Disclaimer: Todo crepúsculo pertenece a Stphanie Meyer.

Bella POV:

Mi cabeza estaba en otra parte, mientras trataba de hacer la cena para Charlie y para mí. Pensaba en todo lo que había pasado hoy. Conocí a Edward y él realmente era un vampiro.

Me sentí esperanzada, tal vez, solo tal vez, existiera una posibilidad de que todo lo que había soñado se hiciera realidad. Que él me amara y pudiera hacer realidad todas las cosas buenas que pasaron en mi sueño y evitar las cosas malas.

Añoraba esas noches en las que se quedaba conmigo en mi habitación, aunque no había sido real. Añoraba las visitas al prado, nuestras pequeñas bromas sobre mis momentos humanos y mi torpeza. Añoraba cómo él deslumbraba a los incautos humanos, yo primero en la lista. Quería molestarme con él por reírse de mí. Quería ser todo para él, tal como él lo era para mí. Suspire. Añoraba todo lo que había soñado con él, pero lo que más deseaba, lo que más necesitaba era a mí hija.

Mi pequeña bebé, mi pequeña pateadora. Ahora que sabía que él existía, mis esperanzas de tener a esa preciosa criatura entre mis brazos aumentaron.

Me sorprendió que, yo nunca había deseado ser madre, pero todo lo que "soñé" se sentía tan real, se sentía tan correcto y tan perfecto, tener a esa pequeña niña entre mis brazos. Mis brazos que ahora estaban vacíos, como si hubiesen sido hechos para tener a esa niña acunada en ellos. No pude evitar derramar algunas lágrimas, cada vez que pensaba en ella no pude evitar llorar, se sentía como una enorme roca sobre mi pecho, impidiéndome respirar. Un gran nudo en mi garganta que me impedía siquiera hablar.

Mis lágrimas caían por mis mejillas, la vista empañada. Me acurruque y abracé mis rodillas, el dolor como leguas de fuego en mi pecho. Porque sabia, yo sabía que era improbable que mi pequeña naciera, incluso si Edward me amara, si nos casáramos, si fuéramos de luna de miel a isla Esme. ¿Cuántas posibilidades de que fuera ella quien naciera había? Tal vez una en un millón, decía la parte racional de mí mente.

La otra parte de mí se aferraba a la fantasía, este sueño era un regalo, ¿por qué quien haya puesto ese sueño en mi cabeza me quitaría a mí bebé? Me aferré a esa línea de pensamiento muchas veces para no volverme loca. Me ayudaba a conservar la calma y a seguir con la vida. A seguir con el plan para hacer realidad la fantasía.

Un par de golpes en la puerta me sacaron de mis cavilaciones. Sabía que no era Charlie, él tenía llaves. Tampoco estábamos esperando ninguna visita por lo que sabía.

Pensando en ello, me levanté del piso, seque mis lágrimas y me dirigí hacía la puerta. En cuanto la abrí, me congelé. En estado de shock al ver quien estaba en frente de mi.

Alice.

¿Qué hacía ella aquí?

—Hola,— me saludó ella. Me sonrió amablemente. Parecía algo inquieta, no era propio de ella.

—Soy Alice Cullen— dijo cuando no le respondí.—No tuve la oportunidad de presentarme contigo el día de hoy en el instituto.

¿Qué estaba pasando aquí?

—S.. soy…. Bella, ¿quieres pasar?

Ella frunció el ceño ante mi pregunta, pero asintió. Controló su expresión rápidamente y me sonrió, me entregó un paquete mientras entraba a la casa.

—Es un postre, mi madre lo preparo para darte la bienvenida a la ciudad.

Esto era muy extraño, ¿Esme me envió un postre? ¿Por qué? Ellos no se involucraban con humanos. A menos que…

Jadee. Mi corazón se aceleró. ¿Acaso ella me había visto? ¿Alice había visto que pertenecería a los Cullen?

—¿Estás bien? ¿Bella?

Ella estaba frente a mi. Mirándome con preocupación, ¿por qué estaba preocupada por mi?

—Si, ¿Quieres venir conmigo? Estaba preparando la cena— dije intentando controlar mi tono y mi curiosidad.

—Claro— respondió amablemente y camino detrás de mi.

Se sentó en una de las viejas sillas en la cocina. Una parte de mi se imaginaba lo que estaría pensando ella de mi casa tan diferente de la elegante casa Cullen.

—¿Quieres algo de tomar?— pregunté, nada más por cortesía. Ella frunció el ceño otra vez.

—¿De verdad estás preguntando eso?— preguntó ella. Se río.

—Mmm, no comprendo.—Dije, mientras retorcía los dedos en mi espalda.

—Se que sabes lo que soy, Bella, no finjas que no sabes que soy un vampiro.

Me miró, directamente a la cara, su sonrisa petulante, retándome a contradecirla.

Mis ojos se abrieron con sorpresa ante su declaración. Ella sabía, sabía que yo lo sabía. ¿Cómo sabía ella?

—Tranquila— corrió hacia mi, a la velocidad de un vampiro. Me sobresalte.

—No te voy a lastimar— dijo con voz tranquilizadora.

—¿Cómo..

—Eso no importa ahora, pero me gustaría saber, ¿cómo sabes acerca de vampiros?

—Mmmm, eh yo…

No pude decidir si debía decirle o no, aunque probablemente ella sabría mejor como proceder, ella tenía más experiencia que yo en cosas del futuro. Tal vez, ¿podría decirle? ¿Pero si ella no me creía? ¿Si le cuenta todo a la familia y deciden irse? ¿Si Edward decide irse lejos antes de que algo suceda entre nosotros? Mi corazón se retorcía ante la sola idea. No, no podía decirle todo a Alice, pero podría decirle lo suficiente para que me creyera.

—¿Alice?

—Si.

—¿Qué pensarías si te digo que se acerca de los vampiros por un sueño que tuve?

La mire a la espera. Se quedó pensando en ello, luego asintió.

—Diría que es algo bastante interesante.

—Bueno, esa es la verdad, se todo acerca de los vampiros, debido a un sueño que tuve hace unos meses mientras estaba en coma.

—¿Un sueño? Eso es muy extraño.

Casi pongo los ojos en blanco ante sus palabras, ella era un vampiro que veía el futuro.

Se quedó pensando por un par de minutos, ¿o talvez veía hacia el futuro?

—Dime, dime algo más que sepas, para que pueda creerte.

Se sentó de nuevo en la vieja silla y me alentó a hablar.

Asentí en respuesta y pensé en lo que podría decir sin comprometerme.

—Se que brillan a la luz del sol, se que son muy, muy rápidos y fuertes. Se que sus ojos son rojos si beben sangre humana y son dorados cuando beben sangre animal, como tú y tú familia, se que sus ojos son negros cuando tienen sed…

—Ya, esta bien, te creo.

—Gracias, Alice— dije sentándome a su lado y tomando sus manos. El frío me hizo estremecer, no era este el toque que anhelaba, pero se le acercaba. Esta era mi hermana.

Ella miró mis manos tomando las suyas, sus ojos se desenfocaron. Ella estaba teniendo una visión.

Cuando la visión llegó a su fin, ella me miró y una gran sonrisa se extendió por su hermoso rostro. La curiosidad me estaba carcomiendo. Por ello no pude detener la pregunta antes de que saliera de mi boca.

—¿Qué viste Alice?


Siento mucho la tardanza. El próximo capitulo estara listo pronto.

Gracias por leer.

Besos.