ITALIA

Al llegar a la colina de una majestuosa mansión, la ojiazul se sorprende al encontrar al equipo japonés siendo engañados por un carismático rubio de orbes cielo.

— No cambia — susurró

Ciertamente le costaba creer que aquel carismático y despreocupado chico se tratara de su hermano, la futura cabeza de la familia Tornatore y campeón de Italia.

«El joven y talentoso Enrique» pensó

Muchas cosas se decían sobre su hermano: "Enrique, el que nunca ha perdido un desafió", "El primogénito y futura cabeza de la familia", "El heredero de la bestia sagrada del Clan Tornatore"

«El mejor beyluchador de Roma...»

Desde que tenía uso de razón, recordaba toda la atención enfocarse hacia su hermano. El nacer dos minutos antes había marcado grandes diferencias entre ambos, el principal era el lugar que ocupaban dentro de la jerarquía familiar, al ser el mayor, Enrique había tomado lugar como el primogénito, sería la futura cabeza de una emblemática familia descendiente de la realeza, tendría el peso los negocios familiares cuando tuviera la edad y preparación apropiada, por lo cual toda la atención se centraba en el "joven ytalentosoEnrique", dejándola relegada como la sombra de su hermano. Si bien ambos mantenían una buena relación también tenían grandes diferencias, entre ellas su forma de pensar sobre sus bestias bit, aquellos espíritus sagrados que les fueron entregados como herencia familiar, para Enrique, Amphilyon era una herramienta que él podía controlar, mientras que para la ojiazul ellos representaban la protección de su Clan por lo cual merecían respeto, pero el rubio no lo entendía.

"Debes dominar tu bestia bit" decía el mayor.

Dominar...

Cuanto odiaba esa palabra.

— Deberías dejar de mentir alguna vez. — acotó la europea

— Aria! — exclamó un sorprendido Tyson al verla caminar hacia aquel rubio de sonrisa autosuficiente, el cual la observaba con sorpresa, ciertamente eran muy parecidos, pero antes que el italiano pudiera decir algo, fue interrumpido por una voz proveniente de la mansión.

— Joven Enrique, su profesor de Trigonometría solicita su presencia en el cuarto piso, en el salón de baile. — comentó un mayordomo de gran porte y elegancia. — No debe hacerlo esperar.

—Buen día, Peterswoord — saludó la ojiazul provocando que el mayordomo pose su vista en ella.

— Señorita Aria, es un placer tenerla de regreso. — hace una reverencia — el joven Enrique ha esperado ansioso su llegada.

— Enrique?! — exclamaron con sorpresa los Bladebrakers, ahora todo estaba claro, aquel alocado chico era el campeón de Italia. Sin embargo, antes que pudieran increparle su actuar, este procede a sujetar con agilidad la muñeca de la europea hasta llevarla hacia las barandas

— Joven Enrique, Señorita Aria! Esperen — pidió Peterswoord

— No hay tiempo Peterswoord! — exclamó parándose sobre las barandas — sube Aria.

— Espera, Enriq...

— Adiós chicos! — señaló a los Bladebrakers esbozando una sonrisa ladina — Guarden sus habilidades para alguien que puedan vencer.

Dicho esto, el rubio se lanzó colina abajo junto a la ojiazul quien gritaba al ser nuevamente arrastrada por las locuras de su hermano.

— Estoy en grandes problemas — susurró el mayordomo al meditar en la reprimenda que recibiría por parte de los señores Tornatore.

RUSIA

En las heladas calles de Moscú, un pelirrojo de gélidas orbes azuladas se encontraba observando con atención la fuerte nevada, todo a su alrededor yacía cubierto por aquel manto blanquecino.

— Qué vez, Tala? — preguntó con retraimiento el pelilavanda

— La nieve — respondió con parsimonia — La nieve es agradable...

Aquel manto era como una muerte lenta: fría y letal, pero imparcial, que no diferenciaba entre riqueza o pobreza. Le agradaba, porque sin importar lo que ocurriera esta continuaba cayendo. Sólo aquellos que conocían realmente la pobreza y la tristeza, conocían mejor que nadie que la nieve se llevaba todo, hasta sus recuerdos más oscuros, eso era lo que muchos buscaban.

Olvidar...

En la Abadía no tenías pasado.

Sin recuerdos

Sin Pasado

Sin esperanza

Morías al entrar a la abadía y un nuevo yo surgía.

Los recuerdos felices no eran algo que conocieran, de su pasado el pelirrojo sólo podía recordar a un padre alcohólico y agresivo, una madre que lo abandonó dejándolo a su suerte cuando la situación empeoró. Su padre, Nikolay Ivanov, lo obligaba a conseguir comida y alcohol, tuvo que robar para permanecer vivo. Así fue cómo conoció a Bryan, en ese tiempo "Boris" con quien compartía un pasado similar, tenían mucho en común, entre ellos el sentido de supervivencia, por lo cual ambos engañaban y robaban a la gente de aquel pequeño y pobre pueblo, el cual sólo tenía una sola área decente donde no podían robar sin pasar desapercibidos.

A medida que continuaron caminando un sollozo llamó la atención del pelirrojo, a pocos metros podía observar a una pequeña llorando junto a su madre, de cierta manera aquella escena le recordaba vagamente a aquella persona que conoció años atrás en el puerto de Severodvinsk, el cual había dejado hace tantos años.

Nieve

Una niña llorando

Una extraña melodía.

Pequeñas escenas venían a su mente.

"—Gracias por ayudarme. — agradeció una pequeña niña de cortos y rubios cabellos

—...De nada — dijo con parsimonia

— Cuál es tu nombre?

— Yuriy Ivanov "

Lo recordaba...

Era corto pero había recuperado aquel recuerdo de su pasado, cuando aún era Yuriy Ivanov, cuando conoció y ayudó a aquella niña, realmente no tuvo otra opción que hacerlo. De alguna manera aquella pequeña de rubia cabellera había dado a parar a Severodvinsk, un lugar pobre y ciertamente peligroso, por sus finas ropas era obvio que no pertenecía aquel lugar, su expresión temerosa la delataba, en un inicio pensó en hurtar lo que tenga de valor pero un fuerte ladrido lo sacó de sus pensamientos, a pocos metros de aquella niña se encontraba un enorme perro arrinconándola contra un muro, al parecer había pisado una de sus patas sin darse cuenta, por lo que el animal se disponía a atacar. La pequeña tenía miedo, lloraba e intentaba cubrirse con sus manos para protegerse de la mordida del animal, cerró sus ojos esperando el inminente ataque pero todo lo que escuchó fue un fuerte quejido. Al abrir los ojos pudo observar a un niño de cortos cabellos pelirrojos al lado del animal, el cual se encontraba levantándose del suelo, por la posición de aquel niño todo daba a entender que había pateado al animal estampándolo contra el concreto. Cuando este quiso ponerse de pie para atacarlo, el pelirrojo cambio su mirada por una aterradora la cual provocó que el perro saliera corriendo despavorido del lugar.

"— Estás bien? — preguntó con seriedad, pero la pequeña no pudo evitar asustarse al ver su brazo sangrar

— Estás herido!

El pelirrojo se percató de una pequeña herida en su brazo, sangraba pero no era profunda, ciertamente aquello no significaba nada para él.

— No es nada — dijo con parsimonia — Qué haces en este lugar? Tú no eres de aquí.

La pequeña niña procedió a intentar secar sus lágrimas, era un hecho que no pertenecía a ese lugar, su acento y sus finas ropas la delataban, todo en ella desentonaba con aquel lugar que luchaba por no caerse a pedazos. Sin embargo, la pequeña no parecía saber cómo había terminado ahí, lo único que pudo decirle era que no era de Rusia, venía con su familia de Italia para atender negocios familiares pero tras una discusión con su hermano, había huido de dónde se encontraba, corriendo sin rumbo alguno hasta perderse, tenía miedo, quería volver a casa y para empeorar la situación no dejaba de llorar. Aquello desconcertó al pelirrojo que no sabía cómo tratar con situaciones de ese tipo, pero no podía dejarla a su suerte, se había involucrado demasiado, además las personas estaban comenzando a observarlos.

— Te dejaré en tu hotel.

— En serio? — preguntó secando sus lagrimas

— Lo haré si dejas de llorar — sentenció cerrando los ojos con fastidio, ciertamente no era bueno manejando el llanto de las personas

Ante lo dicho la pequeña niña secó sus lágrimas, guardó silencio y procedió a seguirlo hasta llegar a su hotel, durante el camino el pelirrojo podía sentir las miradas suspicaces puestas sobre él, sin duda no pertenecía a ese lugar, el cual era muy diferente a Severodvinsk.

— Gracias por ayudarme. — esbozó una cálida sonrisa al divisar a lo lejos su hotel

—...De nada — dijo con parsimonia

— Cuál es tu nombre?

— Yuriy Ivanov "

Recordaba una melodía, aquella niña cantó un pequeño fragmento de opera, era su modo de agradecerle. Aquella canción provocó una sonrisa en su rostro, el pelirrojo no recordaba cuando fue la última vez que sonrió de esa manera, pero algo en aquella voz lo relajaba, lo llenaba de calma, de paz, por primera vez en mucho tiempo sintió tranquilidad.

— Tala? — preguntó Bryan

Aquella voz lo regresó a la realidad. No debía recordar el pasado, ya no eran aquellos niños que robaban para subsistir, dónde producto de esos robos conocieron a Valkov, un lúgubre hombre que viajaba alrededor de Rusia buscando niños con buena condición física para conseguir el propósito de Biovolt, por un breve momento el pelirrojo estuvo indeciso sobre la proposición de aquel sujeto, cuyo propósito en ese momento era desconocido para ambos pero terminaron aceptando, después de todo, Valkov era su único escape de aquel infierno.

« No somos más esos niños, ahora somos los Demolition Boys.» pensó

— Andando, Bryan — ordenó retomando su camino hacía la temida Abadía Valkov

ITALIA

Los Bladebreakers se encontraban observando a aquel alocado rubio coqueteando con dos chicas en el centro de la plaza italiana, a su lado yacía una muy enfadada ojiazul observándolo con desaprobación. Sin embargo, al ver como el italiano se regodeaba, Tyson no pudo evitar perder los estribos, lo enfadaba que antepusiera banalidades antes que el beyblade.

— Tyson — susurró con sorpresa la ojiazul

— No nos iremos de aquí sin una batalla! — retó dirigiendo su atención al mayor, pero el rubio sólo lo ignoró ocasionando que pierda los estribos. No comprendía como podía ser el campeón de Italia

— Oigan, las chicas están muy emocionadas por conocer nuevas personas. — guiñó el ojo presentando a sus amigas — Qué dicen?

— En serio? — preguntó un emocionado Tyson, siendo golpeado y reprendido por el jefe quien lo hace reaccionar. No debían distraerse de su objetivo.

— Les pueden enseñar Italia — tentó el rubio ocasionando que la ojiazul se enfade y sonriera con malicia.

— Podría enseñarles — esbozó dirigiéndose al de orbes dorados, logrando enlazar sus brazos, de los presentes parecía ser el más aperturado a seguirle la corriente, pues el bicolor no parecía ser ese tipo de chico, de lo contrario habría sido su primera opción — me agradan los extranjeros.

Aquello logró ruborizar a Rei, quien al reparar en la sonrisa malévola de la ojiazul, pudo comprender de qué se trataba, ciertamente disfrutaba molestar a su hermano.

— Me encantaría — aceptó el de orbes dorados guiñándole el ojo, lo cual no pasó desapercibido por Enrique quien no pudo evitar ponerse serio.

— Hey! Conserva tu distancia, amigo — advirtió poniéndose al frente de la ojiazul mirándolo con enfado, sin duda era celoso cuando se trataba de su hermana — Debemos irnos.

Dicho esto, Enrique intentó marcharse tomando de la muñeca a la ojiazul. Sin embargo, antes que pudieran retirarse, el de gorra logra atacar su ego tachándolo de cobarde, aduciendo que tenía miedo de enfrentarlo, esta acusación hizo detenerse al italiano y sonreír a la ojiazul, quien conocía lo orgulloso que podía ser.

— Qué fue lo que dijiste, pequeñito? — siseo con ira contenida el rubio

— Lo que escuchaste.

— No puedo creer que hables en serio — su mirada cambió radicalmente, atrás había quedado la carismática expresión que tanto lo caracterizaba — se te cumplió tu deseo, es hora de luchar. — sentenció retador — Tienes un nombre o tendré que vencer a un don nadie?

— Mi nombre es Tyson.

— Bien, Tyson. Nuestra batalla será mañana al medio día en mi estadio personal. — se jactó arrogante — No falten, les enseñaré cómo gana un Beyluchador profesional.

— Nada mal — susurró la ojiazul observando al equipo asiático, no era usual que su hermano cediera a un juego

Al día siguiente, al llegar al estadio del campeón de Italia, Tyson no pudo evitar asombrarse por el tamaño del lugar, ciertamente era una buena replica del auténtico Coliseo Romano. Durante el trayecto sus amigos intentaron llegar a él pero fueron detenidos por unas rejas, la cual asustó al japonés quién creía que se trataba de un trampa, al menos hasta que vio en el otro extremo del coliseo a Enrique usando una armadura de un centurión romano.

— Esta armadura la han usado por siglos todos los guerreros de mi familia — se jactó — y desde que ha sido usada nunca ha habido una derrota.

En otro extremo del coliseo, los Bladebreakers habían logrado encontrar un camino que los llevará hacia las gradas, topándose con la europea, quien se encontraba al lado de dos chicas, sin duda se trataban de las mismas de ayer.

— Son los chicos de la plaza! — exclamó con sorpresa Rosetta, una atractiva pelirroja con expresión infantil

Ante lo dicho, la ojiazul procedió a saludarlos, no sin antes centrar su celeste mirada sobre el bicolor, quien al parecer los había guiado para salir del laberinto.

« En verdad es el mejor de su equipo» pensó

En el centro de la batalla, era evidente que el japonés no estaba preparado para conocer al peligroso Amphilyon, una enorme y fiera hydra que atacaba sin contemplación al blade de su oponente.

— Mira eso! — exclamó Rosetta señalando el blade del italiano — es mi parte favorita, su blade hace una cosa fabulosa.

La ojiazul apretó los puños, sabía lo que vendría, conocía a la perfección el estilo de juego de su hermano por lo que no se sorprendió al ver que su blade se duplicaba, ya no había un Amphilyon, habían dos que rodeaban el blade del japones. Al percatarse de la situación, el castaño intenta advertir a su compañero sobre el inminente ataque, lo cual enfadó al rubio haciendo que suba la intensidad del juego, para el italiano pedir ayuda era hacer trampa, por lo que rápidamente Tyson invocó a su bestia bit logrando tumbar a Amphilyon a pocos metros del europeo quien no sé inmutó cuando Amphilyon cayó a su lado, por el contrario, sonreía cínico, había logrado probar a su rival y conocer su táctica

— En serio creyó que caería tan fácilmente? — espetó la ojiazul provocando que el bicolor la observara — tu amigo está en grandes problemas.

La hidra atacó provocando que el japonés cayera del plato de batalla. Sin embargo, pese al rudo estilo de juego, este siguió luchando, aunque su bestia bit se mostraba cada vez más debilitada, al recabar en esto, la fiera hidra procede a atacar directamente al jugador provocando que todos en las gradas se alarmen.

— Detente! — gritó una asustada ojiazul, temiendo que lo ocurrido con ella se repitiera

Todos temían por la seguridad del chico de gorra, quien esperaba aterrado el inminente ataque. Sin embargo, este nunca llegó pues Dragoon se interpuso cubriéndolo con su cuerpo, era increíble como su bestia bit lo protegía demasiado, pero no era tan fuerte para derrotar a Amphilyon, quien lo tenía sujetado por la yugular hasta azotarlo con fuerza en el centro del estadio, provocando una gran pantalla de humo, la cual al disiparse muestra a un exhausto japones tirado en el suelo junto a su blade.

Enrique era el ganador, pero a qué precio?

La europea odiaba la manera en que su hermano trataba a Amphylion pues ello había influido en el ataqué a Tyson. Al llegar al centro del plato, la europea quiso expresar su enfado, aquello le había traído amargos recuerdos, pero antes que pudiera increpar su actuar, fue interrumpida por una fuerte llovizna, podía sentir el frío líquido empapar su cuerpo y con ello sus pensamientos. Sin embargo, esto no lograba aplacar su enfado, por lo que cuando Enrique decidió cubrirla bajo su escudo junto a sus compañeras, se retiró con notoria molestia.

— Ocurre algo? — preguntó con desconcierto, recibiendo una iracunda mirada por parte de la europea, quien le señaló con la cabeza a un malherido Tyson siendo auxiliado por sus compañeros, en ese momento el rubio entendió a qué se refería.

Había perdido el control.

— Tyson, no quise lastimarte — lamentó con sinceridad, no era la primera vez que ocurría un hecho similar — no fue mi intención. Te ofrezco una revancha.

Continuará...