—Creo que mejor debí ponerla junto a Suguru —suspiró, levantando los dedos índice y medio—. Emerge de la oscuridad, más negro que la oscuridad. Purifica lo que es impuro. —el velo comenzó a rodear el hospital desde un punto alto, en ningún momento dejó de observar a sus alumnos, no estaba preocupado por los que conocía desde un inicio, sino por la chiquilla que no dejaba de jugar con sus manos en un gesto nervioso.
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—Bien, cortina puesta —anunció Ieiri, mirando el mapa que tenía Getou en sus manos.
—¿Cómo nos dividiremos? —preguntó el peliblanco, también observando el papel.
—Son 7 pisos incluyendo la planta baja, si incluimos el sótano, serian un total de 8 pisos. Estaba pensando que Shouko y yo podríamos ir del tercer piso al sexto, tu y Hinata-chan desde la planta baja hasta el segundo piso, ya que son demasiadas habitaciones y con tu nula paciencia terminarías destruyendo todo con Azul.
Satoru lo miró con molestia, pero no podía encontrar fallas en su lógica, así que lo dejó pasar.
—Si no encontramos nada y es verdad que hay un útero maldito, es posible que esté en las calderas —señaló a la parte más baja del hospital—, si es así, bajaremos todos. ¿Les parece bien?
—Podría bajar yo solo, ¿sabes?
—Estarás acompañado de Hinata-chan y es su primera misión, Satoru, debemos demostrarle que podemos trabajar en equipo —todos enfocaron su mirada en la susodicha, poniéndola aún más nerviosa.
—Pu-puedo quedarme fuera s-si lo creen necesario.
—Sensei nos regañará si haces eso —informó la castaña, notando que se tensaban sus hombros, por lo que se apresuró a decir—. Es una buena manera de que comprendas como trabajan los hechiceros, además de que estaremos con estos dos —señaló a ambos jóvenes—, no nos pasará nada mientras los tengamos de nuestro lado —le dio una sonrisa tranquilizadora, pareciendo haber funcionado, al menos un poco.
—Bien, ya quedó. Nos encontraremos en la recepción en… —miró la hora en celular— hora y media.
—Es mucho tiempo —se quejó Gojou, sus compañeros lo miraron con una mueca.
—Es tiempo suficiente. No te separes de él, Hinata-chan —el pelinegro le sonrió para animarla.
—S-sí, Getou-san.
—Cuídala, Satoru —lo miró con advertencia.
—Sí, sí —respondió con desgana, rascándose el oído indiferente.
—Bien. Andando.
Entraron todos juntos al edificio y caminaron a las escaleras, decidiendo que era mejor ir de forma descendente en vez de subir un piso para limpiarlo, luego a otro y después tener que bajar todo el camino de vuelta. Cuando llegaron al segundo piso se separaron, Suguru y la castaña continuaron subiendo para poder llegar al último piso, no sin antes volver a advertirle a su amigo que no dejara a la chica sola.
—Iré a revisar las habitaciones de la derecha, tu revisa el lado izquierdo, grita si me necesitas —declaró sin esperar una respuesta, caminando hacia el pasillo del ala este, agitando su mano como despedida.
Hinata intentó decir algo, pero se resignó bastante rápido cuando lo vio desaparecer al doblar en una esquina. Suspiró, caminando a su área designada.
Mientras revisaba las habitaciones una por una, su mente divagaba en preguntas sin respuestas, ¿por qué a Gojou-san parecía no caerle bien? Ni siquiera había hablado con él de manera adecuada, siendo Getou-san e Ieiri-san los únicos con quienes se llevaba bien en la escuela, además claro, de Yaga-sensei. Aunque no debería sorprenderle, no es la primera ni última persona que la trataba de esa manera, tal vez con esos ojos tan poderosos que su profesor le contó que el joven poseía, había llegado a ver su debilidad al igual que su padre, igual que su familia.
Tomó respiraciones lentas y calmadas para evitar llorar, debía mantenerse serena y en control de sus emociones, tal como Yaga le estuvo diciendo días antes de la misión, no quería meterse en problemas.
Mientras tanto, Satoru logró encontrar algunas maldiciones de nivel inferior que exorcizó sin ningún problema. Al estar aburriéndose, puso más atención en los dibujos hechos en las paredes por grafiteros, algunos siendo palabras escritas de manera ingeniosa con un estilo particular y otros dibujos, silbando al encontrarse a algunos personajes de anime posando sugerentemente.
No se consideraba un chico pervertido, pero eso no le impedía "disfrutar" de la vista, después de todo, era un adolescente de catorce años, era sano para su edad.
Al pasar alrededor de veinte minutos, estando seguro de que todo su lado estaba libre y sin encontrar rastro alguno de una maldición peligrosa, regresó a las escaleras, donde ya estaba la chica Hyuuga esperándolo.
Arqueó una ceja.
—¿Encontraste algo interesante? —la vio dar un brinco de sorpresa en su lugar y negar repetidamente con la cabeza. Era gracioso verla, pero tenía sus dudas de que fuese verdad, así que de todos modos revisó con su técnica el piso entero, sin haber ninguna alteración importante—. Bien. Todo está en orden —regresó sus ojos a ella, los cuales seguían brillando—. Bajemos.
Afirmó con la cabeza, dándose la vuelta para encaminarse a las escaleras, siendo seguida por el chico. Repitieron el proceso, se separaron, cada uno tomando un lado y revisando las habitaciones, apenas y encontrándose alguna que otra maldición de baja categoría.
—"Ojalá Getou y Shouko tuviesen mejor suerte" —pensó con aburrimiento, regresando de nueva cuenta a la puerta de emergencia que daba a las escaleras, topándose nuevamente con la Hyuuga de pie frente a ella.
Llegaron a la planta baja para poder recorrerla, y al ser un piso mucho más amplio en comparación a los otros, ya que en su mayoría estaban los consultorios, la cafetería y puertas que daban al exterior, Satoru pensó que era mejor estar juntos, pero lo suficientemente separados para abarcar más área.
—Mm —examinó un mapa en la pared de la recepción, que a duras penas podía apreciarse debido a lo deteriorado que estaba el cristal protector—. Lo más alejado es la cafetería y la cocina, podríamos echar un vistazo, luego los consultorios —miró la hora en su celular, todavía quedándoles al menos media hora para encontrarse con la otra pareja—, y de regreso podríamos encontrarnos con Getou y Shouko sin problema alguno. Claro, si es que no encontramos otra cosa de camino —se encogió de hombros, mirándola por sobre el hombro.
—Me pa-parece b-bien, Gojou-san.
—Andando, entonces —caminaron en silencio, cosa rara en Satoru, pero con ella siendo tan callada, no había mucho de qué hablar, además de no apetecerle hacerlo.
Hinata iba unos pasos atrás, manteniendo la cabeza baja y las manos pegadas al pecho en un gesto nervioso. Pasaron de largo el área de consultorios, donde el peliblando pudo divisar algunos espectros mirándolos desde las sombras, pero de esos se encargaría después y continuaron su camino al destino antes dicho.
Aminoró el paso al sentir una extraña sensación, algo se acercaba y con rapidez. Respiró profundo mientras sonreía, preparándose para activar su "mirada especial" con su infinito listo, pero perdió el equilibrio de pronto, o más bien, alguien hizo que lo perdiera.
Todo pasó en cámara lenta, tal vez por su visión alterada debido a su conjuro o su mente, de alguna forma, tardó en procesarlo (por increíble que parezca), haciéndolo ver de tal manera; miró por sobre su hombro con sorpresa, notando a la peliazul con los brazos extendidos hacia él, siendo quien lo empujó en primer lugar. Sus labios se movían diciendo algo, tardando en captar que era.
Lo siguiente que vio, esta vez con relativa rapidez, fue una maldición del tamaño de un coche, al menos su cabeza, saliendo del suelo con el hocico abierto a más no poder y atrapando dentro de este a la chica, desapareciendo por donde vino.
Satoru cayó al piso de costado, tratando de entender que ocurrió. Recién se dio cuenta de lo que decía, no, gritaba la joven con apuro.
—¡Cuidado, Gojou-san!
¿Acaso ella lo había empujado? ¿Cómo siquiera era eso posible? Tenía activado su infinito, por supuesto que no podría ser capaz de rozarlo. ¿Tal vez fue un error suyo? Era imposible, ¿verdad?
Negó con la cabeza, buscando señales de esa cosa, descubriendo que había atravesado el suelo sin siquiera hacerle un agujero, por lo que tenía cierto nivel de intangibilidad, al menos para atravesar superficies y no para atrapar a alguien.
Pensó en los pros y contras de ir tras él, por la parte negativa: Suguru y Shouko lo regañarían, su sensei le daría tremenda golpiza y es probable que la chica muriese (aunque eso se merece por ser débil). Por la positiva: era probable que el núcleo del útero maldito estuviese en el sótano y así acabarían con la misión más rápido, solo quedaría eliminar las maldiciones del piso en el que se encontraba.
Puso una mano en su mentón, aún sin levantarse, y miró el techo con gesto pensativo. Si la Hyuuga estaba ahí era por algo, por lo que podría mantenerse con vida el tiempo suficiente para que él exorcizará la planta baja y luego bajar en su rescate tranquilamente, Suguru y Shouko no tenían que enterarse. Ya si ella moría en el acto, bueno… eran gajes del oficio.
Así que, decidido por fin, se levantó con una sonrisa y continuó con su anterior recorrido.
Cuando llegó a la cafetería, se encontró con… nada. El techo tenía agujeros, con partes de este en el suelo. Las mesas estaban pegadas a las paredes, tapando la luz que entraba por las ventanas, haciéndolo ver mucho más lúgubre de lo que era en realidad. La basura era inexistente porque, bueno, Japón, ni siquiera en lugares abandonados por Dios existía basura. Eso sí, los grafitis cubrían zonas libres en las paredes con diseños curiosos que no le importaban en ese momento.
Además de eso, la cafetería estaba vacía, ningún espíritu o maldición a la vista, ni siquiera para sus seis ojos había algo, solo residuos, como si hubiesen huido poco tiempo antes de que él llegase ahí.
Extrañado, regresó por sobre sus pasos asomándose entre las habitaciones, esquinas o agujeros para encontrar algo, en cambio, el hospital parecía, esta vez, realmente desierto, como dice el dicho: ni un alma habitaba el lugar.
Paseó por toda la planta baja sin hallar nada, sin embargo, al asomarse por una puerta que daba hacia el exterior, el velo seguía cubriendo la zona, por lo que todavía había trabajo que hacer, pero sin nada que exorcizar, ¿qué seguía haciendo allí?
Regresó a recepción al llegar la hora indicada para reencontrarse con sus amigos, alcanzando a escuchar que ellos estaban en su misma situación, las maldiciones desaparecieron por arte de magia.
—Oi —saludo, palmeando el hombro del pelinegro.
—Satoru, ¿encontraste algo? —lo miraron, inmediatamente buscando con la mirada a la chica—. ¿Y Hinata-chan?
—"Cierto, la olvidé" —tratando de no ponerse nervioso y actuar con total naturalidad, sonrió al rascarse la nuca—. Nos separamos para abarcar más espacio y revisar.
Ambos fruncieron el ceño, Suguru se cruzó de brazos e Ieiri puso las manos en su cadera.
—Te dijimos que la cuidases, eso incluía mantenerla a tu lado todo el tiempo —regañó la castaña.
—Pero así iba a ser más rápido revisar el lugar. Llevamos haciéndolo desde que empezamos —miró a otro lado mientras hacia un puchero, manteniendo las manos sujetas detrás de su espalda.
Se molestaron aún más.
—Ve a buscarla —señalaron al pasillo por el que había llegado.
—Pero…
—Ahora, antes de que bajemos al sótano.
Suspiró, asintiendo. Marchó con fastidio hasta doblar la esquina, enderezándose en cuanto dejaron de poder verlo y se apresuró a llegar hasta las escaleras de emergencia, mirando la oscuridad que daba hacia abajo. Con el pensamiento de que debería ganarse un Oscar ante su brillante actuación, descendió cada peldaño con precaución, no porque en los demás pisos dejasen de haber maldiciones, no significase que en las calderas no hubiera un mar de estas. Además de la sospecha de que en el sótano podría existir un útero maldito, no sabía que más podría encontrarse.
Sus ojos brillaban en la negrura total, atento a cualquier movimiento de su alrededor, hasta que lo vio (y sintió), una barrera de energía maldita pura estaba frente a él, invisible al ojo normal de un hechicero (ni hablemos de un humano común y corriente), y podía asegurar que, si no fuese por sus seis ojos, no habría podido percibirla hasta atravesarla.
¿Esto era causado por el útero maldito? No, era distinto, diferente a algo que venía de una maldición, incluso para una de grado especial, pero no cabía otra opción, eso podría explicar porque las demás maldiciones en el edificio desaparecieron de un momento a otro, tal como acababa de observar cuando una pequeña entraba por un lado de la barrera arrastrándose en el techo.
Mirando que sus amigos seguían justo donde los dejó, llenó sus pulmones de aire y entró, arqueando una ceja al ver que no había ningún tipo de distorsión de la realidad tan característica de los úteros malditos y, en realidad, todo parecía estar en orden. El pasillo estaba repleto de pedazos de techo caído, algunas lámparas rotas y algunos muebles abandonados al igual que en todo el hospital.
No había rastro de alguna maldición, por lo que continuó caminando. Pasó la lavandería sin ningún cambio en presencias hostiles, los almacenes a tope de cosas guardadas de cuando el hospital seguía funcionando, solo quedaban las calderas que estaban hasta el fondo.
Cuando dobló la esquina, por fin las vio, apariciones tan feas como ellas solo podían ser yendo apresuradas hacia las calderas, amontonándose en las puertas que daban paso a estas. Utilizó Azul para traerlos y hacerlas desaparecer con un chasquido, llegándole algo impresionante, algo que, ni en un millón de pensamientos que freirían su cerebro en un segundo, podría habérsele ocurrido, una voz angelical resonó en sus oídos, tan dulce y sedosa como el jarabe de chocolate y fresa deslizándose por un helado.
Recorrió los pasos que le faltaban con relativa rapidez, quedándose en las puertas totalmente asombrado. Frente a él, justo en el centro de la habitación y entre las calderas apagadas, estaba la chica Hyuuga arrodillada en el piso y lo más sorprendente, cantando, no, espera, eso no era lo más sorprendente de todo, lo era su alrededor, decenas de maldiciones caminando y flotando en círculos en torno a ella perfectamente sincronizadas.
Podía identificar los múltiples rangos de cada una, incluso… no puede ser, ¿¡la maldición del útero maldito!? ¿¡Qué rayos!? Era la que flotaba más cerca de Hinata, sin tocarla, ¿tal vez esperaba comerla?, ¿darle el primer bocado? Y, aun así, se mantenía al margen.
Al enfocarse nuevamente en ella, se dio cuenta de que la venda que normalmente usaba había desaparecido, dejando al descubierto sus aperlados ojos.
—"Los conozco" —fue un pensamiento lejano de su cerebro.
…
Shiawasedakara nani nda ka kowai (Estoy dejando en este momento)
anata ni subete o (mi vida en tus manos)
kaketa nodakara (se forman lágrimas en mis ojos)
Yūbe no yō ni (Nunca más digas nada)
mō nakanai wa (de lo que ocurrió anoche)
kon'ya mo sotto (solo mira suavemente)
aishite hoshī (dentro de mis ojos)
No reconoció la canción, tampoco es como si pudiera hacerlo, debido a que, justo cuando pareció acabar, la joven giró la cabeza lentamente hacia él y le dio una sonrisa débil de alivio. Las maldiciones se quedaron quietas, tal cual maniquíes.
—Gojou-san —a diferencia de su canto anterior, su voz hablada se escuchaba ronca, exhausta, sin mucha fuerza ya, y eso se demostró en el instante que lo llamó, cerrando los ojos y, como en cámara lenta, cayó hacia delante.
Sin saber en qué momento se movió, la sujetó antes de que siquiera tocara el suelo, manteniendo su cabeza contra el pecho, mirándola todavía estupefacto. El encanto del momento desapareció, los espíritus malignos se abalanzaron sobre ellos con la clara intención de destrozarlos y Satoru levantó la vista, notándose visiblemente molesto por la interrupción a su curiosidad.
—Estorban —declaró—, desaparezcan —y, en un ataque al que no le prestó mucha atención, todas las espantosas bestias de su alrededor desaparecieron.
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Al llegar a recepción y no ver a sus amigos, salió del hospital, sintiendo el calor del sol golpeando contra su rostro, el velo había desaparecido, dando por terminada su misión.
Se encaminó hasta el auto, donde se encontraban Suguru, Shouko y Yaga, los dos primeros se preocuparon al ver a la Hyuuga inconsciente en sus brazos.
—¿Qué pasó? —preguntó la castaña acercándose a él con la intención de revisar a la menor, arqueando una ceja al notar como la pegaba más a su pecho.
—Al parecer una maldición hizo que se desmayara —explicó sin más.
—Rayos, Satoru. Por eso te dijimos que no la dejaras sola —regañó su amigo.
—Lo sé, lo siento. Exorcicé a esa cosa y el velo desapareció.
—¿Eso significa que no había útero maldito?
—Ni uno solo.
—Eso es un alivio —ambos se miraron con una sonrisa.
—Permíteme revisarla.
—No es necesario, Shouko —miraron a su profesor—. Ya vamos a la academia, podremos llevarla a la enfermería en cuanto lleguemos.
—Pero sensei, podría estar herida.
—No lo está —le aseguró el peliblanco con una sonrisa—. La revisé en cuanto me deshice de esa cosa, no sufrió ningún tipo de dañó.
—Mm… ¿seguro? —lo miró dudosa.
—Si.
—Si es así —se encogió de hombros, dándose la vuelta para subir al auto.
—Ven, déjamela a mi —Getou se acercó a él con los brazos extendidos, imitando a su amiga como lo hizo antes al arquear una ceja cuando Satoru se alejó—. ¿Satoru?
—Yo la cargo, es mucho más ligera de lo que parece.
—Eh…
—Anda, Suguru, sube al auto —miró a su mentor, luego al peliblanco y suspiró. Se encogió de hombros.
—Como quieras. —subió junto a Ieiri.
—¿Qué fue lo que viste? —preguntó el mayor al estar solos.
—Algo que, supongo yo, debe saber muy bien que fue, sensei —lo vio de reojo, su ceño se había hecho más profundo, al igual que las múltiples venas salteadas en su frente y cuello.
—¿Y quieres que te lo diga?
—Me sentiría muy halagado de ser así.
La mueca de enfado se pronunció más en su rostro, relajándose poco después al exhalar un largo suspiro.
—Lo hablaremos en la escuela.
—¡Bien! —sonrió contento, alejándose con la chica en brazos para subir al coche y acomodarla mejor sobre él.
Masamichi negó con la cabeza, definitivamente hubiese sido mejor dejarla con Suguru en vez de Satoru. Se acomodó en el asiento del conductor y, poniendo la radio donde sonaba una canción del momento, se dirigió al instituto.
Podrán escuchar la canción utilizada para este capitulo en el siguiente enlace, solo quiten los espacios y los guiones medios (htt-ps:/-/ www . youtube .-com-/ watch ?v=jMHdIJouUns), en todo caso, les dejo el nombre por si quieren buscarla ustedes mismos: Tomoko Ogawa "Secretos de la noche".
Una pequeña curiosidad de esta canción, es que trata sobre una connotación un poco más adulta, pero su relación con Hinata será dicha en el próximo capitulo y solo utilicé los últimos versos porque me parecían lo más "inocente" y lindo.
En fin, una disculpa por la demora (culpen a un pequeño bloqueo de escritor y a mi amiga que tardó en mandarme los errores a corregir, si lees esto, te amo babosa XD). Estoy subiendo este capitulo el domingo 10 de septiembre, por lo que el jueves 7 de septiembre se inició el arco de Shibuya, disfruten las épicas batallas que se vienen por delante y preparen los pañuelos.
Disfruten su domingo, los quiere mucho, TsukiShiro22 n.n
