Nous sommes un

Renuncia: el videojuego Genshin Impact no es de mi propiedad. Hago uso de sus recursos con fines no lucrativos.

Aviso: Smut/Lemon.

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Lyney empujó con fuerza su pelvis contra las caderas de Lumine, aún siendo divididos por sus ropas interiores. El rubio usaba de soporte su mano izquierda contra la cama, para no dejar caer todo su peso sobre su compañera, y con la otra mano sin guante, acariciaba las caderas casi desnudas de la viajera.

La rubia abrazó la espalda de Lyney con sus manos, buscando impulsar el contacto de sus núcleos a través de la tela floja, suspirando en la oreja de él; indicándole que siguiera hasta el final.

-Ne faisons qu'un, Mademoiselle. -Nublado por el placer del simple roce, el mago mordió con suavidad la base del cuello de la muchacha, con la sensación de que en cualquier momento se derretiría si ella seguía gimiendo de aquella forma para él.

Lumine comprendió que le estaba pidiendo permiso para unir sus carnes, y movida solamente por el instinto más primitivo de un animal, haciendo uso de las piernas que había enrollado en la cintura de Lyney, bajó los interiores de él, revelando el falo erecto y palpitante. La fricción de la tela al bajar le hizo exclamar una queja de necesidad a la garganta del joven.

Toda esa sarta de besos, lamidas y toques que se habían estado dando desde hacía un rato estaban pasando factura. Habiendo sido de cualquier forma, Lumine le había dado el empujón necesario para bajar ese short de fieltro que hacía a Lumine parecer una muñeca de trapo, y que actuaba como ropa interior para ella. Finalmente los dos estaban casi en su totalidad expuestos, pese a que aún persistían presentes las muñequeras y el soporte de senos del Tabibito, un guante en la mano izquierda del gran mago y su arnés de cuero en el pecho; detalles menores, realmente, considerando que lo más importante estaba a la vista.

Lyney dirigió su mano desnuda a la exposición de la viajera, acariciando como al pétalo de una rosarcoíris el principio del pliegue, tanteando un poco el terreno en busca de algo en específico. Lumine cerró los ojos con fuerza cuando pareció encontrarlo e inconscientemente levantó un poco sus caderas, invitándolo a aventurarse más. El calor que emanaba de su centro le abrazaba el cuerpo entero, consumiéndola y rogándole porque fuera apaciguado de algún modo, por ello mismo, tomó con fuerza bruta la mandíbula del muchacho que se cernía sobre ella con cara de picardía para obligar a sus labios en una colisión con los de ella.

Con ojos abiertos, pero quizás esperando muy en el fondo esa reacción de la ruda viajera, dejó que ella marcara el ritmo de la unión. Sintió su cara arder como el mismo núcleo pyro de su visión cuando la lengua de la rubio hizo como le plació dentro de su boca. Su miembro empezaba a palpitar, exasperado por encontrar aquello que también le ayudara a liberar ese calor que había acumulado desde que vio a Lumine salir del agua con el vestido ceñido hasta lugares que ni Celestia tenía acceso.

-¡Ah~! -gritó Lumine cuando uno de los dedos de Lyney, primero empapados con aceites y luego con sus fluidos, se aventuró en su cavidad. Llevó un brazo a su cara, y se cubrió los parpados cerrados con el antebrazo, tratando de sobrellevar las olas de placer que exponían su cuerpo a aquella hipersensibilidad-. Así- así.

Un apetito voraz se abría paso dentro de Lyney. Pese a que, supuso, Lumine le ordenaba a continuar con el movimiento, la voz trémula le traicionaba, y el graznido que debía sonar firme, se asimiló más al pedido de un animalito necesitado. Eso, solo motivó más al mago, quién sonrió con travesura.

-Oh, Mademoiselle, si usted sigue hablándome de esa manera, podría detener-

Ni bien había terminado de hablar, Lumine había volcado la situación. Cogiéndolo de su arnés, lo empujó hasta precipitarlo por la cama. Ahora ella, templada y recta, sentada a horcajadas sobre su longitud erecta que ahora se le pegaba más a su piel desnuda y húmeda; le miró con los ojos inyectados en sangre, a punto de morder en la yugular al muchacho. Gruñó por lo bajo, congelado al sentir que un movimiento en falso podría llevar a su pene a las profundidades del Tabibito.

-Atrévete a detenerte, y te mostraré qué tan filosa es mi espada -Una sonrisa en su cara hizo que la amenaza sonara menos... ¿amenazante? Lyney suspiró y rió por lo bajo, volviendo a sostener las caderas de la rubia, esta vez con ambas manos, por lo que Lumine volvió a arrastrarse con suavidad sobre el regazo del mago, obligandole a contener un suspiro-. Con tu permiso...

Sin esperar a que él volviera a tomar las riendas del acto, para seguir burlándose de ella, la fémina agarró con cuidadoso nerviosismo la dura extensión entre sus dedos, apuntando hacía ella. Pese a que su atención estaba más en el pene del mago y hacia dónde lo llevaba, miró de reojo a Lyney, solo para encontrar su cabeza enterrada en las almohadas, pero con la mirada hipnotizada en el espacio corto que quedaba entre sus núcleos, casi consumida en su totalidad. Lumine bajó lo suficiente para sentir el glande entrar un poco, y finalmente dio el senton para introducirlo por completo.

-¡Mhm~! No- sabía que -Pausó un momento su hablar para empujar sus caderas en la dirección de ella, intentando unir más sus carnes ya unidas a la perfección, gruñendo por lo bajo al sentirla temblar sobre él-, eras tan- tan impaciente ¡Ah!

Mordiéndose la boca, pero sonriendo para sus adentros, Lumine se elevó. La sensación de Lyney deslizándose hacia afuera, para luego volverse a unir en un sonido de chapoteo obsceno, la hicieron enviar su cabeza hacia atrás, incapaz de controlar la mano de emociones que agobiaban su cuerpo. Un empujón no tan brusco en su cabeza la hizo encontrarse con Lyney inclinado hacia arriba, perpetuando el ritmo que ella había impuesto, pero buscando unir sus labios con los amargos de la viajera.

La particularidad de la lengua que sabía a caramelo dulce del rubio, deshaciéndose en el agrio sabor a limón en la boca de ella, acrecentaba sus estímulos, y los impulsaba a buscarse con más desespero. Cuando se quedaron si aire, Lumine se apoyó en los hombros de Lyney para continuar brincando en la unión, mientras él bajó por el cuello y el pecho de la rubia, deslizando con delicadeza sus manos por el valle de irregulares cicatrices que componían la espalda de su compañera.

-Quédate- quédate adentro- -La voz nuevamente le fallaba, estaba a su límite, sentía que sus paredes estaban más sensibles, y que cualquier movimiento de él la quebraría en dos; pero se rehusaba a que él se fuera a escurrir de entre sus piernas, y evitara echar la carga afuera de ella como la primera vez. Sus piernas volvieron a amarrarse alrededor de él-. Seamos uno- Mhmm...

Su cabeza, que había permanecido oculta, disfrutando del manjar que era su cuello, la miró de lleno. Recordó la primera vez que estuvieron juntos, y como le horrorizó que ella hiciera lo mismo ¡Se puso a llorar en su hombro! Le pidió perdón por alrededor de cinco minutos seguidos por liberar su semen dentro de ella, hasta que de la nada ella empezó a reírse. Su cara debió arder con fuerza cuando ella le explicó que era imposible quedar embarazada de algún ser de este mundo, y la vergüenza evitó que su falo se pusiera erecto por un día entero, incluso si ella lo incitaba.

Ahora que lo pensaba ¿cómo sabía que ningún ser de Teyvat podría preñarla? El pensamiento de ella siquiera intentando averiguarlo con otros hombre -o criaturas- hizo su sangre hervir en celos, llevándolo a embestir con fuerza el cuerpo suave ahora a su tacto, y abrazarla con posesividad. Nunca había obviado las caderas redondas de su acompañante, y lo fértiles que se podían ver para cualquiera que no fuera él; que no supiera que ella no podía ser inseminada. Sus ojos morados se encontraron con los dorados de ella, brillando deseosos de llegar al tan esperado gran finale.

-Nous sommes un, mon chérie. -La voz, esta vez, pareció salir más profunda.

Las paredes de ella le abrazaron con fuerza, indicándole que el clímax fue alcanzado en su totalidad, emitiendo un chillido de satisfacción sonoro y rodeando con sus brazos el cuello de su compañero: buscando el soporte para enfrentar las estocadas que el seguía dando, con el fin de encontrar culminación a su predicamento de igual modo. Su erección palpitaba más seguido, y con el peso del orgasmo de Lumine fuera de la lista de necesidades para el espectáculo de ahora mismo, se dio la libertad de tocar el cielo por su propia cuenta.

¡Oh! Arcontes, ¿el cielo falso del techo de ese hotel siempre había sido tan azul?

Su semilla rodó, incluso por los muslos sensibles de la viajera. Un sonido de satisfacción escapó de los labios de la rubia, y se apartó un poco para poder plantarle un beso casi infantil en los labios.

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Paimon flotó directamente hacia las flores que decoraban la mesa del hotel, admirando lo brillantes que podían ser cuando estaban frescas. Un rubor en las mejillas de la viajera le indicaron al hada que el baile de cejas insinuantes que le dio, habían surtido el efecto esperado.

-¡Wow! Paimon piensa que Lyney cada vez se esmera más en los regalos para Tabibito -Se cruzó de brazos, sonriendo con insinuación. De un momento a otro, hizo un puchero y manoteo en el aire-. ¡Pero Paimon no perdonará que no le regale nada!

-¿Quién dice que no he traído nada para Paimon?

Ambas giraron al unísono, en dirección a la voz del gran mago, oculto de espaldas en el sofá de la esquina. Acomodó su sombrero mientras se levantaba, apareciendo de su espalda un plato de comida y ofreciendoselo a la blanquecina criatura.

Babeando con deseo, arrebató el plato de las manos del rubio, y voló con él hacia la mesa con las flores.

-Vengo a robarte a tu compañera por un par de minutos. -comentó, mientras avanzaba en dirección a Lumine, intercambiaron una mirada y sonrisa de complicidad, mientras él cogía su mano y besaba sus nudillos.

-¡Hump! ¡Paimon accede! Pero no tarden mucho.

Empezó a devorar el contenido del plato, bajo los ojos entrecerrados de Lumine. Sí, era lo mismo que venderla, pero diría que en este caso la perdonaba porque justo le apetecía ser vendida.

Al fin y al cabo, solo serían un par de minutos.

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N/A: Lyney al principio dice "Seamos uno" y luego dice "Somos uno".