- ¡Mamá! -
Cerró los ojos y enterró el rostro entre sus manos. Apenas habían pasado cinco míseros minutos desde que la había dejado en la sala con la niñera. Ni siquiera había alcanzado a hervir el agua para la pasta ni mucho menos cocinar la carne.
- ¡Mamá! -
Con un profundo suspiro salió de la cocina. Estaban jugando y bailando mientras veían la televisión. ¿Por qué estaba llamándola? Claramente no la necesitaba.
- Cariño - la pequeña castaña se dio la vuelta y le dedico una de sus grandes y hermosas sonrisas que lograban hacerla olvidar todo. ¿Qué más daba si se atrasaba con la cena? - ¿Qué bailan? -
Se quito los zapatos y entro en la alfombra de goma.
Pasaron un rato bailando, riendo y cantando. Eran estos los momentos por los que disfrutaba la vida. Hace dos años sentia que debía cumplir con tantas cosas, pero ahora solo tenía que hacer feliz a una pequeña criatura que siempre la amaría incondicionalmente.
Escucharon el clic de la puerta y ambas pegaron un grito. Ikta, la niñera, solo reía de como Elanna saltaba emocionada en el mismo lugar.
- ¡Papá! ¡Papá! - gritó mirando a su mamá que esperaba igual de impaciente por el hombre que acababa de entrar.
- ¿Dónde está mi pequeño monstruo? -
Rió negando con la cabeza. Odiaba que le dijera de ese modo, pero a Elanna parecía encantarle porque cada vez que lo oía chillaba aun más fuerte, si eso era posible.
Cuando lo vió aparecer por la puerta, todo su cuerpo se estremeció. Aún después de cinco años, todavía tenía ese efecto en ella. Enamorada como una adolescente.
Con el corazón agitado, el estómago revoloteando y las manos sudorosas se acercó y lo besó con suavidad.
Como siempre, él tomó su cintura y profundizó solo un poco el beso, antes de que la pequeña Elanna se acercara y los obligara a separarse.
- No, no, no - masculló y estiró sus pequeños brazos para que su padre la alzara.
- ¿Acaso no tengo derecho de besar a mi esposa? -
- No, no, no - respondió riendo y recibiendo todos los besos que se suponía eran de su madre.
- Iré a terminar la cena - dijo sonriendo mientras se alejaba apenas un par de pasos.
- Hermione - se detuvo ante la seriedad en la voz de su esposo, quedándose quieta mientras le indicaba con la cabeza que lo esperara en el despacho que compartían. - Ikta, ¿puedes quedarte con este pequeño monstruo? Ya vuelvo amor - la beso en la mejilla y se la entrego a la joven que la llevó directo a la alfombra para seguir bailando.
Espero junto a la mesa repleta de libros, acariciándose el pecho. Había tenido una extraña sensación durante todo el día. Una presión, un sentimiento, una angustia... No sabia como describirlo.
No se movió cuando unas gentiles manos la rodearon y una nariz se enterró en su cabello. Solo dejo caer el peso de su cuerpo contra su pecho y se entregó al pequeño momento de calma.
- ¿Qué ocurre? -
Usualmente se escapaban unos minutos al día para tener tiempo a solas. No era extraño que él la invitara al despacho o al cuarto, pero sabía que esta vez no era por un momento de calma o por un poco de sexo.
- Potter ha aparecido hoy -
Su cuerpo entero se puso en tensión. Le dolieron las piernas y pudo sentir como su temperatura corporal descendía un par de grados. Todo el calor a su alrededor se esfumo y comenzó a temblar.
- ¿Lo sabe? -
- No, por la forma en que me amenazó y atacó, esta claro que no tiene idea de nada - sus fuertes brazos la apretaron un poco más y la contuvieron de la manera más exquisita posible.
- ¿Entonces? -
- No tengo idea de como dio conmigo, solo se que cree que te tengo secuestrada o ya te asesine -
Se dio la vuelta lentamente entre sus brazos y echo la cabeza solo un poco hacia atrás para poder verlo con mayor claridad.
Cada día se le hacia más guapo, con su cabello rubio y sus ojos grisáceos, los años le estaban sentando de maravilla. Subió su mano y acaricio suavemente su mejilla.
- Es lo que pretendías hacer - ambos esbozaron una sonrisa cómplice. - No logro entender como te encontró -
- La magia cada día se concentra más, no tenemos idea si la maldición puede ser rastreada -
En absoluta sincronía, caminaron hasta el sofá en medio del cuarto. Se recostaron y pensaron. El silencio era absoluto, excepto por el tic tac del reloj.
- Creo que puedo sentirlo, cuando esta cerca - se incorporo solo un poco para poder verlo a los ojos.
- ¿Cómo? -
- Es extraño, hoy tuve una sensación durante todo el día. Una presión en el pecho que casi dolía - volvió a llevar una mano a la zona donde sentia que estaban apretándole. - Estoy segura que puedo sentirlo. O más bien, su magia puede sentirlo -
- Necesitamos irnos, no puede encontrarte - la angustia se deslizo en su voz, el miedo y la incertidumbre se asentaron en el aire.
Ambos lo sabían, pero ninguno quería hacerlo. Tenían una buena vida, un buen empleo y muy buenos amigos. No querían huir y exponer a su hija a todo el peligro del que por fin creían que se habían librado.
- ¿Y si intento hablar con él? Quizas ent...
- Ni se te ocurra, apenas te vea...
- Jamás me haría daño -
- ¿Segura? Si mal no recuerdo, es justo lo que estaba tratando de hacer cuando te ayude -
- Draco...
- No Hermione, esta decidi...
No pudo terminar la frase. Una explosión en el frente de la casa los hizo levantarse y salir corriendo.
Cuando llegaron a la sala, estaba absolutamente desierta. El grito de Hermione retumbó por toda la casa, mientras Draco gruñía y comenzaba a recorrer cada espacio en busca de su hija. No había señales ni de Elanna ni de Ikta.
- Draco... -
Se acercó a su esposa y se quedo igual de quieto que ella cuando vio el papel sobre la mesa del comedor.
Quiero mi magia de vuelta
No estaba firmada, así que podía pertenecer a dos personas, y ninguna de las dos era un buen augurio a su vida.
Se acababan de llevar a su hija y la estaban usando de intercambio.
Sentía la ira bullir en su interior, como la magia fluía dolorosamente desde la piedra en su collar hasta su centro. Su respiración se agitó y cada músculo de su cuerpo ardió. La piedra estaba perdiendo efecto y se estaba colmando de magia que no era la suya.
- Draco, necesitamos ayuda - logró mascullar suavemente antes de caer en una profunda oscuridad.
