Algunas veces el Amor es…
Por: Escarlata
Precure pertenece a Toei, el plot es mío.
Parte 12 Al Final el Amor es…
Ya todo estaba listo para que partieran al pueblo de Nagisa al día siguiente. Honoka ya tenía permitido ir del dormitorio a la cocina y al cuarto de baño sin que le pelearan volver a la cama. No necesitó medicina, sólo descansar y alimentarse bien sin excederse. Nagisa no quería alejarse de su lado, estaba prácticamente pegada a Honoka desde que la rescataron.
"¿Necesitas más agua? ¿Quieres otro postre? La abuela preparó más", dijo Nagisa mientras acomodaba por enésima vez las almohadas de su futura esposa. "¿Qué necesitas?"
"Me vendría bien un abrazo," fue la respuesta de una enternecida Honoka. El afecto de Nagisa era exagerado pero no la culpaba, de haber sido el caso contrario, se estaría comportando exactamente igual que su Prometida. Ya había comido y bebido suficiente, el postre de fresas que hizo su abuela siempre era suave con su estómago pero ya había llegado a su límite y no quería una indigestión.
Nagisa se sonrojó y no tardó en sonreír. Abrazó a Honoka como ésta se lo pidió. Lo hizo suave pero firme, sin ninguna intención de soltarla tan pronto, de hecho se acomodó en la cama mientras Honoka rodeaba su cintura con ambos brazos y descansaba su cabeza en el pecho de Nagisa. Ambas suspiraron de comodidad.
"Ya casi es hora de dormir, mañana saldremos temprano. ¿Nos dormimos de una vez? Así estaremos descansadas", dijo Honoka sin soltar a Nagisa. Admitía que le gustaba mucho cuando Nagisa era la que le prodigaba todo ese cariño físico, normalmente era muy tímida e incluso caminar tomadas de las manos solía sonrojarla. Tampoco le molestaba verla sonrojada y con su lindo gesto de pena, pero iba a disfrutar cada momento antes de que su linda guerrera regresara a la normalidad.
"Oh, de acuerdo, deja le aviso a la abuela y me preparo para dormir", respondió Nagisa y besó la frente de Honoka antes de soltarla suavemente y levantarse de la cama. "Traeré más agua por si te da sé en la noche".
La guerrera se apresuró a la cocina, donde la abuela terminaba de alistar una canasta de regalo que quería darles a los padres de Nagisa, los mejores dulces hechos por ella misma, también quesos, mermelada casera de fruta fresca de temporada y botellas de la mejor cosecha de la cava privada de los Yukishiro. Y chocolates desde luego, los más finos.
Nagisa se detuvo en seco mientras sentía el fuerte aroma de los chocolates. Salivó de inmediato, Sanae la vio y rió.
"Oh, Nagisa. ¿Puedo ayudarte en algo?"
"Sólo vine por más agua para Honoka, por si le da sed en la noche", respondió Nagisa mientras miraba a la abuela y a los chocolates en la mesa a turnos. Tragó saliva y se aclaró la garganta. "Vamos a dormir ya".
"Descansen bien, Nagisa, tenemos que llegar a tiempo a tu pueblo para tu cumpleaños", dijo la abuela con una sonrisa y sacó un chocolate de la alacena, se lo dio a la guerrera. "Ten. De todos modos llevaré chocolates para que comas en el viaje".
"¡Gracias, abuela!" Nagisa alzaba orgullosamente su estandarte de golosa, devoró el chocolate ahí mismo. "Le va a encantar mi pueblo, a Honoka le gustó mucho. Y mi familia va a adorarla a usted también".
"Me basta saber que recibieron bien a mi Honoka para saber que yo también seré bien recibida".
Nagisa rápidamente llenó una jarra de agua y tomó un vaso apenas se terminó su chocolate, ningún dulce duraba mucho tiempo si ella estaba presente. "Honoka ya estará bien para cuando lleguemos, ¿verdad? A ella le gustó mucho pasear en mi pueblo y no quiero que se quede en cama luego de que lleguemos"
"Honoka ya se encuentra bien, te lo aseguro", respondió una divertida Sanae, el comportamiento sobreprotector de Nagisa era comprensible, sabía que Honoka se dejaba consentir por su futura esposa. "Pero te encargo que duerma bien ésta noche, debe estar descansada para cuando lleguemos. Yo también quiero conocer tu pueblo, Honoka no dejó de platicarme del sitio luego de que llegaron de viaje".
Nagisa sonrió. Sabía que Honoka ya estaba en condiciones de andar por sí misma y salir de casa, pero seguía con un temor clavado en el pecho. Esos sujetos se la llevaron como si nada. Ya no había riesgo alguno pero el sólo pensar que la separaron de Honoka con mucha facilidad la hacía sentir intranquila.
Sanae supo leerla.
"Cuando comiencen a viajar, de lo único que tendrán que preocuparse es de los ladrones de caminos, y de esos sabes encargarte muy bien, ¿verdad?"
Nagisa se sobresaltó un poco pero no tardó en asentir a la abuela. "Lo siento, es que… Pensar que Honoka de repente ya no regresó a casa…"
"Comprendo tu miedo, pero si algo te puedo aconsejar, es que si siguen meditando juntas, llegará un momento en que podrás percibirla sin importar dónde estén", dijo la abuela con una sonrisa suave mientras le daba otro chocolate a Nagisa. Se llevó una mano a la boca como si quisiera guardar en secreto lo siguiente que iba a decir, había un tono pícaro en su voz. "Y su lazo se va a reforzar si las dos profundizan su relación luego de la boda".
Nagisa tardó exactamente tres segundos en comprender lo que la abuela Sanae quiso dar a entender. Se puso roja hasta las orejas, devoró su chocolate y escapó de la cocina con la jarra de agua y los vasos en las manos.
"¡B-Buenas noches, abuela!"
Sanae se echó a reír suavemente y siguió con sus preparativos.
La guerrera llegó al dormitorio vuelta un tomate rojo y maduro. Suspiró hondo mientras dejaba el agua en la cómoda junto a la cama, Honoka seguía recostada como buena chica.
"Listo, traje agua, vamos a dormir", dijo Nagisa luego de aclararse la garganta. Estaba lista para alistarse para dormir, pero miró a Honoka de reojo y las palabras de la abuela hicieron eco en su cabeza hueca. Sacudió la cabeza y rápidamente se cambió de ropa. "Saldremos temprano, me encargaré de que descanses bien".
"Gracias, Nagisa. Realmente te has encargado de que no duerma hasta la madrugada leyendo libros", comentó Honoka con tono divertido.
"Sé que ya estás sana, pero quiero que estés en buenas condiciones para cuando lleguemos a mi pueblo. Vamos a pasear con la abuela, tenemos que mostrarle todo", ya vestida con ropa ligera para dormir, apagó las velas y se recostó junto a su Prometida.
La joven pareja se abrazó con cariño, con firmeza. Nagisa nuevamente fue atacada por un agradable calor en el cuerpo mientras su corazón se aceleraba. Honoka se contentaba con sentir la calidez y el cómodo aroma de Nagisa, admitía que se sentía bien ser consentida por su compañera. Ambas suspiraron al mismo tiempo.
"Hueles a chocolate", murmuró Honoka contra la camisa de Nagisa.
"La abuela me dio unos, está preparando una canasta de regalos para mis padres", respondió Nagisa en voz igualmente baja, como si quisiera que sólo Honoka la escuchara a pesar de saber que estaban solas en el dormitorio. "A mis padres les encantará el regalo".
"No podemos llegar con las manos vacías con tu familia, quiero pedir formalmente a mi futura esposa a sus padres", dijo Honoka con tono jocoso y rió lindamente al sentir a Nagisa casi saltar entre sus brazos.
"¡Oye! No soy una doncella de casa como tú, seré yo quien te pida primero ante mis padres y la abuela", peleó una enrojecida y ofendida Nagisa, pero Honoka no dejaba de reír y eso la ruborizó más.
"No si yo lo hago primero", fue la dulce provocación de Honoka entre pequeñas risas. "Y frente a todo el pueblo además".
Eso ya era un reto. Una embravecida Nagisa arremetió a su Prometida con un ataque de cosquillas. Honoka comenzó a reír y a tratar de quitarse a Nagisa de encima, pero la diferencia de fuerza era notoria y Honoka tenía todas las de perder, no tenía la fortaleza para pelear físicamente contra Nagisa, pero sí uno o dos trucos. Aprovechó que Nagisa se acercó a ella para girar su rostro y atrapar sus labios en un beso duro y torpe, culpa de las circunstancias.
Nagisa detuvo sus manos en seco y se sujetó de la manta de la cama. Estaba encima de Honoka pero era ésta última quien tenía control del beso y de la posición. La piel de la guerrera se erizó al sentir que los dedos de Honoka se enredaban en su nuca, apresándola dulcemente mientras seguía besándola varios segundos más antes de dejar sus labios en paz y sonreírle.
"No puedo creerlo", murmuró Nagisa mientras se lamía los labios. Los besos de Honoka sabían mejor que el chocolate.
"Creo que no importa quién lo pida primero, lo importante es que nos casaremos pronto y podremos viajar juntas", dijo Honoka con un tono amoroso mientras acariciaba el cabello de su compañera con sus dedos.
"Esa… Esa idea me gusta", respondió con un suspiro. Miró a Honoka con gravedad. "Me da miedo que algo te pase y yo no pueda cuidarte", confesó.
Honoka miró unos segundos a Nagisa antes de abrazarla contra su pecho. La pareja se sujetó con fuerza y Nagisa respiró hondo, llenándose las narices con el aroma fresco de Honoka, sonrió a pesar del miedo que aún sentía por lo sucedido hace tan sólo unos días.
"Es normal que nos preocupemos la una por la otra, algunas veces el amor no es siempre estar felices y sin problemas", explicó Honoka. "Siempre he confiado en tu fuerza y habilidad y a pesar de eso", acarició la espalda de Nagisa, "siempre me dio miedo que algún oponente te diera un mal golpe y te lesionara de gravedad. Siempre me sentí asustada en tus peleas".
Escuchar eso obligó a Nagisa a encarar a Honoka, estaba bastante sorprendida con esa confesión.
"No lo sabía".
"Nunca te lo dije para no preocuparte, era importante para mí que estuvieras concentrada".
"Entonces… Es… Es normal que me preocupe por ti y tú por mí".
"Bastante normal", asintió Honoka. "Estaremos rodeadas de peligros como cualquier otra persona, pero si sólo pensamos en lo que podría pasarnos, viviríamos siempre con miedo y no saldríamos a ningún lado, ¿no lo crees?" Preguntó mientras peinaba el cabello de la frente de su guerrera con sus dedos.
"No me gustó que te arrebataran de mi lado con tanta facilidad", reprochó Nagisa mientras alejaba la mirada. Cerró un ojo al sentir un beso en la mejilla. "No quiero perderte".
"No puedo prometerte que no volverá a pasar, pero sí te puedo decir que ya no estamos en la misma situación, ya nadie nos perseguirá con intensión de separarnos. Si llegamos a estar en peligro, quizá sea por algunos ladrones de caminos, pero eso ya será algo más allá de nuestro control", Honoka no quería decir algo tonto como que nada malo les pasaría a partir de ese momento, eso no era realista. "Tú me cuidarás a mí y yo a ti, ¿qué dices?"
"Me gusta esa idea", respondió Nagisa luego de un hondo suspiro. Y de nuevo fue atacada con las palabras de la abuela. Se puso roja mientras miraba a Honoka a los ojos. Antes de que su mente viajara a escenarios inapropiados que involucraban a la siempre hermosa Honoka, alejó el rostro. "Vamos a dormir".
"¿Me puedes dar un beso de las buenas noches?" Preguntó una pícara Honoka al ver a Nagisa avergonzada. No sabía con exactitud qué pensamiento puso tímida a su futura esposa pero sin duda se veía muy linda así.
La guerrera se acomodó de costado en la cama, frente a frente con Honoka, y le dio un veloz beso en la punta de la nariz. "Listo. Buenas noches", dijo Nagisa con gracioso tono apurado antes de volver a meterse entre los brazos de Honoka y esconder su rostro en su cálido y suave pecho.
Honoka rió antes de envolver a Nagisa entre sus brazos una vez más.
"Buenas noches, Nagisa".
~o~
El viaje en carroza estaba siendo bastante rápido, contaban con dos veloces y resistentes caballos hechos para viajes largos, ésta vez no fue necesario llevarse a sus propios corceles, estaban bajo el cuidado de un granjero local mientras no estaban. Volverían por ellos apenas pasara todo el asunto del cumpleaños de Nagisa y la petición formal de matrimonio.
Todos en el pueblo se iban a volver locos de la alegría y harían una gran celebración.
"Hacía mucho que no pasaba por ésta región", dijo Sanae mientras miraba el paisaje por la ventana.
"Honoka me contó que usted viajó mucho cuando era joven", comentó Nagisa mientras comía una rebanada de pan con miel. También miraba por la ventana cada tanto.
"Así es. Algunos paisajes se ven iguales pero otros han cambiado mucho en estos años".
"¿Te gustaría viajar con nosotras, abuela?" Propuso Honoka pero no pudo agregar más, la mayor negó con un gesto calmo y suave.
"Ya viajé todo lo que debía viajar, querida", respondió Sanae de inmediato. "Es su turno de conocer todo lo que puedan conocer. Además mis viejos huesos ya no están para cambios de clima y altura", agregó con una risa pequeña.
Honoka sonrió, Nagisa soltó una pequeña carcajada.
"¿Pero de qué habla, abuela? Yo la veo bastante fuerte como para recorrer todo el reino de norte a sur", dijo la guerrera con marcado buen humor.
"Pensaré en la propuesta, pero estos días que siguen serán días para ustedes dos, quiero que los disfruten plenamente", dijo y ambas chicas asintieron. "Además quiero ver cómo quedó todo luego del trabajo que hiciste, Honoka".
"¡Mi región se ve más hermosa que nunca!" Exclamó Nagisa y abrazó a Honoka de manera juguetona. Ambas rieron.
"Hice todo lo que pude, me ayudó a saber qué tanto puedo hacer con ayuda de los Espíritus", dijo Honoka sin despegarse de Nagisa.
"Sé que ambas sabrán darle un uso adecuado a sus habilidades, sólo recuerden que deben mantenerse fuera de la atención de la Orden Espiritual", dijo y ambas chicas asintieron.
La plática siguió entre esos y otros temas, el viaje estaba siendo bastante tranquilo, veloz y entretenido. La abuela tenía muchas historias, Nagisa también en todo caso, pronto sería el turno de Honoka de viajar más y llenarse de historias para contar a su abuela, para llenar bitácoras de viaje como hicieron sus padres.
~o~
El familiar paisaje tenía a Nagisa con una sonrisa tatuada en el rostro. Honoka parecía contenta y la abuela se mostraba emocionada por visitar la zona, hacía muchos años que no pasaba por ahí y en serio se sorprendió de ver todo tan lleno de vida y actividad. Los Espíritus en especial estaban llenos de vitalidad y no podía evitar sentirse orgullosa de su Honoka. Sabía que llegaría lejos no sólo por su poder, también por su noble corazón, su fuerte carácter, su cabeza brillante y su amor por la guerrera a su lado.
La carroza iba lenta ésta vez, lo que permitió que los curiosos pobladores se acercaran a ésta y se emocionaran al ver a Nagisa en compañía de Honoka una vez más. La voz rápidamente se corrió y todos comenzaron a reunirse en la plaza del pueblo para recibirlas. No sólo llevaban el regalo para los padres de Nagisa, ésta última quiso llevar dulces, quesos y vinos para todos. Los consiguió como compensación por lo sucedido con el Consejo, todos eran productos de buena calidad, confirmados por Honoka, la abuela y los Fujimura.
"¡Estoy en casa!" Clamó Nagisa apenas asomó medio cuerpo por una de las ventanas de la carroza. Todos le dieron la bienvenida de manera ruidosa y alegre. De hecho sus buenas amigas Shiho y Rina fueron corriendo hasta ella y la sacaron de la carroza por culpa de un brusco abrazo.
"¡Bienvenida, Nagisa!"
"¿Qué nos trajiste?"
El saludo a Honoka fue más pacífico y cálido por parte de los pobladores, y por supuesto que también recibieron a la abuela Sanae con los brazos a abiertos. La familia de Nagisa también estaba ahí. De hecho Takeshi y su hijo dejaron la forja para ir a recibir a su hija y saber por qué ésta vez todo era más escandaloso que de costumbre.
Nagisa de inmediato comenzó a repartir los regalos que traía para todos mientras las Yukishiro saludaban a los Misumi.
"Nos alegra verte de regreso, Honoka", dijo Rie mientras le daba un maternal abrazo a la chica. "¿Cómo has estado?"
"Bien. Han pasado muchas cosas de las que ya les contaremos", dijo Honoka. Guardaría la historia de su secuestro para la hora de la comida. "Ella es mi abuela Sanae".
"Mucho gusto en conocerlos. Honoka me ha platicado de ustedes y lo bien que la recibieron. Tenía muchas ganas de conocerlos", dijo la abuela mientras tomaba las manos de los padres y el hermano de Nagisa a turnos. Enseguida les ofreció la canasta de regalo que estuvo preparando cuidadosamente para ellos. "Acepten esto como muestra de mi aprecio".
"¡Oh! No debió molestarse", dijo Rie mientras su esposo tomaba la canasta con ambos brazos. "Pero apreciamos mucho el regalo, gracias".
"Oh, hay vinos y quesos, ¡también dices!" Dijo Takeshi con alegría. "Disfrutaremos mucho éste regalo. Gracias", hizo una ligera inclinación. "¿Vamos a la casa? Seguramente vienen cansadas del viaje, deben tener hambre".
"Me encantaría, muchas gracias. Estamos aquí para celebrar el cumpleaños de Nagisa junto con ustedes y sus amigos", respondió la abuela. "Pero antes, quizá deberíamos aprovechar que todos están aquí, ¿no lo crees, Honoka?" Sanae miró a su nieta mientras decía eso.
Honoka reaccionó a esas palabras, Nagisa también a pesar de estar peleando con los niños mientras les repartía sus chocolates de manera (des)ordenada.
Era el momento perfecto y ambas querían ser la primera en pedir la mano de su compañera ante todos. Nagisa lanzó los dulces al aire y dejó que los niños se las arreglaran para repartirse todo. Honoka se acomodó la blusa y caminó hacia Nagisa con paso firme, la guerrera hizo lo mismo. La manera en que ambas chicas se encaraban, como si fueran a enfrentarse, hizo que todos los presentes pusieran atención, confundidos. Los padres de Nagisa tampoco sabían qué estaba sucediendo. Sanae sonreía.
Nagisa y Honoka se encararon debidamente en medio de todo el embrollo y asintieron la una a la otra, antes de ir a donde sus familias estaban. Ambas se inclinaron al mismo tiempo, Honoka ante los padres de Nagisa y Nagisa ante la abuela Sanae.
"¡Señores Misumi!" "¡Abuela Sanae!"
"¡Quiero casarme con Nagisa! ¡Pido su bendición y consentimiento!" "¡Quiero casarme con Honoka! ¡Por favor, denos su bendición!"
Luego de la petición hubo silencio… Y después un grito general de sorpresa y asombro. Ambas chicas estaban rojas, nerviosas y felices, ¡tenían todo un aluvión de emociones que aceleraba sus latidos y las tenía con las mejillas rojas! La primera en reaccionar fue Rie, que abrazó a ambas chicas mientras soltaba unas lágrimas de contento.
"Por supuesto que tendrán nuestra bendición", dijo la madre de Nagisa mientras besaba las frentes de ambas jóvenes.
Takeshi pronto se unió al abrazo, aunque de manera más brusca, mientras los demás pobladores y amistades de Nagisa las felicitaban con gritos, silbidos y aplausos.
"Vamos a la casa para que descansen y nos cuenten qué planes tienen para su boda", dijo Takeshi, animando a su hija e invitadas a entrar a la casa. Miró a su hijo. "Ryouta, por favor ve a cerrar la herrería", luego miró a sus vecinos y amigos. "¡Ésta noche todos celebraremos el compromiso matrimonial de mi hija!" Anunció y todos gritaron, apoyando la moción.
Uno de los vecinos se ofreció a llevar a los caballos a descansar a su establo, y Sanae, desde luego, le pagó por la comida y la fruta para los animales, el hombre no pudo negarse.
Ya en casa de los Misumi, anfitriones e invitadas podían hablar de los temas importantes, comenzando del porqué las chicas decidieron casarse. Era obvio que el amor nació entre ambas gracias a la convivencia y a todo lo que pasaron. Resultaron funcionar bien juntas. Pero el tema que preocupó a Rie y a Takeshi a pesar de ser un tema ya resuelto, fue lo sucedido con Honoka y el Consejo de la Capital.
"¿Entonces ya no estás en peligro?" Preguntó Rie, tomando una de las manos de Honoka.
"Ya los culpables están tras las rejas y el asunto arreglado. Tengo el respaldo del Rey y todos en la ciudad", respondió Honoka, tratando de tranquilizar a su ahora suegra. "Le aseguro que todo está bien ahora".
"Fue una horrible experiencia que no quiero que se repita, pero ya todo está bien, se los aseguro", continuó Nagisa, ayudando a Honoka a tranquilizar a sus padres. "Pude rescatar a Honoka y esos tipos nunca más volverán a molestarla".
"Doy fe de ello", intervino la abuela, "todo el peligro que rodeaba a mi Honoka, ha desaparecido".
"Honoka ya es libre de tomar el control de los negocios de sus padres, ¡vamos a viajar juntas!" Informó Nagisa con emoción.
"Pero tú no sabes de números ni de negocios, hermana", replicó Ryouta entre bocados, todos comían, era hora de comer después de todo.
"Ah, yo…" La guerrera se sonrojó.
"Ella no sabe de negocios, pero sin duda sabe tratar con las personas, y en los negocios no sólo se requiere conocimiento en números y contratos, también se necesita tratar con las personas y entender qué es lo que necesitan y lo que pueden ofrecer", explicó Honoka con tono vehemente, obviamente defendiendo el honor de su futura esposa. "En eso, Nagisa tiene mucha más experiencia que yo. Es mi compañera perfecta".
Ryouta sonrió de manera traviesa. "En serio te quiere, hermanita, cuídala mucho".
"¡Oye! ¡Yo la cuidaré con mi vida! ¡Siempre ganaré cualquier batalla para volver a su lado!" Declaró Nagisa con voz fuerte y firme, incluso se puso de pie con su cuchara al aire… Y al darse cuenta que todos le miraban, se apenó y se refugió en los brazos de su futura esposa. "Honoka, son malos conmigo".
Todos rieron y siguieron conversando, había muchas cosas qué planear, la primera de ellas era la fecha de la boda.
"Podré casarme luego de mi cumpleaños, cuando tenga la edad legal para casarme", dijo Nagisa. "Sé que es pronto pero… ¡Me gustaría que nos casáramos el día de mi cumpleaños!"
Esas palabras tomaron a Honoka por sorpresa, pero no tardó en sonreír. "La idea me encanta, hagámoslo".
"¡Haberlo dicho antes!" Exclamó Takeshi, "¡tenemos que preparar una gran fiesta!"
"Y pedirle al jefe del pueblo que oficie la ceremonia", Rie incluso se puso de pie.
"Oh, entonces me encantaría ayudar con los preparativos del banquete y los vestidos", fue el turno de la abuela de hablar.
"Tenemos un par de días, puedo prepararles un regalo", dijo Ryouta, serio.
Ver a todos tan animados con la boda hizo sonreír a la joven pareja. Tenían muchas cosas qué preparar. Ya querían que pasaran esos días para poder casarse lo más pronto posible, no había necesidad de esperar más.
~o~
"¿Segura que no te ajusta mucho? Tuvimos que apresurarnos con los vestidos", dijo Rie mientras ayudaba a Honoka a vestirse.
Nagisa era preparada por la abuela Sanae en otro cuarto. Las futuras esposas se verían las caras cuando comenzara la ceremonia.
"Me queda muy bien, muchas gracias, señora Rie", respondió Honoka con una emoción que no podía ni se preocupaba en ocultar.
Rie se ofreció a vestir a Honoka para tan importante ocasión a falta de su madre. La tradición decía que la novia (en éste caso dos novias) debía vestir un vestido nuevo de lino blanco, con las flores más coloridas de la temporada en su cabello y en un ramo, y que debía ser llevada por su madre o su padre hasta dejarla de la mano de su futura pareja. Rie sabía que la jovencita no tenía ni padre ni madre, sólo una abuela que la quería mucho pero que tenía otro papel en la boda, que era ayudar a bordar flores en los vestidos, flores que significaban prosperidad y abundancia.
Ella entregaría a Honoka, su esposo entregaría a Nagisa.
"La ceremonia será pronto, ya las chicas del pueblo prepararon los ramos", dijo Rie y tomó a Honoka por los hombros. Casi lloraba. "Me alegra mucho que mi Nagisa encontrara a alguien tan especial como tú. Las dos llegarán muy lejos".
"Yo soy la que está agradecida con todo por haber puesto a Nagisa en mi camino", respondió Honoka, tomando una de las manos de Rie en su hombro. "Estoy feliz de haber expandido a mi familia con personas tan maravillosas como ustedes".
"Oh, pequeña Honoka, bienvenida a la familia", Rie ya no resistió y abrazó a Honoka brevemente para no desacomodar nada del vestido ni su peinado. Rápidamente le puso un poco de color en los labios. "Ya estás lista, esperemos a que nos llamen".
"¡Sí!"
Mientras, afuera, Nagisa esperaba nerviosamente junto a su padre. Ya que estaban llevando la ceremonia en su propio hogar y pueblo, era ella la que debía recibir a Honoka según marcaba la tradición. Su padre estaba a su lado.
"Te ves preciosa, Nagisa", dijo Takeshi, luchando contra el impulso de alborotarle el cabello. No quería despeinarla, su pequeña se veía preciosa con flores en su cabeza y el vestido que todas en el pueblo hicieron.
"Gracias, papá", Nagisa apenas tenía palabras. Su sencilla celebración de cumpleaños por la mañana estaba siendo eclipsado por la fiesta más grande que significaba su boda. Se sentía feliz porque toda la gente de su pueblo estaba presente y estaban recibiendo de buena gana a Honoka como su nueva familia. No podía dejar de sonreír. "En serio me voy a casar".
"Y te prometo que cada día será tan divertido como tú lo quieras. Esto es trabajo de dos, no lo olvides", dijo Takeshi, dándole una cariñosa palmada en la espalda.
"No, papá. Siempre me he divertido con Honoka, incluso cuando logro que no haga nada", dijo con una risa pequeña.
Takeshi iba a decir algo más, pero el Anciano del pueblo mandó a todos a callar y pidió que la futura esposa de Nagisa se presentara.
Era hora de la tan esperada boda entre Nagisa Misumi y Honoka Yukishiro.
~o~
"Al final, el amor que ustedes van a compartir, es un trabajo constante que deben estar dispuestas a seguir cultivando y nunca darlo por sentado, es un asunto de dos. Ustedes son un equipo a partir de ahora y llegarán tan lejos como ustedes mismas se lo permitan".
Nagisa se sentía lista para partir, su hermoso corcel negro estaba ensillado. Honoka terminaba de alistar sus documentos, ambas llevaban suficiente dinero y todo lo necesario para viajar al primero de sus trabajos.
La joven pareja regresó casada a la Capital y recibieron los buenos deseos de todos los vecinos, de hecho hubo otra celebración y muchos regalos, ¡incluso recibieron un regalo de parte del mismísimo Rey! Todo parecía ser un hermoso sueño. No podían creer que muy pronto saldrían a su primer viaje, con Honoka siguiendo finalmente los pasos de sus padres. Nagisa estaba lista para trabajar a su lado, no podía esperar un mejor futuro que ese.
"¿Tienes todo?" Preguntó Nagisa apenas su esposa subió a su corcel blanco.
"Sí, todos los documentos y lo que necesitaremos para el viaje", respondió Honoka. "Mi abuela dice que ella y Chuutaro estarán esperando por nosotras para saber cómo nos fue en nuestro primer viaje de negocios", dijo con alegría. Chuutaro era el perro herido que encontraron durante lo sucedido con su secuestro. Le debían mucho al pequeño y la abuela decidió adoptarlo. El can le haría compañía a la abuela en ausencia de la pareja.
"¿Nos vamos?" Preguntó Nagisa, lista para partir a su primera aventura juntas.
"Sí, ¡vamos!" Respondió una animada Honoka.
Ambas se dieron un beso breve y dulce antes de hacer que sus caballos galoparan a toda velocidad. Tenían todo un viaje por delante.
Un viaje juntas de toda la vida.
FIN
