La carga del egoísta.
Shou a veces se preguntaba si realmente le caía bien a la gente.
De pequeño no comprendía porque razón la gente se alejaba de él. Al principio todo estaba bien; jugaban, se divertían y por un tiempo parecía que las cosas iban a funcionar pero gradualmente la gente se alejaba, se preguntaba que hacía mal. Pensó que eran cosas de la vida, después de todos sus padres decían que las amistades jóvenes no duraban demasiado y él, quizás tratando de consolarse, les creía. Por un tiempo funcionó, hasta que llegó la secundaria.
Simplemente no lograba conectar, algo lo tiraba hacia atrás cuando se acercaba a alguien, sin darse cuenta se había instalado en él, una especie de miedo inconsciente. Más tarde se dio cuenta; el miedo al rechazo.
Era tonto, pero a veces creía que la gente le retaría por simplemente dirigirles la palabra. Nunca sucedió, pero recibió una especie de frialdad por parte de sus compañeros. No tenían interés en él, no es como si tuviera algo interesante para mostrar de todos los modos. Los trabajos grupales eran incómodos, deseaba que los recesos y la hora del almuerzo terminaran pronto y no era porque se entusiasmaba por las clases, de ningún modo.
Hubo un tiempo en que su hermano era un poco como él, por supuesto, no en la parte de marginado social que se cargaba, sino que tan solo no tenía muchas amistades, siempre iba hacia sus objetivos, se superaba así mismo todos los días, Podía dar fe de eso. Y aún así a Shou le confortaba la idea, de manera egoísta tenía que admitirlo, que su hermano fuera así de retraído.
Pero no hay muchas dificultades, por supuesto.
Siempre iba hacia adelante, con todo. Y dentro de poco hizo amigos que hasta el día de hoy aún siguen conservando tal amistad, sin sufrir el paso del tiempo. No eran muchos, pero su hermano prefería calidad antes que cantidad, metafóricamente hablando. Y Shou por un tiempo tuvo cierto resentimiento comiéndole el interior, como hormigas excavando, tratando de llegar hasta su alma. No quería, pero él era imperfecto y sus sentimientos aún más, su hermano podía controlarse. Él no, él no podía. Nadie le enseñó cómo hacerlo.
Si estaba triste; él lloraba. Si estaba feliz; lo gritaba a los cuatro vientos. Si tenía miedo; se ocultaba, y si se enojaba; gritaba. Era un revoloteo incontrolable de emociones y acciones.
Que nadie estaba dispuesto a soportar.
Deseaba tanto que alguien disfrutara de su compañía, que quisieran estar con él, ser amado.
Era un deseo trivial lo sabía, pero realmente lo quería. Llegó a avergonzarse así mismo por ello. Hacia el trabajo extra, de alguna manera chantajeaba a la gente a quedarse con él dando su almuerzo o hasta su dinero. Cualquier cosa para que tuvieran una razón para estar con él, pero sus intentos eran infructuosos, al final se aburrían y se alejaban, algunos fueron amables pero otros no tanto. El solo pensar en ello le hacía temblar, el espíritu del pasado siempre lo rozaba cuando lo recordaba.
Luego de un tiempo dejó de intentarlo, hundiéndose en la autocompasión, estaba mal pero nadie le daba más opciones tampoco.
Hasta que llegó Judai.
Cuando estaba cansado y estresado por los exámenes y la presión de sus padres por su futuro, se encerraba en su cuarto y jugaba a cierto juego de cartas, no era el mejor pero se podía defender. Hasta que se enfrentó a este usuario especialmente bueno, se había enfrentado a gente muy fuerte, pero este estaba fuera de su liga. Solo se rindió ante la derrota. Estaba pensando en dejar de jugar, se encontraba molesto en ese momento. Pero ese usuario le envió un mensaje privado, al principio iba a ignorarlo; No era la primera vez que recibía mensajes diciéndole lo malas que eran sus estrategias, pero al final decidió mirar. Estaba molesto y si este tipo quería pelea, la tendría.
Pero vaya sorpresa cuando se encontró con un mensaje diciéndole lo mucho que le gustó jugar con él, que tenía que pulir sus habilidades en algunas cosas pero que le gustaría hablar de ello. Se quedó pensando que hacer, era la primera vez que era criticado de buena manera y que hasta quería ayudar, "esto debe ser un engaño" pensó, quizás quería algo a cambio, más gemas quizás ¿Por qué más sino?.
Pero decidí hablarle, quería ver a donde iba todo esto.
Quien diría que tiempo después se hicieron amigos, nunca pensó que realmente podía hacerse amigo de alguien por un juego de cartas para niños. Tan ridículo como suena, sucedió. Incluso le invitó a un grupo de discord con gente que también era muy buena en el juego. Eran geniales y extrañamente amables, o algunos de ellos. Pero aún así era la primera vez que sentía que podía conectarse con la gente.
Su hermano se dio cuenta de su cambio de humor. Estaba más feliz, se levantaba sabiendo que había gente que esperaba verlo despierto, para hablar con él o jugar unas partidas, después de todo había mejorado bastante. Se juntaban, no tanto como le gustaría pero era mejor que antes.
Pero siendo el inseguro que es los buenos pensamientos no le duraron mucho.
En muchas ocasiones los delgados dedos de la duda le agarran cuando está desprevenido. No quería, pero no podía evitar pensar mal de sus amigos. Una vez se atrevió a preguntarle, con nerviosismo y ahínco, a Judai porqué le caía bien, y como esperaba una cálida sonrisa y sus típicas respuestas que siempre le hacían sentir completo de alguna forma.
Pero a veces, eso no era suficiente.
Sabía lo molesto que resultaba para sus amigos a veces, pero no podía evitarlo, era de ser hiperactivo, melodramático y exageraba muchas las cosas. Intentaba contenerse, controlarse, pero a veces eso solo lo empeoraba, como si estuviera cavando un pozo que al final terminaba por convertirse en un geiser, incontrolable y no deseado. Él sabía que esos pensamientos jamás lo dejarían mientras siguiera siendo así, pero ¿Qué más podía hacer? Si no cambiaba ¿lo abandonarían? esperaba que no.
Ya había olvidado lo que era estar solo.
A veces tenía el pensamiento pasajero que merecía un poco de esta felicidad, pero era ofuscado por el pensamiento de que quizás su felicidad era a costa de otros. Sin embargo, hasta ahora sus amigos seguían con él ¿lo aceptaban como era o lo toleraban? Estos pensamientos lo atormentaban todas las noches. Pero aún si fuera así, su lado egoísta; que lo acompañó siempre, la sombra de su personalidad que nunca lo abandonó, le hacía ignorar tal posible hecho.
Y al final del día, era lo único que le ayudaba a seguir de pie.
No estaba bien, pero a fin de cuentas él siempre fue imperfecto.
¡Gracias por leer! :) La verdad esta historia ya la había publicado hace un tiempo en Ao3, pero se me había olvidado publicarla por aquí ¡Asique acá esta!.
De vez en cuando me gusta escribir estos cortos, un poco melancólicos, sí. Shou es un personaje tan diverso que realmente encaja en muchas de mis ideas. Asique no te extrañe si aparece en casi todas mis historias jaja. Bueno, espero publicar pronto otra vez. Saludos.
